02: Espinacas y una mudanza

Usualmente para Yoongi la cena era la parte más divertida de todo el día, pues podía estar con su padre quien siempre comentaba cosas graciosas que llegaban a ocurrir en la oficina en donde trabaja, su padre se encarga de la supervisión del trabajo de los demás, Yoongi lo consideraba como un filtro que en cuanto sabía que el trabajo de los demás llegaba a manos de él era corregido o regresado para al final ser perfecto y llegase hasta la oficina del jefe de la empresa, no era un mal trabajo, pero su padre se comportaba tan estricto, que inclusive los de la oficina le tenían un sinfín de apodos distintos, y por supuesto no muy agradables, pero inclusive a su padre le daban más gracia que nunca.

Pero esta vez parecía que la vida no le sonreía, no mucho, la comida era importante a la hora de cenar, y ahora mismo lo que estaba en su plato era la definición perfecta de arruinarle la vida en sólo un instante.

—¿Espinacas? —pregunto Yoongi mientras arrugaba su rostro en desagrado por lo que estaba frente a él—. ¿Es en serio, papá?

—No empieces, Yoon —comento su padre—, sabes muy bien que te hace falta comer más verde.

—Y sabes perfectamente que me encanta la carne más que mi propia vida, papá —el señor Min soltó una suave risa al escuchar los quejidos de su hijo, ya estaba acostumbrado, Yoongi soltó un largo resoplido—, estoy delgado, con esto voy a parecer un fideo.

—No exageres, Yoon —su padre siempre le gustaba decirle de ese modo, o simplemente le decía mini Min, pero Yoongi odiaba que le dijera así—, comer espinacas te hará tan fuerte como ese tipo de las caricaturas.

Yoongi rodo los ojos ante lo dicho por su padre.

—No quiero ser Popeye, papá.

—Cierra pico, y a comer —dicho esto, su padre tomo asiento y se dispuso a mirar su plato y tomar los cubiertos, mientras que Yoongi seguía mirando su plato.

Para Yoongi más que verse como comida, aquello en su plato parecía más un montón de césped masticado por una vaca durante siete horas y escupido en su plato, y eso no era nada agradable ni siquiera al paladar, Yoongi empujo con su dedo índice el plato para alejarlo un poco de él frunció la nariz y saco levemente la lengua, odiaba las espinacas, soltó un suspiro y miro a su padre, que se mantenía con la mirada puesta en su teléfono celular mientras se dedicaba a masticar.

—Si te prometo buenas calificaciones para este semestre, ¿me dejarás no comer espinacas? —su padre aguanto una risa, sonrió levemente antes de mirar a su hijo de nuevo.

—Ni, aunque me prometas ser el mejor de toda la escuela —Yoongi soltó un resoplido fastidiado—, aunque no deberías de preocuparte tanto por las calificaciones de todas formas.

¿Había escuchado bien? El señor Min siempre ha sido exigente con Yoongi, y más si se trataba de la escuela, por lo que ahora Yoongi no podía creer lo que estaba escuchando, miro a su padre, entrecerrando sus ojos, esperando algún indicio de que fuera alguna clase de broma de parte de su progenitor, pero en cambio obtuvo un rostro sereno, uno que se mantenía enfocado en el teléfono y que seguía masticando otro bocado de esas espinacas recién preparadas, algo no estaba bien, Yoongi lo sabía, y tenía que averiguar que clase de insecto había logrado picar a su padre para que le dijera una incoherencia como esa, no lo entendía.

—¿Por qué no debería de preocuparme? —pregunto Yoongi.

El señor Min levanto la mirada del aparato móvil, y pudo percibir esa curiosidad inmediata en el rostro de su hijo, parecía consternado por lo que dijo, el señor Min soltó un pequeño resoplido, coloco su teléfono móvil sobre la mesa a un lado de su plato y miro a su hijo, era tiempo de decirle, había pasado ya casi dos semanas desde que obtuvo la gran noticia del traslado de su trabajo, pero claro, no había encontrado alguna forma sencilla de decirle a su hijo sobre eso, pero ahora mismo que sin querer había dicho algo que obviamente había dejado a Yoongi con la duda, era el momento perfecto para decírselo.

—Bueno —comenzó a hablar su padre—, es tiempo de decírtelo, verás, hijo —se acomodo mejor y carraspeo la garganta, la mirada de su hijo estaba puesta sobre él—, hace ya algunos días me habló mi jefe a la oficina para hablar conmigo —Yoongi dio un asentimiento—, pensé que sería por un regaño, o por un papel que estaba mal, me esperaba mil cosas, pero no me espere que me dijera que sería el próximo jefe de uno de los departamentos de otro de sus edificios.

Yoongi hizo un pequeño circulo con sus labios al escuchar eso.

—Eso es... ¡eso es genial! —dijo Yoongi, sonrió hacia su padre.

—¡Lo sé! —su padre estaba más que encantado con eso.

—Pero, ¿qué tiene que ver eso con que no me preocupe por mis calificaciones?

—Es un asunto que tiene que ver mucho, Yoon —su padre mantenía aquella sonrisa—, verás, mi jefe me comento que el puesto a sido asignado para mí, y con gusto lo acepte, eso fue ya casi dos semanas atrás.

—¿Qué? —dijo Yoongi en voz baja.

—Y las oficinas no se encuentran aquí en Seúl —dijo su padre, haciendo que Yoongi elevase las cejas—, están en Daegu.

—¿Q-qué?

—¡Nos mudaremos!

—¡QUÉ! —Yoongi se levanto de forma brusca de su sitio, llevando las palmas de sus manos sobre la mesa con fuerza, haciendo que todo lo que estaba sobre la mesa temblase por el repentino golpe dado por él—. ¿Mu-mudarnos?

Yoongi no podía creer lo que escuchaba.

—Sí, hijo mío, nos mudaremos antes de que acabe el nuevo semestre —dijo su padre, a pesar de que el señor Min se mostraba emocionado y contento por la gran noticia, Yoongi demostraba cosas distintas.

—No podemos... —menciono Yoongi mientras negaba con la cabeza repetidas veces—, papá, no podemos...

—Sé que la noticia es repentina, pero... —fue interrumpido por su hijo.

—¿Repentina? —Yoongi soltó una risa en un resoplido—. ¡No me lo esperaba! —soltó un bufido—. No podemos mudarnos, aquí tengo amigos, una vida, no, no lo acepto.

—Podrás tener amigos y seguir con tu vida normal allá en Daegu, Yoon, además podrás visitar a los abuelos más cerca que aquí en Seúl... y también tendrás buenos estudios, tendremos inclusive más dinero para nosotros, es una gran oportunidad, hijo...

Su padre siguió hablando, y Yoongi simplemente volvió a sentarse despacio sobre su respectiva silla frente al comedor, frente a ese horrible plato lleno de espinacas, y frente a su padre quien seguía hablando con mucha ilusión y emoción por todo lo que les esperaba allá en Daegu, pero Yoongi no sentía nada de emoción por irse, toda su vida esta en Seúl, desde bebé ha estado en Seúl, nunca en Daegu, visitaba a sus abuelos, pero sólo por un par de días, y siempre había querido regresar a Seúl después de casi una hora de llegar a Daegu, no estaba feliz, ¿qué haría? Ni siquiera había podido hacer ni la mitad de las cosas que quería hacer en Seúl en su juventud, esto no era nada justo para él. Para Yoongi toda esa situación parecía ser una terrible pesadilla, una de la que no podría despertar, porque es una realidad, una muy cruel.

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