38 - Ramir: Cuñada
Ramir
Ando en las nubes. Mis mejillas arden mientras mis pensamientos vuelan. No sé qué me pasa. Quizás al fin Exiel logró conquistarme. Es que me pareció muy bonito lo que dijo sobre verme tal cual soy. El respeto hacia los demás es encantador. Todavía debe hacer más méritos, pero es un buen comienzo. Probablemente, debí haber fingido que me enamoraba de él, para que esto no se convierta en tragedia, pero supongo que para eso es demasiado tarde. Además, esas cosas se notan, así que no hubiera tenido sentido. Sin contar que actuar da mucho trabajo y no es mi estilo, yo soy más auténtico.
—¡Espabila! —grito entrando al trabajo de mi hermano, quizás así reacciono y no ando con cara de idiota, imaginando que vuelo.
Visualizo a Joselyn en la recepción, la cual pensé que se asustaría con mi voz chillante, pero está concentrada, mirándose un anillo en su dedo anular.
—¿Qué hice? —expresa, ensimismada, en lo que piensa.
—¡Hola! —Alzo la mano—. ¿Te lo regaló mi hermano? —consulto, acercando mi cara.
—¡Ah! —chilla, asustada y reaccionando, luego se calma aliviada, entonces suspira, poniendo la mano en su pecho—. Uh, Ramir, eres tú, casi me matas de un síncope. —Hace una pausa antes de responder a mi pregunta, sus mejillas se vuelven rojas—. Sí, me propuso matrimonio, acepté, y salió corriendo a buscar un anillo. Ay, está loco, es un intenso, ¿cómo lidias con él?
—Fácil. —Formo una gran sonrisa—. Le doy en donde más le duele, la culpa.
Me río, entonces ella lo hace también.
—Parece que combinas con Exiel.
—Ni idea, Exiel es el triple de malvado.
—Oye, es mi hermano. —Hace puchero.
—Con más razón, cuñada.
Se sonroja y se agarra los cachetes.
—Ay, qué vergüenza.
—Acostúmbrate si te vas a casar. —Me río otra vez—. Perdón, felicidades, me olvidé de decirlo. —Le guiño.
Sonríe, amigable.
—Muchas gracias. —Hace otra pausa, tranquila—. Vistes como tú, me alegra.
—Los fetiches de tu hermano están controlados.
—Qué bueno. Y dime... —Cambia de tema—. ¿Buscas a Milton? Debo avisarte que no está, salió, tenía una reunión con unos socios.
—Oh, qué mal. Quería pedirle unos consejos.
—Ah, ya veo. —Se hace un silencio—. Ya termina mi turno, si quieres podemos charlar tú y yo. No creo que Milton vuelva pronto.
—¡Me parece excelente! —expreso, emocionado—. Me encantaría pasar tiempo con mi cuñada.
Se vuelve a avergonzar, pero luego se ríe. Transcurre un rato, entonces salimos juntos a la cafetería que está aquí a unas cuadras. Tomamos un café y tenemos una charla amena. Aunque no le cuento sobre Exiel, pues es su hermana y preferiría consultar este tipo de cosas con el mío. En cuestión, todo está bonito hasta que unos hombres se aproximan a nuestra mesa.
—Ah, pero acaso no es... —Uno de ellos señala a Josy—. El que se cree chica. —Se señala la cara, tiene una cicatriz en el rostro—. Mira lo que me hizo el desgraciado de tu hermanito.
Joselyn se queda pálida, me observa y permanece callada, el que no se queda quieto, soy yo. Le tiro al malandrín el café medio frío a su ropa para que se espante, pues a la cara sería de desgraciado. Además, solo quiero provocarle un susto.
—Dile a tu amigo que la próxima le tiro el caliente —exclamo, fríamente.
Los hombres se alejan, enfadados, y nosotros tenemos que irnos del local, pues todos nos están mirando. Avanzamos a solas por las calles y Joselyn camina detrás de mí, hasta que se detiene para hablarme, así que hago lo mismo.
—¿Qué pasa? —consulto sin importancia.
—¿No vas a preguntar por qué dijo eso? —indaga, temerosa—. No le cuentes a Milton, prometo que se lo explicaré.
Sonrío.
—Tú eres quien eres, no tengo que preguntar ni contar nada, cuñada.
Se estremece y un rubor crece en sus mejillas, luego sonríe.
—Espero que Exiel valore la gran persona que eres.
—¿Y tú lo haces?
—Lo intento —exclama, tímida—. ¿Y tú?
—También.
Ramir es el ser más bello que existe 🥺💖
Saludos, Vivi.
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