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— Y ese es el problema señor Lucilfer... — Dijo la maestra de la pequeña milagro, el azabache se daba cuenta de las miradas con deseo carnal que le daba la muchacha.
— Entonces... ¿Mi hija dice groserías? — La muchacha asintio. — Es extraño, ya que yo tengo un vocabulario muy pulido... No suelo decir groserías. Y menos frente a ella, ¿No cree que las aprendió de uno de sus compañeros?— La maestra negó.
— No, yo vigilo a todos y jamas los he escuchado decir malas palabras, hasta que llego su hija. Dice tantas barbaridades que creó que el problema viene de casa, ¿Pelea con su esposa? — Miro las manos de Chrollo, no tenia ni un solo rastro de anillo.
— Oh no... No estoy casado... Su madre la dejo en la puerta y se largo a con oteo hombre. — Mentía, obvio no le diría lo que realmente paso. — Si ya no hay nada que decir, procederé a irme, tengo trabajo por hacer.
— No esperé, ¿No quiere ir a tomar un café para charlar mas tiempo?
Chrollo miro a su hija de reojo, estaba roja de la ira y le pareció adorable.
— Oh no. Soy Gay. Si es que sus intenciones eran otras.
— Pero dijo que tuvo una hija con una mujer. — La maestra quedo anonada.
— Si, pero fue hace 5 largos años, aun tenia tiempo de cambiar. — Camino hacia milagro y la cargo para después salir de la escuela — Las cosas que hago por amor...
— Bien hecho Papí, ¿Pero que es hay?
— Eres muy pequeña para eso... Lo descubrirás a su tiempo. ¿Quieres ir por un helado o a practicar mas tu lectura?
— ¿Se puede ambas?
— ¿Dejan meter comida a la biblioteca? — Le preguntó a la rubia.
— No...
— Ahora se podrá. — Beso su nariz con dulzura. — Deja a papá hacer su magia.
— ¡Por eso te amo!
— Yo se que me amas. Yo también te quiero mucho Milagro.
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