Capítulo 40

Mi sonrisa se ensancha al verlo caer de rodillas. Obviamente no lo quiero matar, por lo que apunté a una de sus piernas.

A toda prisa intento dar un paso hacia él, pero alguien atrevidamente me toma del brazo. Su agarre no es normal ni mucho menos se siente como cuando el demonio me toca, es diferente, una corriente comienza a crecer en mis pies y me va inmovilizando.

Volteo a ver y primero observo a una mujer con cabello negro y largo, lleva puesto un vestido de cóctel rojo que al parecer tiene toda la espalda descubierta. Sus rasgos son delicados pero lo que más llama la atención son sus colmillos aparte de su mirada malévola. Va cogida del gancho de un apuesto hombre el cual es el que me está sujetando. Este hombre tiene una mirada siniestra y posee una energía paralizante. Va vestido con un traje azul apretado, pero sin corbata, va perfectamente peinado, sus ojos son negros, le calculo unos 35 años; sin embargo, es realmente apuesto y más con esa barba discreta que posee.

Lo miro a los ojos y este me sostiene la mirada.

Intento soltarme, pero no puedo.

—Suélteme—pronuncio con los dientes apretados.

—Hasta que por fin tengo el placer de conocerte. —habla la mujer y me mira de arriba abajo con algo que interpreto como asco.

—Es más bonita en persona—le comenta él sin mirarme.

—Suélteme—vuelvo a pedir, pero esta vez ya enojada, dado que Louis no está donde cayó.

Malditos sean estos desgraciados.

—Para ser hija de Lucifer le falta esencia—contesta ella, no sé porque, pero hay algo en ellos que me genera desconfianza.

—Lo que le falta es un verdadero macho que le de esa... Esencia.

harta de su conversación estúpida, opto por defenderme utilizando el arco que tengo en mi mano. Tal vez no tenga flechas, pero lo puedo usar como garrote, así que se lo estampo al señor en la cara pero ni se mueve. De forma brusca me agarra de la garganta, da un giro y me estrella contra la vitrina del lugar.

Su agarre no es tan fuerte, apenas lo hace para impedir que me mueva.

De manera cínica se acerca mucho a mí, tanto que puedo percibir su aroma a tabaco. —Sí Bishop no te quitó esa soberbia yo si lo haré.

—Tú no harás nada, suéltala Azael.

Parpadeo varias veces y dejo de respirar; tengo enfrente al Satán y si no me equivoco esa debe ser Lilith. Suelto un quejido cuando este si aprieta mi garganta.

—Pero que amargada eres Naz, no estoy haciendo nada malo. Solo me estoy presentando— habla y su aliento golpea mi rostro. —Muy pronto te tendré.

Finaliza dejándome libre.

—Con permiso señoritas—dice Lilith con ironía mientras se larga con el desgraciado a su lado.

—¿Te hicieron algo? —inquiere Masxacre, yo niego —¿Por qué saliste así del lugar?

—Vi algo.

Miro mis manos y estoy temblando. Me han pasado tantas cosas hoy que sinceramente no sé en qué pensar. Mi concentración se enfoca en Louis a pesar de que no están relevante.

No puedo creer que Louis este aquí y mucho menos que yo lo haya dejado escapar. Si hubiera estado en mi forma humana de seguro me hubiera reconocido.

—Pasaremos varios días aquí, Lucifer quiere que nos quedemos en su hotel así que vamos.

Comenta Naz sacándome de mi burbuja.

Caminamos pocas cuadras hasta que llegamos a un hotel «Lux: tu pecado» todo el recorrido lo hice con la mirada baja, sumergía en mis pensamientos.

Las demonias me dejan en el ascensor indicándome que me quedaré en la infernum suit y que ellas se van a divertir.

El ascensor es transparente y gracias a eso puedo observar la ciudad, a lo lejos se ve un río de lava. Cuando el ascensor se abre, lo primero que veo es el piso negro y luego el gran ventanal cubierto por cortinas negras.

De no ser por la iluminación de la sala, todo estaría en penumbras, lo bueno es que la oscuridad yo no es problema para mí. Dejo el arco junto a la puerta del ascensor y me adentro en el lugar, es una habitación bastante lujosa de dos pisos. Voy hasta el segundo donde están las habitaciones, hay una que tiene la puerta abierta y ahí entro.

El demonio se encuentra parado frente al ventanal dándome la espalda.

—Ven quiero mostrarte algo—ordena sin cambiar de posiciones. Yo obedezco—¿Ves ese volcán?

—Si—digo mirándolo a él no al volcán.

—Quiero que este ahí cuando en el cielo no esté aquella luz—apunta y veo un fino hilo verde que se dibuja en el cielo justo sobre el volcán.

—¿Puedo saber para qué?

—Ve y lo sabrás.

Por fin se da la vuelta y va hasta una puerta donde se encierra. Al salir viene con una gabardina negra y me entrega a mí una bata roja casi transparente con capucha.

—¿Y mi ropa interior?

—No la vas a necesitar y por cierto, buena pelea—dice sentándose en un sillón cerca al ventanal. Solo le dedico una sonrisa.

—Vi a Lilith y Azael.

—Muy valiente de tu parte golpearlo.

Oh claro, como no. Por supuesto que él ya sabía.

Nos quedamos en silencio solo observándonos.

—Ya te preparé el baño. —muy buen gesto de su parte—. Mientras llega la hora de que nos veamos, puedes recorrer la ciudad.

—¿Qué pasa si llego antes?

—Pues te tocará esperarme. Esa luz se disipa casi en dos horas terrenales.

Asiento y me adentro en el baño. Odio esa actitud de él. Lo primero que hago es mirarme al espejo después de quitarme la ropa, tengo el pecho arañado, mis manos están rojas a piel viva, pero lo que me inquieta es la seña del latigazo que surca el lado derecho de mi rostro...solo espero que el baño la pueda borrar.

Entro a la tina y noto que es el baño Cleopatra: leche y ron, además de las yerbas que suele usar el demonio. Me sumerjo totalmente en ella y dejo que me relaje.

Cuando ya creo que es suficiente, salgo y la marca del latigazo no se borró, mis manos y pecho están bien. Ya en el cuarto, descubro que Bishop no está. Lo único que ha dejado es una nota como las que siempre me enviaba y flechas para arco de metal.

Ha llegado la hora de que seas la señora de Dite. Deja que tu instinto te guíe

Él como siempre, que le costaba decir: tienes que llegar sola al volcán. Una vez lista, del traje que usé antes saco un puñal y de nuevo al bolsillo.

Voy hasta el ventanal y trazo mi ruta acá no hay sol ni luna ni estrellas, por lo que no tengo como orientarme correctamente. Lo único que me queda es caminar hasta un edificio que tiene como nombre «Opus» y después cruzar a la izquierda para salir de esta pequeña parte de la ciudad y llegar como tal a la Dite de fuego y castigo.

Veo por última vez mi destino mientras bajo por el ascensor. Una vez frente al Lux, camino hacia el Opus, en la calle hay mucha gente ebria y eufórica gritando. Varios hombres se me acercan a invitarme tragos, los rechazo. Avanzo hasta el Opus y en esta calle se lleva a cabo una orgia, sin duda, estoy entre asombrada y asqueada.

Si pudiera usar mis alas, hace mucho habría llegado. Sin embargo, no las puedo mover.

Sin poderme sacar esas imágenes de la mente avanzo casi corriendo. No sé cuantos minutos han pasado, pero la luz aún está sobre el volcán. A medida que doy un paso, me alejo del bullicio de la ciudad y vaya que ciudad. A pocos metros veo una gran puerta doble custodiada por dos demonios.

Llego hasta ahí y no hacen intento por abrirla y ni me miran.

—Necesito pasar—digo al quitarme la capucha para que vean mi rostro.

Uno de ellos me mira de arriba abajo hasta que por fin me deja cruzar la puerta.

Lo primero que me recibe es un pequeño río de lava proveniente del volcán. No estoy muy lejos. A mi parecer no ha pasado ni una hora, no quiero esperar a Bishop así que de un salto cruzo la pequeña corriente y decido seguir el curso descendiente de la lava... Un paseo a nadie le cae mal.

Me dejo llevar por la adrenalina y corro. Llego hasta donde el río se hace más ancho y estoy embelesada. Lo único que veo son cabezas. Lo que antes era un simple riachuelo se convirtió en un mar, repleto de almas que sólo se les ven las cabezas.

Esto si es el infierno. Un cementerio de fuego.

Giro sobre mi eje. Fuego. Eso es lo único que sé ve. Más allá, a lo lejos hay murallas y torres. Enaltecidas, imponentes, es una maravilla.

Las almas hacen unos sonidos extraños y extienden sus manos hacia mí. Intentan agarrarme, pero una bola de fuego lanzada desde no sé dónde, las aleja. Busco al causante y veo que es un ser gigantesco, similar a Bishop cuando aumentó su tamaño. Este demonio viene hacia mí y las almas huyen, yo mantengo mi posición. El ser me mira por varios segundos hasta que se inclina hacia mí y puedo reconocer en su frente la runa que tienen todos los demonios de Bishop, menos yo.

Extiende su gran mano hacia mí y entiendo, quiere que suba sobre ella, lo hago. Este demonio me acomoda entre su cuello y clavícula, para no caer me aferro a uno de sus dos cachos. Desde aquí, la vista es mejor; puedo apreciar las ruinas de lo que parecía ser una ciudad antigua, ahora bañada por fuego y horror. Mientras él da un paso, las almas lo hacen con la intención de alejarse. En esas, puedo oler su miedo, sentir su arrepentimiento. En mi se crea más que un sentimiento de confort y superioridad, extrañamente me siento bien al presenciar su sufrimiento, quiero que sean castigadas.

Este demonio me da un paseo a lo largo del río y me acerca hasta aquellas ruinas. Me baja a la entrada de esta, donde hay una especie de templo construido de cráneos.

«Fuego eterno» se encuentra escrito en la parte alta del templo.

Quiero adentrarme en aquellas ruinas, pero me da miedo que este demonio me deje aquí abandonada. Él vuelve a su tamaño normal, se inclina ante mí y se posa a mi lado.

—¿Desea que la acompañe?

Antes de responder lo miro de arriba abajo, tiene un gran parecido a Biltrix, su piel parece transparente y deja ver en su interior un líquido naranja, lava. Discretamente miro sus labios y parecen dos trocitos de mandarina, se ven jugosos. En lo alto de su cabeza descansan dos enormes cachos que le sientan muy bien...

—No...

Miro al cielo y este tiene un tono entre naranja y negro, por un lado, observo hacia el volcán y allá está completamente negro, no está la línea verde. No puede ser.

—Qué tal si mejor te haces grande y me llevas hasta aquel volcán.

Este sin preguntar ni poner objeciones, hace lo que le pido y me lleva, esta vez en la palma de su mano, casi corriendo.

—Hasta aquí te acompaño— pronuncia con una voz anti natural mientas me deposita en el suelo

—Hasta pronto, Milufer.

Escucho que dice a lo que yo arranco a correr, lo hago lo más rápido posible y es donde pienso que Bishop solo me dijo que viniera hasta el volcán, más no donde nos veríamos exactamente. Desde la falda del volcán, comienza a haber vegetación y me debato entre subir o buscarlo en un claro aquí abajo. Me decido por la última.

Deja que tu instinto te guíe.

Este bosque es bastante enmarañado, por lo que me toca ir despacio. En los volcanes acostumbran haber lagunas termales, más aquí son lagunas de lava.

A pocos metros, diviso a un demonio alrededor de una hoguera. Un escalofrío me recorre y sé que es él.

—Llegas tarde.

—Ya sé.

Respondo con el mismo tono tosco con que él me habló. Espero su reproche más nunca llega.

—Con esa sal dibuja mi sello, hazlo grande. —¿Cuál es su sello? Él me mira y sé que si tuviera ojos hace rato los habría puesto en blanco.

—¿Te refieres a la runa que tienen todos los demonios de tu orden?

—Es un sello, no una runa.

Ahora entiendo, es como los sellos de los arcángeles que vi en el libro de Rimini.

—Y porque no la haces tú, estoy cansa...

—Está bien, siéntate por ahí, yo la hago. —las palabras salen con una delicadeza de sus labios y que asusta.

Te va a sacrificar, dice mi conciencia, pero no le hago caso.

Escucho que él ríe. Dejo de pensar en cosas raras y observo lo que hace: primero dibuja su sello y a unos cuantos metros un círculo muy amplio que encierra el sello, después con fuego de su cuerpo enciende el círculo.

Se sienta cerca al sello y me invita a entrar al círculo, una vez dentro me siento junto al él.

—Estas aquí porque te voy a hacer el sello de Dite y porque necesitamos hablar. —asiento—Quítate la bata y acuéstate sobre el sello ¿Porque no te has curado la cara?

—Mi fealdad no tiene cura— le respondo mientras hago lo que pide.

—Me refería a la cicatriz.

—No traje el lápiz y mis alas no tiene pluma, por si no lo has notado.

—¿Dónde quieres el sello? Ya debes de saber que no se borra.

—En la palma de mi mano derecha—respondo sin pensarlo.

Él extiende sus majestuosas alas. Aún me pregunto porque él tiene alas con plumas, he visto varios demonios y la mayoría tienen las alas como las mías y si yo soy hija de dos ángeles caídos por qué si las tengo como de demonio puro.

—Cuando ausenté estuve en un par de reuniones—se arranca una pluma. —Una de esas fue con los gobernantes del infierno, los siete y los demonios más importantes. Incluyendo a nuestros enemigos.

Su mano izquierda se enciende y la posa unos segundos sobre mi frente. Suelto un suspiro y me estremezco cuando su piel hace contacto con la mía. Cierro los ojos.

—El motivo fuiste tú. Muchos manifestaron que sus brujas ya han visto parte de esa profecía y tienen miedo de lo que pueda pasar. —continúa a la vez que comienza a dibujar—. Muchos de esos demonios dieron su opinión, unos propusieron matarte.

Abro los ojos de golpe. Antes de que pueda decir algo, continúa.

—Pero si lo hacen, Lucifer tendría sus tres jinetes y desencadenaría una guerra con los ángeles o simplemente matarían a otro de tus hermanos.

Respiro y cierro los ojos. Esa no puede ser la solución.

—Lilith y Azael propusieron cumplir la profecía y luchar. Yo por mi parte, mantuve mi posición y es evitar que se cumpla, esa fue la decisión final. Pero créeme Milufer, he estado buscando salidas y no veo como podamos evitar eso. La naturaleza está empeñada en que se cumpla y quien contra ella... es que ustedes no debieron nacer.

—Alguna salida tiene que haber.

—Ya te puedes sentar. —observo mi mano y noto que estoy devuelta a mi forma humana, el sello se ve bien—He pensado en esas salidas pero no puedo ver más allá, al no tener mis ojos quedo en igual de conducción que cualquier vidente.

—Y si solo matan a bebé al nacer— me duele decir esas palabras, pero si el caos estalla muchos vamos a morir.

Suspiro y abrazo a mis rodillas. Algo se me tiene que ocurrir para salvarme y salvar al mundo o tal vez solo queda sacrificarme por él.

—Daría igual porque es como un virus letal que con una simple brisa se va esparciendo. El problema no es el bebé, eres tú. —hace una pausa y me mira—Dejemos eso de un lado y continuemos con el ritual. Después prometo que hablaremos de esto.

Toma la mano donde me hizo el sello y la corta con una daga, deja que las gotas caigan dentro de dos griales y luego él hace los mismo solo que con su mano izquierda. Pone los dos griales al fuego y recita unas palabras en latín, después deja caer gotas de sangre al fuego, yo lo imito. Seguidamente une nuestras heridas.

—Tienes que saber que, al beber de mi sangre, no solo te unes a Dite, también lo haces conmigo y para siempre. Un pacto de sangre no se rompe tan fácil, es más no sé de ninguno que se haya roto. Y también tienes que jurar antes los dos.

—Lo sé.

«No sabes nada» me contradice mi conciencia.

—Eres digna liderar junto a mi este orden. Esta es mi sangre, bébela. Que tu lealtad hacia mi perdure tanto como el fuego eterno. Si en algún momento decides traicionarme, con la muerte has de pagar. Te juro lealtad eterna, siempre estaré junto a ti para cumplir tus deseos.

Trago saliva. Y lo observo.

—Juro lealtad ante ti y Dite, si no he de cumplir con mi vida he de pagar. Juro estar a...—respiro hondo—Juro estar siempre a tu lado y liderar hasta que el fin de los tiempos.

Él bebe de mi sangre y yo la de él—Que el fuego eterno selle nuestra unión.

Derrama el restante del líquido en la hoguera. Ahora si ya no tengo escapatoria.

—Eres oficialmente la señora de Dite, eres oficialmente mía—miro a nuestro alrededor —¿Estas bien?

Pregunta al ver que me he quedado pasmada. Y no es porque me haya arrepentido de jurar lo que juré. Es solo que detrás de él hay una espesa bruma negra que ha rodeado el círculo.

—¿Qué es eso? —pregunto mientras abrazo mi cuerpo. Esa cosa no me gusta.

—Es solo mi poder, mi esencia. Parte de él te va a poseer. —frunzo el ceño—Es para que puedas liderar las sombras.

No quiero tener su poder.

—¿Tiene que ser así? — asiente—¿Va a cambiar algo en mí?

—Tal vez pueda que encienda tu poder, mas es a largo plazo y no duele. Tiene que ser así porque las sombras solo me obedecen a mí y si tienes parte de mí, te obedecerán.

No confío del todo. —Que sea rápido.

Me pongo de rodillas y espero que ocurra. Varios hilos de aquella bruma danzan a mi alrededor hasta que ingresan por mi boca. No duele, siente como si te estuviera pasando corriente aparte de que quema.

Mi cuerpo se empieza a quedar sin fuerza. Me siento pesada. Quiero vomitar, todo a mi alrededor da vueltas. Cuando esa cosa por fin entra en mí, simplemente todo a mi alrededor se pierde.









Chicxs les informo que Milufer ganó el primer lugar en los premios olímpicos en la categoría misterio/suspenso, terror/paranormal. No saben lo feliz que estoy.

Gracias por leerme.♥️😈

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