3 - Ramir: Trato
Ramir
Horas antes.
¡Hoy voy a ahogar mis penas!
Durante muchos años he estado obsesionado con un chico, se llama Zem, ya acepté que es hetero, que no me quiere y que mi mundo no gira alrededor de él. Duele tanto abandonar este amor no correspondido, Zem siempre ha sido tan bueno conmigo y...
¡Basta! Olvídalo, tienes que borrarlo de tu mente. No puedo creer que una vez le robé la ropa interior. ¡Dije: basta! La palabra Zem está prohibida.
Lo que pasa que este sake está potente y he perdido el control de mis sentidos. Hoy al fin descubrí como entrar al club con el que me obsesioné desde hace días, así que estuve haciendo la previa antes de entrar, por eso, estoy un poco borracho antes de hacer mi mejor entrada.
¡Me disfracé de mujer! Con lo primero que encontré, obvio. Bueno, es que el cartel de hoy dice "las chicas entran gratis", así que se me ocurrió esta gran idea. Hay que aprovechar cada oportunidad que tengas.
Le sonrío al guardia, me mira raro, pero me deja pasar.
¡Bien, Ramir 1, mundo 0!
Wow, es justo como lo imaginé. Muchas luces, alcohol, música fuerte y un montón de gente festejando, hasta algunos se tiran espuma. Oh, hay sala de fetiches, ¡¿qué es eso?! No puedo entrar, tengo que tener pareja para ir allí. Como sea, qué gran escenario, ni me imagino lo que pueden hacer ahí.
Me tomo todo lo que encuentro y me robo una guitarra. ¡Sí, una guitarra! Esas con cuerdas y sonidos fuertes. Creo que ahuyente a gran parte del público. Ay, el amor, ay, la tristeza, ay, la locura.
―¡Brindo por la palabra prohibida! ―Alzo la botella y me la bebo, es la última, pues luego de todo el desorden que hice, me da sueño, terminando por dormirme en el suelo―. Miam, miam, qué locura.
Espero no roncar.
~~~
La luz de la mañana me da fuerte en los ojos, así que despierto con dolor en mi visión, sin contar la jaqueca de mi resaca. Me inclino en una cama que desconozco, hay una mujer ordenando maquillaje y prendas a un costado de mí.
―¿Dónde estoy? ―Miro para todas partes, viendo el cuarto blanco, bonito y de lujo―. ¿Estoy muerto? ―Me alarmo―. ¡¿Morí de un coma etílico?!
Oigo una risa, entonces muevo mi cara hacia la puerta. Veo a un chico alto de cabello negro, tiene unas gafas naranjas sobre su cabeza. No creo que las utilice por el sol, solo por moda.
―Me alegra que seas tan divertido ―aclara el hombre.
―¿Quiénes son ustedes y qué está pasando? ―Me observo―. Esta no es la ropa que llevaba puesta.
―La que tenías la vomitaste toda, no podía dejarte así. ―Se acerca hasta mí y besa mi mano―. Soy Exiel ―se presenta, lo miro, extrañado, luego me suelta y señala a la mujer―. Ella es Tercia, es la reina del maquillaje, su arte es tan realista que asusta, hasta podría disfrazarse del presidente y nadie la descubriría. ―Se ríe.
Enarco una ceja.
―¿Y eso que tiene que ver conmigo?
―Muéstrale ―ordena, parece que es su jefe.
La mujer se acerca y trae un espejo hasta mí.
―¡Oh, por dios, es mi disfraz, pero el triple de mejorado! ―chillo.
―Con un buen vestido, se verá todavía mejor ―expresa la maquillista que al parecer también es vestuarista―. Aunque debo decir que el camisón también le queda bonito, solo le faltan algunas cositas para verse más real.
―Bueno, no iba a tocarlo de esa manera mientras dormía ―se defiende Exiel, recordando que él me cambió el vestido―. No soy tan aprovechado.
Frunzo el ceño.
―¿A qué viene todo esto? ―consulto, ya cansado.
―Te quiero ofrecer un trato, no sé si recuerdas, pero rompiste la mitad de mi club con tus travesuras.
¡A la mierda es el dueño, estoy perdido!
Y sí, sí que recuerdo el desastre que hice. Para mi mala suerte es un total sí. Milton tiene razón, necesito dejar de meterme en líos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top