Capítulo 16

Miro una y otra vez aquél objeto que atraviesa por completo uno de sus costados. Miro más allá y veo que tiene cortes abiertos en todo el pecho, pero en el abdomen tiene uno demasiado amplio. Quién pudo haberle hecho esto tan horrible. Comienzo a llorar y me llevo las manos ensangrentadas al rostro.

–Anne, no llores, no es para tanto.

–¿No es para tanto Louis? Mírate, te parece poco lo que te hicieron, por poco y te matan. ¿Quién te hizo esto y por qué? No creo que seas tan mala persona como para merecer esto.

–El quién es muy difícil de comprender y el por qué... Muy pronto lo sabrás. –Dice haciendo un gesto de dolor.

–Voy por alguien para que nos ayude a bajar para llevarte al hospital.

Antes de que me ponga en pie, me sujeta con fuerza una de las manos.

–No, no necesito a nadie, tu misma me puedes curar.

Lo miro con negatividad. No, no lo voy a hacer yo misma, él necesita un médico.

–Louis, por favor tenemos que ir al hospital. –Él niega una y otra vez. –¡Vas a morir si no detienen la hemorragia!

–Hazlo tú misma, lo único que tienes que hacer es suturar y ya. Hazlo por el amor que dices tenerme.

Será fácil Anne, lo único que tienes que hacer es imaginarte que estas cosiendo un vestido o una playera solo eso.

Me levando y voy al baño por el botiquín. Salgo de este para dirigirme a la cocina por una botella de vodka e hilo orgánico.

–¿A dónde vas?

–Voy... Voy por algo de tomar y por hilo y... Ya vuelvo no te muevas, no me demoro.

Una vez en la cocina, busco los implementos que necesito y voy en busca de toallas y un poco de agua tibia.

–Señorita Anne, que emoción verla ¿Cuándo llegó?

Escucho una voz femenina a mis espaldas... Magda

–Hola–dejo de darle la espalda y noto que palidece. –Hace poco que llegué y me alegra que la emocione verme.

–¿Qué le pasó, porqué tiene la cara y la ropa manchada de sangre?

–¿Qué?, esto... no es sangre–digo señalando mi cuerpo. –Es solo que... Estaba buscando una nueva forma de cambiarle el color a las telas y pues... me salpico... Es solo eso. Mmm me podría hacer le favor de ayudarme a llevar estas cosas a mi habitación, estoy trabajando en un nuevo diseño–. Me observa y luego observa las cosas que reposan sobre la isla de la cocina.

–¿Mmm y con el hilo que utilizo para coser los pollos y carnes? ¿Con puntos mariposas, una olla con agua tibia, algo raro ahí en esa bolsa y una botella de vodka? –asiento con la cabeza. –Bueno si es así, quiero ver ese diseño.

Caminamos hasta mi habitación y le pido que deje todo en la puerta con la intensión de que no vea al moribundo. Cuando ella ya se ha ido, abro la puerta y rezo para que Louis siga con vida. Entro y este me observa con la mirada cada vez más débil y perdida. Acomodo todas las cosas a su lado y procedo a ponerme los guantes, pero no sin antes haber bebido un buen trago de vodka. Le ofrezco un poco y él no se niega.

–No tengo anestesia.

–No te preocupes, yo aguanto–me mira y sonríe.

Antes de comenzar a suturar sus heridas, las limpio con agua tibia y luego con solución salina. Primero pongo puntos mariposa en las heridas que están menos abiertas y procedo a suturar las más graves, menos la que tiene el cuchillo.

–Guardián fue el que te atacó anoche. –dice mirando hacia el techo.

–Y aun así lo dejaste a mi cuidado–respondo sin levantar la vista.

–Te atacó porque no te conocía y lo deje porque no lo podía cuidar, además tengo pensado irme en pocos días, más que todo por eso te lo regalé.

–¿Por qué te vas, si se supone que hace poco volviste?

–Porque no puedo estar aquí en Detroit. Un traficante me advirtió hace años que no volviera, por eso fue que te abandone hace dos años. Esa vez, me dijo que la próxima vez que me viera, me mataba y aun así estoy aquí... Por ti no me importaría morir con tal de verte. – habla cada vez más bajo y con los ojos cerrados, temo que se desmaye por el dolor. –Y creo que esta es la última vez que me veras aquí...yo, yo sólo quie-ro estar...contigo.

–Así que él fue el que te hizo esto. Oye no te duermas, por favor. – digo al ver que no vuelve a abrir los ojos. –Y no te preocupes que eso no va a impedir que estemos juntos, si quieres, me voy contigo para donde tú quieras y a donde nadie nos moleste. –bebo otro trago de la botella.

–¿Qué estás dispuesta a hacer por mí... Por nosotros.

–Lo que tú me pidas, tú sabes que estoy enamorada de ti y por amor se hace cualquier locura. –no estoy dispuesta a permitir que se vaya sin mí, no otra vez.–Sabes, desearía estar en el lugar más apartado del mundo contigo en este momento.

–Gracias, no sabes lo feliz que me hace escuchar esas palabras. Haré lo posible por cumplir todos tus deseos. –limpia una lagrima de mi mejilla y me pide que me acerque para darme un rendido beso.

–Te está subiendo fiebre, déjame llamar a un médico o a Dorian, él es enfermero, por favor.

–Llama a Patrick y a tu hermano.

Hago lo que me dice, pero Dorian no contesta, pero le dejo un mensaje y Patrick dijo que en cinco está aquí, ahora lo único que puedo hacer es esperar. Limpio una vez más las heridas ya curadas, después de todo no quedaron tan mal. Él, tiene los ojos cerrados, pero aún respira. Ojalá que no empeore.

–¿Louis, que tienes que ver con esos narcotraficantes? ¿A qué te dedicas, quién eres?

–Mmm yo me dedico al comercio, tengo un concesionario de autos y trabajo directamente con Ford y BMW. Y el problema con estos sujetos nació cuando los denuncie porque estaban traficando con partes de autos, pero la policía no los atrapó a todos.

–Comprendo ¿Cómo te sientes, quieres algo de tomar o de comer?

–Gracias demonia, no quiero nada o si, un beso tuyo.

Sonrió acordándome de todo lo que hicimos anoche y de Matías. Le doy el beso y decido contarle lo de nuestro hijo, pero cuando estoy a punto de comenzar, llaman a la puerta. Abro y es Patrick con guardián.

–Viste, te lo advertimos. Te dijeron que no fueras sólo pero como nunca me escucha. – habla Patrick sin ninguna pisca de preocupación ¿Qué clase de hermano es este?.–Anne, hiciste un buen trabajo con estas.–señala las suturas.–Pero te faltan esta–toca la espalda o cuchillo o lo que sea que tenga Louis ahí enterrado y este suelta un gemido.

–Oye no seas brusco, no ves que le duele. –digo dándole una palma con mi mano sana.

–Pues perdón señora Donovan.

Llaman de nuevo a la puerta y está vez es Dorian el cual se sorprende al ver la escena.

–Ayúdalo Dorian, por favor. –entra y mira más de cerca las heridas.

–No me digas que tú lo curaste.

–Sí, tenía que detener de alguna manera el sangrado y él no quiere ir al hospital ni deja que llame a un médico. Le está subiendo fiebre y aún sigue la hemorragia...

–Tranquila yo haré lo que pueda. Tráeme un bolso pequeño que está en mi closet, es rojo.

Voy a su cuarto y me encuentro con Rachel. Lo único que me faltaba.

–¿Estas bien? –pregunta al ver el afán con el que busco ese bolso.

–Sí, no te preocupes, ¿Qué haces?

–Veo este álbum de fotos que encontré sobre la mesa de noche. –abre los ojos como platos cuando ve mi rostro, pero no pregunta nada.

Me acerco y veo que está observando unas fotos que Dorian me tomó cuando estaba recluida en el psiquiátrico. Yo aparezco llorando con el rostro pegado al cristal de la puerta. Me veo horrible, pero me agrada esa foto.

–Fue cuando estuve en el psiquiátrico y estaba llorando porque ya se acababa la hora de visitas y no quería que se fuera. –argumento antes de que pregunte. –Más tarde viene Dorian. –digo y salgo de la habitación.

Le entrego el bolso a Dorian y este saca unas inyecciones para luego aplicárselas a Louis. Veo que Patrick y guardián se han quedado dormidos en el sofá que se encuentra junto a una de las dos ventanas. Agarro un otomano y me siento al lado de Dorian mientras observo como saca el objeto del costado de Louis, y él solo se limita a mirar el techo.

–Ve a tomar un baño, yo me encargo de él. –Lo dudo un momento, pero al final accedo.

Ya en el cuarto de baño, pongo a llenar la tina con agua tibia, mientras me desvisto veo por una ventanita que ha empezado a llover. Me meto en esta y me pongo a reflexionar sobre lo que le dije a Louis de ir con él a cualquier parte. En ese momento estaba dispuesta a dejar todo por él, pero ahora no estoy muy segura. No creo que pueda dejar a mi mamá y a Dorian. Por otro lado, está la cuestión de que amo a Louis y no quiero dejarlo ir, hace dos años sólo quería que él volviera para luego irnos a vivir juntos y ahora que lo puedo hacer simplemente...no estoy segura de que sea eso lo que quiero. En fin, primero debo de hablar con mi madre y con Dorian para saber que piensan.

Después de casi media hora de estar pensando que hacer, salgo de la tina, me pongo el pijama y salgo del cuarto de baño. Al salir veo que ya Dorian termino su trabajo y que le ha puesto una venda a Louis en todo el abdomen y que Patrick sea ido.

–Listo, creo no hay ningún órgano afectado, pero de igual después hay que llevarlo a un hospital para comprobarlo y dale esto para el dolor cuando se despierte y ya. –me tiende unos analgésicos mientras va hacia la puerta. –Más tarde vengo para ver cómo va con lo de la fiebre y no puede tener sexo a mucho menos de que seas creativa hermanita. –rio al escuchar esto último. Desde la puerta me hace señas para que me acerque para decirme algo al oído. –¿Ya sabes que él es sujeto con el que estuviste la noche del cumpleaños? –asiento con la cabeza–¿Le dirás lo del bebé?

–En su momento, no te preocupes. Y muchas gracias por lo que hiciste.

–De nada. Se me estaba olvidado decirte que invité a unos amigos para ver películas, incluyendo a Nashumba, si tienes tiempo ve a hacernos compañía y a hablar con ella. –dicho esto se aleja cantando.

Me siento sobre la cama al lado de Louis y observo el cuchillo que esta tenía en el cuerpo. El cuchillo, tienes unas pequeñas letras grabadas sobre una de sus superficies, intento agarrarlo sin embargo la voz de Louis me detiene.

–No lo toques, tiene mucho filo.

–Pensé que estabas dormido.

–Lo estaba, pero tú me hacías falta. –Me agarra de la mano y me guía hasta quedar acostada a su lado. –¿Todavía te duele la mano?

–No mucho. –digo sonriente y le doy un beso en la punta de la nariz. –¿A dónde iremos?

–Deja que te sorprenda. Mientras tanto duerme.

~°°~

Intento abrir los ojos, pero me cuesta, los tengo demasiado pesados.

–Patya ang. –escucho que dice Rimini, no lo veo, pero sé que esa es su voz.

–Momgon ako nga naghikag siya–dice esta vez Dorian.

Procuro comprender lo que dicen, pero al parecer es otro idioma. Hago un esfuerzo por hablar y por mover alguna parte de mi cuerpo, mas no puedo hacerlo, siento una opresión atosigante que me mantiene contra el colchón.

–Oo kinahanglan nimo nga buhaton kini, hapit na sila moabut.–dice Patrick.

¿Qué hacen ellos aquí y Louis?

Intento abrir los ojos y esta vez sí lo logro, lo primero que veo es a Louis recostado sobre la cama y a Dorian sentado en un otomano a mi lado y más allá a Patrick y Rimini de pie junto a la puerta.

–Hola Anne. –saluda Rimini. –Nosotros ya nos íbamos. –dice y se acerca para darme un beso en la frente para luego salir con Patrick.

–Makita ka sa ulahi, makita ka sa–dice Patrick con una gran sonrisa en el rostro antes de salir. Y todos ríen fijando su vista en mí.

–Yo también me voy, la fiesta aclama mi presencia. –me da un beso en la frente y me entrega lo que parece ser una hamburguesa envuelta en papel aluminio y sale de la habitación, llevando consigo una bandeja de comida. Lo que me da a entender que vinieron a alimentar a Louis.

Me siento y comienzo a lagrimear.

–¿Por qué lloras princesa? –dice Louis jalándome hasta su cuerpo.

–Es que no me podía despertar, ni mover... Fue horrible, creí... Que estaba en una de esas pesadillas. Y no te sentía ni te escuchaba ¿Qué idioma era ese que hablaban? Yo... Los escuché.

–Tranquila eso suele suceder, tranquila aquí estoy no me voy a ir sin ti, de pronto fue el vodka. –coge la hamburguesa, le quita una parte del aluminio y me la entrega. –Era cebuano, un idioma hablado por una minoría en Filipinas. Come que ya está tarde y no almorzaste.

Miro la hora y marca un cuarto para las ocho. Intento calmarme, pero hay algo que me perturba y me causa ansiedad. Fijo mi atención al suelo y veo que una pata de guardián sobresale de abajo de la cama y aprovecho para darle la hamburguesa.

–¿No tienes hambre? –inquiere Don prepotente serio al ver lo que acabo de hacer.

Siento unas arcadas horribles, que me envían de una al baño. Después de lavar mi boca, vuelvo a la cama.

–¿Estas bien?

–No. Estoy muy nerviosa y no sé por qué. Mira, estoy temblando...tengo mucha ansiedad y me causa náuseas. Discúlpame. –Este al ver el temblor en mis manos, me acuna entre sus brazos.

–Gihigugma ko ikaw, pasayloa ako–dice y me besa.

–Que dijiste. ¿Cuántos idiomas hablas?

–Tranquila, te amo. Muchos, en cuanto pueda te enseño algunos.

–¿De dónde conoces a mi hermano y a Rimini? –pregunto con la intención de distraerme.

–Por medio de Patrick, ellos y Alan siempre iban a mi casa y pues surgió una pequeña amistad, menos con Alan.

–Con Alan no tuve nada, no te niego que me llegó a gustar, pero cuando tu volviste... Todo se esfumó. Oye ¿Por qué golpeaste a Johnny? –pregunto mirándolo a los ojos.

–Porque no te quería dejar salir de su departamento. –responde serio. –¿Quieres bajar a la fiesta? –niego con la cabeza. –Entonces durmamos un rato más. Mañana te voy a sorprender.

No tengo sueño, pero después de pensar en la posible sorpresa de Louis durante varios minutos, me quedo dormida.

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