Capítulo 33

Ingreso al cuarto en el que está el jacuzzi y es algo impresionante, hay dos grandes tinas rodeadas con velas negras y rojas en los bordes; nada romántico, se podría decir que se ve tétrico.

Me acerco a unas de las tinas y tiene un líquido azul casi blanco, la otra contiene algo verde no tan líquido con un montón de hierbas y hojas, él demonio se mete en esta última sin nada de ropa.

Con la mano me invita a entrar más lo dudo, se ve baboso—él no, el agua—.

—No hagas esa cara, es solo áloe con azufre y otras yerbas, te ayudará a calmar el dolor.

Imagínense a que huele esa combinación.

—Creo que mejor me voy a descansar, mañana comienza mi entrenamiento.

—Como quieras.

Así como entré salgo del cuarto. Me sentaría bien un baño para que se me pase el mareo que estoy comenzando a sentir, pero sé que si entro a esa tina voy a salir a gatas.

Camino hasta el closet y al abrirlo noto que la ropa de él está junto a la mía. Por lo visto se está tomando en serio lo de vivir juntos. Busco a ver qué hay de bueno entre sus cosas y no hay mucho que ver, solo tiene pantalones negros de cuero, gabardinas, armaduras, camisas y túnicas, todas negras o rojas. Dejo de husmear y busco algo que ponerme. Escojo una bata negra sencilla. Procedo a quitarme la ropa y noto que mi cuerpo está pegajoso a causa de todo lo que sudé hoy; definitivamente me tengo que dar una ducha.

Vuelvo al cuarto donde están los jacuzzis y cuando abro la puerta me llevo la sorpresa de mi vida; no hay ninguna tina y no hay señas del demonio, ahora es un baño lujoso, nada fuera de lo común. Cierro la puerta y la vuelvo a abrir, pero sigue igual.

¿Será el efecto de vodka o él demonio está jugando con mi mente?

La verdad estas cosas si se me asustan, más me tengo que acostumbrar. Con los sentidos alerta entro a la ducha, no quería demorarme, pero el agua está tibia y me relaja así que me tomo el tiempo necesario para lavar mi cuerpo y cabello. Al terminar voy hasta un gran espejo y detallo mi cuerpo, estoy delgada, pero en este momento lo único que me importa es ver como quedaron aquellas runas. Me acerco para ver mejor y en la primera que me fijo es en la que me hizo cuando me corté, está roja y se ve como una quemadura; nada raro.

Dejo esa de lado y me giro para ver la de mi espalda. Frunzo el ceño al ver lo que me ha hecho, entre tantas líneas moradas no se puede ver qué es lo que me ha dibujado, y justo en mi columna vertebral tengo tres puntos casi morados. Toco uno de ellos y ¡Ay dios como duele! Miro por unos cuantos segundos más y salgo del baño. Me seco rápidamente, me pongo la bata y me meto en la cama. Pienso en lo que pasó hoy y verdaderamente doy lástima.

Intento conciliar el sueño para dejar de pensar en ello, pero no puedo. Maldita conciencia que no me deja dormir. Dándome por vencida me siento sobre el sofá que está junto a la cama y miro todo a mi alrededor. Y una y otra vez me pregunto ¿Qué sucedió con el demonio? ¿A dónde se fue?

Dominada por la curiosidad corro a abrir esa maldita puerta y de nuevo nada, sigue ahí aquel baño común. Aquí podría quedarme una eternidad abriendo y cerrando esa puerta, más sería tiempo perdido.

La abro por último vez.

—¿Bishop?... —susurro y nadie atiende.

Decido dejar de insistir. El animal saldrá cuando se le dé la gana. En vez de acostarme y descansar para enfrentarme al día de mañana, me pongo a deambular por la habitación, por mi habitación. Lo primero que hago es ir hasta aquel altar; observo atentamente todas esas velas encendidas.

Deben de tener algún significado o simplemente, así como en la tierra, están encendidas en honor a un dios, alma o espíritu. Definitivamente me tomo el tiempo necesario para grabarme la forma y color de cada una de las velas para luego hacerle la pregunta a Bishop sobre sus significados; alcancé a notar tres formas, dos colores y 630 velas en total si es que conté bien.

Continuando con mi tours voy hasta aquella puerta que se encuentra en el fondo de la habitación. Con paso lento pero seguro llego hasta ella, sé que me he metido en problemas por andar de chismosa ¿pero que más hago?

Sin vacilar abro la puerta.

Lo primero que veo son un montón de espejos y velas frente a ellos. No lo puedo negar, este lugar tiene una energía pesada y eso que ni siquiera he entrado, se siente agotador, siniestro. Al poner los pies dentro de la habitación un escalofrío me recorre de cuerpo entero y se me ponen los pelos de punta. Con la respiración pesada y con un leve temblor en las manos, avanzo con cuidado.

No entiendo porque me torturo así, tengo miedo y puedo dejar de sentirlo con solo salir de la habitación, pero no, aquí estoy al borde una taquicardia.

Me poso a unos pasos del primer espejo y dudo en pararme frente a él, cuando ya estoy a esto de hacerlo, observo frente a mí una sombra conocida. Una sombra que odio, esas que durante mucho tiempo me atormentaron, esas por las que fui diagnosticada con esquizofrenia, esas que me llevaron a intentar suicidarme. Quiero encararlas, pero no tiene caso, son solo sombras, son sus hombres sombra. Una a una van apareciendo y esta vez sí me doy vuelta, pero solo veo sus reflejos en la pared continua. Para no sucumbir en los mares del recuerdo, decido avanzar, pero vaya que mala idea.

Al pasar frente al espejo veo una silueta de un ser que se encuentra acuclillado tras ese espejo, en mis sueños había visto cosas feas pero no como esta que me mira mientras en su rostro se va dibujando una sonrisa siniestra, sus ojos blancos detonan maldad y así es como me ve y sonríe, como si me quisiese matar.

Intento controlarme más me es imposible, escalofrío tras escalofrío me recorre una y otra vez. Llevada por la costumbre de retroceder cada vez que me siento amenazada lo hago y tropiezo con un espejo el cual cae quebrándose en mil pedazos. De esos pedazos comienza a surgir una especie de humo negro y espeso que rápidamente toma la forma de un ser que lleva los pies sobre la espalda y camina con las manos. Lo único que hago es mirar fijamente mientras mi corazón, al principio latía demasiado rápido y ahora apenas lo siento. Mi respiración cada vez se torna más pesada. Mientras intento conseguir aire para mis pulmones, el ser que acabó de salir de los añicos del espejo de desplaza a una velocidad anti natural y apaga todas las velas que están frente a esos espejos. Cuando menos me lo espero ya tengo a cientos de esas cosas a mi alrededor y cada vez más me cuesta respirar. Me sorprende que hasta el momento no haya soltado ninguna lágrima o grito, eso es señal de que estoy en shock.

Intento dar un paso para escapar de estas cosas, pero en el intento me da un profundo mareo y cuando vuelvo en si ya me encuentro...

—Tienes que volver y recuperar tu cuerpo, esos diablos no podrán invadirlo, ve rápido.

Escucho la voz de Bishop, más no sé a qué se refiere, como así que vuelva a mi cuerpo. Parpadeo varias veces y no me lo creo, hace tiempo que no me desdoblaba, pienso mientras me observo a mí misma—mi cuerpo—tirada en el suelo al otro extremo de la habitación rodeada de esas cosas.

Sin perder tiempo corro a auxiliarme, al estar más cerca veo que mi cuerpo se sacude de manera violenta. Mis ojos se encuentran blancos, de mi boca sale una especie de baba negra y mis muñecas se encuentran cerradas en un puño demasiado apretado puesto que mis uñas están enterradas en mis palmas de las cuales sale sangre; y es cuando comienzo a preguntarme sobre el estado de mi lengua.

Intento acercarme, pero esas cosas no dejan y más se aglomeran al alrededor de mi cuerpo. Pienso rápidamente que hacer y me acuerdo de las velas del altar y corro hasta ellas. La mayoría están apagadas así que con ayuda de otra las comienzo a encender, más me está tomando mucho tiempo, a este paso cuando termine ya mi cuerpo se ha tragado mi lengua o me he la he trozado.

No sé qué hacer, aunque Bishop dijo que no podrán invadir mi cuerpo, me preocupa.

¿Qué hago‽

Sé que él está ahí así que voy hasta el baño. Intento abrir la puerta más no es necesario puesto que mi esencia la atraviesa. Como me lo suponía, ahí está el demonio... Con compañía.

—No te voy a ayudar así que ve a solucionarlo.

No respondo, solo lo observo.

Él puede regresarme a mi cuerpo. Más no lo hace por estar con la aparecida esa que no me da la cara, de seguro es horrorosa y por eso se esconde...eso debe de ser.

—Esas cosas me dan miedo.

—Esas cosas muy pronto serán de tu propiedad y vaya que son difíciles de controlar. ¿Sabes? Ese tiempo que estás perdiendo hablando aquí conmigo lo podrías usar para encender esas velas—. relincha al ver que no me muevo.

No tiene caso hablar con la bestia así que me largo.

Vuelvo al altar y antes de encender las venas me detengo a pensar en que no podré prender la que están en lo más alto del altar. Definitivamente me tocó enfrentarme a algunas de esas cosas.

Antes de ir a la lucha vuelvo a donde está el demonio.

—¿Esos espectros me puede matar?

—Sí, pero no lo harán, porque...

Como él no me dirige la mirada cuando habla, lo dejo hablando solo, además le hice una pregunta puntual, no me interesa el porqué.

Espero que mi plan funcione porque si no me toca pedirle ayuda al demonio y no, no lo quiero hacer, no lo haré.

Levito hasta el armario y saco un látigo, hago un amague por cogerlo más lo traspaso y es porque en estos momentos soy esencia y necesito de mucha energía para hacerlo.

Y es cuando me pregunto porque puede agarrar las velas. O es porque me dan energía o no necesitan energía.

Efectuando el plan B de mi plan, voy hasta el altar y cojo dos de las velas de las que encendí.

Pongo una vela sobre la otra con la intención de que se derrita y funciona. Antes de que la que comencé a derretir llegue a la mitad, las invierto hasta que ambas alcanzan la mitad y voy en busca de dos pares. Con estas hago el mismo ejercicio. Al lograr mi objetivo y enciendo el látigo.

¡Vaya que ingeniosa soy! Salió como me lo esperé. Lo que hice fue llenar el látigo de parafina y luego encenderlo. Ahora solo me queda correr a salvar mi cuerpo.

Una vez dentro del cuarto voy hasta donde está mi cuerpo. Y es cuando comienza mi parte favorita. Castigar almas.

Elevo el látigo y lo descargo sobre los espectros que quedan, se siente tan placentero y más el sonido que produce el rebenque al cortar el aire. Esos engendros sueltan sonidos guturales más no me detengo, lo hago hasta que no quede ningún engendro, antes de entrar a mi cuerpo echo un vistazo a mi alrededor, son pocos los espejos que tienen las velas encendidas así que los otros deben de estar escondidos así que procedo a entrar a mi cuerpo que ya se encuentra inerte.

El demonio no me dijo como entrar más me acerco y me abrazo a mí misma.

Cuando ya consigo estar dentro de mí lo primero que hago es tomar aire para luego soltar un grito ensordecedor.

Es imposible estar dentro de mi cuerpo, este cuerpo duele, quema, arde y cuando menos pienso me encuentro mirando mi cuerpo carente de movimiento desde a fuera.

¿Será que podré volver a ocupar mi cuerpo?

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Disculpen si hay errores, no tuve tiempo de corregirlos.

Tenemos nueva portada.

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Próximo capítulo dedicado a l@s que siempre votan.

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