[50] - Exiel y Joselyn: Accidente
Exiel
Miro como los de mantenimiento todavía no han arreglado esa enorme lámpara y tan solo faltan minutos para abrir el club. No solo es un peligro, también la laminación será un desastre. ¿Para qué les pago? ¿Y por qué estoy enojado? Ah, sí, ahí viene la razón de mi enfado y también el que me quita el sueño. Aunque eso último no me molesta, Ramir puede quedarse en mis fantasías todo lo que quiera.
—Miry. —Sonrío cuando se me acerca—. Estoy triste.
—¿Por qué no pudimos concretar tu momento sexual? —se burla.
Bufo.
—Mi orgullo de poder conquistarte está cada vez más muerto.
Se ríe.
—No soy fácil.
—Una semana entera y ni un avance, así que hoy no habrá revoltijo de sábanas.
Se vuelve a reír.
—¿Cómo estás tan seguro? —consulta.
—No caeré. —Hago una gran sonrisa—. No te llevaré a la cama hasta que te tenga por completo enamorado, nuestra apuesta queda anulada.
—Pobre, pero eso no contesta mi pregunta. ¿Cómo puedes saber que estoy o no perdido por ti? Digo, eso lo tendría que decidir yo.
—Si estarías perdido por mí, te quedarías más tiempo, mañana vuelves a la casa de Milton. Además, puedo verlo en tus gestos. Aunque difícil notarlo, sé que todavía me falta recorrido para atraparte en mis redes.
—Pero si te dije que me gustas. —Se ríe por tercera vez—. ¿No es prueba suficiente?
—Yo quiero que me ames —digo serio y doy un paso para agarrar su barbilla—. Ámame.
—Eh, qué difícil.
—Miry...
Veo sus mejillas ruborizadas y me tiento a besarlo. Escucho un ruido, así que alzo la vista para quejarme, pues mis empleados me desconcentraron. Aunque no hay mucho tiempo para reaccionar porque veo que la lámpara se está por caer encima de nosotros.
—¡Cuidado! —Empujo a Ramir y el enorme objeto se cae en mi pierna al intentar esquivarlo—. ¡Agh!
Mi pierna duele como la muerte, pero mi alma se va a ir de mi cuerpo, por lo que veo a continuación. Ramir se ha golpeado la cabeza y ha quedado inconsciente.
—¡Imbéciles, sáquenme esto! —le grito a mis empleados, los cuales corren a ayudarme. Mueven la lámpara como pueden y una vez que me libero, voy hasta Ramir, aun con la pierna rota—. Miry... —Le doy palmaditas en su mejilla—. Miry —lo llamo, pero no hay contestación—. ¡¡Rápido, busquen a un médico!! —expreso en alto.
—Ya viene la ambulancia —me comunica uno de mis empleados, mientras sigo intentando despertar a Ramir.
Joselyn
Descubro lo que ha sucedido con el hermano de Milton, así que decido dejarle un mensaje. Por más que haya resentimientos entre ambos, no soy una desalmada. Busco ropa para llevar al hospital y luego me dirijo allí. Tardo un poco en llegar, así que cuando ya estoy en la clínica, hablo con el médico, el cual me pide ayuda para convencer a mi hermano.
—¿Qué haces? Ve a tu cuarto —expreso, viendo a Exiel, caminando con la muleta—. No será grave, pero no puedes deambular por ahí.
—No hasta que sepa que Miry está bien. —Frunce el ceño.
—Se recuperará, la información llegará, estés parado o acostado. —Apoyo la ropa en una de las sillas—. Ve al cuarto, te avisaré.
Entrecierra los ojos.
—Más te vale, aunque no creo que Milton te diga nada.
—A ti menos.
—Bien. —Gira sus ojos y obedece, lo veo irse.
Miro para todos lados, entonces busco a Milton. Lo encuentro sentado en una de las sillas al extremo del pasillo. Suspiro, tomando mucho aire y me preparo para enfrentarlo, otra vez. Creí que no lo vería en un buen tiempo, pero el destino se ensaña en reunirnos.
—Hola. —Vuelvo a suspirar—. ¿Cómo está Ramir? —consulto y cuando no me responde, agrego—. Le traje ropa.
Alza la vista con la mirada perdida.
—Gracias.
—Todo saldrá bien. —Le sonrío.
—Hay que esperar, es terapia intensiva —aclara, se levanta de su asiento y se dirige a la plaza del hospital, saliendo del edificio.
Miro hacia atrás y luego lo sigo. Se sienta en una de las bancas del jardín, así que lo acompaño y hago lo mismo, voy a su lado.
—Quiero estar solo —pide.
—Yo... no vengo a reclamarte nada. Necesito recordarte que tienes todo mi apoyo y que estará bien.
—Eso ya lo dijiste. —Sus ojos se humedecen—. La vida es tan corta... se puede acabar en un segundo. Si esto hubiera pasado antes, nunca le hubiera podido pedir disculpas, por toda la indiferencia que le hice por años. —Se ríe sin humor—. ¿Te imaginas? Yo nunca me lo hubiera perdonado. Ramir se toma las cosas tan a la ligera. ¿Por qué somos tan tercos? —Gira su vista hacia mí—. Debería ser más como Ramir.
Sonrío.
—Sí, él tiene un gran corazón, tuve la gracia de verlo actuar, así que sé que se recuperará, porque se merece todas las oportunidades del mundo.
Sonríe también.
—Sí. —Apoya su mano sobre la mía—. Tienes razón.
Mis mejillas arden.
—Qué bueno que no me fui.
—Sí —repite y hay una pausa en la que me mira de forma fija e intensa—. ¿Sabes? Lo siento.
Reacciono.
—¿Eh?
—Siento haberme comportado como un cretino y no comportarme ni respetarte, perdóname.
—En serio me estás... ¿pidiendo disculpas? —Me sonrojo.
—Sí. Y si te hubiera pasado a ti, ¿cómo te pediría disculpas? Ya no podría, pero aquí estamos.
—Milton... —Mis ojos se humedecen—. ¿Hablas en serio?
—Mucho. Si tú te sientes así, ¿por qué yo iba a negarlo? No tengo ese derecho. Te prometo que nunca más te trataré de esa manera, acepto todo lo que eres.
—Oh, Milton. —Nos estamos por besar, pero...
—¡Hey, tórtolos, ya vino el doctor! —Oigo a Exiel.
—¡Ah! —chillo y me levanto de la banca—. ¡¡Imbécil, te dije que debías quedarte en el cuarto!!
—Miry podría estar muriéndose y ustedes besuqueándose —se queja.
—¡No estábamos besándonos! —Porque nos interrumpiste.
Milton se levanta de la banca y agarra mi mano.
—Vamos a averiguar. —Pasa por al lado de Exiel, ignorándolo.
Mi hermano nos sigue detrás con una mirada asesina.
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