Capítulo 5
No temas. Eran las dos palabras en griego que venían escritas en el sobre que me entrego el hombre del sombrero. He tratado de encontrarle sentido a todo esto, pero no he podido. Primero el hombre que Dorian ve, segundo el sobre que me encontré en la banca...un momento el sobre que me encontré ¿Dónde lo deje?
Con todo esto se me había olvidado. No pierdo más tiempo y me dedico a buscarlo donde lo guarde. ¿Pero dónde lo guarde? Sigo haciéndole preguntas a la nada mientras hago un repaso mental de donde fue la última vez que lo vi.
Anne donde lo guardaste maldita sea.
Camino en círculos por toda la habitación hasta que me acuerdo, está en el bolso que lleve hoy al colegio, que memoria la mía. Prendo las luces y busco el bolso. Después de unos minutos, lo encuentro y lo primero que hago es sacarlo, que por obra de Dios no se ha arrugado.
Lo miro y lo comparo con el del hombrecillo del sombrero, definitivamente son idénticos, así que deben de ser de la misma persona. Rebusco cualquier señal del remitente y del destinario al exterior del sobre y no hay nada, en cambio, dentro hay una nota igual a la otra sólo que este si tiene algo escrito: "Aunque parezca distante, siempre estoy presente", es lo que dice y no necesito de un traductor ya que la caligrafía está en griego, pero el mensaje en español, igual que la del otro sobre.
¿Quién será el autor de todo esto?
Cojo los dos sobres y los guardo debajo del colchón, en un principio pensé en quemarlos, pero si amanezco muerta, violada y descuartizada serían útil para las investigaciones.
Después de guardarlos, me tumbo en mi cama, no me molesto en cambiarme de ropa, lo único que quiero es dormir. Pero hay muchas preguntas que me inquietan así que me quedo ahí, intento resolverlas hasta con método científico y filosófico, pero no puedo, simplemente creo que todo esto es una locura... Dejo esas cosas atrás y mejor me pongo a escuchar Toxicity de System of a Down, aunque es una canción un poco pesada, me arrulla y siendo la 01:26 me duermo.
—Milufer...
Miro a mi alrededor y me encuentro en mi habitación, pero en la que esta en la casa de mi mamá, todo está totalmente a oscuras y en un silencio sepulcral. Excepto por esa voz, que de vez en cuando lo rompe.
—¿Dónde estás porque no te puedo ver? — le pregunto pero no obtengo repuesta. Sé que está aquí porque escucho sus pasos. -—Tengo miedo, ¡mamá! — grito entre llantos, pero sé que ella no está aquí.
—¿A que le tienes miedo, querida? —pregunta esa voz, una voz siniestra que me hiela el alma, pero a la vez me reconforta, es simplemente una voz...
—A ti, a ti te tengo miedo, déjame ir, pide lo que quieras, pero déjame ir...Mi mamá tiene mucho dinero pídele lo que quieras ella te lo dará, solo...
—Tranquila, no me tengas miedo y no te preocupes yo ya tengo lo que quiero. ¿No te acuerdas de mí? De ese que te ha hecho temblar de miedo. ¿Me recuerdas, Milufer?
No entiendo por qué me dice eso como voy a recordarlo, nunca antes me he cruzado con él y además le he visto la cara...pero su voz es similar al de mis pesadillas. Claro cómo no es él de mis pesadillas.
—Vamos, no te quedes cayada, di algo- Insiste, mientras siento cada vez más cerca su voz.
—¡Qué quieres de mí! —le pregunto mientras avanzo en busca de mi bate de béisbol.
—Quiero todo de ti Milufer, diré ya lo te tengo sólo que estoy esperando el momento ideal para tomarlo.
—Me llamo Anne, no Milufer. ¿Por qué me has secuestrado? — le pregunto cuando al fin encuentro el bate- ¡Sal de tu escondite, no seas cobarde! — le grito mientras doy batazos al aire, no lo veo, pero sé que está cerca, tengo fe en que le voy a dar.
—Si te llamas Milufer, pregúntaselo a tu madre, siempre estoy tan cerca como pueda de ti, otra cosa es que tú no te des cuenta. Y no soy cobarde—dice con un tono algo sensual.
No le doy importancia a sus palabras y continúo tratando de acertarle un batazo, pero no puedo es como si fuera invisible. ¿O si es la oscuridad?, es un pensamiento algo estúpido, pero en estos tiempos cabe de todo.
—¿Eres...la os-curidad?
—No, no soy la oscuridad— se burla—Pero estoy hecho de oscuridad. Y ya quédate quieta con ese palo.
—Por eso no te puedo dar, eres invisible, ya lo entiendo por eso no te muestras ni me tocas... no espera si me has tocado, eres muy frío—digo pensando en la pesadilla que me agarro del pie—Entonces...eres de carne y huesos eres un vampiro como no lo pude deducir antes.
Si es de carne y huesos, eso quiere decir que si lo puedo herir y escapar de aquí, así que alzo de nuevo el bate y lanzo batazos por toda la habitación, pero si es un vampiro no tendría oportunidad.
-No soy un vampiro- me susurra al oído y por instinto me aparto de un salto. Pero como es que no lo siento venir ¿Que le está pasando a mis sentidos? —¡No entiendes o que pasa contigo, te estoy diciendo que dejes de joder con esa mierda!
Dice con una voz inhumana mientras agarra el bate con lo que parece ser una mano. Solo puedo sentir la fuerza con la que agarra el bate por unos segundos, ya que después lo lanza con una contra una pared y posteriormente cae sobre una mesa de vidrio. Yo caigo de espalda sobre el suelo.
Como puedo me incorporo y veo que todos las esquinas de la habitación están ardiendo en llamas. Fuego, fuego, fuego.
—¡Mamá, sácame de aquí me voy a quemar! —rito entre llantos, pero no responde, estoy sola, voy a morir.
Todo se hace silencio y noto que las llamas no avanzan, se han quedado ahí en las esquinas como si fueran antorchas. Me limpio las lágrimas e intento no quedarme idiotizada con el fuego, aprovecho la iluminación que estas brindan para dar un vistazo por todo el cuarto en busca de mi secuestrador, pero no hay rastros de él. Avanzo hasta la puerta, la abro, pero me encuentro con otra puerta, la abro y hay otra, abro esta y me encuentro con otra.
—Qué haces, no pierdas tu tiempo. Cada vez que la abras te encontrarás con otra— Dice con una voz siniestra que hace eco por toda la habitación.
—Tengo que escapar de aquí, tiene que haber una salida, no puedo estar aquí, déjame salir— susurro mientras araño y pateo la puerta— No puedo estar encerrada, ábreme déjame ir ¡Déjame salir!
Me callo de golpe cuando veo que una sombra gigante se mueve atrás de mí. Es la sombra de un hombre, pero lo que yo veo no es un hombre, es un perro. Es negro, mide como sesenta centímetros, tiene las patas musculosas, al parecer es un pitbull y no termino de evaluarlo porque se me lanza encima.
Me encuentro sentada junto a la puerta, estoy jadeando y envuelta en sudor. Abro la puerta para comprobar que todo ha sido una pesadilla, la calma me invade cuando la logro abrir. Todo está oscuro, intento pararme, pero no puedo así que gateo hasta llegar al interruptor. Enciendo la luz y todo está igual que cuando me acosté. Espero unos minutos sentada en el suelo hasta que mi ritmo cardíaco se normalice, para ir hasta la cocina por un vaso de agua. Mientras espero miro la hora en el reloj que cuelga al final del pasillo
Que no sean las 03:33. doy gracias a Dios cuando veo que son las 02:30, sólo he dormido una hora.
Solo fue una pesadilla, una pesadilla, repito una y otra vez. Sólo fue una pesadilla.
Antes de ir a la cocina, paso corriendo por la habitación, la puerta está abierta pero no hay rastros de Dorian. Cuando ya en la puerta de la cocina, me quedo plasmada, no puedo creer lo que estoy viendo.
Las puertas de todos los aparatos y muebles de la cocina están abiertas, inconscientemente volteo y veo que las sillas del comedor se encuentran encima de la mesa, los muebles de la sala están uno encima de otro, las ventanas y la puerta principal están abiertas. Los cuadros y adornos están todos boca abajo.
Sin pensarlo salgo corriendo del apartamento, no me confío del ascensor así que bajo por las escaleras, no es mucha la trayectoria ya se vivimos en un segundo piso de una torre residencial, no me imagino donde estuviera en el piso cincuenta. Bajo a toda prisa con cuidado de no caer, pero es imposible ya que, faltando tres escalones para terminar, tropiezo y caigo de cara causado un gran estruendo.
—¿Se encuentra bien señorita Peppers? — grita el vigilante desde la recepción.
—Si tranquilo, Jacob no se preocupe- No me apuro en levantarme, me quedo ahí extendida un buen rato boca abajo, todo está tranquilo hasta que escucho que alguien viene arrastrando los pies.
—¿Anne, te caíste? —con solo escuchar ese timbre de voz tan fastidioso ya se de quien se trata, ¿Por qué tenía que pasar por aquí?
Odio ser sarcástica pero la ocasión lo amerita. -No como crees, solo quería darle un abrazo al suelo.
—Yo pensaba que te habías caído—dice Johnny mientras me ayuda levantar, justo tenía que toparme con este hoy. Johnny vive en el piso cinco, por desgracia estudiaba en mi mismo colegio, pero dado que perdí dos años, él se graduó primero y ahora está en la universidad. Casi no me relacionaba mucho con él, ya que era muy vanidoso y egocéntrico, pero a la vez tenía su encanto.
—Gracias, hombre eres muy amable- le digo mientras me arreglo el cabello.
—Quieres hablar, no se tomarte un granizado, te invito a mi departamento- dice mientras se peina el cabello con los dedos.
Sobre todo, granizado a esta hora y con este frío.
—Gracias— veo como se le ilumina el rostro— Pero tal vez otro día.
—A bueno no hay problema, paso por ti a eso de las tres, hasta más tarde preciosa
—Antes de irse me da un casto beso en la mejilla, que atrevido.
Le doy la espalda y me dirijo hacia la recepción, al llegar encuentro a Jacob tomándose un café y se me hace agua la boca.
—Buenas noches Señorita Peppers, le apetece uno para el frío— dice sostenido su cafetera en el aire. No es necesario que le conteste, dado que ya sabe la respuesta. Siempre tan amable.
—Gracias—le susurro mientras le doy un sorbo al café— Una pregunta Jac, ¿cómo sabía que la persona que se cayó era yo?, lo pregunto porque había poca iluminación y además ni se paró para verme mejor.
—Mi niña, lo sé porque te vi salir a toda marcha del apartamento y luego cuando venias por las escaleras- gira el monitor y lo puedo ver, hay cámaras por todo el lugar, como no se me ocurrió antes.
—Ah ya veo, y Dorian no ha entrado mientras yo dormía, cierto— Estaba pensando en preguntarle sobre algún ladrón o alguien que haya podido hacer ese desastre en la casa, pero no tiene ningún sentido.
—No entro, pero acaba de llegar- dice al pulsar el botón para que se abra la puerta.
—Estaba muy rico el café- le digo antes de correr al encuentro de Dorian, por fortuna viene sólo. Nunca había estado tan contenta de verlo.
—Hola, qué tal la noche.
—Excelente y la tuya ¿apenas llegas?
—Si—miento —No, bueno hace más de una hora—rectifico ya que no tiene caso mentirle.
No dice nada, solo me toma de la mano y avanzamos hacia el elevador.
—Oye disculpa por dejarte así en la playa, no era mi...
—No hay de que— antes de que diga algo lo abrazo hasta que llegamos a nuestro piso—Tengo que decirte algo— estoy dispuesta a contarle todo lo que vi.
Dime, te escucho.
—Es... que— me callo al ver que la puerta está cerrada, yo cuando salí no la cerré, muevo la manija y efectivamente está cerrada y con seguro.
—Calma Anabelle tiene seguro— dice mientras introduce la llave y esta cede —Que me decías.
Al entrar enciende la luz y me quedo con la boca abierta, todo está intacto, en su lugar.
—Que... que... —se me salen las lágrimas de solo pensar que lo que vi no es real—Me...me estoy enloqueciendo.
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