Noche 21: El deseo de la genio
Hola a todos, aquí Coco, quien apenas puede con su alma tras el día tan pesado que tuvo T_T Apenas logre reinscribirme a la universidad, a la vacuna covid y a un curso que quería, ¡estaba tan perdida en el tiempo que por poco me quedo sin nada! X0 Pero al parecer diosito me quiere, porque logré salvar todo en el último momento XD Necesito relajarme, ¿qué tal si me acompañan a esta lectura y disfrutamos de una noche tranquila? ^u^ Ya saben qué hacer.
posdata: [se acaba de acordar de lo que se viene, y como es intenso, se pone a llorar >_<
***
—¡Ahhh! ¡Más! ¡No pare mi señor! —La amira Melascula estaba siendo penetrada con dureza desde atrás por el visir. Sus negociaciones habían salido demasiado bien, y ahora que cada uno había terminado de hacer su plan para matar al sultán, decidieron celebrarlo a lo grande. Sin embargo, ninguno estaba pensando en el otro.
Estarossa incrementó el ritmo de sus embestidas mientras apretaba el trasero de la pelimorada, pero en su mente, a quien tenía era a la hermosa peliplateada de su hermano, a la cual pensaba robar de su lado no bien se enfriará su cuerpo. Por su parte, la dama serpiente se estaba permitiendo la fantasía de que era el sultán quien la tomaba. A pesar del odio que sentía por él, debía admitir que desde la vez que lo vio besando a esa bailarina, lo deseaba.
—¡Ngh! Estoy por venirme. Mi señor...
—¡Sultán!
—¿Eh? —Al no recibir la respuesta que quería, el príncipe le dio una fuerte nalgada y la agarró del cabello.
—¡Pide clemencia a tu rey! —Melascula entendió lo que quería y contrajo todo su interior mientras decía estas palabras.
—¡Soy suya mi señor! ¡Mi rey! ¡El nuevo gran sultán! —Y tras estas palabras, ambos llegaron al clímax, quedando exhaustos y malévolamente complacidos con lo que pensaban hacerle a sus víctimas.
*
—No puedes estar hablando en serio Arthur. —Ban estaba tratando de convencer a su amigo para que no dejará el reino, pero él parecía absolutamente decidido.
—Ella lo ama, señor Ban, y además el reino lo necesita. Ya no me queda nada por hacer aquí . —Al peliplateado se le acababan las opciones para hacerlo cambiar de parecer, así que le soltó lo único que creyó que podía disuadirlo.
—¿Pero qué pasa con tu genio y los dos deseos que te faltan? —Arthur pensó que tenía razón, así que con toda la calma del mundo, sacó la lámpara y la frotó. En cuanto la genio salió y vio a su amo, sintió como su corazón se rompía.
—¿Hemos perdido nuestro objetivo, cierto mi señor?
—Así es Merlín, y ahora tengo un par de preguntas. Si decido irme del reino, ¿el señor Ban podría conservar todo lo que tiene para poder casarse con la princesa Elaine?
—Mocoso... —Ban estaba muy triste y muy conmovido por lo que dijo. Merlín lo único que hizo fue suspirar sonoramente.
—Por supuesto, amo.
—Perfecto.
—¿Y sus otros dos deseos, alteza? El fiel Gowther se asomó desde el bolsillo de Merlín y se puso a leer la atmósfera de la habitación. Concluyó, justo como su maestra, que habían fracasado en su misión.
—La verdad, no estoy seguro —El ojimorado se quedó callado unos segundos, y luego sonrió lentamente mientras volteaba a ver a su sirviente—. Merlín, ¿hay algo que tú desees?
La maga estaba tan asombrada de que le hubiera dirigido esa pregunta que hasta dejó de levitar. Incluso aunque lo había perdido todo, incluso aunque acababa de despedirse de su única familia, seguía pensando primero en el bienestar de los demás. Y en ella de un modo muy especial. No sabía qué haría él con esa información, pero decidió que valía la pena contárselo.
—Eso es simple: la libertad, mi señor. —Como Merlín era tan fuerte, ni Ban ni Arthur habían pensado mucho en eso, pero estaba atada a la lámpara.
—Pues bien. Deseo que Merlín sea...
—¡Espera! —Ban no podía creer lo desinteresado que era ese chico. Pensaba irse sin llevarse nada, y aún así, ocuparse de todos. Puede ser que hasta ahora estuvieran fingiendo, pero el ladrón pensó que, de haber sido real, Arthur hubiera sido un gran rey—. Disculpa Merlín, ¿te puedo pedir un último favor?
—¿Qué necesitas?
—Quiero que acompañes a Arthur en su viaje hasta que pida su segundo deseo. Después de eso, está bien si vas a disfrutar de tu libertad. —Ban no tuvo que pedírselo dos veces.
—Así lo haré, oh gran Alibaban, rey de los ladrones. —Los tres rieron por primera vez en un buen rato, pero Merlín tenía un remolino de emociones en su interior.
Por un lado, estaba molesta, pues todos sus planes y hechizos habían sido en vano. Por otro lado, estaba triste, pues ver cómo Arthur renunciaba a todo se le hacía lo más injusto del mundo. No podía evitar estar un poco feliz, pues la promesa de libertad estaba a la vista. Pero había algo más, una nueva y misteriosa emoción creciendo en ella.
Esa misma noche, salió a escondidas de la lámpara y entró al cuarto del joven de manera sigilosa para no ser descubierta. Se quedó viendo el rostro durmiente de su amo mientras pensaba en la maravillosa persona que era. Nunca, en todos sus siglos de vida, se había topado con un hombre tan noble, hermoso, valiente y...
De nuevo ahí estaba ese sentimiento extraño, estaba segura de haberlo sentido alguna vez, pero no recordaba cuándo. Arthur se movió en sueños, y ella vio que de una de sus mejillas estaba resbalando una lágrima. Entonces entendió lo que sentía. Le entraron unas ganas increíbles de limpiarle esa gota a besos, de abrazarlo contra su pecho y quitarle los dolores del cuerpo y el alma con sus caricias. Supo que estaba enamorada de él.
—¿Merlín? —Ella se asustó al ver que estaba despertando, temía lo que pudiera averiguar si la miraba a los ojos, así que decidió colocar las manos sobre su rostro y lanzarle un hechizo de sueño profundo.
—Tranquilo, querido Arthur —Se veía que él se estaba resistiendo, pero cada vez cerraba más los ojos—. Es solo un sueño. —El joven sonrió como un niño mientras se recostaba otra vez.
—¿En serio? Estoy muy feliz de poder soñar contigo —Luego puso una cara triste y estiró los brazos débilmente, como si quisiera abrazarla—. ¿De verdad te quedarás conmigo?
Ella sencillamente no pudo resistirlo. Se lanzó sobre él para besarlo con toda la pasión que sentía. Sus labios eran suaves, cálidos y húmedos, y tenían un ligero sabor a sal, que de seguro se debía a que había estado llorando. A pesar de que Arthur estaba cada vez más cerca de quedarse dormido, había comenzado a corresponder el beso y a soltar pequeños gemidos que estaban volviendo a Merlín loca de deseo. Lo mordió un poco para que Arthur abriera la boca y pudieran unir sus lenguas. Era delicioso: sabía a inocencia, a miel, y un poco a vino, a ese del que Ban le dijo que no bebiera. Tuvieron que detenerse por falta de aire, y en cuanto sus bocas se separaron, Arthur cayó dormido por completo. Merlín observó su bello rostro unos segundos más y acarició su mejilla.
—Yo te protegeré Arthur. No volverás a sentirte solo nunca más.
Escena extra: La cabra de los sueños
Era su oportunidad, pero... ¿se atrevería? No creía que hubiera problema, después de todo, si había escuchado bien esos serían sus últimos días en el mundo exterior. Merecía divertirse. Lo deseaba con locura. El joven de pelo magenta y ojos ámbar se deslizó silenciosamente desde el bolso de su maestra apenas ella terminó de hablar con el amo Arthur, y escapó de la vista de todos con la sensación de estar cometiendo una travesura. Una de la que no se arrepentía. Al fin y al cabo, solo sería por un rato, y algunas de las víctimas de sus juegos seguro lo agradecerían.
Se deslizó silencioso por los aposentos del amo hasta que logró escabullirse a unos de los corredores del castillo, y ya ahí, se puso a saltar de felicidad. El príncipe Arthur había decidido abandonar su persecución de odio y venganza, le habían prometido la libertad a Merlín, y además, el señor Ban tenía ahora una verdadera oportunidad de encontrar el amor. Todo era perfecto. Aquella alegría burbujeante hacía que sintiera su magia a flor de piel, las puntas de sus dedos vibraban de energía, y siendo así, estaba más que listo para su juego favorito: visitar los sueños de las personas. Adoptando la forma de una tierna y esponjosa cabra, el joven mago se desvaneció en humo que ningún ser humano podía ver, y se alejó flotando por las habitaciones con una enorme sonrisa. Las reglas eran en verdad muy simples: si la persona era buena, le daría un sueño; si era mala, una pesadilla.
—Bien, vamos allá. ¡Kyupin!
La pequeña cabra saltó y saltó, y encontró a un joven guardia durmiendo en su turno. La víctima perfecta. Entró a su sueño, miró el escenario, y casi se desternilla de risa: el susodicho presumía sus músculos y su esponjoso peinado a la bailarina de coletas del harem del sultán, y ella parecía fascinada por él y sus galanuras. Ambos se estaban inclinando para darse un beso, cuando Gowther por fin terminó de leerle la mente y cambiar el sueño que tenía.
—Lo siento campeón, pero además, el corazón de esa chica ya tiene dueño. —Cuando las bocas de ambos se separaron y el pobre guardia Howser miró a la chica de su afecto, esta se había transformado en un viejo gordo, con vello facial y labios enormes.
—¡Noooo!
—¡Howser! ¡¿Qué pasa?! ¡¿Dónde está el enemigo?! —Su compañero guarda, un enorme joven de gran musculatura y pelo moreno se acercó a él corriendo, y al darse cuenta de que este simplemente había tenido una pesadilla, le dio una tremenda paliza que terminó de despertarlo. Gowther no podía parar de reír.
—Bueno, uno menos. Veamos qué más tiene que ofrecer la poderosa guardia del sultán.
Fue sólo el comienzo. Salta que salta la pequeña y esponjosa cabra, cambió los sueños de casi todo el regimiento del sultán, terminando por su asesor personal. La fea pesadilla de recolección de impuestos se convirtió en una escena con el rechoncho anciano rodeado de muchos niños rubios pequeños y juguetones.
—Awwwwwww. ¿Quién diría que ese viejo diablo en el fondo era bueno? Será la persona más feliz de la tierra cuando el sultán y la ama Elizabeth tengan hijos.
Salta que salta a la siguiente habitación, hacia los cuarteles generales de magos de la corte, y tras darle sueño tranquilo a muchas chicas, Gowther cambió la fantasía de la hechicera real Vivian de humillar a su rival amorosa, por una pesadilla donde ella se convertía en una brocheta de kebab.
—Te lo mereces, mala bruja. Hasta donde sé, el capitán Gilthunder es un hombre casado.
Salta y brinca la cabra rosa, y decenas de sueños similares brotaron en la silenciosa noche. El ejército, los sirvientes, los invitados del rey y hasta algunas mascotas. Sueños, polvo mágico y risas del travieso aprendiz de genio divirtiéndose en la noche. Pero hubo algunas mentes que le fascinaron en particular. Brinco y brinco, y la pesadilla de la mejor guerrera del rey se convirtió en una escena romántica que le robó a Gowther el aliento.
—Monspeet, yo solo... quiero contarte mis sentimientos.
—Sin que me digas nada, ya lo sé. Yo también te amo, 'Eri. —Y los labios de ambos se unieron en un beso ardiente como el desierto. En cuanto aquellas escenas pasaron a ser un sueño erótico, la traviesa cabra se dio por satisfecha y abandonó ese espacio para ir en busca de sus últimas víctimas.
—Me preguntó... sí. Ya es hora de ir a por los peces grandes. Veamos qué es lo que ven sus altezas reales.
Saltando de gusto tras haber cumplido la misma misión con decenas de personas, la cabra pelimagenta regresó hacia el ala más lujosa para buscar las habitaciones de los dueños de aquel castillo. La primera que encontró fue la del príncipe Zeldris, que no tenía un sueño ni una pesadilla, sino que seguía haciendo cálculos y listas mentales para que el cierre de festividades por el cumpleaños de su hermano fuera perfecto.
—Trabajando hasta dormido —Se impresionó el mago pelimagenta—. ¿Qué tal mejor esto, excelencia?
Su sueño probablemente fue el más bello de los que visitó. El verdugo del rey se hallaba en medio de un oasis con su esclava a lado, pero ella no estaba ahí para servirlo. Él la miraba con ojos de adoración, se arrodillaba, y le quitaba con cuidado los grilletes que tenían atrapados sus delicados tobillos. Por un momento, Gowther se preocupó, ya que él sí sabía cuál era la verdadera naturaleza de esa criatura oscura en forma de mujer. Sin embargo, era obvio que el pelinegro no, y como ese era su sueño, en vez de que la rubia lo atacara le sonrió. Acto seguido comenzó a llorar agradecida. Él le besó los pies con la expresión de quien vive la auténtica felicidad, y entonces la cabra decidió que podía irse.
Algo igual de extraordinario ocurrió cuando visitó la habitación del sultán. Gowther aún no podía decidir si él era bueno o malo, pero como lo único que ocupaba su mente y corazón era el rostro de su amada, decidió ser neutral y regalarle un recuerdo remoto de su infancia. Los sueños de los dos amantes se entrelazaron de forma natural, y en cuanto la cabra vió el misterioso pasado que los unía a los dos, supo que la decisión de Arthur de abandonar la venganza era la correcta, y que ellos definitivamente estaban unidos por el destino. Ya no había trabajo que hacer.
La cabra de los sueños regresó sonriente, saltando y bailando hacia las habitaciones de su amo, cuando una energía increíblemente poderosa le llamó la atención de tal manera que lo hizo detenerse. ¿Qué era toda esa oscuridad? Confundido, el chico de anteojos se adentró a las habitaciones más alejadas del harem del sultán, y entró a un cuarto cuya energía era negra como abismo. Flotó sobre la mujer de largo pelo violeta, indeciso de si entrar a su mente o no.
—Pobre mujer, ¿estará teniendo una pesadilla horrible? —Entonces el mago entró... y lo que vio lo dejó asqueado y horrorizado. Sangre. Viseras. Una masacre como no había visto nunca, con todas las personas a las que les había dado sueños hermosos descuartizadas en el piso—. ¡No! Vamos a cambiarlo, vamos a... ¿eh? —No pudo hacerlo. Y no pudo, porque lo que creía que era una pesadilla en realidad resultó ser el anhelado sueño de esa mujer.
—¿Qué haces aquí? —No era posible. La pequeña cabra se dio la vuelta lentamente con un escalofrío recorriendo su esponjosa forma astral, y antes de darse cuenta, todo se volvió negro y perdió el conocimiento. La dama serpiente también era una bruja, una encantadora de almas... y la siniestra genio de los venenos que pondría en práctica todas sus artes para lograr que el malvado visir convirtiera aquella visión en una realidad.
***
Chan chan chaaaaaaan *_* La maldad se acerca. Pero, por otra parte, ame darle un poco más de participación a Gowther XD y ahora, un secreto de este capítulo: ¿sabían que originalmente iba a hacer a Melascula aún más poderosa? La primera vez que publiqué este libro, dudé seriamente si hacer de villano principal a Estarossa o a Mela, e incluso pensé en ponerlos como pareja al final. Sin embargo, decidí que no por dos motivos: uno, en el fondo desde esa época ya shipeaba a Mela x Galand, y aunque él no apareciera en esta obra, lo sentía como traicionar el ship XD La segunda razón es por Estarossa en sí, ya que como él está interpretando el papel de visir/Jafar, pensé que estaría mal quitarle protagonismo. Al final, ambos son perfectos villanos, y juntos... bueno, ya sabrán qué pasa si están juntos en el próximo cap >:) Vamos allá para leer...
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