Capítulo 43
Ya ha pasado más de una semana desde que llegue aquí. Todo ha sido muy diferente y difícil de llevar, mi horario de sueño cambió, solo duermo de día y lo peor, no me da hambre.
Me di cuenta que pasé casi ocho meses en el infierno. Rafael me contó que allá, algunas veces el tiempo pasa muy rápido y otras, simplemente se paraliza, por lo que no hay como contar el tiempo... Eso a los demonios no les importa. Él me ha pedido que le describa a detalle como es Dite y mi experiencia como demonio, está escribiendo un libro titulado Milufer.
Durante este tiempo, las sombras han hecho de lo suyo con Rachel y algunas veces con Maite, la madre. A Rachel la atormentan en sus sueños y yo no las puedo controlar. Descubrí que cada vez que la asuntan, se crea una nueva sombra. No es que tenga muchas, pero, quiero tener una verdadera legión, por lo que estoy considerando salir y a atormentar personas para que aumenten en número.
No he sabido nada de ningún demonio o ángel. He intentado desdoblarme, mas no lo consigo. He querido hacer portales, pero no tengo como. De no ser porque guardián está aquí, diría que me han abandonado.
En esta semana, lo único que he hecho es jugar a convertir el bastión en cualquier cosa; resulta entretenido ver en lo que se puede convertir, en estos momentos es un collar. Otra cosa que he hecho es estirar mis alas, quise intentar volar desde el balcón, pero me da miedo caer y hacerme daño. Y, también he perdido tiempo intentando amaestrar mis sombras. No me obedecen, no las soporto.
Ahora mismo, voy a sacarlas del cuarto de Rachel. No sé si es porque ella les tiene miedo, pero no la dejan en paz.
Entro a su habitación y la encuentro subida en el tocador.
—Por fin llegas, por favor llévatelas.
—Discúlpame, estoy haciendo de todo para que se controlen, pero...
Ella ríe con desánimo. —Tranquila, estoy bien, solo, sácalas.
—Vengan.
Ellas al escuchar mi voz, dejan de asechar a Rachel y vienen hacia mí. Juntas descendemos las escaleras y vamos hasta el patio. Una vez ahí dejo salir a todas las que están dentro de mí. Y cambio a mi forma de demonio.
Cada vez que llega está ahora, desde más o menos las 2 a.m. la energía que posee mi cuerpo comienza a vibrar y las sombras zumban por salir. Cuando llegan las 3 a.m. me siento como si estuviera en casa, en mi infierno. Quien iba a pensar que después de pasar día y noche llorando y deseando morir, ahora lo único que quiero es volver y. estar con él.
Miro mi mano derecha y el sello de Dite se ilumina, en la izquierda, se ven finos trazos de lo que parece ser el sello de Lucifer, me imagino que es Ludmila la que me está marcando.
—Quiero que se queden junto a mí. —me dirijo a las sombras, ninguna parece escuchar... siguen levitando o caminando muy lejos de mí—¡Que vengan!
Ninguna viene.
Respiro lentamente mientras las miro severamente. Ahora si ya me hicieron perder la paciencia.
Canalizo toda mi energía hacia el bastión y luego lo azoto contra el suelo, este se estremece y el escudo energético se ilumina. Las sombras, me observan.
No hace falta que vuelva a repetir lo dicho antes, estas vienen y se acomodan tras de mí. Primera vez que logro eso en tan poco tiempo. Sonrío con satisfacción.
Cuando ya están calmadas, convierto el bastión en un arco y comienzo a practicar. Más tarde hablaré con Rafael para que me diga donde esta Rimini y para que me deje ir. No aguanto estar un día más aquí sin hacer nada. No pienso ir al infierno, pero sí voy a buscar a los otros jinetes. Algo me dice que, si estamos juntos, seremos más fuertes.
Entreno hasta que llegan las 5 a.m. para después volver a la normalidad y regresar al interior de casa. Rafael y Maite ya están despiertos y toman su café matutino.
Para Maite he sido como su segunda hija, es una mujer muy parecida a Rachel, solo que es Hippie. Es un amor de persona.
—Milufer.
Dice Maite.
—Mai, Rafael. —voy y me siento frente a ellos.
Llego el momento de decirles que es hora de marchar.
—¿Qué tal la hora maldita? —inquiere Rafael.
—Mejor que las anteriores—guardo silencio —Creo que ha llegado la hora de que me vaya. — ambos me observan. —Las cosas no van bien...
Maite me interrumpe. —Sí es por Rachel, no te preocupes, se va de vacaciones a la casa de mi madre.
Yo niego. Ella no sé puede ir de su casa y más por mi culpa.
—No, no es solo eso. La verdad ustedes me han tratado como si fuese parte de su familia, pero, yo tengo que irme. No soporto no saber nada de lo pasa haya abajo.
—Pero no es seguro que te vayas ahora. —dice Rafael con gesto dudoso.
—¿Sabes algo de ellos? —la pregunta va dirigida a Rafael, él niega—. Ven, yo no puedo esperar hasta que a ellos se le dé la gana de venir por mí.
Ambos se observan por segundos.
—Entiendo tu punto, pero eres nuestra responsabilidad y no vamos a dejar que caigas en manos de ellos, si ese bebé llega a nacer es el fin de todos—habla Maite con tono preocupado y entiendo su miedo.
Desvío mi vista hacia el ventanal —Al igual, si se dan cuenta que estoy aquí, ustedes van a morir y prefiero darles unos cuantos meses más de vida. Además, no pienso dejar que me atrapen. Esa profecía no se va a cumplir.
Yo sé que nada me va a pasar allá afuera, ya tengo un plan con alternativas en mi mente. Calculé meticulosamente todos los posibles escenarios, pero cualquier cosa puede pasar.
—Entonces ¿me voy por las buenas o por las malas? —para quitarle el sonido amenazante, rio al final.
—Pues, —comienza a decir Rafael—. Si no quieres estar aquí no te voy a retener. Espero que sepas como haces tus cosas.
Narra Ludmila
Una madre es capaz de hacer cualquier cosa por sus hijos, y eso es lo que estoy haciendo. Cuando era un ángel, envidiaba a los seres humanos porque tenía la capacidad de ser felices.
Son pocos los ángeles que no son felices, esos son los que no son conformistas. Yo siempre supe lo que quería, pero, dudé en hacerlo porque sentía miedo. Miedo de perder mis alas y de ser rechazada por algún humano. Gracias a Lucifer, perdí ese miedo y lo mejor, me dio lo más preciado de mi vida, mis jinetes y unas alas.
Pude evitar que Milufer pidiera ese deseo, pero lo más seguro para ella era estar con él. He visto a mi hija sufrir y más cuando tuve que matar a su hijo, pero quiero lo mejor para ella y eso, está lejos de Bishop.
El plan con Bishop era intercambiar sus ojos por Milufer, pero él se negó, después sólo quedó amenazarlos con destruirlos si a ella le pasaba algo, pero él, aunque diga que la va a matar no lo hará, porque se enamoró de ella. Si, el amor entre demonios si existe. Así como también entre ángeles.
—Ludmila. —dice Dorcas al llegar con su aquelarre.
Dorcas y yo somos amigas hace muchos años, ella me ha ayudado a cuidar de mis jinetes. Y vaya que ha sido difícil.
Les sonrió y espero a que se acomoden. —¿Cómo va el sello?
Dorcas es una de las brujas más poderosas que existe, solo que se deja llevar por la lujuria y termina haciendo cosas poco productivas.
—Ya está completo, solo que no sucedió lo que esperábamos. El sello de Dite sigue en ella y es el dominante.
La idea era cambiarla de coro para que Bishop no pudiera influenciarla, pero no se pudo ni con el sello ni con el deseo que Lucifer. Al parecer Milufer terminó siendo más astuta de lo que pensábamos.
—¿Entonces cuál es el plan? —pregunta ella sonriente.
—Ir por ella y llevarla donde Lucifer y si toca congelarla pues lo hacemos.
Es algo drástico lo que vamos a hacer, pero Lilith ya sabe que se encuentra en la tierra así que en cualquier momento irá por ella.
—¿También llevaremos a Dorian? Inquiere una de las brujitas.
La observo de arriba abajo.
—Es un ángel, ¿Quieres dañar sus alas o qué carajos? —habla Dorcas con frustración. —Entonces si llevamos a Milufer solo nos faltaría descifrar donde los ángeles tienen al pequeño Cemiel.
Yo asiento.
Narra Milufer
Alisté pocas cosas para llevar, un poco de ropa y libros de demonología.
—Si Biltrix viene, le dicen que estoy ejecutando el plan del que le hablé. —los tres asienten y yo me subo al auto —Dejaré el auto abandonado en cualquier lugar, busquen a las autoridades para que les den la ubicación.
Maite se acerca y me da un beso en la frente —Por favor no mueras no dejes que te atrapen.
Le dedico un asentimiento y una sonrisa para luego marchar.
Aún no sé a dónde voy. Armé un plan más no tengo ubicaciones certeras para no ser encontrada. Rafael me dio el sello de Rimini para que lo invocara y lo haré cuando esté lista. La prioridad ahora son las sombras, quiero hacerlas más fuerte para que me puedan proteger. Además, creo que tienen hambre y por eso no me obedecen.
Las calles de Detroit, están bastante concurridas. Es viernes y ya está cayendo la noche. Voy hasta una floristería, para invocar a Rimini necesito pétalos de rosas blancas. Busco las flores que necesito y me dirijo a pagar.
La cajera es una chica muy joven y me mira raro, de pies a cabeza. De seguro es por mi largo cabello, porque ando vestida de negro y con gafas oscuras a esta hora de la noche.
—Pago con tarjeta.
Ella me mira y niega. Puedo percibir algo en ella, es más, en todas las personas. Rafael dijo que puedo oler las energías negativas.
—Solo recibimos efectivo. —responde sin dejar de mirarme así.
¿Por qué las mujeres seremos tan odiosas con otras mujeres?
—Pero si ahí está el datafono.
Ella lo mira y después a mí.
—Está dañado.
Sé que miente y se lo voy a hacer saber.
—Mientes. —digo muy calmada. Las sombras dentro de mi piden que las deje salir.
Ella ríe, —Puede quitarse. La gente necesita pagar sus cosas.
Ahora yo rio, no me voy a ir hasta pagar mis rosas y sé que las puedo comprar en otro lado, pero quiero estás.
—Mire señora...
Comienza a decir ella, pero es interrumpida por un hombre.
—Yo las pago. —dice él extendiéndole veinte dólares. Lo observo de pies a cabeza, es guapo.
—Muchas gracias.
Dejo salir una sombra y le ordeno que se quede con esa mujer. Está noche va a tener muy bonitos sueños.
—No hay de que, ¿puedo saber tu nombre?
Lo observo seria.
—No, no puedes—salgo de ahí pero no sin antes dejarle una sombra a él también.
Fue amable, pero no se lo estaba pidiendo, yo tenía como pagar, además tiene algo extraño. Es más, interrumpió lo que le iba a hacer a la mujer esa.
Guardo las flores en el bastión que ahora es una manilla algo ordinaria; espero que esa dimensión no las dañe.
Varias cuadras más lejos, dejo abandona la camioneta y voy a pie hasta un barrio bajo. Es algo peligroso, es movido por narcotraficantes, pero a la gente que voy a atormentar son drogadictos y borrachos, sus ángeles de la guarda están muy, muy alejados así que no tendré problemas.
También pienso ir a las cárceles, es más, por todas esas personas que han sido malas.
Me siento sobre el andén y dejo que todas mis sombras salgan, no sé qué tan lejos pueden ir así que hoy lo voy a averiguar. A medida que las sombras se van alejando, nuestra conexión se hace más fuerte, puedo sentir su hombre por alimentarse de las personas, eso me gusta. Las dejo ir lo más lejos posible. La que aquel día me habló, vienen y se arrodilla frente a mí, al parecer es la única que habla.
—Tenemos que volver con madres. —dice escudriñándome de una manera que me da risa.
Me imagino que las personas que pasan por aquí y me ven hablando sola creerán que estoy loca o muy drogada.
—Pronto vamos a volver, no te preocupes.
Espero que sea verdad, yo también quiero volver pronto. Cierro los ojos y absorbo la energía que las sombras me dan, se siente tan bien que podría hacer esto durante días.
De la nada, el sello de Dite se ilumina de un color nunca visto y siento una opresión en el pecho que me hace toser.
—Una ha muerto—dice la sombra en un susurro, yo la miro confundida.
¿Quién pudo a ver sido? Solo sé que un humano ordinario no fue.
—¡¿Lacrimosa, tia eres tú?!—alguien grita a lo lejos. —Sí, si eres tú. Tiempo sin venir por aquí.
Dice Joey mientras se sienta a mi lado y me abraza.
En el pasado, solía venir aquí a comprar cosas ilegales. Joey es español y lo conozco desde hace mucho. Tiene varios burdeles y moteles, además de que anda en negocios turbios.
—Sí, soy yo. —respondo, no le puedo devolver el abrazo porque mis brazos quedaron atrapados en la cueva creadas por sus brazos.
Cuando frecuentaba estos sitios, tenía identificación falsa y me llamaba Lacrimosa Vaux Da Silva.
—Venga pide lo que quieras, la casa invita.
Yo rio con desamino.
—No gracias.
—No me digas que me cambiaste, no te lo perdonaría.
—Ya dejé esas mañas Joey, ando sana.
Este aplaude y besa mis dos mejillas.
—Te felicito mujer.
Que irónico.
—¿Dónde te habéis metido tú y Dorian? Os he esperado en mi cumpleaños y no habéis llegado.
Las fiestas de Joey, son las más ostentosas que he visto. Por lo general duran tres días.
—Estuve en el lugar más alejado del mundo. Y Dorian...
Dejo la palabra en el aire.
La sombra que antes estaba frente a mí, lentamente se va desvaneciendo.
—Huelo a aventura, que tal si vamos a un lugar más cálido.
Vamos hasta una pequeña panadería de barrio.
—¿Qué estuviste haciendo en ese lugar?
—Pagando condenas de la lengua. —ambos reímos
—¿Y qué tal ese lugar? Por cierto, estas hermosa.
Sonrío al recordar a Dite.
—Gracias... Ese lugar es hermoso. Claro que al principio no quería estar ahí, pero ahora, quiero regresar.
—Así es la vida mujer.
Observo a mi alrededor y no encuentro a Guardián.
—¿Viste al perro que estaba conmigo?
Guardián siempre anda solo, pero hoy algo me preocupa y más si alguien mató una de mis sombras.
—El chucho salió hace un momento.
—Espérame aquí, voy por él.
Salgo del lugar y las calles están llenas a personas. Las sombras que habla, se encuentra sentada donde yo estaba. Me hace seña para que la siga, avanzamos varias calles hasta que, se detiene y apunta hacia un callejón muy oscuro, pero puedo ver a guardián sentado al final de este. Pero no está solo, puedo ver el resplandor del leve reflejo de unas alas.
Por inercia retrocedo. En un libro de Rafael leí que nuestras alas muchas veces solo sé ve en el reflejo de la sombra y es más que todo en Ángeles.
No sé si ir por guardián o simplemente dejarlo ahí. Vuelvo donde está Joey.
—¿Me puedes hacer un enorme favor?
Él me mira extrañado, pero asiente con la cabeza.
—Guardián está al final del callejón y hay unos hombres allá. Me dan miedo así que podrías ir por él.
Ríe—Joder. Pensé que me ibas a pedir que matara a alguien.
Sé que es arriesgado mandarlo a él, pero si voy yo, lo que sea que este allá puede detectar mi naturaleza y ahí sí estaría perdida. Sin embargo, lo sigo desde lejos por si lo atacan.
Antes de que llegue al callejón un hombre sale junto con guardián. Intercambian palabras y yo muy discretamente me siento en el andén y llamo a todas mis sombras, estas acuden de manera rápida, puedo sentirlas más fuertes que antes. Ellos vienen hacia mí.
—Deberías cuidarlo mejor.
Saluda alguien que ya he visto. El hombre de la floristería. Observo a guardián y mi cara se descompone. Tiene toda la cara reventada y una pata enferma.
Me arrastro hasta él y busco señales de otras heridas y encuentro varios cortes. Me duele verlo así. Aunque sea una quimera, está en el cuerpo de un perro y nada se justifica. Siento tanta rabia e impotencia, el que le hizo esto lo va a pagar.
Pierdo un poco el equilibrio al ponerme de pie. Él hombre que no conozco me sostiene del brazo para que no caiga, y al mismo instante en que, su piel toca la mía, una veo una serie de imágenes en mi mente.
Lo veo al salir de la floristería. La sombra a su espalda. Una espada en sus manos. La sombra siguiendo sus pasos. Él atravesándola con su espada. Lo veo siguiéndome hasta aquí. Dibujando una runa en el callejón. Guardián yendo hacia él y...
Él aparta su mano de mí, donde antes me toco ahora escuece. No sé si él sintió o vio algo de mí, pero, yo hago como si nada hubiese pasado. Por dentro, siento miedo, rabia y confusión.
—Lacri, ven te llevo a tu casa —dice Joey.
—Yo la llevo. —responde el otro retándome con la mirada. —Voy por el auto.
Sin esperar respuesta pasa por mi lado.
Joey me mira sonriente —Nuevo rollo.
—Ni sé cómo se llama.
—Me dijo que su nombre era Jagüel Entonces no es buena idea que te vayas con él.
Yo niego. Nunca había escuchado ese nombre.
—No te preocupes, se cuidarme sola.
Es mala idea, lo sé, pero también quiero saber quien carajos es.
Jagüel llega y abre la puerta del copiloto para mi. Guardián quizo sentarse en mis piernas, pero se lo impedí. Mi sospecha es que Jagüel es un ángel y quiero ver a donde me lleva y que me va a hacer. Vamos a ver cuál de los dos termina vivo al final de este viaje.
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