Capítulo 4

No pensé que mi reacción al estar rodeada de tanto fuego, fuera a ser esta. Yo me imaginaba, corriendo como loca alrededor de las hogueras, yo estando asustada escondida detrás de Dorian o paranoica con recuerdos acechándome, pero no fue así. Ahora me encuentro sentada en un tronco mirando una linda y sensual llama que se alza y danza desde la hoguera que se encuentra frente a mí. La miro como si nunca hubiese visto una, como si fuera la cosa más linda que nunca hubiera visto en este mundo. He intentado distraerme bailando o bebiendo, pero hasta incluso esta atracción por el fuego es más fuerte que el alcohol, de alguna forma, termino siempre observándola fijamente.

Me quedo mirando unos minutos más las llamas hasta que me lleno de valor y me paro a buscar a Dorian. Me paro en el tronco y lo busco con la mirada, No me tardo mucho en encontrarlo, está a unos cuantos metros de mi, fumando en compañía de una chica que no conozco. Cuando ya estoy al lado de él, veo que tiene casi todo el cuerpo estampado a besos con un pintalabios amarillo neón, un pintalabios que sí no me equivoco, es mío.

—Anabelle, te presento a una amiga. Ella es... — dice mientras mira con un ojo entre cerrado a la chica.

—Danna Sophia, pero me puedes decir Dan—dice mientras nos estrechamos las manos.

—Anne, un placer— le digo con una sonrisa de oreja a oreja, es alta, morena, delgada tiene el cabello largo y negro, los ojos no se le ven, pero creo que son café oscuro. La podría describir como una mujer bonita.

—¿Ya te quieres ir?- ni siquiera espera a que responda. —Si, tomas las llaves, vete con cuidado y si algo llamas a mamá.

—Pero esas son las llaves de la Tahoe y además no me quiero ir. —Pero que te pasa yo no me quiero ir!

—Alan fue por ella, nosotros no vamos a una fiesta a las afueras de la ciudad, así que chao— dice mientras me da un beso en la frente y se aleja con Danna, Alan khloe, Trixie y otro chico llamado Jason.

Me quedo mirando hacia donde desaparecieron. ¿Por qué no me llevó con él? Sin darme cuenta una lágrima se me escapa, no debería estar llorando, pero este acto de Dorian me entristece. Como me va a invitar a salir y después dejarme aquí, sola, a mi suerte, de mi parte, yo nunca haría eso.

Me limpio las lágrimas y me dirijo hacia el auto cuando voy por la mitad del camino, me siento extraña, como si alguien me estuviese vigilando. Miro a mi alrededor, el camino está totalmente oscuro y no hay nadie por ningún lado. Cálmate Anne, deja la paranoia, me repito una y otra vez. Miro de nuevo y tampoco veo nada, así que me echo a correr. Llego al lugar donde me imagine que iba a estar el Tahoe y no está, ¿Dónde lo habrá dejado Alan? Hecho un vistazo y la veo, lo ha dejado como a una cuadra de aquí, me dispongo a avanzar hacia él y no me puedo mover, miro hacia el piso y veo una sombra larga que se extiende ante mi ocultando la mía. Cuando me doy cuenta, estoy temblando.

¡Corre, corre, corre!

Me grita la conciencia, pero en vez de hacerlo, giro lentamente y lo veo, ante mi hay un hombre como de dos metros, vestido todo de negro además de eso, lleva un sombrero negro que no deja que se le vea parte de la cara, pero lo poco que deja ver, dice que tiene un rostro bien definido. Es un hombre muy atractivo, pero a la vez tiene un aspecto siniestro.

Se parece al hombre que mencionó Dorian hace unas horas.

Me quedo mirándolo fijamente a donde creo que están sus ojos sin parpadear. Él no se mueve ni dice nada, también se ha quedado mirándome, da un paso hacia mí y yo no retrocedo, me quedo ahí plasmada viendo como él se acerca cada vez más a mí, estamos tan cerca que puedo percibir el calor agobiante que emana su cuerpo. Estira su mano izquierda y roza mi mejilla, cuando lo hace un leve y agradable calor recorre todo mi cuerpo, nos quedamos así por unos dos minutos. Lo que vine después me deja plasmada, se inclina lentamente hasta que sus labios se unen a los míos.

¡Apártalo de ti! me grita la conciencia, pero no lo hago...le correspondo al beso. Al principio, sus labios son calientes, pero con el paso de los segundos se tornan fríos y mullidos. Nos besamos durante lo que parece una eternidad, hasta que él se separa. Dejando una agradable sensación en todo mi ser.

—No tengas miedo, siempre estaré junto a ti —me susurra al oído a la vez que deposita un sobre negro en mis manos.

Lo miro a él y al sobre y no sé qué pensar ni que decir.

—¿Quien...eres y porqué mebesaste? ¬—digo lo primero que se viene a la mente. Es que ni yo mis sé porque lo bese si es un completo extraño.

—Ya llegará el momento de presentarme ante ti- dice mientras deposita un beso en mi mejilla y yo palidezco, es tan agradable la sensación de sus labios sobre mi piel.

—¿Anne, te sientes bien? —Escucho que una voz femenina me habla, pero yo no soy capaz de responder, ni siquiera le presto atención, sigo mirando como una estúpida al hombre del sombrero. Al ver que no respondo, la chica opta por tomarme del hombro y girarme bruscamente.

—¿Anne, me escuchas? ¿Anne?

—¿Ah? —respondo mientras la miro y trato de identificar su rostro. Es Rachel.

—¿Qué te pasa, qué haces aquí sola en medio de calle—¿Qué? ¿Cómo así que sola?

— ¿Eh...sola?, yo estaba...- hago una pausa y miro hacia donde estaba el hombre del sombrero y no lo veo, veo hacia todos los ángulos y direcciones posibles y no lo veo, no está. —¿Sola? —asiente con la cabeza—Yo, iba hacia...mi coche, y,y pues...olvídalo.

—Te ves pálida, quieres que te lleve a casa o que llame a Dorian o a tu...

—No tranquila... ¿Hace cuánto me estas vigilando? -le pregunto algo extrañada.

—No te vigilaba, solo que estamos ahí— apuntó a donde se encuentran unos chicos— Y pues vi que venias, cuando de repente te quedaste como una estatua en medio de la calle y pues me preocupé.

—¿Más o menos cuantos minutos estuve aquí parada? —la verdad no sé cuánto tiempo llevo aquí.

—Unos veinte minutos—

Veinte minutos. Para mi fueron con cinco.

—Gracias por preocuparte, eres muy amable.

Le digo mientras me alejo corriendo hacia el auto. Al llegar, rebusco las llaves en todos mis bolsillos y no las encuentro.

—¡No puede ser las boté! —digo en voz alta, a punto de un colapso. Estoy a esto de llevarme las manos a la cabeza, cuando me doy cuenta de que las tengo en las manos junto con el sobre. Ya estando dentro del coche, me tomo mi tiempo para pensar en lo sucedido. ¿Por qué lo bese?, ¿Quién era? ¿Es el mismo hombre que Dorian vio? Miles de preguntas me abordan y para dispersarlas, le subo al máximo el volumen al estero. Antes de poner el vehículo en marcha, abro el sobre y saco de su interior un pequeño trozo de papel color negro laminado, busco alguna inscripción en él y no hay nada, es una carta en blanco, literalmente. Cojo el sobre y lo observo con detenimiento, en este, hay unas letras muy pequeñas de color oro, intento leerlas, pero me es imposible ya que están en otro idioma. Pienso en buscar su traducción en Internet, pero recuerdo que no tengo celular, así que enciendo el coche y me voy a toda marcha.

Revelaré tus mensajes, pienso mientras me alejo de ese lugar.

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