Capítulo 49-Último

Narra Bishop

—Bishop... detente por... favor —veo la impotencia y tristeza en sus ojos por no poder defenderse de mí.

Su mente en estos momentos en un desastre dominado por la sorpresa, y como ella misma lo estaba pensando, nunca espero morir a manos del ser que ama.

Lentamente sus párpados se van cerrando y a su vez, una lágrima negra desciende por su mejilla. Su corazón ya no late más, el tercer jinete ha muerto.

Suelto su cuello y observo el cielo, este tiene un aura morada y sé que ya comenzó. Tomo a Milufer entre mis brazos y me encamino hacia el portal.

Apenas Petra y Mara me ven llegar encienden más de mil velas. Deposito a Milufer sobre una mesa hecha de oro, piedra caliza y diamante negro, la cual se encuentra recubierta por runas talladas.

—Debiste ser más... Más suave—réplica Biltrix observando las marcas en su cuello. —Hubiera sido mejor una muerte rápida e indolora.

—Lo sé. —en ese momento estaba un poco fuera de mí y me deje cegar por mis instintos. Pero el plan era no causarle dolor alguno—¿No ha dicho nada?

—Nada aparte de que si cumplió.

—Ve a vigilar como están las cosas en la tierra.

Este asiente y se va por el mismo portal por el que entré, espero hasta que las brujas terminen de hacer lo suyo y cuando se van destruyo el portal.

Voy hasta donde está mi Milufer y acaricio su mejilla, aun su sangre está caliente. Rápidamente hago una incisión en las venas de sus muñecas y dejo que la sangre caiga sobre las runas.

Mientras se desangra aprovecho para cambiarme de ropa y para buscar todo lo que necesito.

Solo nos quedan diez minutos.

En estos momentos nos encontramos en partes del infierno que muchos demonios no conocen, me encuentro justo en las fosas, en el hogar de uno de los creadores del infierno.

Mi primer hogar.

Voy hasta la piedra de Ofres y ahí dejo todo lo que este creador me pidió a cambio de ayudarme: simplemente plumas de ángeles. Que un creador del infierno pida plumas, significa que muy pronto un nuevo ser muy poderoso tomará forma de demonio.

Regreso a la mesa y ya está totalmente bañada en sangre y las runas brillantes.

Ya puede empezar el ritual.

Como murieron cuatro demonios muy poderosos, ahora se deben crear otros para suplir las bajas y equilibrar la balanza con los ángeles que también se han de crear. Y justamente en eso consiste el ritual: no se crearán cuatro demonios si no tres y la energía que el creador iba a usar para darle vida al cuarto demonio, la depositará en Milufer para traerla de regreso a la vida.

Mis manos encendidas tocan la mesa y esta se empieza a hervir, parte de la fusión de oro, piedra y diamante entra por las betas que tiene Milufer. El creador en forma de bruma se acerca y nos rodea por completo. La energía que poseen estos seres es muy pesada, desprenden maldad, es más son la maldad del mundo. Cuando todas las betas del cuerpo de Milufer se alzan en llamas, parte de la bruma del creador ingresa por su boca, su cuerpo convulsiona por varios segundos y al terminar todas las betas de su cuerpo se apagan. Cojo un recipiente que contiene sangre pura y angelical y la vierto sobre todo su cuerpo y con esto termina el ritual.

Revivir cualquier ser que habite este mundo está prohibido, pero, es lo que tenía que hacer. Lo único que queda es esperar hasta que despierte.

—Queda un minuto para que el tiempo vuelva correr normalmente.

Me avisa Biltrix por medio de nuestra conexión.

—Acá ya terminamos, si alguien pregunta por Milufer di que está a salvo y no olvides buscar el bastión.

—Entendido.

El creador se disipa y veo que de la cueva viene saliendo los tres demonios creados. Por la energía que emanan, son demonios mayores.

—Bienvenidos, espero tenerlos a la orden de Dite. —estos se observan entre sí.

Estos demonios necesitan un círculo y nada mejor que tenerlos todos en el mío.

—Sería un honor.

Responde uno de ellos y yo vuelvo mi atención hacia Milufer, ya era de que hubiera despertado. Pasan los segundos y nada que despierta. Repito los pasos de la resurrección mentalmente y todo lo hice al pie de la letra por lo que no comprendo porque no despertó al instante.

Respiro profundo y conecto mis ojos a los de Biltrix.

Veo que ya no hay ningún demonia a excepción de Biltrix y han quedado pocos ángeles los cuales están reunidos en un semicírculo, al parecer discuten.

—Algo me dice que ya se dieron cuenta de que paramos el tiempo—dice Biltrix entre risas.

—Ten cuidado.

Le digo al ver que ángeles corren hacia él. Biltrix intenta volar hacia el portal, pero es derribado por dos ángeles. Entre varios lo someten hasta que amordazan su cuerpo con látigos divinos.

—¡Que le hicieron a Milufer! —grita Abbaton mientras lo golpea. Ese ángel que dé gracias a Dios por ser hermano de Milufer, porque si no ya lo hubiera desplomado hace mucho tiempo. —Dile a esa bestia que dé la cara.

Allá estaré.

—No le hicimos nada hijo de puta... —responde Biltrix con el cuerpo en llamas.

Antes de que corte mi conexión con él veo que una luz viene en caída, es ella la que desciende y al caer levanta una nube de polvo. Cuando la veo no puedo dejar de observarla, está más bella que antes. Es simplemente hipnotizante.

—Bishop...

Escucho que alguien dice en un susurro y vuelvo a mi realidad.

Una pequeña sonrisa se forma en mi rostro al ver a Milufer mirándome fijamente. Sus ojos están totalmente negros sin ninguna expresión al igual que la sombra que los rodea y su piel envuelta en llamas.

—Milufer. —en su rostro no se ve expresión alguna... Se ve tétrica, aterradoramente hermosa. —¿Cómo te sientes? ¿Recuerdas algo de lo que pasó?

Solo asiente con la cabeza y desvía la vista hacia los tres demonios.

—¡Y ustedes quienes son! —dice con arrogancia mientras se pone de pie, intenta ir hacia ellos pero cae en el intento —Yo me puedo levantar sola.

Gruñe mientras aparta bruscamente mis manos.

—Vámonos —ordeno y los tres demonios me siguen, Milufer por su parte me observa con odio —Si se te da la gana quédate.

Doy unos cuantos pasos más y creo un portal, ingreso en él y este me lleva al volcán en Dite. Le encargo a Mara los nuevos demonios y voy por armas a mi habitación. Segundos después entra Milufer azotando la puerta.

Veo que se dirige al baño y en pocos minutos sale ya vestida y pasa derecho para el cuarto de las sombras, lo único que escucho es el estallido de los espejos y después la veo salir con todas las sombras en su interior.

—¿A dónde crees que llevas todas esas sombras?

Ella enarca una ceja y me sonríe.

—A la tierra. —niego y ella se va acercando hasta quedar frente a mí. —No puedo o que, son mías y yo las llevo a donde se me dé la gana.

—Los ángeles...

Me interrumpe la muy osada esta.

—No me importa lo que digan los ángeles.

—Por hoy te voy a perdonar que me hablas así. Mañana no tendré paciencia.

Sin dejar que responda voy hasta un portal que me lleva al lugar donde se dio la batalla.

Miro a mi alrededor y me relajo al ver que ella ya no está y a Biltrix con vida.

—Por fin llegas murciélago asqueroso—. Grita Abbaton mientras me apunta con el arco maldito de Milufer.

Narra Milufer

Después de buscar varias armas cruzo el portal por el que se fue Bishop. No se si son las sombras o lo que sea que me haya hecho Bishop, pero me siento rara, como si estuviera en dos dimensiones a la vez... Y no es el efecto del portal.

Al salir lo primero que veo es a Abbaton apuntándole a Bishop con mi arco y a Biltrix tirado en el suelo y rodeado de ángeles.

—Te dije que te iba a matar y no creíste. —dice Abbaton muy serio.

Las sombras dentro de mí se revuelven lo cual causa que mis alas se abran. A paso lento voy hasta donde Abbaton está y lo enfrento.

Me sorprende no ver a mis otros ángeles. —¿Dónde están los demás? —le pregunto de buena manera.

—¡Lárgate Milufer! —me responde sin quitar su vista de Bishop.

—¡Quién te crees que eres para hablarme de esa manera! —le grito con voz demandante y antinatural, al instante tapo mi boca porque mi intención era hablarle suave.

Abbaton me mira con la boca abierta y parpadea varias veces. —Quítate Milufer. —niega varias veces —Te mató Milufer, mira en lo que te convirtió ya no serás la misma de antes sino un monstruo...

Dice con algo de melancolía. Si él lo dice ha de ser porque cambie de forma, debe de verme horrible.

—No me he visto pero me siento normal, igual— le respondo mientras sonrió, mi voz suena completamente antinatural. Giro la cabeza y observo a Bishop, no entiendo que me hizo para que ahora yo no tenga el control total de mi cuerpo. —Soy la misma hermanito.

Me voy acercando a él y este retrocede a la vez que un puñado de ángeles nos rodea.

—No te me acerques Milufer.

Más rápido me acerco y lo empujo. Antes de que caiga le quito el arco y vuelvo a mi forma humana.

Le extiendo mi mano hacia y este duda —¿Me tienes miedo?

—Jamás—agarra mi mano y se pone de pie, al instante lo abrazo. —Fue fatal saber que habías muerto.

—Pero ya reviví —río muy bajito —Deja en paz a Bishop si no quieres tenerme de enemiga. —brome y este rompe el abrazo y me mira feo.

—Jamás Milufer y si quieres guerra, guerra tendrás —dice entre risas.

—¿Dónde están los demás?

—Todos sanos y a salvo, pero no hemos encontrado tu bastión.

Me cubro con ambas manos el rostro al recordar que ahí esta Maciel.

***

Me siento en lo más alto de esta montaña y observo a Dite. Aunque está un poco destruida por el ataque, sus murallas están intactas, enaltecidas con ímpetu.

Pienso en lo que sucedió ayer. Pasaron tantas cosas, conocí a mi hermano menor, perdí a mi madre, mate a muchos demonios, extravié mi bastión y a Maciel, perdí la vida y reviví siendo otra.

Sigo con el mismo aspecto físico a excepción de mis ojos que están totalmente negros y de unos pequeños cachos puntiagudos en lo alto de mi frente; pero sentimentalmente soy otra y eso me asusta. Desde que desperté siendo que la energía maligna—que no sé de donde salió—me quiere dominar y me produce mucha, pero mucha ansiedad. Lo único que quiero es discutir y pelear con todo el mundo.

Por más que intente pensar en el motivo que llevo a que Bishop me matara no lo consigo. He estado pensando en que seguramente perdió el control y lo hizo... He intentado hablar con él, pero desde que llegamos de la Tierra no me ha dirigido la palabra, se ve que esta de mal humor, pero yo también estoy de muy mal humor.

Tomo mucho aire y decido ir a enfrentarlo, así me haya dicho que no quiere que lo moleste, pero qué más da, yo quiero respuestas. Monto a guardián y le digo que me lleve al volcán en el que se encuentra Bishop. Mi obediente quimera me deja en la Sala del Fuego y de ahí camino entre los túneles mientras arrastro la punta de mi espada, al hacer contacto con el suelo suelta chispas y ni hablar del sonidito que hace. No pasa mucho hasta que doy con una puerta enorme con el borde rodeado de una leve llama.

—Si yo fuera tú me quedaría de este lado de la puerta.

Habla demonia que no conozco, al parecer es una especie de guardiana. Frunzo el ceño y la encaro.

—Pero como yo no soy tu, ni tu yo, pues entro.

Sin esperar a que diga algo más ingreso al cuarto. Este tiene un aspecto gótico, está totalmente iluminado por velas, es amplio y las paredes son de piedra. Después de barrer el lugar, mi vista se topa con la de Bishop que está sentado en lo que parece ser un escritorio, pero el señor no está solo. Hay una demonio sentada sobre la mesa.

—Regresa más tarde Yurés— le dice a la demonio con la que aquél día en que las sombras me atacaron estaba compartiendo mi tina.

Antes de que ella llegue a la puerta yo la cierro. Yurés se detiene y observa a Bishop, abre sus alas y sale por un hueco que hay en el techo.

—Que te dije Milufer.

—Quiero respuestas Bishop y de aquí no me voy sin ellas.

Voy y mi siento en un sillón que esta diagonal a él.

—Te mate para cambiar tu futuro, ya no existe la profecía del híbrido, pero si la de los Jinetes. Lo de Lilith fue solo para distraerla. Ya encontraron tu bastión— respiro aliviada— Y ya no hay nada más que explicar así que ya te puedes ir.

No entiendo el motivo de su arrogancia. La que debería de estar más malhumorada soy yo.

—No me voy a ir. ¿Por qué me tratas así? —Me pongo de pie y lo encaro —¡Que yo sepa no te he hecho ni dicho nada para que este así!

—¡No me hables así! —grita más alto que yo y le da un puño a la mesa.

Estoy comenzando a pensar que solo me trataba bien por el hecho de que estaban sus enemigos y que yo ante cualquier momento me podía unir a ellos. De ser así mi madre, Azael y Lilith tenían razón. Me da miedo saber que me equivoque y que ahora me encuentro con mi verdadero enemigo.

—No entiendo que te sucede Milufer. Despertaste cansona.

Niego y voy hasta donde él. —Como te atreves a decirme que no sabes que me sucede. ¡No sabes tú que fuiste el que me convierto en esto! Déjame recordarte que todo lo que me pasa es por tu culpa, tu eres el culpable de quien soy ahora. Si estoy cansona será por lo que me hiciste —siento como las puntas de mis cabellos se van encendido— Tu eres...

Dejo la palabra en el aire y solo lo observo. Él por su parte no dice nada, solo me observa retador.

—Salte-por-favor— dice con los dientes apretados y con todo osco, en su rostro solo se ve ira y no sé porque si no le dije nada malo. —Esto no es un cuento de hadas, tu eres un demonio mayor como cualquier otro Milufer, aquí en el infierno ese es el trato que vas a obtener de mi— sus palabras me hieren, pero no dejo que él se dé cuenta —Ahora vete, más tarde te busco y hablamos. Ve y alístate para la ceremonia.

Niego una y otra vez, él no es quien yo creía que era.

—Más tarde ya no habrá.

Dejo mi espada sobre la mesa y salgo de ahí, él no me llama, no me detiene.

Monto a guardián y le digo que me lleve al volcán Azrhen, al que llegue por primera vez. Este se encuentra transcurrido, es la primera vez que veo tantos demonios aquí dentro. Sin detenerme a pensar me adentro en la cueva que lleva a la habitación de Bishop. Una vez ahí tomo un baño de hiervas, me sumerjo por varios minutos e intento no pensar en lo ilusa e inocente que fui otra vez, que patética soy. Al salir busco un vestido, al final me pongo uno celeste que me llega casi hasta los talones, peino mi gran caballera y evito verme en el espejo de la decepción y rabia que siento por mí y por él. Una vez lista busco el libro de runas que Yara me obsequio y cojo dos más de la biblioteca de Bishop, voy al cuarto de los espejos y enfrento a mis sombras. Ellas no pueden salir por lo que están en los espejos, pero desde ahí se hacen sentir. Me pregunto que habrá pasado con las sombras que estaban conmigo en la tierra.

A paso lento recorro todo el salón hasta que me paro frente al espejo de la líder. Esta toma mi apariencia y me observa, yo sonrío.

—¿Qué pasó con las sombras que estaban aquel día conmigo?

—Murieron 754, 1758 fueron capturadas por los ángeles y 820 andan dispersa en la tierra.

—Gracias por el dato. ¿Ustedes las madres sobreviven en tierra?

—Sí, pero es necesario tener una fuente en la dimensión y de Dite.

Asiento y pienso una vez más lo que voy a hacer.

—Que necesitan para vivir en la tierra? —espero que no mucho.

—Espejos negros y aliento.

Asiento y busco en el libro las runas que crea espejos. No sé si es casualidad, pero la parte encriptada ya no lo está y ahí es donde encuentro la runa de espejos negros; para dibujarla lo único que sé necesita es sal y diamante negro. Cierro con fuerza el libro y sonrió.

—Tomen mi apariencia, la mitad de ustedes se viene conmigo. Así que ingresen a mi cuerpo.

La sombra líder lo duda, pero al final sale del espejo y las otras la hacen lo mismo, una a una van entrando pero la energía de están es mucho mayor que la de las que tengo en la tierra, me dejan agitada. Salgo de ahí sintiéndome un poco extraña, guardián se encuentra sentado a un lado de la puerta, busco un morral y ahí guardo armas y un traje de combate. Monto a guardián y miro por última vez la habitación en la que viví todo este tiempo, donde lloré y sufrí por igual.

Salimos de ahí hacia el único portal compartido que conecta con todos los portales en la tierra.

—No puedes salir sola, necesitas de tu...— dice un demonio de la orden de Lucifer.

—Puedo salir sola —levando ambas manos y muestro la marca de Dite y la de Lucifer —Soy Milufer, hija de Lucifer y señora de Dite.

Este no pone oposición y me deja pasar. Con nostalgia y lágrimas en los ojos miro por lo que espero sea la última vez a Dite, un mini infierno hermoso al que no pude conocer a fondo. Me voy porque ya no hay enemigos, ya puedo defenderme sola y siento que tengo la capacidad para ser mi propia líder y crear mi propio infierno, lejos del infierno. Agradezco a Bishop por todo lo que me dio y por quien hizo de mí, pero no puedo aguantar la forma en que me quiere tratar, ya no estoy para soportar malos tratos de nadie. Sé que por más lejos que vaya no podrÉ alejarme de él porque soy su Milufer, pero nada pierdo con intentarlo.

Suspiro y limpio mis lágrimas.

Llegó la hora de marchar.

Adiós Dite, querido infierno.

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