Capítulo 22
Despierto y lo primero que escucho es el susurro de la voz de dos personas, al parecer conversan, pero no puedo entender, ya que es un idioma que jamás había escuchado. Intento abrir los ojos, pero los tengo pegados. Hago lo mismo con mis labios y se sienten igual, del mismo modo ocurre con cada centímetro de mi cuerpo desnudo.
¿En qué estoy fundida? ¿Por qué estoy desnuda? pienso e intento no perder la calma.
De manera dificultosa voy moviendo los párpados y labios hasta que se van despegando de manera dolorosa. Después de varios minutos consigo despegarlos por completo mas no puedo abrir los ojos porque los residuos (de lo que sea que cubre todo mi cuerpo) han caído sobre mis párpados y pestañas.
—¡Alguien que me ayude! —grito y los restos de lo que cubría mis labios caen dentro de mi boca, al probarlo descubro que se trata de Azufre, mas tiene textura de parafina—¡Ayúdenme!
—Haz silencio, dentro de unos minutos te podrás levantar.
Dice una voz femenina no tan delicada.
Mi rostro se ilumina al pensar que estoy en un hospital... En la vida real.
Hago lo que pide y espero. Escucho que alguien se acerca y siento mi cuerpo estremecerse. Esa misma persona comienza a retirar la "parafina" que cubre toda mi cabeza. Seguidamente va descendiendo por mi cuello, pasa de ahí a mis brazos y posteriormente a mi abdomen y agradezco que no quita la que cubren mis senos.
—Te advierto que, si comienzas a gritar y a llorar como lo sueles hacer, no te vuelvo a traer a este baño por una semana y créeme que la vas a pasar muy mal sin venir aquí ¿Entendiste?
Se forma un vacío en mi estómago al oír que es la voz de la cosa esa. Siento como mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas, pero saco fuerzas de donde no las tengo y no las dejo salir. Del miedo que siento, no le respondo.
—Ya te puedes sentar.
Antes de hacerlo, haciéndome de valentía abro los ojos y para mi sorpresa no veo nada, todo es oscuridad. Me siento lentamente y siento un poco de dolor cuando la parafina se va quebrando por mis movimientos. Diviso entre la oscuridad hasta que me topo con esos ojos azules con los que solía soñar a diario.
Cierro los ojos y tomo aire mientras recibo un duro golpe que me propicia la realidad. Eso a lo que tanto le temía se hizo realidad, estoy atrapada, no tengo salida y esta vez no puedo despertar... Ahora es real. Ahora, comprendo que no eran simples sueños, era premoniciones, más me cegué y no lo vi. Si tan solo me hubiese dado cuenta a tiempo de lo que eran, habría luchado para evitar que se cumplieran. Quiero buscarle el lado bueno a esta situación, pero, pero lo único medio bueno que encuentro, es que podré hacerle preguntas y descubrir la verdad. Quiero aferrarme a dicha idea, pero no lo logro, sencillamente no puedo y no quiero, simplemente no, no y no, me niego a aceptar la realidad.
Nos miramos fijamente hasta que descubro que sus ojos no tienen pupilas, que no son como los ojos de los seres humanos. Entrecierro los ojos para ver mejor, mas se forma un torbellino dentro de ellos y se tornan negros, y se pierden entre la oscuridad.
—Quítate los restos de la cera, para que puedas caminar cómodamente.
Ordena y yo no me muevo, me quedo paralizada mirando hacia el punto donde antes estaban sus ojos. Me pareció tan impresionante, hermoso y aterrador lo que vi, es como si derramaran tinta negra sobre los cielos. Lo quiero ver otra vez; es que sus ojos son tan excitantes...
Le doy un manotazo al sentir una de sus manos recorrer mis piernas quitando los restos de la cera. Al parecer esta de rodillas así que le propicio un golpe en la cabeza. Como no se le ve nada, deja de tocarme le doy varios golpes más con los puños cerrados, en estos momentos no me importa lastimarlo. Suelto un aullido cuando uno de mis puños impacta sobre algo duro, muy duro.
—¡Así no. Así no Milufer, para mí lo más estimado son mis cuernos, ¡así que nunca más los vuelvas a tocar! ¡¿Entendiste?!
Vocifera de muy mala manera y suelta un gruñido descomunal.
Mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas, nunca antes alguien me había hablado de esta manera tan brusca y más nostalgia me da el hecho de que me acaba de recordar que ahora soy la tal Milufer.
Intento cubrirme los ojos con las manos, pero este me agarra de manera salvaje y sin darme tiempo a reaccionar me hecha sobre su hombro.
—¡Bájame ¿a dónde me llevas?!—digo entre sollozos, pero la bestia no responde. En realidad, lo que más me preocupa es mi trasero desnudo... Complemente expuesto ante cualquier mirada—¡Yo puedo caminar, bájame por favor!
—A mí tampoco me importa lastimarte.
Y finaliza dando un duro azote en la parte baja de mi trasero. Ese azote no solo dolió, también me dejó una sensación de ardor y quemazón sobre esa zona.
A manera de respuesta, golpeo tan fuerte como puedo su espalda y pateo su abdomen.
—Eres una bestia, me das asco—susurro devastada.
Avanzamos entre la oscuridad varios metros, hasta que comienzo a ver una luz tenue que apenas ilumina la parte superior del lugar tenebroso por donde me dirigen.
—¡Suéltame, déjame ir yo no quiero estar contigo, quiero estar con Louis y mi Familia!... Me das miedo—grito entre llantos. De la nada aparece una extremidad cubierta por una fina y suave capa de pelo, comienza un viaje alrededor de mi cabeza hasta que se apodera de mi boca impidiéndome seguir hablando.
Miro la parte baja de su espalda y me quedo perpleja al descubrir que se trata de una cola.
Oh santos cielos, ¿Qué animal es este? Me pregunto mentalmente.
—Cell qual vos erant 'itens impetro?
Escucho decir a la mujer que antes me habló, pero no la veo.
—Sic no erit in cellula est et mihi milufer debetur optimis.
Contesta la bestia sin detenerse.
Sé que hablan en latín, pero lo único que entendí fue Milufer.
Pasan varios minutos hasta que por fin llegamos a lo que parece ser la entrada de una cueva. Cuando entramos, noto que no es una cueva cualquiera, aunque vea el mundo al revés por la posición en que me encuentro y la poca luz, veo que en esta hay una habitación bastante lujosa a juego con los rasgos de caverna. Abro como nunca los ojos al darme cuenta de que tiene el modelo y todo lo de mi habitación, en pocas palabras...es mi habitación.
El animal me baja de su hombro sin quitar su cola de mi boca, siento que cada vez la aprieta más.
Antes de encararlo tapo mis senos y pubis con mis manos. Levanto la mirada y de nuevo la oscuridad cubre todo su cuerpo dejando ver solo sus enormes y estimados cachos. Ante su presencia me siento pequeña, indefensa, vulnerable; esta situación aviva mi llanto.
Lo miro una vez más de pies a cabeza y pienso en que con un solo manotazo esta cosa me puede matar... Es demasiado alto y se ve que es muy acuerpado.
Algo me dice que puede leer mi mente así que respiro profundo y pienso: ¿Que eres? ¿En dónde estoy? Se lo que dirá, pero quiero que él me lo diga.
—Soy un demonio y estás en tu habitación solo que se encuentra en mis aposentos en el infierno.
Me dejo caer de bruces, sollozo y cierro los ojos con fuerza. Él se arrodilla junto a mí y cede el agarre de su cola y la desplaza a mi clavícula. Aunque esta muy cerca de mi, no consigo ver su cuerpo ni su rostro.
¿Tan horrible es que no quiere que lo vean?
—Sé que esto es muy difícil para ti, pero cuando sepas que es lo que verdaderamente sucede, me lo agradecerás. Yo no quiero hacerte daño, quiero lo mejor para ti y es por eso que te tengo aquí —niego mientras me limpio las lágrimas—Sé que al final me amaras y pedirás a gritos mi presencia.
—No. Yo amo a Louis—él ríe y comienza a dibujar círculos sobre mi clavícula con la punta de su cola—Me quiero ir, extraño mi vida quiero ser normal, por favor déjame ir.
—No te dejaré ir.
Quito de mala manera su cola y este gruñe y se pone de pie.
—¿Por qué debo quedarme aquí contigo?
—Cuando necesites algo, llámame.
Dice mientras se dirige hacia un hueco que hay en la caver-habitacion por donde entra la luz y pienso que es el momento indicado para verle la cara así que voy tras él.
—Quiero verte.
—No salgas de aquí. Al salir la aurora vuelvo.
Odio su actitud.
—Responde mis preguntas.
Avanza y se hace justo bajo la luz y aun así no lo veo. Cuando estoy por acercarme, despliega un par de alas grises enormes y me hace retroceder.
—Debes quedarte aquí porque no eres una humana normal, por no decir que no lo eres. Debes quedarte aquí porque estás en peligro y porque yo así lo deseo. Te lo dije en tus sueños: todo lo que quiero, lo consigo sin importar su precio —recuerdo que alguien en mi sueño me dijo eso, pero le reste importancia—Disfruta de tu estadía, ya que estarás aquí mientras yo viva.
Sin más emprende vuelo, dejándome con un montón de dudas.
Sólo quiero llorar, como desearía recibir un abrazo tranquilizador de mi madre y un "todo va a estar bien Anabelle" de parte de Dorian y sentir los suaves y fríos labios de Louis rozar con los mío. En este instante, me arrepiento de todos los momentos que no pasé con ellos por culpa de mis traumas. Me deshago de mis lágrimas y me dirijo hacia la cama...mi cama.
Intento dormir un instante, pero no logro conciliar el sueño, tal vez sea como la otra vez, que no dormí durante varios días. Aprovecho este momento de calma, para recapitular todo lo que ha pasado. Pienso en sus misteriosos ojos, en sus preciados cuernos tan imponentes, su cola tan suave, esas alas tan majestuosas que no pude contemplar cómo se debe él, aunque sea una bestia, tiene un encanto sobrenatural que me atrae. Me obligó a dejar esos pensamientos atrás y a mi mente llega la imagen del chico que dice ser mi hermano, recuerdo sus palabras y siento algo de paz. Después de pensar durante varios minutos, ya sé que hacer; solo tengo que sacarle toda la verdad al demonio, liberar al condenado; él se encargará de liberarme y si él no puede, la única opción que queda es matar al demonio.
Pero ¿Yo lo quiero matar?
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