Noche 26: Los siete pecados capitales
Hola a todos, aquí Coco, sobreviviendo su primer semana de clases con la buena noticia de que al parecer, podré con mi fic y mi tarea ^w^ ¡Mándenme todo su amor y fuerza para que pueda mantener este ritmo chicos! Ya saben, votitos y comentarios son como vitaminas para los escritores de Wattpad °u^ Este capítulo salió especialmente divertido de hacer por las pistas que da de lo que se viene, así como por la unión del grupo de amigos que dio como origen nuestro fandom. Saben de lo que hablo, ¿no? Fufufu <3 Bueno, pues vayamos a disfrutar de este momento, ¡ya saben que hacer!
***
—No Derieri, tienes que cruzarlo de este modo linda.
—Esto es muy difícil. ¿Estás segura que no estás haciendo trampa, Elizabeth? —El sultán se rió por lo bajo mientras espiaba a las chicas desde atrás de la cortina, acompañado de su guardián, que se encontraba tan divertido como él.
—¿Lo ve majestad? Todo está bajo control.
—Gracias Monspeet. Veo que han cuidado bien a Elizabeth. —El hombre de bigote se rió un poco y le sonrió a Meliodas.
—No estoy seguro de que no sea al revés, mi señor. A veces Derieri es como una niña. —Mientras decía eso, la despeinada pelinaranja arrojó el hilo que había intentado anudar muy lejos, gritando frustrada y haciendo que Elizabeth se riera a carcajadas. La adoraba, no había otra forma de decirlo. Y al parecer era muy fácil querer a Elizabeth, porque incluso en esa condición seguía haciendo amigos.
—Amigos. —Eso le recordó al rubio que en la noche se encontraría con sus nuevos aliados para unir el escuadrón más extraño que hubiera conocido. En la época en que aún gobernaba su padre, aquella formación no solo hubiera sido considerada herética, sino francamente imposible de realizar. Plebeyos y realeza, miembros de reinos e incluso razas diferentes, hombres y mujeres por igual. Sin embargo, era el destino. En ese corto periodo de tiempo, la amistad y fraternidad que habían formado superaba con mucho lo que había vivido con sus otros generales durante toda su vida. Ahora solo quedaba esperar que dicha amistad bastará para enfrentar a quien fuera que había dirigido el intento de asesinato.
*
—Gelda, tengo un regalo para ti.
—¿Otro? Cielos amo, no sé qué hacer con todos estos sentimientos. ¿Uno puede morir de amor? —Zeldris y Gelda se encontraban en su oficina, intentando organizar el desastre que había sido el gobierno del anterior visir pero, como se habían quedado solos, no pudieron evitar la necesidad de estar más cerca uno del otro.
—Vamos, solo te regale una flor del jardín.
—Y una canasta de fruta del huerto que visitamos... aunque lo que comí ahí fue mucho mejor. —El pelinegro se sonrojo ante ese comentario y tosió un poco para disimular su incomodidad.
—Sí, bueno... eso no tiene que ver con lo de ahora. Me temo que el regalo de hoy no es de tipo romántico, sino algo oficial. —Zeldris sacó una bella caja de madera de su escritorio, se puso de pie y se la entregó a Gelda con seriedad. Llena de curiosidad, recibió el paquete y lo abrió con cuidado para luego soltar un suspiro de emoción. Dentro había un hermoso y pequeño collar de plata.
—¿Cómo no va a ser romántico, mi señor?
—No es lo que crees. El collar es la insignia de los escribanos reales. A partir de ahora, serás la mía. —Ella estaba realmente impresionada. Ese era uno de los cargos más importantes en el palacio y, ahora que Zeldris era visir, también era uno de los más importantes del reino. Le estaba dando un ascenso al mismo tiempo que se aseguraba de tenerla a su lado siempre.
—¿Y bien? ¿Aceptas el puesto? —Por toda respuesta, la feliz chica se puso el collar y le sonrió con coquetería.
—¿Me permitiría agradecérselo de otro modo, amo?
—Gelda... —La rubia se fue acercando al pelinegro con la clara intención de besarlo. Se inclinó un poco mientras Zeldris cerraba los ojos, pero justo cuando sus labios estaban a punto de tocarse, se escucharon unos fuertes toquidos en la puerta.
—Hermano, soy yo. Voy a pasar —El alto peliplateado entró con los brazos llenos de libros y pergaminos, así como una cara de hastío que no presagiaba nada bueno—. Aquí está el resto de los documentos que me pediste. Si tienes cualquier duda, puedes hablar con mi escribano.
—Sí, muchas gracias.
—Y... ¿has estado disfrutando hacer mi trabajo? —El ambiente de pronto se volvió tenso, y Zeldris percibió el peligro tras las palabras del ex-visir.
—No se trata de si me gusta hacerlo o no, Estarossa. Son órdenes del sultán, nuestro hermano mayor. —Ambos se quedaron en silencio un momento, midiéndose mutuamente y retándose con la mirada. De pronto, el peliplateado soltó una estruendosa risa y esta fue tan sorpresiva como antinatural.
—Era solo una broma hermano. Después de todo, nunca me gustó el trabajo, y ya quería unas vacaciones... al parecer tú necesitarás unas pronto. Estás muy pálido, casi como si hubieras perdido sangre. —Zeldris se quedó frío al oír esas palabras, y se interpuso disimuladamente para proteger a su mujer de su mirada. ¿Lo sabía? ¿Estarossa se había dado cuenta de su condición? Solo las mujeres del harem y su hermano estaban enterados, ¿o no? Sus dudas se incrementaron cuando el siniestro hombre se acercó a ella y comenzó a jugar con su collar.
—Así que la nueva escribana. Felicidades por el puesto. Cuide mucho de su jefe, este trabajo es más peligroso de lo que parece. —Luego se fue, dejándolos a ambos con un escalofrío espantoso, y a Gelda asqueada por el olor a muerte que emanaba del cuerpo de aquel príncipe.
*
—Debo admitirlo Ban, al principio no creí que fuera buena idea, pero parece que este bar fue un buen lugar para reunirnos. —Esa no había sido la forma en que Meliodas pensó que se encontraría con su nuevo escuadrón, pero al final resultó mejor, ya que se parecía más a una reunión de amigos que a una aburrida junta militar. Nada de apariencias, de formalidad, o de seriedad. Solo un montón de personas jóvenes disfrutando, eso sí, con solo un poco de exceso de vino.
—¿Verdad que sí alteza? ¿O debería llamarlo "capitán"?
—Ya no puedo más. —El antes digno sultán Harlequín estaba prácticamente acostado sobre la mesa con un vaso de licor en la mano. El primer concilio del recientemente formado grupo de guerreros conocido como "los siete pecados capitales" había terminado por convertirse en una fiesta.
—¿Quiere un vaso de agua, majestad?
—Llámame King, Gowther. Creo que será mejor llamarnos por nuestros nombres de pila si vamos a hacer cosas como esta. Además, ¡hic!, parece que el rey Escanor necesita ese vaso más que yo. —Del otro lado de la mesa, Merlín sobaba amablemente la espalda del enorme hombre, quien se veía que estaba un poco mareado con tanta bebida.
—¡Capitán! —exclamó de pronto el hombretón de ojos azules—. Lo confieso, al principio creí que eras un demonio malvado que sólo pensaba en destrucción y muerte. Ahora sé que serás el mejor gobernante que haya tenido esta nación, y no descansaré hasta atrapar al infeliz que amenaza la paz del reino.
—Pues... gracias Escanor —El rubio no sabía si aquella declaración lo aliviaba o lo divertía, pero como esa no parecía ser la parte más importante del asunto, simplemente esperó que su amigo no olvidara que lo había dicho y se preguntó si estaba bien intentar continuar con lo que se supone que habían ido a hacer—. Creo que es un mal momento para hablar de mi plan, ¿verdad?
—Es el momento perfecto mi señor. ¿Qué tal?, parece que llegué justo a tiempo.
—¡Diane! —La castaña de coletas había aparecido de repente, disfrazada con una capa marrón y sin ninguna joya que delatara quién era. Pero aunque el sultán estaba muy feliz de verla, al parecer su nuevo amo no estaba tan complacido con la idea. King se levantó con paso tambaleante y se acercó a ella con el ceño fruncido y los labios haciendo un puchero—. ¿Qué haces aquí? Es peligroso, te dije que me esperaras en el palacio.
—Uy sí, esto se ve peligrosísimo —dijo la joven al borde de la risa al ver que Gowther estaba tratando de balancear un vaso sobre su cabeza. Luego, recobró el aplomo, y le dedicó una intensa mirada al joven de ojos miel que lo hizo ruborizarse por completo—. Mi señor, ya se lo había dicho. Aunque no lo parezca, yo también soy una guerrera, y vengo aquí para unirme a los "siete pecados capitales". No aceptaré un no por respuesta.
—Pe... pero.
—Bueno King, si somos justos, ella ya era parte de mi escuadrón antes de que siquiera se concibiera esta idea. Ha sido espía en mi corte por un buen tiempo y... —La mirada fulminante hizo que el ojiverde se detuviera y, tras disimular su incomodidad con otro sorbo de vino, permitió que la castaña se defendiera por sí misma.
—No soy solo una bailarina, King. Por favor, déjame tomar el lugar que me corresponde. Permíteme apoyarlos. Soy descendiente de los mercenarios de Megadozia, y me he estado entrenando para esto toda mi vida.
—¿En serio? —Merlín desvió un segundo la mirada de su amo hacía la chica, a quien le lanzó una mirada inteligente para luego comenzar a observarla con mucha atención. Le fascinaba lo variado que estaba resultado aquel grupo de personas.
—¡Así es! Por favor Harlequín, ¡por favor! —Aquella mirada definitivamente debía ser considerada mortal. Sus hermosos ojos amatistas resplandecieron quemando todas las dudas de su señor que, con un suspiro de resignación, se recorrió en la mesa para permitir que se sentara a su lado.
—Está bien. Solo no le digas a mi hermana nada de esto, no sabe que nosotros...
—Oh, claro que lo sabe. De hecho, fue ella la que descubrió y me dio las instrucciones para alcanzarlos cuando tu te escabulliste.
—¡¿Qué?! ¡¿Cómo?! ¡¿Por qué?! —Unos cuantos asientos más allá, el príncipe Alibaban rió con disimulo, orgulloso de la inteligencia y ferocidad de su amada.
—Te dije que no nos subestimaras. Todas las chicas del harem hemos estado trabajando para asegurarnos de guardar bien los secretos del rey, así como comunicarle lo que deba saber. Y hablando de eso: mi señor, Elizabeth quiere que sepas que te piensa, y que está preocupada de que bebas demasiado, ya sabes, por cómo quedaste con la "cata de vino" con sus altezas Escanor y Alibaban. Así que me mandó traer esta medicina contra la embriaguez, y tengo suficiente para todos. —Tanto el rubio como sus amigos se sonrojaron un poco y aceptaron los frascos que ella les ofrecía. En cuanto a King, parecía completamente derrotado.
—Pe... pero... Diane, no quiero que te arriesgues y...
—¿Por qué no hablamos de eso luego? —dijo la genio encubierta mientras sacaba de la nada un trozo de pergamino, tinta y caña. Después de todo, la pelinegra estaba ansiosa por comenzar a analizar la verdadera naturaleza del antes llamado "descendiente de los demonios", así como lo que tenía que decir a sus "nuevos generales"—. Alteza, usted estaba a punto de decir algo importante, ¿no es así? Tomaré registro de lo que se diga.
—Sí, muchas gracias mi señora —Un largo suspiro salió de su pecho, dio un buen trago a la medicina que el amor de su vida le había enviado con su amiga y, tras sentir como le aclaraba las ideas, comenzó aquella plática más seria con una confesión—. Desearía desde el fondo de mi corazón que no fuera cierto pero... tal vez si es verdad que el clan real desciende de demonios —Aquella declaración fue seguida de un súbito silencio, y el resto de los presentes comenzó a poner verdadera atención—. La violencia está en nuestra sangre y, sin embargo, jamás se había visto que nos traicionáramos entre nosotros, o que flaqueara la lealtad en nuestra familia. Sin embargo eso, como otras cosas, parece que ha estado cambiando drásticamente —Más silencio, y todos se prepararon para oír la parte más importante del asunto—. Creo... creo que fue mi hermano Estarossa quien planeó el ataque del otro día. —Aquella declaración fue seguida de una seriedad absoluta, y la primera en hablar fue la joven que curiosamente había descubierto aquella información.
—Así es alteza. Las chicas y nuestras aliadas fuera del palacio lo hemos estado observando y, aunque no tenemos pruebas concluyentes, creemos que sí es el más sospechoso.
—Y no solo ustedes. Antes de que los asignara al harem, Monspeet y Derieri también habían observado algunos movimientos extraños. En cuanto a lo que me ha contado Zeldris... Bueno, parece que lleva un tiempo ocultando cosas importantes. Me ha estado mintiendo sobre los asuntos del reino, persiguiendo a los representantes del pueblo, y ha inculpado a los cuarenta ladrones de muchos actos violentos que ha cometido él. Parece que ha ensuciado el nombre de la cuadrilla rebelde por crímenes que no cometieron.
—¡Ja! —Ban se rió sarcásticamente y se cruzó de brazos con expresión furiosa—. Eso ha sido en ambos sentidos mi señor. He estado investigando: en el pueblo te has hecho una reputación terrible, ya que cada abuso de autoridad que comete el visir ha sido adjudicado al sultán. Hasta antes del último festival, no sabría decir a quién de los dos odiaban más.
—Me temo que lo merezco —Todos lo miraron con compasión mientras seguía—. No hice nada. Por años, dejé que él se encargara de todo solo, y jamás me cuestioné si en realidad lo estaba haciendo bien o no. Simplemente seguí las órdenes de mi padre y la tradición. Pero... no es excusa. La tradición no basta para justificar lo que Estarossa ha estado haciendo, y me duele la idea de que sea mi hermano el que ha planeado todo. ¿Por qué? —Merlín, Gowther, Escanor y Ban se miraron entre sí con un poco de culpa.
Ellos sabían que el peliplateado había buscado la lámpara de la genio para así obtener el poder suficiente para derrotar a Meliodas y, como no pudo lograrlo, recurrió a las trampas y el asesinato. Pero, ¿cómo confesárselo? ¿Era ese el momento de revelar sus verdaderas identidades? ¿Y qué había de sus ya desechados planes para hacer lo mismo? Al final, decidieron en mudo consenso callar, y apoyarlo aún bajo la fachada de ser la nobleza de una nación lejana.
—Bueno —dijo finalmente Ban—, ya lo descubriremos. Cada vez es más descarado en sus planes, así que solo queda atraparlo con las manos en la masa.
—Tendrá la oportunidad de hacer su movimiento dentro de poco. Se acerca la gran reunión anual de comerciantes de la ciudad; gente de todo el reino se presenta con sus mejores productos para diferentes competencias, y los mejores son invitados al palacio por una noche.
—¡Es una locura Meliodas! —dijo Harlequín poniéndose de pie—. ¡¿Cómo puedes considerar abrir las puertas del palacio tan pronto?! Después de lo que pasó...
—No puedo vivir siempre con miedo King —Sus ojos negros y brillantes destellaron con determinación convenciendo a su amigo, que volvió a tomar asiento mientras su bailarina sujetaba su mano—. Elizabeth está de acuerdo en que tenemos que hacer algo, y su palabra vale más que la de cualquiera para tomar esta decisión —Bajo su disfraz de Escanor, Arthur sintió como aquella declaración le inundaba el pecho, y el resto del escuadrón sintió al mismo tiempo como una energía cálida los unía—. Además, si estamos juntos, siento que podremos lograrlo todo. Incluso salvar este reino —Su sonrisa llena de confianza hizo eco en los corazones de todos y, aunque un par de ellos aún cargaban demasiados secretos como para creerlo del todo, igual se permitieron desearlo mientras levantaban las copas—. Un último brindis. ¡Por los siete pecados capitales!
—¡Salud!
*
Verdaderamente, aquella reunión se había convertido en toda una fiesta. En cuanto el nuevo escuadrón había terminado de hacer planes, la que debía ser su copa final se volvió dos, luego tres, luego más, y para cuándo por fin se levantaron dispuestos a regresar a palacio, algunos se estaban tambaleando. El pelimagenta en particular parecía demasiado alegre, y reía con disimulo mientras observaba con interés a cada uno de sus amigos de rostros encendidos y miradas brillantes.
—¿De que te ríes Gowther? —preguntó el joven rey disfrazado de Escanor.
—Oh, de nada señor. Solo estaba pensando que esos tres tendrán noches interesantes con sus mujeres.
King prácticamente iba cargando a una Diane en extremo cariñosa, Ban iba tarareando una canción de amor en la que insertaba el nombre de Elaine, y Meliodas no había dejado de ver la botella con medicina para la borrachera que su mujer le había mandado. Habían estado toda la noche hablando de peligros y de lo cerca que rondaba la muerte, ¿sería que aquello les recordó las cosas valiosas que tenían en la vida? ¿Las damas esperándolos eran su razón para entrar a la batalla? ¿Sería que esas miradas de fuego en verdad era por la emoción, o sería porque la fruta de la que estaba hecho el vino que bebieron era afrodisíaca?
—Esto del amor es algo maravilloso, ¿no lo cree alteza? —En ese momento Escanor volteó para mirar a Merlín, pero en cuanto ella se giró a verlo, él bajó los ojos al piso y se sonrojo tremendamente. Desde que tuvo ese sueño donde se besaban, no había vuelto a hablarle con normalidad.
—¿Eh? Sí. —El ojiazul se alejó un poco, y Gowther se rió aún con más ganas mientras lo sumaba a la lista.
—Al parecer no serán tres, sino cuatro noches muy interesantes.
*
Escena extra: A punto de despertar
—¿Eh? —dijo mentalmente la joven guerrera—. ¿Dónde estoy?
Rajine se despertó con la sensación de haber estado dormida mucho tiempo, pero cuando se puso a analizar el entorno en el que se encontraba, no estuvo segura de si en verdad había despertado o no. ¿Estaría en un sueño? Aquello definitivamente no era el desierto. Ese uniforme que usaba no era el oficial del ejército del sultán Meliodas, y definitivamente nunca había visto esa bandera color azul. La teniente del séptimo ejército estaba saliendo del trance en que la había puesto la magia de cierto aprendiz de genio y, al notar por la posición de las estrellas que debía estar de vuelta en su reino, una lágrima se asomó a sus ojos.
—Estoy en casa. Derieri, Monspeet, los veré pronto —Sin embargo, cuando intentó dar un paso para acercarse hacia donde se veía el palacio, descubrió que su cuerpo no quería obedecerla—. ¿Qué está pasando?
—Teniente —dijo de pronto un soldado que se acercaba a ella con casco—. Tenemos nuevas órdenes del gran hechicero. Debemos movilizarnos, las dos unidades más fuertes entrarán por los pasadizos secretos para resguardar el castillo, y el rey Arthur espera que usted las comande.
—¿El gran hechicero? —pensó ella con una ola de miedo subiéndole por la garganta—. ¿El rey Arthur?, ¡¿Qué demonios está pasando aquí?! —Sin embargo, las palabras que salieron de sus labios fueron otras.
—Entendido. Di al rey que la infiltración estará completa antes del amanecer. Los especialistas en furtividad al frente.
—Duerme... —dijo una voz al fondo de su mente y, pese al miedo, la joven de pelo naranja no pudo evitar obedecer—. Duerme. Todo va a estar bien. Esto terminará pronto, y entonces volverás a casa.
—¿Quién eres? —Lo último que la guerrera vio antes de caer otra vez en un sueño profundo fue una linda cabra con pelaje rosa y ojos ambarinos.
—Tranquila, ya falta poco linda —dijo sonriendo el aprendiz de genio—. En cuanto el reino sea verdaderamente seguro para todos, volverás con tu familia sabiendo que ayudaste a salvarlos. Y ahora, yo también voy a dormir —La esponjosa criatura etérea desapareció del campamento y reapareció en el cuarto de su amo, a un lado de la lámpara mágica. Tras hacerse tan pequeño como para entrar en ella, rió traviesamente y se acurrucó—. Justo a tiempo, fufufu. Definitivamente las cosas se pondrán ruidosas esta noche.
***
Todos saben qué es lo que significan las palabras de Gowther, ¿no? 7u7 Fufufu. Y ahora, un secreto de este capítulo: ¿sabían que Rajine sí es el nombre de la hermana mayor de Derieri? Solo se dijo una vez en una guía de personajes oficial del autor, y pensé que sería lindo mencionarla también en esta obra. Toda la situación que he plasmado aquí con Monspeet y eso es completamente real y traída de la historia original de Nakaba, es una lástima que no haya profundizado un poco más en eso, pero después de todo la obra se inclina más al shonen °3° En fin, aquí Coco contando una historia que tal vez nadie quería escuchar XD jajajananaxkdbshchjbsdh
Eso sería todo cocoamigos. Nos vemos pronto para más, y no olviden darme su votito y su amor UwU <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top