Capítulo 13
Lo miro y no puedo creer que sea él. Niego una y otras, él no puede ser. No, él no.
Él no puede ser el hombre que causó tantas tristezas en mí. Gracias al él, en el pasado sufrí mucho y hoy, por él soy una persona solitaria con problemas psicológicos y muchas dependencias.
Me quedo estática donde estoy y él solamente me mira con cara de preocupación, ahora sí se viene a preocupar, pero hace dos años y medio nada le importó, simplemente desapareció sin ni siquiera despedirse.
Como dicen por ahí "comió y se fue".
—Anne, no entiendo porque te pones así, sí lo que pasó esa noche fue porque ambos estábamos de acuerdo...nos deseábamos Anne— hace una pausa y se acerca más a mí —Sólo dime qué te hice para poder entenderte y disculparme si hice algo que te ofendió o lastimó.
Las lágrimas comienzan a salir y cubro mí rostro con una de mis manos para que no me vea llorar por él. Él, al ver mí gesto agarra mí mano libre y me guía hasta su cuerpo para luego unirnos en un cálido abrazo. No opongo resistencia, sólo dejo que su calor y aroma invada todo mí ser.
Durante todo este tiempo he intentado sacar todo lo malo de él para olvidarlo, pero ha sido en vano, aunque parezca increíble me enamoré a primera vista hasta el día de hoy.
—Anne por favor no llores, dime ¿te hice daño esa noche? —Niego con la cabeza porque en si esa noche no me hizo daño, de hecho, fue una de las mejores de mi vida, el daño que me hizo, lo hizo al desaparecer sin dejar huella alguna—¿Quieres hablar?
—Sí, hablemos.
Digo entre sollozos y este me dirige hacía la cama. Una vez ahí nos acostamos y poso mi cabeza sobre su pecho y este me envuelve entre sus fuertes brazos.
—Ahora que ya estamos cómodos, cuéntame qué te paso princesa.
Con que princesa
Sonrío al escuchar su gesto y al percibir la vibración de su pecho al hablar.
Respiro hondo para iniciar a contar lo sucedido. ¡Huele tan bien esté hombre!
—Todo comenzó cuando llevábamos pocos días de haber llegado de Alaska. Como allá no salíamos a divertirnos, Dorian y yo decidimos ir a una fiesta clandestina en casa de un amigo de Alan, a celebrar muestro cumpleaños número 16. Al llegar a la fiesta lo único que quería hacer era emborracharme hasta perder la cordura, pero cuando apenas eran las nueve de la noche ya estaba aburrida y algo mareada y decidí irme.
Flashback
Miro a mi alrededor y no puedo encontrar a Dorian. Camino entre la manada de personas y voy repartiendo codazos y empujones por doquier, en este momento lo único que me importa es salir de la pista y encontrar a mi hermano. Cuando por fin logro salir me dirijo hacia la barra donde se encuentra bebiendo junto a su mejor amigo Alan, el guapetón... No saben cuánto me gusta ese chico.
—Voy a salir a tomar aire fresco- le digo a Dorian y me abanico para que vea que de verdad necesito salir de aquí y ahora —Está haciendo mucho calor y quiero un café.
—Pues ve y luego te vas para la casa, llamas al chófer para que venga por ti-. Ya va a comenzar con sus dramas.
—No voy a ir a casa, apenas son las nueve, después de ir por el café pasaré por la tienda de Nashumba y si su tienda está cerrada, me quedaré dando vueltas hasta que termine esto y podamos volver juntos a casa.
Al escuchar mis argumentos Dorian se rasca la cabeza y Alan ríe por lo bajo.
—Anne yo hoy no voy para la casa, quédate hasta la hora que quieras, pero no te metas en problemas ni te desaparezcas, ya tenemos permiso de mamá.
Justo lo que quería escuchar, tengo la noche a mis pies. Prepárate Detroit, aquí voy por ti.
Una vez en la cafetería, pido un capuchino y la última caja de donnas, antes de emprender camino hacia la tienda de Nashumba noto que entra un chico con una sudadera con la capucha puesta más una gorra, el cual pide una donna y al escuchar que yo me he llevado las últimas, sale del establecimiento maldiciendo por lo alto.
Miro la caja de donnas y luego el lugar por donde se ha ido el insolente y salgo tras él con la intención de darle al menos una de las mías, que estoy diciendo, quise decir, venderle una de las mías.
—¡Oye, tú el de las donnas! — grito cuando estoy lo suficientemente cerca de él.
No se detiene así que corro para poder igualar su paso.
—¡Qué quieres! — espeta con fastidio cuando ve que camino a su lado.
-¡Uy, que agresivo! Solo quería ofrecerte una de mis donnas... Y no te las estoy regalando, te la vendo al mismo precio de la tienda. ¿Aceptas?
-No, ya puedes irte.
Sonrío al escuchar su acento británico.
—Oh, yo viví dos años en Londres, déjame decirte que es una ciudad muy bonita, mejor dicho un país muy bonito y ni hablar de los postres y el té... Son una delicia. Lo que no me gustó fue su división política porque nunca entendí eso de los "Shire" parroquias, distritos y condados... Sabes, sin duda lo que me cautivo fue la avenida Soho, simplemente tiene todo lo que a mí me gusta. Mi familia tiene una tienda en esa avenida, se llama Faida Live, pero yo siempre he soñando con comenzar vendiendo mis diseños en Spitafields Marker, ya que muchas personas cuando van a Londres prefieren ir ahí porque hay mucha variedad en un solo lugar, además de ser un poco más económico que la Soho, ya tú lo debes de saber.
—No conozco Londres. ¿Qué te hace pensar, que por ser británico tengo que conocer Londres?
—¿Qué británico no conoce Londres? Por Dios es como ir a México y no tomar tequila, ir a París y no visitar la Torre...
—Yo, yo no conozco Londres. Además, ponte a pensar en que no siempre hay los recursos para hacer un viaje a una ciudad con tanto glamour y por supuesto cara, pero ¿qué va a saber de eso una señorita que seguramente vivió en algún prestigioso barrio de esa ciudad?
—Lo sé, disculpa esa no era mi intención al hacer...
—¡Ya, ¿te puedes callar? ¡Me pones de mal genio! — Simplemente me callo y miro hacia los lados y caigo en la cuenta de que estoy en un lugar que no conozco. Y él cada vez camina más rápido, lo bueno es que todavía nos encontramos en el centro.
Seguimos caminando en silencio y ahora si se comienza a sentir el frío y para acumular más energía, comienzo a comer las donnas y el café. De un momento a otro el desconocido deja atrás las transcurridas calles del centro, para avanzar por unas de poca iluminación.
¿Anne que carajos haces por estas calles con un desconocido?
Buena la hora en que vengo a pensar en eso.
—Creo que hasta aquí te acompaño...- hago un intento por irme de su lado, pero un movimiento al otro lado de la acera me frena—Pensándolo bien te acompaño hasta tu destino— Igualo su paso, pero esta vez me agarro de uno de sus brazos.
Después de caminar más de 15 minutos por calles oscuras, llegamos a las puertas de un lujoso hotel. Quién iba a creer que esto tan bonito quedara por estos lados tan peculiares.
Me fijo en el desconocido y este se deshace de mi agarre, para subirse al ascensor.
—Y no tienes los recursos para ir a Londres, pero si para quedarte en este hotel, que curioso.
—Bye.
¿Bye, quién le dijo a este que me voy a ir?
Me arreglo el Kimono que llevo puesto y con mi caminar más sexy avanzo hacia el ascensor y me acomodo a su lado. Por el rabillo del ojo, observo que se lleva las manos al rostro (que no he visto) en forma de desesperación.
Una vez dentro de su habitación, se quita la sudadera y la gorra, quedando con el dorso desnudo. Miro anonadada sus abdominales y pectorales, más brazos muy marcados, tal cual un luchador Espartaco. Miro su rostro y tiene el ceño fruncido y las mandíbulas apretadas, al parecer si está de mal genio, pero no quita lo divino que son sus rasgos bien definidos, que le dan aires de chico malo malgeniado.
En estos momentos lo único que pide mi mente, es que se quite el pantalón para poder apreciar el paisaje completo.
Al parecer el destino escuchó mis ruegos, ya que en un rápido movimiento se quita la prenda, quedando solo con unos boxers negros apretados —que no dejan mucho a la imaginación— para luego tumbarse en la cama boca abajo, ignorándome por completo.
—¿Oye, y yo qué hago?
—No sé, yo no te invité, así que has lo que quieras.
"Has lo que quieras", sí yo fuera él no me daría tanta libertad.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top