Noche 25: Libertad para amar
¡Hola a todos! Aquí Coco, lista para comenzar el reto de los Wattys,¿ustedes están listos para disfrutar de un mes de noches árabes? *u* Fufufu. El capítulo de hoy es particularmente tierno y sexy, me hace tener esperanza de que ganaremos algo ^w^ Pero incluso si no, ¡esta será una perfecta ocasión para expandir nuestro fandom! Y al menos por hoy, lo que obtendremos es un delicioso momento Geldris que sé que les va a encantar, fufufu. Ya saben qué hacer <3
***
—¿Me estás diciendo que ya ni siquiera reunimos los miembros para volver a ser diez generales principales? —El sultán y su hermano, el anterior visir Estarossa, estaban en el salón de estrategias discutiendo sobre la dificultad que encontraba el peliplateado para volver a organizar a su élite guerrera. La traición de Melascula había sido el inicio de la desintegración entre sus filas, la desconfianza era absoluta y, como además el rey había ordenado incluir entre sus líderes a miembros de cortes aliadas, parecía que aquella formación estaba destinada a fracasar.
—Así es hermano, faltan hombres realmente confiables. Incluso con esos tales Drole y Gloxinia que me pediste incluir, tenemos un déficit. Hasta ahora, las únicas personas seguras son esos dos, Grayroad y Fraudrin, Galand, Zeldris y yo.
—¿Por qué no estás contando a Monspeet y Derieri? —El ex visir puso una mueca de desagrado al oír eso y rió burlonamente sin disimular su desprecio.
—¿Aún quieres que lo haga? Se la pasan jugando a las damas con tu muñeca ojiazul. En especial Derieri, está pegada a esa mujer como un perrito faldero. —Meliodas frunció el ceño ante aquel tono, pero decidió ignorarlo y continuar con la plática.
—Inclúyelos. Con ellos, somos nueve. Solo falta reemplazar a Melascula, y eso será todo. —El malvado hombre de ojos negros se rió internamente al oír esto. Al él no le interesaba reunir más miembros, por el contrario. Con la excepción de sus dos secuaces, pensaba ir eliminando a los hombres de su hermano uno por uno. Aun así, sonrió cínicamente mientras hacía una reverencia y se retiraba.
—Así se hará, majestad.
*
Gelda sentía que estaba en un sueño. Su amo la había llevado a los huertos frutales a orillas del reino, y ahora se encontraban los dos solos entre muros de enredaderas tan altas y espesas que era imposible ver a través de ellas. La luz del sol era cálida y brillante, se oía correr agua no muy lejos, el aroma de las flores era embriagador, y el verde de las hojas que la rodeaba le hacían pensar en las esmeraldas que su amo, el hombre cuyos ojos la miraban en ese momento, usaba en sus ropas cuando estaba por declarar algo importante. Sin embargo, aún no había hablado.
Desde que Zeldris le había quitado las cadenas, las cosas entre ellos habían cambiado por completo, y parecía que dichos cambios también se estaban manifestando en su cuerpo. Una serie de nuevas sensaciones la invadía recientemente, sus poderes regresaban poco a poco, pero aunque eso le daba una gran fortaleza que le encantaba, aquellos dones venían junto con un hambre que la asustaba. Se había convertido en un ser francamente peligroso, y aún así... el hermano del rey no quiso ni hablar sobre volver a encadenarla.
—Gelda, ¿podrías venir a sentarte un momento por favor? —Tan solo la forma en la que decía su nombre la hacía sentir como si volara, y anhelaba casi desesperadamente poder tocarlo. Sin embargo, aún no se había atrevido ni siquiera a verlo directamente al rostro; desde aquel breve y sensual acercamiento que había ocurrido cuando lo mordió, simplemente no había reunido el valor. Aún así, seguía siendo su sierva, y había jurado obedecerlo sin dudar. Se acercó tal y como él lo pedía, con las piernas cruzadas y las manos sobre su regazo, dispuesta a escuchar las palabras que había estado esperando por días.
—¿Sí amo? ¿Hay algo que pueda hacer por usted?
—Solo escucharme —dijo él con una sonrisa. El breve silencio tras decirlo fue llenado por el canto de las aves y, cuando finalmente el príncipe pudo poner todas sus palabras y las piezas del corazón en orden, comenzó a hablar—. Quería agradecerte por todo lo que hiciste para ayudar a mi hermano y a su mujer. Probablemente con eso les has salvado a ambos la vida —Gelda se ruborizó aún más de lo que ya estaba y comenzó a jugar nerviosamente con su trenza—. Y no solo eso. Has hecho mucho por mí, mucho más de lo que creí que serías capaz... y no estoy hablando que hiciste como mi sirviente. —Ella no pudo resistirlo. Contra lo que se había prometido a sí misma, finalmente volteó a mirarlo. Sus ojos eran oscuros y hermosos, un par de dagas negras del material más filoso que había. Sentía que podía perderse en ellos, ser desgarrada por ellos. Debió mirarlo demasiado, porque el pelinegro se sonrojo y, súbitamente, bajó la mirada. Algo en su poderosa aura de verdugo se estaba diluyendo, dando paso a una suavidad de terciopelo y seda.
—Yo... pienso que eres la mujer más valiente e inteligente que conozco. Eres gentil, hermosa, y también muy fuerte —La declaración de ser para él no un objeto sino una mujer llenó a la rubia de una emoción que la dejó mareada, pero justo cuando iba a abrir los labios para agradecerle, su amo soltó algo que la dejó paralizada—. Por eso, tengo un regalo para ti. —El príncipe le pasó un pergamino enrollado que ella leyó un poco confundida. Nunca nadie en su vida le había hecho un obsequio, lo que la hizo sentirse dividida entre la gratitud y la alarma. Leyó su texto de pulcra caligrafía con cuidado y, cuando entendió lo que era, su corazón se detuvo y sintió que su piel se congelaba: era su carta de liberación.
—¿Por qué me da esto mi señor? —dijo ella con la voz quebrada—. ¿Acaso ya no me necesita? ¿Ya no me quiere a su lado?
—¡No! —Zeldris giró el cuerpo por completo para verla de frente y, antes de poder contenerse también, tomó sus manos con fuerza—. No es eso Gelda. Es solo... —Parecía que lo que estaba a punto de decir le estaba costando bastante, así que la rubia trató de transmitirle un poco de fuerza al apretar ligeramente sus manos, y eso bastó para que él recuperara su determinación—. Escucha. A partir de ahora, servir a la familia real será muy peligroso. Hay enemigos poderosos dentro del palacio, esta no será la última vez que mi hermano y yo, o los más cercanos a nosotros, estén en peligro. Por eso... quiero que tengas la libertad para elegir el tipo de vida que quieres vivir —Sus palabras dejaron a Gelda muda de asombro. Le estaba dando la oportunidad de irse. Le ofrecía la oportunidad de salvarse y dejarlo atrás—. Si te quedas conmigo, quiero que sea sabiendo lo que viene, quiero que sea porque tú lo deseas, y no porque estés obligada a hacerlo. Gelda... ¿me elegirías?, ¿o...? —Ella no tuvo que hablar para darle su respuesta. Se lanzó sobre Zeldris y estampó los labios sobre los suyos.
Por un momento él no se movió, y la joven temió que sus sentimientos no fueran los mismos. Todas sus dudas fueron despejadas cuando repentinamente le devolvió el beso con gran intensidad y ternura. Ella le echó los brazos al cuello y, por un instante, ambos decidieron olvidar que eran un príncipe y una sirvienta, y simplemente entregarse a lo que sentían. Fue como ver el sol tras una larga oscuridad, como hallar una fuente de agua en medio del desierto. El beso iba haciéndose cada vez más apasionado y, en algún momento, el amor de Gelda se mezcló con su sed de sangre. Sin poder resistir la tentación, mordió el labio de su dueño, sacándole un leve gemido y unas cuantas gotas de brillante líquido rojo. En cuanto las lamió, un placer intenso y ardiente estalló en su cuerpo, incitándola a ir más lejos y con más violencia. Se subió a horcajadas sobre su regazo y comenzó a frotar desesperadamente su cuerpo contra el suyo.
—Gelda... qué... ¿qué estás haciendo? —Por un breve segundo, ella logró recobrar la cordura y separarse un poco para poder ver su rostro. No importaba que estuviera haciendo, seguiría mientras pudiera ver contemplarlo de ese modo. El pelinegro tenía una expresión que la hacía desear no parar nunca, un sonrojo que era mezcla de timidez, excitación, y una poderosa emoción que ninguno había experimentado antes.
—Amo, creo que usted no ha entendido. Yo le perteneceré por siempre, y no porque sea su esclava. Estoy enamorada de usted. —El silencio que siguió los envolvió como un velo secreto, y con cada segundo que pasaba, el ambiente iba cargándose cada vez más de sensualidad y romance. Él tomó su rostro suavemente entre sus manos y, ante el asombro de la rubia, dejó que toda su oscuridad desapareciera. Le mostró sus verdaderos ojos, dos puras y hermosas esferas de color verde, más brillantes y asombrosas que cualquier esmeralda del reino.
—Soy tan idiota como mi hermano. ¿Por qué lo he estado negado tanto tiempo? Gelda, yo también te... yo también te a... —La joven estaba tan feliz que no espero a que terminara de hablar, volvió a besarlo con toda la pasión de la que era capaz. Sus lenguas se acariciaban mutuamente, sus manos atrevidas habían comenzado recorrer su cuerpo y, ya sin poder contenerse, se deslizaron bajo su camisa para sentir piel contra piel—. No Gelda, para... si sigues así yo... no podré detenerme.
—No quiero que se detenga —Le dio un beso, y luego otro, y otro más—. No quiero que pare. Quiero que me haga suya por completo, que posea todo lo que tengo y lo que soy. —Entonces tomó las manos del pelinegro, y las llevó por debajo de su ropa hasta que estuvieron sobre sus suaves y cremosos pechos. La duda duró sólo unos segundos. La respiración de Zeldris ya estaba agitada, pero en cuanto comenzó a apretar y la escuchó soltar un largo gemido, perdió todo el autocontrol y se lanzó sobre ella para besarla y acariciarla con ferocidad.
Uno le fue quitando la ropa al otro, casi sin separar sus bocas y tocándose en todo momento. La suave curva de su cintura lo hizo enloquecer, la firmeza de su abdomen la dejó sin aliento. Cuando por fin llegaron más allá de la cadera, ella se deleitó con la firmeza de su sexo y comenzó a acariciarlo con la mano, apretándole y haciéndolo gruñir de placer. Él se vengó deslizando sus largos y elegantes dedos entre la humedad de sus piernas, provocando un espasmo en todo su ser cuando introdujo uno en ella.
—Gelda, estás muy apretada. ¿Eres virgen? —Ella no podía estar más sonrojada al responder a esa pregunta, pero asintió levemente mientras le mostraba una sonrisa—. Comprendo... —dijo él con una nota de indecisión en la voz—. Querida, ¿aún quieres seguir con esto? Una vez que te tome, no habrá marcha atrás y... —Tan dulce, tan amable, tan justo. La hacía sentir que cualquier duda o miedo era poca cosa si estaban juntos. Para responderle, lo acomodó entre sus piernas, tiró para atraerlo a su cuerpo, y lo abrazó con toda la fuerza que tenía.
—Por favor hágame suya amo.
—Zeldris.
—¿Qué? —Él se separó un momento de su abrazo para verla a los ojos, enfrentando el verde contra el rojo con una decisión absoluta en la mirada.
—Si vamos a hacer esto, seré tan tuyo como tú mía. Y ahora eres una mujer libre. Ambos necesitamos oírlo, así que... di mi nombre, por favor. —Ella lo sabía. A partir de ese día nunca, jamás, habría nada que lograra separarla de su lado.
—Zeldris... —Eso era todo lo que él deseaba escuchar. Fue recompensada con su resplandeciente sonrisa, esa que ella adoraba y que sentía necesitar para vivir. Luego, esa expresión fue reemplazada por una concentración total mientras cerraba los ojos y entraba en ella poco a poco—. ¡Ahhhhh! Zeldris... ¡Zeldris!
Aunque en un primer momento sintió un gran dolor recorrer todo su cuerpo, en segundos este se transformó en placer, y la rubia comenzó a agitar sus caderas para incitarlo a que se moviera. Él comenzó lentamente, con profundidad y suavidad, pero cuando sus embestidas se hicieron más rápidas, los gemidos de ambos se volvieron tan altos que por un segundo ella temió que los descubrieran. Para callar sus propios gritos y apagar su sed, la ex esclava ocupó la boca en lo que deseaba hacer desde que había probado la sangre de sus labios. Mordió a Zeldris con fuerza en el hombro mientras él la penetraba.
—¡Ahhhhh! Gelda, no hagas eso... me... ¡excita demasiado! —Sus movimientos comenzaron a ser frenéticos, bombeando dentro de ella cada vez más profundo y más rápido. El placer era demasiado, los latidos en su interior aceleraban cada vez más, ¿sería eso el paraíso? Cuando ambos llegaron al clímax, su amado derramó cada gota que tenía en sus entrañas, y ella tuvo que dejar de morderlo para soltar un largo y liberador grito. Luego ambos se acostaron uno al lado del otro a la sombra del árbol, desnudos entre telas negras y con el cuerpo perlado de sudor.
—Zeldris, te amo. —Conmovido más allá de lo posible, el pelinegro la acercó hacia él y la abrazó protectoramente contra su pecho.
—Yo también, y lamento no haberlo dicho primero. Te amo Gelda. —Y con estas últimas palabras ambos se entregaron al sueño.
*
Escena extra: Lo que significan los sueños.
—Y eso fue lo que soñé, ¿qué crees que significa Eli?
—Yo, esto, pues... —La joven bailarina no sabía ni por dónde empezar, pero una cosa era segura: sus dos protectores, los mejores espías y guerreros del rey, definitivamente estaban enamorados el uno del otro. Si el sueño erótico que la pelinaranja le acababa de contar no era prueba suficiente de ello, el hecho de que hicieran guardia de esa forma tan rara y escrupulosa era evidencia concluyente.
Desde que Elizabeth había impedido el ataque hacia el sultán, Derieri no había querido apartarse de su lado ni un segundo y, por consiguiente, también el silencioso y fiel Monspeet las seguía. Sin embargo, definitivamente algo había cambiado entre los dos. Él parecía más alerta, más serio, y las miraba a ambas con tal intensidad entre sus rondas que hacía sentir a la albina algo intimidada. Era obvio que aquellos ojos no eran para ella. La pelinaranja, en cambio, parecía más suave de lo usual. Aún miraba con instinto asesino a cualquiera que se le acercara, incluso a los sirvientes, pero cuando su compañero de ojos castaños se aproximaba para hacer la revisión, todo su cuerpo transmitía dulzura, así como una elegancia y sinuosidad que antes no le había conocido.
—Bueno... —dijo volviendo al presente para responder la respuesta de su amiga—. Creo que es obvio que te has enamorado. No conozco toda la historia entre ustedes pero, creo que al compartir el peligro como lo han hecho seguramente se habrá formado un vínculo inquebrantable.
—¿Como el que tienes tú con el sultán? —La joven no pudo evitar que aquel comentario le sacara una sonrisa, pero como la otra aún tenía el ceño fruncido de preocupación, esta se disolvió mientras le tomaba la mano por encima de su cobija.
—¿Qué sucede linda?
—Es que... Elizabeth, no puede ser igual. Yo no soy como tú, tan bella y delicada.
—Pero si eres hermosa...
—No, no lo soy —dijo con convicción su guardiana y, parándose de un salto para comenzar a andar en círculos por la habitación, continuó con el debate interno que había estado teniendo toda la semana—. Se supone que me teman, ¡se supone que debo ser feroz!
—Bueno, los tigres también son atemorizantes, pero eso no los hace menos hermosos. —La guerrera no pudo conseguir un argumento contra eso, pero aún así, no le parecía suficiente.
—Yo no soy tan vulnerable como tú. No puedo ser tan frágil, tan.. tan... no sé, débil.
—Amar no te hace una persona débil, Derieri. Al contrario, yo creo que te puede conceder una gran fuerza. —La mueca de la chica fue tan cómica que la albina por poco se ríe, y apenas pudo contenerse mientras veía aquel tremendo puchero acentuarse.
—Pensaría que mientes, de no ser porque jamás te he visto mentir antes. Y también creo que puedo dar algo de crédito a tus palabras. Después de todo, sobreviviste al veneno de Melascula solo a base de amor y terquedad.
—Tenía una razón muy importante para volver. Y además, tuve mucha ayuda.
—Comprendo. Pero... no creo que eso pueda aplicarse a mi. Es decir, sí me sentí extraña durante nuestra misión fuera de palacio, y ese sueño me hizo arder las entrañas pero... pero... ¡Eso no significa que deba estar con él!, ¿o sí? —Ahora Elizabeth entendía perfectamente dónde radicaba el problema y, haciendo un gran esfuerzo por levantarse de la cama, caminó hasta su amiga para abrazarla por los hombros.
—Oh querida, tú ya sabes el significado de ese sueño. Ya sabes que lo amas, ¿no es verdad? —Ella se quedó tan quieta como una estatua mientras dejaba a la bailarina hablar—. Lo que te preocupa es dar el siguiente paso, y crees que ese sueño podría anunciar algo del porvenir. —Había dado justo en el blanco. Volteándose tan rápido que la hizo saltar del susto, la chica con cabello de tangerina la tomó de las manos y preguntó a gran velocidad con las mejillas encendidas.
—¿Crees que es posible que aquel sueño mostrara el futuro? Sería bueno pero, ¿qué sucede si mi hermana vuelve? Ella también estaba enamorada de él. Además, ¿qué sucedería si Monspeet no me corresponde? Hemos estado juntos desde siempre, y confesarle lo que siento podría dificultar nuestro trabajo juntos. Y ese es otro problema... —La llama que se había encendido en sus ojos se apagó un poco, y entonces Elizabeth pudo reconocer a la joven inocente que había tras la aquella poderosa guerrera.
—¿No se les permite relacionarse románticamente entre ustedes?
—No exactamente. Fuimos entrenados para dar prioridad a la familia real en todo momento, ninguna persona puede ser más valiosa; tenemos que darlo todo en nuestras misiones y estar listos para dar la vida en ello. Si nos enamoramos, no solo sería visto como una debilidad. Es una traición al credo de los descendientes del linaje oscuro. —De nuevo, no había respuesta para eso. La joven bailarina aún no entendía mucho de aquel terrible pasado que separaba sus pueblos, pero tampoco estaba dispuesta a permitir que empañara su futuro así que, reuniendo todo el valor que tenía, volvió a intentar abrir el corazón de su amiga.
—Pues, si en verdad están listos para morir, yo diría que es incluso más importante demostrarse cuánto se quieren, ahora que están con vida. Dile lo que sientes, 'Eri. Solo así ganarás la fuerza que te permitirá no tenerle miedo al otro mundo —Elizabeth acababa de dar con la respuesta correcta. Los ojos de la joven se iluminaron y, por un segundo, pasaron de color negro a un precioso azul turquesa—. No tengas miedo. Eres la guerrera más fuerte del rey, lo que sea que venga, sé que lo enfrentarás con valor. Y si aún así todo falla, te prometo que estaré aquí para ti cuando quieras respuestas o saber lo que significan los sueños.
—¡Es verdad! —gritó la pelinaranja, para acto seguido tomar a Elizabeth en brazos y llevarla corriendo a su cama—. ¡Tú no debes moverte de ahí! Mi trabajo es cuidarte y ver que sanes lo más pronto posible.
—Vamos, solo quería darte un abrazo.
—¡¿Estás loca?! ¡Cualquier esfuerzo te podría matar!
—No 'Eri, estás exagerando.
—Sus alimentos excelenci... ¡aaaaaah!
—¡Linda! ¡No hagas daño a esa pobre chica! —La inocente sirvienta que había elegido precisamente ese momento para entrar estaba arrinconada contra la pared con la navaja de Derieri a la altura de su cuello, luchando por dejar de temblar para que no se le cayera la charola.
—¿Eso ya pasó por un catador de venenos?
—S... s... sí mi señora.
—Hmmm... —Sin ningún decoro, la guerrera deslizó rápidamente un dedo sobre el potaje dulce para llevárselo a la boca. Elizabeth luchó por contener la risa, la sirvienta por tragar saliva, y cuando ella pareció aprobarlo, finalmente apartó su arma—. Bien. Déjala aquí, yo se la doy.
—Oh 'Eri...
—Di "ah". —dijo la pelinaranja acercando la cuchara.
—¿Todo está bien? —Monspeet acababa de asomarse desde su escondite tras las cortinas de seda y, al ver la tierna escena, por poco también se le escapa sonreír.
—Estamos bien, muchas gracias por todo. —La verdad era que no importaba el significado que quisieran darle. El hombre del sueño de Derieri llevaba largo tiempo enamorado de ella, y el momento en que revelaran sus sentimientos vendría muy pronto, acompañado de una terrible batalla sangrienta, y de una prueba de amor entre la vida y la muerte.
***
Seeeeee :0 Cosas interesantes se vienen, fufufu Y ahora, un secreto de este capítulo: ¿sabían que la escena extra de hoy estuvo un poco inspirada en el personaje de Mazequin de la serie de Netflix, Lucifer? Honestamente mi Derieri me recuerda mucho a nuestra querida demonio, son igual de hermosas y violentas ^w^ Escritora tomando de referencia todas las cosas que le sean posibles, nishishi <3
Bueno, eso sería todo por hoy cocoamigos. ¡Uff!, la cosa se puso intensa XD No se si podré manejar este ritmo de escritura con la escuela y todo, así que pido disculpas de antemano >w< Lo mas probable es que nos veamos este miércoles, pero créanme, ¡vale la pena esperar por estos materiales extra! <3 Nos vemos pronto por acá °3^
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