Capítulo 59

Apenas está amaneciendo y yo ya estoy lista para irme a la compañía de baile. Observo a Sebastian desde el sillón; él sigue durmiendo plácidamente y quisiera despedirme de él, pero no quiero despertarlo.

No dormí casi nada anoche y cansada de atormentarme con pensamientos que no me llevan a nada, decido levantarme de la cama y prepararme para irme temprano, y como dijo Sebastian, intentar aprender la rutina para la audición.

Por fin Sebastian despierta y lo primero que hace es buscarme a su lado, pero al no encontrarme se incorpora rápidamente.

—¿Mila?

—Aquí estoy —le digo desde el sillón.

—¿Qué haces ahí? ¿Por qué no estas en la cama? Todavía es temprano —dice mirando su reloj.

—Quiero irme temprano a la compañía, necesito comenzar a practicar —le explico— solo esperaba a que despertaras para despedirme —digo mientras me acerco a la cama, me acuesto junto a él y me acurruco en su pecho.

—¿Por qué quieres irte tan temprano? Seguro que todavía ni abren la escuela —menciona y sé que tiene razón—. No pudiste dormir, te sentí moverte toda la noche.

—Por eso me levanté, para dejarte dormir a ti.

—Mila... —Suspira antes de continuar—. Necesitas salir de dudas, no puedes dejar las cosa así o no podrás seguir adelante. Yo creo que vivir con incertidumbre, es mucho peor que la verdad.

—Lo sé —admito—, pero no sé que hacer. No sé por donde empezar, a quien preguntar y pienso que en realidad, saberlo o no, no hace ninguna diferencia. Igual mi padre no lo es para mí desde hace mucho tiempo y tal vez esto lo explique.

—Bueno, ahí tienes una razón. Pero lo más importante es que tú estés tranquila, porque tal vez puedas fingir que esto no te afecta, pero tú y yo sabemos que no es así —me dice con voz serena, contagiándome su seguridad.

—Tienes razón, tengo que hacer algo. Pero no quiero pensar más en eso, no ahora. No quiero que esto detenga mi vida; no quiero que nada más lo haga —digo abrazándome a él.

—Bien dicho princesa —dice buscando mi rostro para besarme—. Yo sé una forma fantástica para hacerte olvidar los problemas.

—¿Ah si? ¿Cuál?

—Ven acá —Me rodea por la cintura y me atrae hacia él.

Comienza besando mi frente, luego mis ojos, pasando después por mi nariz y acariciando mis mejillas con sus labios, terminando en los míos, mientras sus dedos traviesos, se aventuran a tocar mi piel por debajo de mi camiseta, causándome deliciosas cosquillas y emociones inesperadas; e inevitablemente haciéndome olvidar todo.

—¡Mmmm! —gimo—. Me gusta tu técnica —susurro con los ojos cerrados, dejándome llevar por el torbellino de sensaciones, que los besos y las caricias de Sebastian, me provocan. Instantáneamente todos mis poros se contraen, enchinándome por completo la piel.

—Te amo, Mila —me susurra, cuando sus besos van hacia mi oreja, acariciándola suavemente con sus labios, excitando cada molécula de mi cuerpo.

—Yo también te amo, Sebastian —respondo mientras mis manos también necesitan tocarlo y buscan bajo su camiseta. Su piel, esta tibia y sus bellos también se erizan con mi toque. Lo que me hace feliz; el saber que yo también provoco en él, todo lo que él provoca en mí.

Sus besos continúan por mi cuello, sus labios siguen acariciando mi piel suavemente. Sus dedos bajan los tirantes de mi leotardo, junto con los de mi sostén deportivo y sus labios van a mi hombro derecho.

—Amo tus pecas, me parecen tan adorables —dice rozando suavemente con sus labios la piel de mi hombro. Yo sigo con los ojos cerrados, disfrutando de cada uno de sus toques, mientras sonrío extasiada.

De pronto su celular comienza a vibrar insistentemente, los dos intentamos ignóralo y seguimos con ardientes besos y traviesas caricias, pero el celular vibra una y otra vez.

—Lo siento —se disculpa incorporándose para responder su celular—. Es Edward —dice mostrándome la pantalla de su iPhone—, que espere. ¿En que estábamos? —manifiesta dejando el celular en su buró y regresando a mi lado.

—Estabas besándome aquí y aquí, y luego aquí... —digo tocando mi frente, después mis ojos y mis mejillas—. Y no recuerdo donde más, creo que tendrás que recordármelo —lo reto con una sonrisa divertida.

—Encantado. Bien, empecemos de nuevo —dice besando de nuevo mi frente.

De nuevo el celular suena insistente, los dos intentamos concentrarnos en lo que estábamos, pero quien sea que llame, no tiene intenciones de dejar de hacerlo.

—Diablos Edward —expresa exasperado—. Voy a matarlo —dice mientras vuelve a levantarse a contestar el celular y me hace la seña de que lo espere un minuto. Y asiento divertida.

—¿Qué pasó Edward? —De pronto hace un gesto de desagrado—. ¿Qué quieres Allison? ¿Por qué hablas del celular de Edward? —Sin poder evitarlo volteo los ojos y me levanto de la cama. Si lo que intentaba Allison es arruinarnos el momento, lo consiguió—. No, no, espera, no te vayas —me pide cubriendo la bocina del celular.

Yo niego con fastidio tomo mi bolso y bajo las escaleras, esta situación se esta volviendo insoportable.

—Allison. ¿Para eso me marcaste? Luego hablamos, estoy ocupado. Adiós —cuelga y viene detrás de mí—. Mila espera. No te vayas así —me ruega mientras baja las escaleras.

—Todavía no me voy —lo tranquilizo—. Prepararé el desayuno. ¿Te gustaría un omelet con vegetales? —le pregunto abriendo la puerta del refrigerador. Él me mira desconcertado, seguramente pensó que le haría una escena de celos, y realmente nunca pasó por mi cabeza hacerlo, pero me molesta que esa arpia aparezca en todos lados y a todas horas; le dije a Sebastian que confiaría en él y quiero hacerlo.

—Ok, lo que tú quieras está bien —responde todavía con duda en la mirada.

Voy a la estufa la enciendo y mientras corto algunos vegetales Sebastian me sorprende besando mi nuca. Un toque suave y tan sensual a la vez, que siento como una corriente eléctrica recorre mi cuerpo, haciéndome estremecer.

—Lo siento mi amor, prometo que resolveré este asunto —expresa apenado.

—Confío en que lo harás —digo volteándome a verlo con una sonrisa en los labios. Me alegra saber que sin discutir, podamos entendernos—. Ahora ve a bañarte para que bajes a desayunar.

—¿Todo bien? —pregunta con precaución, estudiando mi reacción.

—¿Por qué no lo estaría?

—Pues porque estábamos en la habitación, la llamada... y luego te vas sin decir nada.

—Estabas en el teléfono, además no me fui, solo baje —expongo con mirada inocente.

—Ok —acepta—. ¿No prefieres que te ayude? —Niego—. Voy a ducharme y bajo enseguida.

—Perfecto, aquí te espero —digo colgándome de su cuello con una sonrisa traviesa y besándolo en los labios. Él me mira sorprendido. Creo que no se esperaba mis muestras de cariño. Sebastian me abraza y besa mis labios.

—Sabes que nada más estoy esperando una señal tuya, Mila —confiesa entre besos.

—¿Una señal? —le pregunto fingiéndome ajena.

—Sí, una señal. Solo dame una señal, Mila y te llevaré al cielo —promete con precaución. Sé que teme que lo rechace.

—¡Mmm! Eso suena tentador —menciono divertida. Él me mira mortificado—. Pronto Sebastian, mucho más pronto de lo que imaginas —digo con voz sugerente. Él sonríe alucinado—. Pero por ahora, iras a bañarte que ya es tarde —digo girándolo y empujándolo fuera de la cocina.

—No tardo —dice corriendo escaleras arriba—. ¡Yes, Yes, Yes! ¡Gracias Dios! —grita con jubilo, haciéndome sonrojar y reír a carcajadas.

********

Entramos juntos hasta el salón de baile; Sebastian insiste en acompañarme hasta dentro.

—Que tengas un gran día, Pequeña y recuerda que tú eres capaz de conseguir todo lo que te propongas —dice, pasando un mechón de cabello por detrás mi oreja y mirándome con amor— Ya verás que ese papel es tuyo —asegura con entusiasmo, haciéndome sentir plena por tener todo su fe y su amor.

—Realmente es difícil que sea así, pero te agradezco mucho tu apoyo, es es lo más importante para mí.

—Ese siempre lo tendrás Mila —promete y yo sonrío en respuesta.

—¿Nos vemos en el almuerzo? —pregunta con esperanza, yo asiento emocionada—. Bien, vengo por ti —agrega rodeando mi cintura y acercándome a él para besarme en los labios.

—Adiós Amor. Que tú también tengas un gran día —digo respondiendo a sus besos.

—Me extrañas —me pide guiñándome un ojo.

—Por supuesto —le aseguro.

Estamos en medio de un beso, de esos que dan calor como dice Jason y es precisamente él quien nos interrumpe.

—Creo que deberían buscarse una habitación —se burla mi mejor amigo. Yo me sonrojo y Sebastian sonríe divertido.

—Hola Jason —saludamos los dos.

—Hola Sebastian. Pequeña —dice besando mi mejilla—. ¿Ya estas lista para empezar?

—Más que lista —respondo con seguridad.

—Perfecto. Te espero adentro —dice mi amigo mientras se despide de Sebastian con un apretón de manos.

—Adiós Pequeña. Espero noticias —dice Sebastian antes de besar de nuevo mis labios.

—Adiós —me despido sintiéndome feliz.

Sebastian se va y yo entro al aula directo a calentar.

Pequeña, luces fabulosa —dice Jason que calienta junto a mí.

—Me siento fabulosa —manifiesto con certeza.

—No cabe duda que la felicidad se refleja —se mofa Jason.

—Así es, estoy feliz —expreso con una gran sonrisa.

—Acaso tú Sebastian ya...? —Niego antes de que termine la frase.

—Pero creo que ya estoy lista —le cuento a mi amigo un tanto ruborizada.

—¿Para qué estás lista? —pregunta Sara que llega junto con Olivia. Yo me sonrojo al instante.

—Mila, me contaba que cree estar lista para dar el gran paso —les cuenta Jason. Sara y Olivia buscan mi mirada con sonrisas divertidas. Yo evado sus miradas mientras estiro en el suelo.

—Tienes que saber todo con respecto al sexo, pero no te preocupes que nosotros te instruiremos —inquiere Sara con suficiencia.

—¿De qué hablas? —le pregunto intrigada.

—Pues a como protegerte de un embarazo o de una enfermedad, además tenemos que ayudarte a encontrar ropa más adecuada —ahora es Olivia quien responde.

—¿Qué tiene de malo mi ropa?

—¿En serio Mila? Tienes pura ropa interior deportiva e infantil, que es horrenda y nada sexy —me recuerda Sara. Yo la miro mortificada.

—Pero no te preocupes, yo te ayudaré en ese tema —me tranquiliza Olivia.

Megan entra al aula y se sorprende al verme ahí; nos debatimos en un duelo de miradas; me dedica una mirada de burla, después ella entra y va directo a la barra.

Mis amigos y yo, solo nos miramos entre nosotros y después me pongo de pie y también voy a la barra.

Poco después Megan comienza a ensayar su rutina y la repite una y otra vez con gran orgullo. Yo practico mis posiciones, mientras por el espejo estudio sus movimientos y trato de memorizarlos en mi cabeza.

Luego de repetir la rutina unas cinco veces, llega Jonathan y le corrige varios pasos y posturas; yo escucho atenta todo.

—¡Mila! —grita Jonathan cuando se percata de mi presencia—. Pero que bien te ves, ni siquiera te reconocí —dice mientras viene a abrazarme.

—¡Gracias! —digo con timidez.

—Que bueno que estés de vuelta, pero ojala que hubieras regresado unos días antes para enseñarte la rutina y hoy pudieras audicionar.

—Sinceramente pienso hacerlo —confieso en voz baja. Jonathan me mira confundido—. Creo que ya aprendí la coreografía —le explico. Él asiente pensativo.

—Ven, acompáñame —me pide mirando de reojo a Megan y yo lo sigo fuera del salón—. ¿Estás segura Mila? —me pregunta preocupado.

—En realidad no, pero esperaba tener al menos una oportunidad —Jonathan vuelve a asentir, pero ahora lo hace más convencido, me hace una seña para que lo siga y camina hacia el aula de a lado; entramos y cierra la puerta.

Una hora después estamos en el aula y Peter convoca uno a uno a los bailarines para que audicionen. Son tres las chicas que aspiran al papel principal entre ellas Megan quien se siente bastante segura de que el papel ya es todo suyo. Las tres chicas, hacen su mejor esfuerzo y en realidad lo hacen magnífico.

—Bien terminamos con la audición del protagónico femenino, ahora continuaremos... —anuncia Peter, el director de la compañía

—Profesor... —lo interrumpo. Él me mira intrigado—. Me gustaría audicionar —expongo con timidez. Todos los presentes me miran como si estuviera loca y yo también comienzo a creerlo. Peter me mira consternado.

—¿Estás segura? ¿Sabes la coreografía? —me cuestiona mirándome con desconfianza.

—Creo que sí —expreso un poco insegura. Peter lo consulta en voz baja con los otros profesores; veo con angustia que discuten entre ellos y como Jonathan trata de convencerlos de que merezco una oportunidad.

—¿Qué es lo que pretendes con esto? —me cuestiona Megan que se planta frente a mí

—¿No es obvio? Audicionar para el papel principal —le respondo con sarcasmo.

—Este papel es mío y no me lo vas a quitar —me advierte intentando mostrarse muy segura, pero es claro que no lo está.

—Eso no lo decides tú —le recuerdo.

—¡Mila! —me llama Peter—. Te daremos una oportunidad, pero al primer error se termina la audición —dice con firmeza, yo asiento aceptando los términos. Las palabras de Sebastian vienen a mi mente y me convenzo de que debo luchar por lo que quiero, que al cabo no tengo nada que perder.

Me posiciono, estoy temblando, creo que nunca había estado tan nerviosa, pero apenas comienza la música, los nervios desaparecen dando lugar a la emoción y la confianza avanza junto con la música.

Comienzo caminando al centro del aula en puntas con pasos lentos, unos saltos sobre mis puntas, releve, giro, salto, giro y luego un arabesque, y así sigo interpretando los pasos memorizados una hora antes. En realidad la coreografía no es muy larga, no diré que fácil, porque Peter la llevo a otro nivel, con pasos más complicados y elegantes, pero hago mi mayor esfuerzo. Cuando la música termina, los aplausos de todos me sorprenden; Peter, Jonathan y los demás profesores me sonríen complacidos. Mis amigos con señas me confirman que el papel es mío y no puedo menos que sentirme completamente satisfecha. Por supuesto Megan me mira furiosa, pero en realidad, no me importa.

—Bien, seguiremos con las audiciones para el protagónico masculino —informa Peter sin comentar nada sobre mi actuación. Lo que me desconcierta, pues a las otras chicas les alabó sus cualidades y les hizo algunas observaciones, pero a mí, ningún comentario.

Las audiciones de los chicos comienzan a mí no me queda de otra, más que esperar por la decisión de los profesores.

—Deja ya de preocuparte estoy seguro que el papel es tuyo —dice Jason intentando animarme. Yo no pienso en eso, pero no lo contradigo; pienso en el mensaje que me envió Sebastian cancelando nuestro almuerzo porque tenía que trabajar con Edward y Allison, y odio la idea de saberlo tan cerca de esa zorra. Pero le dije que confiaría en él y aunque lo hago, no deja de preocuparme el que pase mucho más tiempo con ella que conmigo. Mientras, yo lucho contra la falta de apetito, batiendo mi comida con el tenedor y llevándome uno que otro bocado a la boca.

—No lo sé —digo sin ánimos—, ustedes vieron. A mí no me dijo nada —les recuerdo mirando mi pollo como una misión imposible.

—Bueno te lo den o no, al menos lo intentaste —expone Sara con tono despreocupado.

—Tienes razón, total, de todas formas ese papel nunca fue mío —manifiesto enderezando mi postura y llevándome con decisión, un bocado a la boca.

—¿Por qué mejor no nos cuentas, como es que te decidiste a dar el siguiente paso con Sebastian? —me interroga Olivia, cambiando de tema. Instantáneamente me sonrojo.

—Sebastian me provoca muchos sentimientos y claro, además de muchas otras cosas.

—¿Qué cosas? —pregunta Sara con burla en la mirada.

—Tú sabes —respondo con vergüenza.

—No, no sé —responde retándome a que lo diga con todas sus letras.

—No lo sé, pero apenas me mira, mil mariposas hacen una fiesta en mi estómago, cuando me besa, mi piel se enchina por completo y cuando me toca, siento que la sangre bulle en mis venas y un tibio, y placentero calor, invade mi cuerpo.

—Lo dices muy bonito, pero lo que en realidad es que te excitas —aclara con tono despreocupado.

—Eso creo y cuando eso pasa, no quiero que se detenga, quiero que continúe tocándome y solo deseo que me haga suya, y deseo poder tocarlo también.

—Bien, obvio los dos se traen ganas. Aclarado ese asunto, pasemos al departamento de prevención —se mofa Sara. Olivia y Jason solo ríen con sus comentarios. Yo la observo avergonzada.

—Yo podría explicarte todos los métodos anticonceptivos y de prevención, pero tal vez prefieras que un médico te oriente.

—Oh no, yo no podría preguntarles esas cosas a mi doctor —respondo mortificada.

—Yo podría acompañarte a ver a mi ginecóloga —ofrece Olivia—, ella fue quien me orientó en el tema.

Lo pienso unos segundos y me parece buena idea.

—¿Tú crees que pueda recibirme hoy mismo? —le pregunto a Olivia.

—No lo sé, pero puedo marcarle y lo averiguamos —responde mi amiga.

—¿Hoy mismo? Parece que traes prisa —se burla Sara.

—Un poco, me preocupa la idea de un día no poder detenernos y no estar preparada —confieso un poco avergonzada del tema. Mientras Olivia le marca a su ginecóloga.

—Tienes razón, las hormonas a veces son más fuertes que las neuronas, es bueno al menos estar informada —opina Jason.

—Listo, la Dra. Miller te recibirá hoy a las 8.30 pm —me informa Olivia. Yo afirmo con un leve movimiento de cabeza—, saliendo de aquí nos vamos directamente y si quieres ahorita mismo vamos a comprar algo de ropa interior, todavía tenemos tiempo —propone ella mirando su reloj.

—No, no creo que sea buena idea. Si llegamos tarde a clases, Peter se molestará.

Tenemos suficiente tiempo, anda acaba tu comida y vamos. Aquí a dos cuadras está una tienda donde encontraremos lindas cosas.

Miro mi reloj y apresuro mis bocados, dejar la comida a medias no es una opción.

Vamos los cuatro; a mí me da pena con Jason, pero él insiste en darme su opinión como hombre.

—Este negro es súper sexy —dice Sara mostrándome un conjunto de encaje negro, pero a mí me parece bastante atrevido.

—No, es demasiado atrevido para Mila —debate Olivia—. Yo creo que éste es mucho mejor —dice mi dulce amiga, mostrando un conjunto de encaje blanco.

—Ese es bastante nupcial, es como para una novia. Yo creo que éste es el adecuado para ella —opina Jason mostrándonos sin pena alguna un lindo conjunto en colores rosa palo con encajes en beige—. Es dulce, es juvenil, romántico y muy, muy sexy, pero sin ser atrevido, ni vulgar —agrega mi amigo con mucha seguridad.

—Me gusta, es perfecto —digo quitándoselo de las manos—. Vamos a pagarlo.

—¿Qué? ¡No! —me detiene Sara—, tienes que comprar al menos unos cinco conjuntos o más, incluso unos babydolls. No creo que quieras usar el mismo conjunto siempre, porque créeme, ya comenzando, no querrás parar y querrán hacerlo todos los días y a todas horas. Yo me sonrojo hasta las orejas y asiento pensativa.

Entre todos escogemos y me decido por cinco conjuntos más, todo de muy buen gusto, elegantes y muy sexys. Solo de imaginarme usándolos para Sebastian, siento ese calorcito agradable que recorre mi cuerpo cuando él me toca.

Regresamos a tiempo para la clase, Peter todavía no regresa y yo me muerdo las uñas con ansiedad. Porque aunque diga que no quiero ese papel, no quiero que Peter y Jonathan crean que ya no soy tan buena como lo era antes, aunque Jonathan me aseguró que lo hacia magnífico cuando me llevó al otra aula y me ayudó a corregir la coreografía.

—Bien chicos, por favor guarden silencio —ordena Peter con voz firme, que entra en ese momento—. Ya tenemos los nombre de quienes harán los protagónicos en el cascanueces —informa mirándome impasible y fijamente a los ojos—. Bueno debo decir que todas son excelentes bailarinas, es evidente que todas hicieron su mejor esfuerzo, pero lamentablemente solo una obtendrá el papel. Mila, debo confesar que me sorprendió tu decisión de audicionar a pesar de apenas haber aprendido la coreografía, pero más me sorprendió lo bien que lo hiciste a pesar de no haber ensayado. Y en verdad aprecio tu talento y el esfuerzo que hiciste —dice mirándome muy serio, yo sonrío complacida—, pero creo que tus compañeras han trabajado mucho por este papel así que, Ashley tú serás Marie y también harás las coreografías de la hada de azúcar —agrega dirigiéndose ahora a mi compañera.

Enseguida mi sonrisa desaparece y las lágrimas amenazan con inundar mis ojos, pero me obligo a sonreír de nuevo y felicitar a Ashley, quien grita emocionada y sonríe más que feliz; Megan hace una pataleta como las que acostumbra.

Peter después se dirige hacia los chicos y para sorpresa de todos, tampoco le da el papel protagónico a Jason, que luce devastado.

—No es justo, tú sabes que esos papeles los merecíamos nosotros —alega Jason llorando, yo lo abrazo para consolarlo.

—Estoy segura que nadie merecía ese papel más que tú Jason, pero Peter debe tener sus razones —digo intentando tranquilizarlo.

—Mila, Jason, acompáñenme a mi despacho —nos pide Peter con voz firme.

Jason y yo nos miramos intrigados, pero lo seguimos; antes de salir Jonathan me guiña un ojo, lo que me desconcierta aun más.

Lo seguimos en silencio, pero comunicándonos con las miradas, intentando adivinar que es lo Peter quiere hablar con nosotros.

—Por favor, tomen asiento —nos pide Peter y nos sentamos frente a él—. Sé que deben estar desilusionados por no obtener los papeles principales y debo confesarles que fueron ustedes los que lo hicieron mejor —expresa con una sonrisa divertida, nosotros lo miramos confundidos—, pero me gustaría que ustedes hagan los papeles de una obra de mi autoría y que compuse inspirado en ustedes dos —nos cuenta con orgullo, Jason y yo sonreímos felices—. Sé que no es una obra reconocida como el Cascanueces y no sé si mi composición sea tan buena, pero sí sé que si ustedes aceptan, será todo un éxito y cuento con que nos contraten para presentaciones en Chicago, Boston y Washington —manifiesta Peter con Pasión—. Deben saber que toda la carga de la obra estará solo en ustedes, solo ustedes conforman el staff y que los ensayos serán intensos —confiesa un poco apenado.

Nosotros lo miramos sorprendidos.

—¿Solo nosotros? —pregunto con incredulidad.

—Sí, solo ustedes dos —confirma Peter.

—¡Woao! —expresa Jason todavía conmocionado.

—¿Qué dicen? ¿Serán mis bailarines? —nos pregunta esperanzado.

—Por supuesto, será un honor Peter —respondo entusiasmada.

—Claro que sí —reafirma Jason.

Salgo de la oficina de Peter con una gran sonrisa y lo primero que quiero hacer es llamar a Sebastian y contarle todo.

—Hola pequeña —dice al responder—, todo el día he pensado en ti. Cuéntame como te fue en la audición —me pide con entusiasmo.

—Mal, no obtuve el papel, ni Jason tampoco —expreso fingiéndome triste. Él guarda silencio por unos segundos.

—Lo siento mi amor, pero estoy seguro que Peter se arrepentirá no haberlo hecho —dice mostrándome su solidaridad.

—No lo creo, porque él quiere que Jason y yo protagonicemos una obra que compuso inspirado en nosotros —le cuento emocionada.

—¿De verdad? Eso explica porque no les dio los protagónicos el Cascanueces. Muchas felicidades princesa, nadie lo merece como tú.

—¡Gracias amor! Sebastian... Sé que quedaste de pasar por mí en la noche, pero quede de acompañar a Olivia con el médico, ella me llevará a casa —le digo sin decirle mis verdaderas razones.

—Mila, quiero verte —expresa con tristeza—, aunque yo también tengo mucho trabajo. Hoy tendremos la videoconferencia con la Dra. Lewis y esperaba que tú estuvieras con nosotros —me informa y no puedo evitar ponerme nerviosa—. ¿Estás enojada porque no pude ir por ti a la hora del almuerzo? —pregunta con cautela.

—No Sebastian, no estoy enojada contigo. No te voy a mentir, me hubiera gustado mucho verte y que estuvieras conmigo en esos momentos —confieso—, pero entiendo que tienes trabajo y admiro tu responsabilidad.

—Entonces. ¿Por qué no quieres verme? —insiste.

—Sebastian, claro que quiero verte, pero... —Suspiro resignada—. La verdad es que Olivia será quien me acompañe a mí al médico —confieso avergonzada.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Estás enferma? —formula mil preguntas.

—No, no estoy enferma. Yo... —titubeo—. Yo estoy bien, es solo que... Que quiero consultar a un ginecólogo —confieso de una vez—. ¿Ok?

Él suspira aliviado

—Ok, entiendo —expresa convencido—. ¿Te veré más tarde? Puedo ir por ti para que vengas a cenar aquí con nosotros —propone.

—¿Ustedes? —pregunto imaginando lo peor.

—Sí, con Edward, Allison y conmigo —responde con precaución. Yo hago un gesto doloroso.

—No, gracias. Yo paso, prefiero ir a casa a ver a Sasha y hablar con mi madre.

—Mila, entiende que no puedo hacer nada al respecto.

—Yo entiendo Sebastian, pero tú también entiende que yo también tengo cosas que hacer y que no tengo, ni quiero estar cerca de Allison, molestándome todo el tiempo —alego con voz firme—. Adiós Sebastian, debo colgar.

—Mila, espera —me pide antes de que cuelgue—. Pequeña, me dijiste que comprendías...

—Y te juro que comprendo —lo interrumpo—, pero entiéndeme tú a mí. Sebastian, no quiero discutir contigo, no quiero que esto se vuelva un problema entre nosotros, pero hoy no estoy de humor para soportar las groserías de tu amiga.

—Está bien, no te forzaré a hacer algo que no quieres. Mañana iré por ti en la mañana para llevarte a la compañía. ¿Está bien?

—Está bien Sebastian, nos vemos mañana —digo antes de colgar, sin poder ser cariñosa. No se lo dije pero esta situación, me esta cansando. Odio que Sebastian pase tanto tiempo con Allison y que me deje de lado a mí. Entiendo que es su trabajo, pero no entiendo porque tiene que acompañarnos también a cenar.

La ginecóloga, me explica los métodos anticonceptivos que existen y me enseña como usarlos, también me habla de las enfermedades de trasmisión sexual y de las probabilidades de contagio y de un embarazo no deseado. Yo no le digo que hace mucho no menstruo y que un embarazo en mí, seria prácticamente imposible, pero me preocupa mucho el tema de las enfermedades, no solo porque sé que Sebastian ha llevado una vida sexual bastante activa, sino también porque yo no sé si Fabienne, me contagió de algo a mí, aunque los estudios que me he hecho en los últimos años, no han evidenciado que así sea.

Saliendo del consultorio, tomo el metro y voy a casa. Al llegar, sin pensarlo voy directo a la habitación de mi madre, ella está acostada en su cama viendo una película. Yo apago la televisión y me planto frente a ella.

—Quiero que me digas, por qué la esposa de mi padre insinuó que yo no soy su hija —le exijo con mis manos en jarras. Mi madre que segundos antes me miraba molesta, ríe con sarcasmo.

—¿Así que la muy bruja te lo dijo? —se burla. Yo la miro impasible esperando una respuesta—. Ella no te mintió —declara con cinismo, yo palidezco al instante—, o al menos eso es lo que ellos creen.

—¡Explícate! —vuelvo a exigir.

—Tú padre me escuchó hablar de que una de ustedes no era su hija. Cuando me exigió que le dijera cual de las dos no lo era, le dije que tú —confiesa sin vergüenza alguna. Yo la miro confundida—. Pensé que tú ya eres mayor y que Sasha era muy pequeña, y que todavía necesitaba de un padre —explica sin decoro alguno—. Sasha no es su hija y espero que por el bien de tu hermana no se lo digas a nadie —me pide apelando al amor que le tengo a mi hermana—. Sé que no te gustaría que tu hermana sufra la ausencia de tu padre, ni su rechazo.

Estoy desconcertada, incluso me siento tambalear. Sasha mi media hermana y no, por supuesto que no quiero que ella crezca sin un padre como he tenido que vivir yo, pero la noticia me turba por completo.

—Y convenientemente, Sasha representa mucho más tiempo de manutención para ti. ¿Cierto?

—También —acepta con descaro. Yo asiento pensativa, mientras siento como me hierve la sangre.

—¿Y no te importó dejarme a mí sin padre? —le reclamo alterada—. No entiendo por qué me odias tanto... ¡¿Por qué?! —le grito con lágrimas en los ojos.

—Basta de sentimentalismos, Mila. Sasha está en la otra habitación. ¿De verdad no te importa que se entere? ¿Eso es lo que quieres? ¿Arrebatarle a su padre a tu hermana? —me cuestiona con advertencia en su mirada.

—No, no quiero que lo sepa y mucho menos que mi padre se entere. No quiero que ella sufra como yo, el abandono y la indiferencia de mi padre.

—Bien, al menos en eso estamos de acuerdo —dice mi madre con malicia.

—No me respondiste por qué me odias tanto... —Ella está por decir algo, pero la interrumpo—. ¿Sabes que? No quiero saberlo, ya no me interesa —manifiesto antes de salir de su habitación.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top