Capítulo 8
Llego temprano al salón de clases, para ser exacta, 30 minutos antes y como siempre no hay nadie más, así que me siento al frente y me recuesto en la pared a esperar que lleguen todos. Sin querer, me quedo dormida.
—Hola preciosa— dice dándome un beso en la mejilla.
—¿Quién eres, te conozco de algún lugar? —digo con desconfianza.
De donde salió este hombre, es alto, tiene ojos azules y la piel blanca llena a tatuajes por lo que puedo ver. Miro a mi alrededor y me encuentro en una especie de salón, con paredes y techo de vidrio y de este cuelgan flores azules. Afuera el cielo se ve entre naranja y rosa... como si fuera un amanecer. Bajo la vista al suelo, el cual está cubierto de rosas rojas. Yo llevo un lindo vestido estampado con flores rosadas a la altura de las rodillas y unos zapatos de tacón dorados. Aunque todo es muy bonito y parece sacado de un libro, me siento inquieta...
—Mucho gusto primor, me llaman Patrick, pero mi verdadero nombre es... pensándolo bien ni se porque te digo esto si al final no lo vas a recordar. Pero bueno, soy el comandante de la primera legión del gran Bishop— dice con orgullo.
—Perdona, pero no sé quién eres, ni quien es el tal "Bishop".
—Lo sé, tú no sabes nada— se burla y comienza a caminar en círculos a mi alrededor—Bishop es un...demonio— dice casi en un susurro.
De la nada, el cielo se oscurece y comienzan a llover gotas de sangre. ¿Desde cuando llueve sangre? Miro fijamente al tal Patrick que recoge una rosa del suelo y me la lanza. La agarro en el aire y esta se desvanece dejando una gran mancha de sangre en mi mano, miro al piso y grito horrorizada cuando lo veo todo cubierto de sangre.
Me quedo boquiabierta viendo como el suelo comienza a inundarse y comienza a resbalarme sangre por la cara.
—¿Por qué gritas? —pregunta el tatuado mientras se acerca a mí y me toma de las manos.
—Suéltame— protesto intentándome soltar de su agarre, pero no lo logro—Te parece poco que llueva sangre. No entiendo cómo puedes estar tan fresco.
—Por lo que veo no estas bautizada— dice mirándome con sumo interés a los ojos.
—Qué tiene que ver si estoy bautizada o no con que esto se esté comenzando a llenar de sangre.
—Pues tiene que ver mucho, primero porque mi agarre no te quema y segundo... —me lleva hasta donde se encuentra un gran espejo, que por cierto cuando llegue no estaba ahí—...mírate, no estas cubierta de sangre y esta no te quema.
Me miro y es verdad lo que dice, no tengo ni una mancha de sangre, bajo la mirada a mis pies que se encuentran sumergidos en la inundación, levanto uno a la vez y estos tampoco tienen rastros de sangre...
—Qué tipo de magia es ésta, ya se de seguro es una... Explícame todo Patrick—digo con curiosidad y nerviosismo.
—A mi no me corresponde explicarte estas cosas, si quieres saber más, ya tendrás que hablar con Bishop o con tu madre querida.
—¿¡Qué tiene que ver mi madre en todo esto y quién es el tal Bishop!?... y tú, ¡¿quién eres!? — le grito mirándolo a sus hermosos ojos azules.
—Qué prepotente eres. Sabes que sí me puedes preguntar y obtener respuesta- Niego con la cabeza -Pregúntame quién eres
Dudo unos segundos, pero al final le pregunto. —Quién soy, según tú.
—Pues fácil, eres la hija del mismísimo demonio—dice esto y suelta una risa horrenda.
Me quedo pensando en lo que acaba de decir y todo comienza a desenfocarse, a perder color...
Miro alrededor en busca de mis compañeros que ya se encuentran esparcidos por toda el aula.
—Buenos días—saludo a la profesora de química, Zhamira, mientras me acomodo en el asiento.
—Buenos días Nafghel Anne—responde y hago mala cara al escucharla, no saben cómo odio que me llamen por mi nombre. Al percatarse de mi gesto, deja sus asuntos a un lado y me mira con suma atención, para luego añadir—¿Por qué no te gusta que te llaman por tu primer nombre?
No me gusta que me llamen así porque casi nadie lo sabes escribir, cuando digo Nafghel en algún lugar, la gente me queda mirando como diciendo: ¿Qué dijiste?, repite otra vez o incluso me piden que lo deletree al menos por tres veces. Lo otro es que no lo saben pronunciar, siempre me dicen: /Najel/, /Nafel /, /Nayel/ cuando se debe pronunciar /Nafyel/ debido a eso, es que Dorian comenzó a decirme Anabelle. Por eso siempre me he presentado como Anne que no es /Ane/ ni /Ani/ es solo /Am/.
Después de pensar los motivos por varios segundo, le respondo
—Porque pocos lo saben pronunciar y escribir.
—Ya veo, es una lástima porque es muy bonito y único— de eso si estoy más que segura, sin decir más se posa frente al tablero y comienza a hablar de la importancia del carbono en la vida de todos los seres vivos, cosa que ya me sé de memoria.
Las horas transcurren lentas, hasta que por fin suena el timbre, después de tres largas horas de pura química orgánica, lo único que quiero es comer algo.
Una vez en la cafetería, pido dos hamburguesas y me siento en el rincón más alejado. No es que sea antisocial pero siempre me gusta andar sola, así sea para ir a fiesta o a comer a algún restaurante lujoso y es por el simple hecho de que cuando tengo a muchas personas a menos de un paso de mí, me siento asfixiada, con náuseas y lo peor de todo, siento que alguien está pendiente de cada paso que doy, es una tortura.
Estoy tan concentrada devorando mi hamburguesa que no me doy cuenta que alguien se ha sentado en frente de mí. Levantó la mirada y me doy cuenta de que es un hombre. Dejo a un lado mi hamburguesa a medio comer y me concentro en el individuo que ha frustrado mi alimentación.
—Que feo comes— espeta el desconocido con una risa burlona.
—A ti eso no te importa—quién se cree este para juzgar mi manera de comer.
—Tienes razón eso a mi no me importa, pero mírate tienes los labios todos llenos a salsa-. Perfecto lo que me faltaba. Sin darme cuenta, saca un pañuelo de no se dónde y lo acerca a mi con la intención de limpiarme, por inercia me alejo—Tranquila sólo te voy a limpiar—habla mientras posa el pañuelo en mi labio inferior y comienza a limpiar.
Mientras lo hace, me permito apreciar su rostro el cual es simétrico, con una nariz acorde al rostro, sus labios son carnosos y delicados. El cabello lo lleva peinado, pero se ve despeinado. Lleva una chaqueta negra de cuero y por debajo una camisa blanca, por lo que puedo ver tiene un cuerpo bien trabajado. Para ser sincera es toda una belleza, pero se perece a Dorian sólo que este tiene como unos 23 años... Así que ya perdió su encanto porque si se aparece a Dorian es obvio que también a mí.
—Creo que es suficiente— le digo al notar que todavía sigue limpiando mi labio. No dice nada solo me regala una sexy sonrisa.
—De hecho, llámame Rimini— sigue sonriendo con un lindo brillo en sus ojos—Antes de que lo preguntes, solo te venía a entregar esto- pone sobre la mesa una bolsa grande de regalo y me la extiende.
La abro y en su interior hay un libro. Lo saco y es un libro grueso, pesado y al parecer viejo. No tiene ningún escrito en las pastas así que lo abro y en la tercera página está el título, el cual está en griego "Teología: Angelología y Demonología"
—Mmm pues... muchas gracias, puedo saber a qué se debe el regalito confundida. ¿Quién te regala un libro sin conocerte?
—Pues me causó curiosidad tu interés por los seres divinos y me pareció apropiado dártelo para que te instruyeras Que lindo, si así fueran todas las personas el mundo sería perfecto.
—Muchas gracias, te lo agradezco. ¿Y cómo te enteraste de mi interés por estos seres? — que yo sepa nunca lo había visto en mi clase de religión.
—Por ahí, ya sabes cosas que dice la gente. ¿Te puedo dar un abrazo? — profiere mientras se pone de pie y se acerca a mí.
¿Un abrazo?
—¿Eh? Es que...pues... — sólo será un abrazo me digo a mi misma... un abrazo con un desconocido. Me pongo en pie y él me abraza, al principio sentí una corriente eléctrica por toda la espalda y no sabía si corresponderle o no, pero lo hice. Su cuerpo era cálido y emanaba un olor varonil delicioso. Se siente tan bien estar así con Rimini... se siente paz y tranquilidad entre sus brazos. Poco a poco nos vamos separando hasta que quedamos a un paso de distancia.
—Hasta pronto— manifiesta y antes de irse me da un beso en la mejilla y sin esperar respuesta se marcha— Saludos a Dorian y a tu madre- dice cuando ya va a medio camino grito un "Vale" y cuando vuelvo el si, tengo la mirada de todos encima.
Le resto importancia y vuelvo a mi sitio...
—Oye se le cayó esto al chico que estaba contigo- dice una chica y me entrega un pañuelo el cual está manchado de labi... —Y por cierto, se te corrió el labial—dice antes de irse.
Rebusco en mi bolso un espejo y si, tengo todos los alrededores de la boca llenos a labial ya entiendo porque Rimini se tardó tanto limpiando la "salsa".
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