Capítulo 7.
28 de diciembre del 2018.
Debía admitir que John Ralston era un chef estupendo, o sous chef, según él su chef tenía que morir para poder tomar su lugar, era su admiración y no podría haber estado más feliz de poder ser su mano derecha. El chico tenía futuro, alguien tan joven teniendo tal cargo en un lugar que era medianamente reconocido por sus comidas era algo grande. El hermano de Sussie era un genio con la comida, mi corazón se pudo descongelar luego de que di el primer bocado de su pavo relleno.
—Y si vieras todo el banquete que hago para la navidad en casa de mis padres—había dicho.
Tenía tiempo que no disfrutaba tanto de una cena navideña. Aunque estábamos ya casi fuera de las fiestas de igual manera había tomado un banquete muy a las cenas navideñas canadienses.
Sussie podría haber conseguido algo, definitivamente la comida era una de las cosas para amar de la navidad.
Hoy estaba citado nuevamente en la tienda de galletas. Ambos acordamos que lo mejor sería esperar a que ella pudiera terminar su turno a yo estarme congelando en algún lugar remoto de la ciudad mientras esperaba que Sussie saliera del trabajo.
Tenía tan solo cinco días conociendo al elfo y tenía tiempo sin sentirme tan... Feliz. Me sentía libre, sin preocupaciones y con un poco de espíritu navideño. Sussie no había logrado eso con sus tres absurdas razones para amar a la navidad, lo había logrado con su forma de ser, tan leal, divertida y honesta, ella era una chica maravillosa.
Un sentimiento de culpa se posó en la boca de mi estómago, sentía que de alguna manera le estaba siendo infiel a Luna, cosa que era ridícula considerando que hace muchos años ella ya no estaba en este mundo, pero sentía que estaba manchando su nombre. Aunque sabía que si Luna estuviera aquí lo más seguro es que me hubiese dado una cachetada para decirme que era el hombre más estúpido del planeta. Luna era así, siempre tan pendiente de la felicidad de los demás aun cuando estaba en sus peores días.
—¡Grinch!
—Tenemos que hablar de ese apodo.
—Lo digo de cariño, según tú soy un elfo cuando ya no llevo mis orejas puntiagudas ni mis medias ralladas—arqueó una de sus cejas perfectamente depiladas—. Soy el elfo y tú eres el Grinch.
—Cualquiera pensaría que estamos locos.
—¿Y a quién le interesa lo que opinen los demás?
Se encogió de hombros, se puso su ridículo abrigo con la cabeza de Santa a sus espaldas y salió del local sin si quiera esperarme.
—Hay que darnos prisa, hoy cerraran más tarde.
—¿Qué cosa?
—Ya lo verás, Grinch.
Como ya se me hacía común, Sussie saltaba cada vez que veía algo que le gustaba, ya fuera los zapatos de la dama que caminaba frente a nosotros o el cielo nublado que decía que era maravilloso. Era deprimente, seguro nevaría en unas horas y nosotros caminábamos en la intemperie a quien sabe dónde.
Tuve mi respuesta poco después cuando nos deteníamos frente a la tienda de navidad en la que paramos noches atrás.
—Mi razón número cuatro son los adornos. Adoro adornar la casa, el árbol, también adornarme—Se da la vuelta mostrándome de nuevo el feo rostro de Santa Claus a su espalda—. Los adornos le dan alma a las fiestas no solo en navidad, también en San Valentín, Halloween, incluso en tu cumpleaños.
—¿Estamos aquí por los adornos?
—Estamos aquí porque vas a adornar tu árbol de navidad.
—¿Disculpa?
Sussie tomó mi mano y me arrastró dentro de la tienda desolada, al parecer estaban por cerrar por lo que agradecí mentalmente que pronto saldríamos de aquel lugar. Pero la chica saludó al hombre de la otra noche como si fueran los mejores amigos del mundo, el señor le dijo unas palabras y luego dejó en la delicada palma de la chica un juego de llaves. El señor se despidió y salió de la tienda.
—¿Qué acaba de pasar?
—¡Tengo las llaves de la tienda!—exclamó ella feliz moviendo las dichosas llaves en su mano. Al ver mi confusión me explicó—. Vine a ver a Tito está mañana, da la casualidad que Charlie lo conoce y pues pidió el favor por mí. Aunque estuvo reacio al principio cuando le expliqué los motivos aceptó a cambio de galletas gratis por tres meses que tendré que pagar de mi bolsillo.
—¿Él solo... Te dió las llaves de su local para una de tus locas ideas a cambio de galletas?
—Este elfo es bastante convincente.
Así que John si tenía razón.
—Ahora, este será tu árbol de navidad—señaló un pino artificial de casi su tamaño, estaba completamente desnudo, ya sabía cuál era mi misión, tenía que decorarlo—. Tendrás una hora para colocar todo lo que desees en él.
—¿Solo una hora?
—Lo siento, Tito solo me cedió su lugar por una hora.
Haría un milagro. La chica sacó su teléfono y lo conectó a unas bocinas en el mostrador, poco después, el sonido de los villancicos se escuchó en todo el lugar, podría jurar que el volumen estaba al máximo.
—¡Te ayudaré!—gritó a mi lado—. ¡¿Estás listo?!
—¡Lo estoy!—le grité de vuelta por encima de la música.
—¡Entonces hagámoslo!
Sussie corrió, yo corrí, todo fue tan rápido pero la verdad es que me divertí.
Cuando teníamos nuestro vomitivo árbol de navidad adornado en todo su esplendor frente a nosotros recordé lo divertido que era esto, siendo sincero lo extrañaba.
Pero sabía que no habría sido así de divertido si Sussie no hubiese estado aquí, conmigo.
¡Mis vectores volvieron! Los extrañé jajajaja ¿Y que tal las nuevos vectores de inicio? ¿No están lindos?
¿A quién más les gusta adornar la casa de navidad? A mi me encanta, aunque como les había comentado todo tiene que quedar perfecto. Mi mamá es algo... perfeccionista xD
Ahora, Mencionen 3 razones para amar la navidad, los leo :)
Este capítulo esta dedicado a Nico, espero que te guste :)
Nos leemos mañana.
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