Noche23: Sangre y amor
Hola a todos, aquí Coco, quien otra vez tiene un poco de alergia >n< pero que no dejará que eso la aparte de nuestro momento de lectura juntos, fufufu. Cosas interesantes se vienen este mes de agosto, cierta fiesta, cierto maratón del que comenté un poco en COCONOTICIAS *w* ... Eeeen fin, hay planes para cosas maravillosas de las que luego se enteraran <3 Los dejo con ese feliz pensamiento mientras de este lado empieza el drama >:D (soy perversa) Ya saben qué hacer.
***
—Elizabeth. ¡Elizabeth! —La joven no reaccionaba; incluso con los poderes de Jenna y Zaneri juntas, la pobre se debilitaba más a cada segundo. Gelda no sabía qué hacer. El veneno se esparcía rápidamente, y si era tan poderoso como para matar a Meliodas, la pobre Elizabeth no podría salvarse... a menos que Gelda también la ayudara. Estaba a punto de hacerlo cuando la presencia de su amo la hizo dudar otra vez.
—¡Hermano!
—Zel, ¡Elizabeth no responde! Si ella muere... no creo poder seguir viviendo. —Las lágrimas del sultán fue lo que la hizo decidirse. No importaba ponerse a sí misma en riesgo, no importaba que la mataran por revelar el monstruo que era. Si con eso podía salvar a su amiga, habría valido la pena.
—Todo el mundo apártese —Los allí reunidos se le quedaron viendo y obedecieron lentamente—. Creo que puedo salvarla, pero no vayan a interrumpir lo que haré.
—Mientras puedas ayudarla, no importa lo que sea. —Gelda se acercó al cuerpo de la joven y se concentró profundamente invocando sus antiguos poderes. Las cadenas los tenían sellados, pero al poner todo su empeño en ello, pudo desplegar sus colmillos y percibir el correr de la sangre por las venas de Elizabeth. Ante la asombrada mirada de todos, se inclinó sobre ella y la mordió. El sabor de su sangre era horrible, el veneno era algo oscuro y asqueroso, pero con cada trago que daba, la peliplateada iba recobrando fuerza y logrando sanar un poco. Cuando Gelda sintió que ya estaba fuera de peligro, se separó de ella e inhaló con fuerza.
—Listo. Jenna, Zaneri, ella necesita su apoyo ahora. Necesita... —La rubia alzó la cara y por un momento vio las expresiones de todos. Tenían miedo, incluso repulsión... y esa expresión en su adorado Zeldris le rompió el corazón. Utilizando el poco poder que había obtenido de beber la sangre de la diosa, Gelda convocó unas alas de energía oscura y escapó por la ventana, ignorando los gritos de su amo que la llamaba.
*
—¡Al fin! Mi señor, no tiene idea del mal trato que me han dado —La pelimorada tenía el labio partido y un ojo de color, pero eso no era nada comparado con los insultos que le habían dado los esbirros de Zeldris—. Se supone que no había guardias ni gente alerta, ¿por qué tu hermano tenía a un escuadrón listo?
—Se suponía que el blanco era Meliodas, ¿por qué tuviste que matar a la mujer? —Melascula se quedó fría con el tono del visir. Aun así, se relamió los labios, complacida de que al menos uno de ellos había muerto.
—Menos mal que aquel veneno tan difícil de hacer no fue en vano. Ahora ayúdeme a salir de aquí, tenemos que...
—No —La dama serpiente comenzó a temblar de miedo y lo miró a los ojos implorando que lo que oía no fuera cierto.
—¿Cómo? —El peliplateado le sonrió malévolamente y se acercó a ella mientras convocaba siete dagas de oscuridad.
—Me temo que deberá desaparecer de un modo más permanente, amira Melascula. Verá, es que no puedo permitir que mi hermano la relacione conmigo. Eso entorpecería mis planes.
—Espere mi señor —Cada daga apuntaba a su pecho, y la tenía acorralada—. Espere por favor... no... ¡Nooo!
*
—¿Gelda? Gelda por favor, sal ya. —Muy rápido, aquella mujer sobrenatural había descubierto que beber sangre envenenada la había debilitado más de lo que la había ayudado. Incapaz de moverse, fue a esconderse al sitio seguro más cercano que pudo encontrar: la oficina de Zeldris. Estaba oculta bajo un gran escritorio de madera, pero aunque él no podía verla, sentía claramente su presencia. Cuando estuvo realmente cerca, Gelda percibió algo que no había sentido en años: el aroma delicioso de sangre fresca, que salía del maravilloso cuerpo de su querido verdugo. En cuanto comenzó a notar esa tremenda sed, se asustó de sí misma y se replegó más en las sombras.
—Aquí estás —La pobre chica no podía huir, y ahora se encontraba de frente a su amo—. ¿Por qué huiste así? Estaba preocupado, creí que...
—No se acerque, mi señor. En este momento soy repulsiva. —Zeldris le sonrió con ternura y se siguió acercando hasta sentarse frente a ella.
—Tú nunca serás repulsiva para mí —Esas reconfortantes palabras cautivaron el corazón de la joven e hicieron que la sed de sangre disminuyera un poco—. Creo que ahora entiendo todo pero... Gelda, ¿por qué escapaste? Sé que los vampiros son una especie rara, pero no era razón para que salieras corriendo a esconderte.
—¿No tiene miedo de mí? —Tras un momento de silencio, Zeldris se quitó los guantes y, acercándose un poco más a ella, comenzó a acariciar su rostro con timidez.
—Claro que no. Lo que me da miedo es esa palidez que tienes, ¿el veneno te está afectando? —El astuto pelinegro se había dado cuenta—. ¿Hay algo en lo que pueda ayudar?
—Me temo que no mi señor. Es imposible, solo...
—¿Solo qué? —Ella estaba aterrada de decirlo en voz alta, estaba aterrada de su posible reacción, pero con su vida en juego, no tenía nada que perder.
—Tendría que beber sangre fresca, pero estas cadenas frenan mis poderes, y como estoy ahora, me es imposible convocarlos de nuevo. Perdóneme. —El silencio fue repentinamente roto por la risa de él.
—Si eso es todo... Hace tiempo que quería hacer esto. —Zeldris comenzó a desabrochar su camisa revelando su fuerte y musculoso pecho. Gelda se sonrojo furiosamente hasta que se dio cuenta de porqué lo hacía. Colgando de una cadena, estaba la llave de su libertad.
—Amo...
—Y si también necesitas sangre... por esta vez, podría dártela.
—Pero amo, temo que la sed sea incontenible. Podría matarlo.
—No lo harás —Zeldris se acercó y comenzó a soltar los grilletes uno a uno—. Sé que harías lo que sea por mi Gelda. Por una vez, permíteme hacer algo por ti.
En cuanto las cadenas cayeron al piso, una ola gigante de emociones cayó sobre ella y la absorbió. Sintió un hambre tan grande que temió volverse loca. Miedo, ira, pero sobre todo deseo, un deseo ardiente que recorría todo su ser y le pedía devorar a Zeldris por completo. Sin poder evitarlo, se arrojó sobre él y lo inmovilizó contra el piso mientras olfateaba su cuello y se le sentaba encima.
—Gelda... —Su suave voz era increíblemente seductora para la vampira, que comenzó a besar y lamer su cuello mientras buscaba la zona palpitante donde iba a clavar sus colmillos. En cuanto encontró el sitio, mordió a Zeldris con fuerza, quien dio un grito ahogado y estrujó la tela de su vestido resistiendo lo más que pudo.
Pero solo el primer momento fue doloroso. Uno, dos, tres tragos, y con cada succión de su boca el dolor se fue convirtiendo en placer, al punto que el verdugo tuvo que morderse el labio para evitar que los gemidos salieran de su boca. Al mismo tiempo que se alimentaba de él, la rubia recorría el cuerpo del más bajo con las manos, deleitándose con su calor y firme suavidad. Su sangre era lo más delicioso que hubiera probado en su vida, y no quería parar. No, simplemente sentía que no podía detenerse.
—Gelda... por favor —Ella estaba bebiendo demasiado, y ahora su víctima comenzaba a sentirse mareada y débil—. Gelda... —Lo último lo dijo en un susurro, y ella supo que había ido demasiado lejos cuando él dejó caer las manos a los lados y sufrió lo que probablemente era un desmayo.
Haciendo uso de toda su fuerza de voluntad, Gelda se separó de él y le dio una última lamida para cerrar la herida que le había hecho. En cuanto vio su rostro dormido, comenzó a acariciarlo con ternura y se enfrentó a la verdad que había estado negando por días: se había enamorado de su amo. Aprovechando que estaba inconsciente, acercó su boca a la suya y unió sus labios en un beso suave y húmedo.
Pero al igual que pasó con su sangre, el sabor de sus labios resultó ser adictivo, y lo que comenzó como un beso casto, pronto se convirtió en uno urgente y apasionado. Sorprendida, descubrió que Zeldris no estaba del todo inconsciente, y que había comenzado a corresponderle con la poca energía que le quedaba. Los gemidos de ambos resonaron en la noche, y en el momento en que él abrió un poco la boca para tomar aire, ella aprovechó para meter la lengua e iniciar una danza con la suya. Nunca había sido tan feliz. En cuanto el beso se terminó, Zeldris cayó rendido en sus brazos, y ella decidió que a partir de ese momento, esclava o no, su corazón le pertenecería por siempre al verdugo del rey.
Escena extra: Ghoul
La patrona de la casa de bailarinas miraba por el balcón de su nueva y lujosa casa en dirección al palacio mientras su esclava favorita llenaba de su copa de vino hasta los bordes. El ama estaba muy molesta. Y pese al esplendor que la rodeaba y la belleza con que había llenado aquel espacio, su mueca desdeñosa no cedía. Sabiendo que era peligroso que la mujer siguiera con ese humor mientras más se adentraba la noche, la astuta sirvienta dejó la jarra sobre una de las mesas y se arrodilló cerca de la voluptuosa dama de expresión amarga.
—¿Algo la inquieta ama?, ¿algo de la cena no ha sido de su gusto?
—No querida, no es eso. Solo... —Había tres cosas que a la patrona gustaba mucho: el oro, gritar, y contar chismes. La rubia se preparó para escuchar lo tercero con los ojos abiertos y una expresión de morbo—. Estoy molesta. Me sorprende que nuestro amado verdugo real aún no haya "desempacado su regalo", eso es todo. Sería ideal que lo hiciera cerca del sultán, y de esa forma, por fin nos desharíamos de los dos.
Ambas mujeres se soltaron a reír de forma maliciosa, y en cuanto Jelamet vio que la pelirosa estaba de mejor humor, se atrevió a preguntarle más de los deliciosos detalles escabrosos.
—Pero, ¿no le preocupa que la acusen a usted de asesinato? Fue quien les regaló a Gelda después de todo. Podrían tomarlo por traición.
—No, no lo creo. Para comenzar, yo le advertí al príncipe Zeldris de no quitarle las cadenas, y lo hice justo frente a una sala llena de testigos. Y para terminar, ¿crees que admitirían públicamente que se dejaron engañar para que les metiera a un demonio del desierto al palacio? De ser así, para cuando los chismes se oyeran yo ya me habría ido. —Nuevas risas, y esta vez, la esclava percibió además un súbito escalofrío.
—Es un ghoul, ¿cierto? La tal Gelda. —Esa era la verdadera naturaleza de aquella tranquila y hermosa joven rubia que Nerobasta había acogido bajo su techo hacía años. Y lo había sabido todo ese tiempo, esperando el momento justo para poder aprovecharlo.
—Podría decirse que sí, querida. Hay muchos tipos de espíritus y variantes de tal monstruo, pero aquella niña era especial porque era de las pocas subespecies que se alimentan de sangre. Esperaba que para este momento algún idiota ya la hubiera liberado para luego ser devorado por ella. Pero no ha pasado nada en estos meses, y es por eso que me siento decepcionada.
Aquella cruel mujer no era lo que parecía. Un poco de hechicera, un poco de embustera, pese a haber servido a los hombres del sultán por mucho tiempo, nunca le había sido realmente fiel a la familia real, y ocupaba su tiempo sobrante en rumiar su odio contra ellos y contra la sangre de su raza. Poner una trampa mortal en tan bello envoltorio fue la ironía perfecta que ella estaba deseando poner en sus manos para poder perjudicar a aquellos de los que quería vengarse.
—Simplemente no lo comprendo. Todos los demonios son conocidos por ser violentos, vorazes y lujuriosos. Malditos perros del infierno, ¿por qué les daría por portarse bien justo con esto? Esperaba que alguno fuera directo a Gelda como bestia en celo, o que la azotara hasta hacer despertar sus poderes, o que cometiera algún descuido que la llevara a ella a la tentación de querer liberarse sola. Casi me he gastado todo el oro que gané por aquellas chicas, y aún no he sabido de nada interesante sobre eso. —Ambas mujeres suspiraron sonoramente, y entonces, a la sirvienta se le ocurrió una idea.
—Tal vez ellos sabían lo que era, ama. Después de todo, tienen magos y especialistas en palacio. Tal vez alguno reconoció el conjuro para sellar poderes en las cadenas de Gelda, y le avisó al príncipe Zeldris.
—Pues eso sería una tremenda mala suerte para nosotras. Pese a todo, esa rubia tonta era una de mis esclavas más eficientes. La única razón por la que me desprendí de ella fue para ver si terminaba matando a su próximo amo, ¡y mira por donde! ¿No la viste durante el desfile en la celebración de cumpleaños del sultán? Esa asquerosa rata, convertida en la mascota mimada del príncipe. Aunque claro, no me sorprendería que de demonio a demonio se entendieran, ¡sería mejor que se mataran entre sí! —Más risas, y cuando por fin se calmaron, la sirvienta llenó la copa una vez más—. A lo mejor es al revés. Tal vez el príncipe tiene tan poco interés en su esclava que le da igual que lleve puestas esas cadenas siempre. Tendría que ser una persona misericordiosa para liberarla, y entonces, habré sido yo quien cometió el fallo.
—¡No ama! —gritó la mujer, ya que sabía cuánto odiaba la pelirosa equivocarse, y antes de dejarla enfurecer por eso, terminó la conversación con una línea que resultó ser tan falsa como cierta—. Usted no se equivoca nunca. Le aseguro que en algún momento ellos va a liberarla, y cuando lo hagan, se lanzará sobre el que lo haga para devorarlo por completo.
Una malévola risa se imprimió en el rostro de Nerobasta sin saber que, esa misma noche, lo que las dos habían augurado se cumpliría en el palacio de una forma completamente diferente a la que pensaban.
***
Fufu UwU Y ahora, un secreto de este capítulo: es más una declaración. ¿sabían que la primera vez que escribí esta obra no me gustó para nada la relación que pinte entre Gelda y Zeldris? :( Sé que es un fanfic XD pero aún así, lo sentía demasiado instant love. Me alegra mucho decir que los cambios que he implementado con las escenas extras me han llevado a cambiar completamente lo que siento por el geldris en esta historia ^u^ Si Nerobasta pudiera verlos ahora, la que caería muerta sería ella, fufufu<3
No se vayan todavía. Nos queda un capítulo más esta noche °u^
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