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Una vez que su protegido comenzó a subir al escaleras Zabdiel debía bajar a la Tierra. Pero como es su primera vez en hacerlo, voluntariamente buscó ayuda de los demás ángeles guardianes.

-¿Qué debo hacer entonces, Maribel? -le pregunta a su amiga. Pero antes de que ella responda una risa la interrumpe y Zabdiel roda los ojos al ver que Raquel se acerca a ellos.

-Entonces si es cierto. El poderoso Zab fue degradado a ángel guardián -se burla la recién llegada haciendo que él rechine los dientes.

-Ya verás, mi protegido crecerá muy rápido y yo volveré a mi antiguo trabajo -contesta muy seguro. Tal vez demasiado debido a su ego. En ese momento las grandes puertas doradas comienzan a abrirse ante los ángeles y ellos deben bajar.

-Yo te digo que hacer. -Maribel le toca el hombro y le da una sonrisa amigable. Entonces los primeros se lanzan a través de la puerta, son muchos y luego llega el turno de Zabdiel. Él traga saliva para luego dejarse caer junto con Maribel. Las nubes que están a su alrededor van desapareciendo mientras caen y se convierten en estrellas, en pocos segundos ya ven la tierra justo frente a ellos. La misma va creciendo y creciendo-. ¡Abre tus alas! ¡Debes frenar antes de llegar al suelo!

Pero como Zabdiel está tan asustado, por la velocidad en la que está cayendo, no la escucha y termina estrellándose de una manera violenta en medio de una selva. Los árboles que están a su paso terminan destrozados y él crea un pequeño cráter en la tierra con su cuerpo.

-Ay, ay, ay -se queja mientras frota su cabeza. La cual se golpeó duro-. No puedo creer que los ángeles guardianes siempre hagan esto -murmura mientras de sienta en el centro del cráter y mira a su alrededor. Realmente hizo un desastre al descender y teme que le quiten puntos por eso.

Mientras tanto, en esa misma selva, Aiden despierta dentro de una especie de capullo, entonces intenta romperlo sólo para darse cuenta de que tiene seis horribles garras en vez de manos.

-Ah, aquí estás. -Él reconoce la voz de Zabdiel y rápidamente sale de ese capullo para pedirle ayuda.

-¿Qué es esto? ¡Me convirtieron en un monstruo!

-Mira nada más. ¿Quién es el enano ahora? -responde el ángel para luego soltar una ruidosa carcajada. Él tarda unos minutos en tranquilizarse y después le explica a su protegido lo que está sucediendo -Ahora eres un gusano.

-¡Eso ya lo sé! -responde mientras se desliza por la hoja en donde se encuentra para acercarse a Zabdiel, quién ahora es mil veces más grande que él-. Debí reencarnar en un humano, no en esto.

El ángel suelta otra risa.

-Así no es como funciona, tú debes reencarnar en animales para luego ganarte el gran premio de volver a ser humano. -Zabdiel vuelve a mostrarle la marca de su palma a Aiden mientras agrega-. Cuanto más experiencia tengas esto crecerá como un tatuaje por todo mi brazo y entonces volverás a ser humano.

Aiden lo piensa y más que nunca quiere ser humano, no importa lo que deba hacer.

-Bien. Trabajaremos juntos, así podrás conseguir tus alas y yo seré humano. Todos ganan.

-Disculpa. Yo tengo mis alas -responde el ángel mirando a un lado.

-¿Entonces qué quieres? -le pregunta su protegido haciendo que sus ojos se llenen de lágrimas.

-Yo... Yo q-quiero volver a m-mi antiguo tra...trabajo -habla en medio del llanto-. Peleaba en una de las legiones del Arcángel Miguel, pero luego me degradaron a ángel guardián por cometer un error.

Aiden no puede creer que llore de tal forma por algo como eso. Pero recuerda que es un ángel y también supone que su antiguo trabajo es muy importante para él.

-Bien, haré todo lo que pueda para llegar a ser humano y que tú recuperes tu trabajo -habla llamando la atención de Zabdiel. Éste se seca las lágrimas mientras asiente con la cabeza-. Entonces... ¿Qué debo hacer como gusano?

Zabdiel saca un libro de entre sus vestimentas y lee el artículo en donde habla sobre los gusanos.

-Debes comer y comer hojas en esta etapa. Luego pasaremos a la siguiente.
Eso le parece asqueroso, tener que comer hojas, pero como es un gusano le da un mordisco a la planta en donde se encuentra. Extrañamente le parece sabroso y continúa comiendo. Zabdiel piensa que es muy sencillo ser un ángel guardián y que ahora sólo debe cuidar que a su protegido no le suceda nada. Pero, de repente, un ave pasa volando frente a él y lleva al pequeño gusano en su pico para luego comérselo. El ángel queda paralizado y con la boca abierta al darse cuenta que su protegido a muerto de nuevo.

-Oops -dice antes de que una luz del cielo lo ilumine. Esa misma luz lo lleva de nuevo a la parada de descanso en donde encuentra a Aiden.
-¡Sólo 5 minutos! Reencarne sólo para volver a morir 5 minutos después -le dice entre frustrado y molesto, se olvidó de protegerlo. Él está furioso mientras Zabdiel no sabe lo que sucedió, fue tan rápido que aún sigue sorprendido.

La risa de los demás ángeles y almas hacen que Zabdiel baje la mirada. Se siente triste, avergonzado y patético.

-Doy asco -murmura mientras se sienta en una de las mesas del café. Aiden lo sigue rápidamente para seguir regañándolo.

-Debiste decirme que un pájaro se acercaba, maldición. Me puso en su asqueroso pico y luego exploté, me dolió mucho y...

-¡Ay! -Un par de plumas caen sobre la mesa haciendo que Zabdiel mire asustado las mismas-. No digas blasfemias porque me arrancan las plumas. ¿Quieres que termine sin plumas? No podré volar así.

-No me importa tus plumas, volví a morir porque no hiciste tu trabajo. -Insiste. Entonces Zabdiel le propone intentarlo de nuevo y le promete que ningún ave lo volverá a comer.

Así, Aiden vuelve a subir las escaleras, esta vez más desconfiado. Todo a su alrededor parece estar oscuro hasta que ve una pequeña luz filtrarse dentro de la tierra, en donde se encuentra. Él hace un gran esfuerzo y emerge de la tierra sólo para encontrarse al ras del suelo, mira hacia abajo y nota que su cuerpo es un tallo verde y tierno, sus pies ahora son pequeñas raíces que hacen juego con las hojas que antes eran sus brazos. Él ahora es una pequeña planta que comienza a crecer, lo que le resulta muy extraño ya que pensó que sería un gusano nuevamente.

En ese momento siente vibraciones a través de las raíces. Presiente que algo se acerca, algo enorme y no puede correr. Sólo se queda quieto para ver lo que se aproxima, el susto pasa al ver que se trata de un pequeño ratón que pasa corriendo a su lado. El animalito tenía mucha prisa y casi aplasta a Aiden.

-¡Hola! Protegido, ¿estás por aquí? -La pequeña planta escucha los gritos del ángel y lo ve acercarse rápidamente-. ¡Hey! ¿Me escuchas? No estoy muy seguro de qué eres ahora y... -Zabdiel siente haber pisado algo más que hojas secas y al levantar su pie cierra los ojos con fuerza.

-Oops. -La misma luz de antes lo ilumina para llevarlo a la parada de descanso, en donde el muchacho lo regaña nuevamente.

-¿Qué no vez por donde vas? Te estaba gritando que te pares pero adivina qué, no tenía boca.

-Ya, tranquilo -murmura intentando calmar al alma furiosa-. Al menos esta vez no te comió un ave -le recuerda sonriendo haciendo que el otro gruña furioso.

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