Mi milagro.

24 de diciembre de 2018.

SUSSIE.

Charlie era un irresponsable y lo peor, me había enviado a mí a comprar el regalo de Miriam. Espera, ¡estúpida Sussie! ¡Llámalos por sus nombres de la tienda! Santa Claus había olvidado el regalo de la señora Claus por lo que me había mandado a la tienda más cercana solo por una estúpida bola de nieve.

¡Odiaba llamar a Charlie Santa Claus! Amaba a Charlie pero cuando se ponía la barba y el traje rojo podía ser muy viejo cascarrabias. Ya tenía la bola de nieve en mis manos, la señora Claus adoraba coleccionarlas por lo que su esposo siempre le compraba una para las navidades. Solo esperaba no haber metido la pata con la elección.

Cuando vi en un reloj de una tienda que ya era tarde decidí tomar un atajo por el High Park. Patiné y patiné, con fuerza y rapidez. Tenía tanto frío, solo quería llegar pronto y seguir con mi trabajo. Por un momento pensé que iba llegar a tiempo, hasta que no vi al tipo que estaba parado en medio del parque y choqué con él con fuerza dejando caer la bola de nieve en el suelo.

—¡Lo siento! ¡Oh Dios, lo siento mucho!—Exclamé con vergüenza. Sus ojos castaños chocaron con los míos y por un momento la calidez me envolvió a pesar de estar en la intemperie a unos grados bajo cero.

Con su ayuda logré levantarme, le extendí mi mano pero la ignoró por completo. Miró hacia mis medias que estaba arruinadas, pero solo pude desviar mis ojos hacia la bola de nieve.

Estaba muerta

—¿Te encuentras bien?—preguntó asustado pero yo solo veía los cristales esparcidos en el suelo.

¡Arruinada! ¡Dañada! ¡Destrozada! ¡Así estaba la bola de nieve de Santa para la señora Claus!

—¡Santa me va a matar!—exclamé horrorizada ahora viéndolo a los ojos. Señalé la bola de nieve—. Me dio dinero para que comprara un bonito regalo para la señora Claus y ahora lo arruiné, ¿ves? ¡No tengo dinero para otra de esas!

Y ahora el chico guapo me veía como una lunática. ¡Dios mío!

—Uhm, creo que es hora de que regrese a casa.

¡No, no, no! Lo necesitaba. Me arrodillé frente a él mientras tomaba su brazo desesperadamente. Tal vez lo estaba asustando pero realmente necesitaba de su ayuda.

—¡Ayúdame! Si no llego antes de media noche al polo Norte con la bola de nieve para la señora Claus, Santa me va a matar.

—¿Por qué justamente me tocó un loca esta noche, Dios?—se quejó mirando hacia el cielo.

—No soy una loca—me defendí algo indignada.

—¡Estas vestida como un maldito elfo y juras que Santa Claus te va a matar! ¡¿Cómo no puedes estar loca?!

De acuerdo, tal vez sonaba como una loca. Reí un poco por tal situación.

—Escucha, sé que suena loco, pero necesito tu ayuda ehh...

—Jhetro.

—Jhetro—pronuncié lentamente, tenía un lindo nombre—. Necesito tu ayuda, Jhetro. ¿Podrías ser mi milagro de Navidad? Porfis, ayúdame.

Se lo pensó por un largo momento, pero al parecer se apiadó de mí y asintió lentamente.

—Está bien, elfo, te ayudaré—Solté un grito de emoción y sin poder evitarlo lo abracé con fuerza.

Al ver como lo estaba incomodando, me alejé de él y observé como miraba su reloj.

—¿Dijiste que tenías que llegar antes de medianoche, no?

—Ujum, a Santa le gusta que sea puntual, muchas veces no lo soy. En realidad soy un desastre con la puntualidad. Siempre llego tarde al polo norte. Una vez Santa casi me despide, pero ya sabes, mis encantos de elfo estuvieron a mi favor e hice que se arrepintiera.

Me sonrojé un poco al ver cómo me miraba. A veces podía ser un poco parlanchina, más aún cuando me sentía nerviosa.

—Son cinco para las doce.

Ahora estaba más nerviosa aún. Era un desastre. ¡Todo era un jodido desastre!

—¡Por Dios, Santa me va a matar!

—Oye está bien, tranquila. ¿No tendrás el número del Polo Norte por casualidad?—Lo miré atentamente y pensé en su idea. Era genial—. ¿Si tienes el número?

—¡Eres un genio Jethro! Pero dejé mi teléfono en el polo norte—mordí mi labio inferior y le sonreí muy tímida—. ¿Podrías prestarme tu teléfono?

Soltando un suspiro me lo extendió. Hablé con Charlie, le dije que estaba en aprietos y sin querer había dejado caer la bola de navidad, exigió que consiguiera otra, no importaba a qué hora la tuviera, solo debía comprarla en este instante, porque si no el viejo sería un Santa Claus divorciado.

Jethro trataba de ser amable conmigo a pesar de haber chocado con él. Me hacía preguntas, yo le respondía y mientras tanto observaba todo a mí alrededor.

Amaba la navidad.

Eran mis fiestas favoritas después de mi cumpleaños. Los adornos, la música, la familia, la comida y el amor, todo junto en una festividad. ¡Era genial!

Jethro seguía haciéndome preguntas, estaba un poco molesto con la idea de que Charlie, alias Santa, nos hiciera llevar patines. A mí me gustaba, nos hacía ser más eficientes.

—Pues Santa es un imbécil. Ahora por tu culpa estás herida.

—¡Hey, Santa no es un imbécil! Cuida tu bocota porque si no tendrás que entrar en la lista de los niños malos—sonreí burlonamente defendiendo a mi tío abuelo.

Charlie a veces podía ser un viejo cascarrabias, pero lo quería, era como el abuelo que nunca tuve. Bueno, obviamente tenía un abuelo solo que él realmente no quería saber nada de nosotros.

Solo bastaron quince minutos para llegar a una tienda. Conocía a Tito por Charlie, cuando le dije lo que había sucedido accedió a darme tiempo para escoger mi bola de nieve aun cuando él ya estaba cerrando.

Jethro entró conmigo a la tienda, nos dirigí hasta el pasillo de bolas de nieve. Sin duda alguna era uno de mis lugares favoritos. Cada lado estaba lleno de cientos y cientos de bolas de nieve. Era genial, cuando volteé a ver Jethro para pedirle su opinión me di cuenta de que este estaba huyendo. No entendía nada, lo llamé y no me prestaba atención, hasta que se detuvo cuando dije las palabras mágicas.

—¡Por favor, Jhetro!

Se dio la vuelta con mala cara, miró con recelo cada uno de los cristales, como si de cucarachas se tratara.

—¿Le tienes fobia a las bolas de nieve?

—En realidad no me gusta la navidad—dijo aún con la mirada fija en las bolas de nieve.

Había quedado impactada, no lo podía creer. Nunca pensé que alguien no pudiera gustarle la navidad. ¡Vamos! Era la mejor festividad de todo el año.

—Eso es horrible—me coloqué frente a mí y nos miramos fijamente por unos segundos—. No soy quien para juzgar, Jhetro, tampoco sé que sucedió para que no te guste la Navidad, pero tal vez lo que nos sucedió significa una cosa.

—¿Y qué crees que signifique?

—Que el destino me puso en tu camino para que construyeras un nuevo recuerdo—tomé su mano y lo arrastré detrás de mí en el pasillo de aquella tienda—. Entiendo que las bolas de nieve tienen un significado para ti... ¿Por qué no elijes la que debo llevarle a Santa?

Sonrió

Él sonrió.

Tenía una sonrisa tan bonita.

Sin soltar nuestras manos, miró con atención cada columna de bolas de nieve. En algunos momentos se tensaba pero supo manejarlo. De repente fijó su mirada en una de las bolas de nieve, la señaló

—Esta es la indicada—dijo tomándola en sus manos.

Jethro era sin duda alguna un enigma que quería descifrar, además, todos sabían que amaba ayudar a las personas que más lo necesitaban. Sin que él se diera cuenta, mientras pagábamos, hice una nota improvisada para que mañana pasara por la tienda. Debía pensar muy bien cuál sería mi plan para ayudar a Jethro.

De camino a la tienda de galletas, intercambié algunos otros temas con Jethro, evitando por completo lo que había sucedido minutos atrás. Estaba sorprendido cuando se dio cuenta de que el Polo norte era la tienda de Charlie, casi quise reírme por su cara.

—Es hora de ir con Santa—señalé hacia la tienda mirándolo divertida.

—No entiendo.

—Charlie, el dueño, se viste cada año de Santa Claus para recibir a los niños—expliqué observándolo fijamente—. Nos exige a todos que lo llamemos Santa y que nos metamos bien en el papel, ya sabes. Soy uno de sus elfos. Estaba tan atareado que olvidó el obsequio que le da a su esposa todos los años.

—¿La bola de nieve?

—Podría jurar que la señora Claus tiene un armario en donde guarda todas ellas. Es increíble.

—Oh, ya entiendo.

—Es hora de irme, gracias por todo, Jhetro.

Antes de entrar a la tienda, volteé a verlo por última vez, él seguía ahí observándome atentamente. Solo esperaba que leyera mi nota y poder volverlo a ver.

Porque como me llamaba Sussie Ralston, ayudaría a Jethro a que vuelva amar la navidad.

Yo obviamente debía escribir sobre esto :) El POV de Sussie era muy importante, veo que realmente les gusto el personaje.

Mi ultima preguntaen este libro es: Del 1 al 10,  ¿Qué tanto te gusto la historia?

Dedicado a todos aquellos que me estuvieron apoyando desde el principio <3

Los quiero un mundote.

Feliz Navidad.

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