Shibumi
Todos salieron según lo ordenado, era peligroso entrar debido a que podía lastimar al bebé. Una vez todos fuera Jimin fue llevado a otra habitación por Yoongi, para ser atendido por el médico; mientras Agust y Suga llevaron a los Anher y a la bebé a otra habitación para resguardarlos y planear una estrategia.
— No podemos entrar, es peligroso para nuestro pequeño. Creo que debemos dejarla con él al menos una semana para que se confíe.
— No Agust, yo no dejaré a mi hijo con esa loca. Hoy mismo lo recuperaré.
Dicho esto salió fuera al jardín; se desnudó en el lago que había cerca del ala norte y se sumergió en el agua, buceó hasta quedar debajo de la casa, él amaba conocer cada uno de los planos del palacio porque esto le ayudaba con su objetivo. El ala norte del palacio fue construido encima de una antigua galería de agua que conectaba con el lago; un pequeño secreto que solo los trillizos conocían.
Ahí solo tuvo que salir de agua y escalar hasta el techo, era un gran reto debido a la debilidad de su cuerpo en esos momentos, pero nada lo iba a frenar por defender a sus pequeños. Una de las ventajas era que el suelo solo constaba de tableros movibles por lo que sigilosamente lo movió para introducirse en la habitación por el armario de esta.
Desde ahí estuvo observando, pendiente de todo lo que hacía con el niño; hasta que Jennie dejó al bebé en la cuna y se alejó, en ese momento tomó a su hijo en brazos y avanzó dos pasos cuando Jennie se interpuso en su camino.
— Tan estúpido como siempre Suga; con esa salud tan delicada que tienes, lo dejas todo por defender a tus hijos.
— Déjalo a él, acepta que perdiste y vete, nadie te hará nada pero no metas a mis hijos por medio.
— Yo no fui la responsable, si tu hermano hubiera aceptado estar conmigo; me hubiera dado por satisfecha, pero no. Él prefirió a un amante por encima mío y me llevó a esto.
— Él nunca te quiso, solo aceptó por la presión de ambos reinos pero nunca te tocó para que pudieras volver a tu reino y casarte con quien quisieras.
— Yo lo amaba a él, no quería a otro. Pero él prefiere a cualquiera menos a mí, ni siquiera me permite acercarme a esa persona porque lo quiere tener en secreto— Suga rió ante lo dicho, por ese motivo Jennie lo apuntó con su daga— deja al niño, vas a volver a bajar por donde subiste. Nadie sabrá que conseguiste salir, un ahogamiento con tu frágil salud es muy probable.
Suga hizo lo pedido, dejó al pequeño en la cuna, seguido de cerca por Jennie.
— Solo tengo una petición antes de que me mates.
— Dime.
— Quiero que me dejes que le escriba una carta a mis hijos.
— De acuerdo, date prisa y escribe. Pero más te vale no poner nada en mi contra o les costará la muerte también.
— De acuerdo.
Suga tomó una hoja y la pluma, sentándose para comenzar a escribir.
— Sabes, siempre te creí más lista.
— ¿De qué hablas?
— Mientras veía como tratabas de seducir a Agust, como hacías que Yoongi perdiera la cabeza por tí— Suga hablaba mientras doblaba la hoja destinada a ser la carta de despedida de sus hijos— siempre te vi como una posible rival, pero cada paso que dabas eras tan torpe, descuidada y sobre todo tan obvia que jamás supusiste un peligro para mí.
Estas palabras hicieron que, encolerizada e iracunda, Jennie se acercara a Suga para golpearlo; pero en ese instante él aprovechó para clavarle la pluma en la pierna, antes de voltearse y cortarle la garganta con el papel que tenía en las manos.
— Nunca debiste subestimar lo que una persona puede hacer por sus hijos Jennie, yo no iba a arriesgar la vida de mi hijo volviendo por el lago y tampoco iba a pasar por alto que te atrevieras a tocarlo. Hace mucho tiempo te avisé que por mi familia yo estaba dispuesto a todo, no me hiciste caso y aquí están las consecuencias. Además para tu conocimiento, ese amante de Agust que dices no conocerlo, lo tienes delante— Jennie con sus manos tratando de cortar la sangre que brotaba de su cuello escuchaba impactada lo que Suga decía— sí, yo soy el concubino de mi hermano, con el que pasa las noches y quien le ha dado dos herederos al trono. Que lástima que te enteres tan tarde de toda la verdad, espero que en el otro mundo nos volvamos a ver querida.
Suga salió con su hijo en brazos hasta el dormitorio donde Agust lo esperaba; quién al verlo cubierto de sangre se alarmó mucho.
— ¿Qué ocurrió?¿Estáis bien?
— Nada amor, todo solucionado. Ya nadie amenazará nuestra felicidad.
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