65 - Ramir: Mágico
Ramir
¡Ahora sí estoy preparado!
Entra Exiel al cuarto y ve que tengo alzadas las manos, sosteniendo el papel de mis promesas. Aunque a él lo que le indigna, es que otra vez me quité las extensiones y la ropa de chica.
Hace puchero.
—Cuánta desilusión. —Suspira.
—Si me quieres como soy, cállate —digo con una gran sonrisa, entonces se ríe.
—Tienes razón, mis fetiches pueden esperar. —Camina hasta mí—. Hoy es un día importante.
Bajo las manos.
—Mira, son mis promesas.
—Pero me las tienes que leer tú.
—Bien. —Bajo la vista al papel—. Me juraste, ya no dejarme ir, hacerme feliz y regalarme sonrisas, así que prometo creerte, valorar tus palabras y darte lo mejor de mí. Espero que de todo corazón que esto prospere, y no sería Ramir si no dijera esto: ¡Vivan los novios!
Exiel se ríe.
—Otro meme.
—No te hagas, sabes en lo que gasto mi tiempo libre.
—Ya te lo voy a gastar en otra cosa. —Se aproxima a mi boca, pero lo detengo, retrocediendo mi cara—. ¿Qué?
—Tu turno.
—Yo ya las dije.
—Mis promesas en el hotel son válidas, así que tú tienes que hacer más.
—O sea, ¿vas a robarme la ropa interior?
—Ya lo hice. —Hago una gran sonrisa—. Cumplo mis promesas.
—Parece que yo también, pues ya estás sonriendo.
—Bueno, digamos que ahora sí puedes besarme.
—¿Y dónde están mis calzones? Suponiendo que eran calzones.
—Mira quién habla, arruinaste el romanticismo y, normalmente, eso lo hago yo. —Me río.
—O sea, no me lo vas a decir.
—¿Qué esperabas? Es un robo.
Me besa.
—Y también me robaste el corazón.
Nuestras bocas se juntan de nuevo en un sinfín de sensaciones. Este es el comienzo de algo especial. Un karma que comenzó por un amor no correspondido, que terminó yendo a otra posibilidad impensable. Hoy, en esta habitación, sobre esta cama y, seguramente, habrá más lugares, hoy en el inicio de algo que será mágico, pues se nota que encontré lo que buscaba.
Alguien que me complementa con todo su ser.
El fin.
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