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Despierto con un profundo dolor en mi cuerpo en la zona abdominal, todo a mi alrededor se ve borroso e intento levantarme. Lo dolores desaparecen de inmediato por una extraña razón y es cuando me pongo de pie con mucha facilidad. Todo mi cuerpo parece estar bien, aunque no recuerdo lo que sucedió.

Todo se ve oscuro, no hay nada y una luz me lumina desde arriba. No tengo idea de dónde estoy. Pero, al ver que llevo puesto mi traje de trabajo, los recuerdos vuelven a mi mente. Recuerdo que estaba conduciendo hacia la empresa, lo demás es un poco borroso.

–Bienvenido. –Una voz hace que gire sobre mis talones y me encuentro con un pequeño niño. Debe tener unos 6 años, su ropa es totalmente blanca y tiene una adorable sonrisa en su rostro. Me inclino un poco para estar a su altura y le sonrío.

–¿Quién eres? ¿Dónde están tus padres? Debes estar perdido. –El niño responde que yo soy quien se encuentra perdido. Obviamente tomo esto como una broma, debe ser una.

–Te mostraré. –Me toma de la mano–. Tú perdiste la vida en un accidente –murmura mientras veo imágenes de ese suceso pasar ante mis ojos. Literalmente veo mi vida entera desde que era un bebé hasta este día por la mañana, veo como unos paramédicos colocan mi cuerpo dentro de una bolsa negra y luego se lo llevan dentro de una ambulancia.

El pequeño suelta mi mano mientras siento que todas mis fuerzas me abandonan, caigo arrodillado mientras siento las lágrimas brotar de mis ojos a montones.

–No, n-no puedo estar muerto. Aún no... –me digo una y otra vez mientras niego. En ese momento noto que mi camisa está manchada de sangre en la parte de mi estómago, con las manos temblorosas toco esa zona y siento un hueco profundo. Al parecer algo atravesó mi cuerpo, fue lo que me mató. El niño se acerca y acaricia mi cabello con sus manitos, su toque es suave y cálido. No parece estar asustado por toda la sangre y siento una sensación de alivio en mi pecho con esas caricias, hasta incluso dejo de llorar.

–¿Eres un ángel? –pregunto mientras levanto la mirada. Él asiente cuando me da una sonrisa amigable–. Entonces... ¿E-Estoy en el cielo?

–El cielo no existe –responde dejándome sin palabras.

¿No? ¿Cómo es posible?

–Pero... –Antes de que pueda decir otra cosa él me pide levantarme y toma mi mano para guiarme hacia otro lugar. No tengo idea de a dónde vamos pero tampoco tengo el valor de negarme, aún sigo muy impactado por la noticia de mi muerte. Mis padres... ellos d-deben estar destrozados.

–Haz dormido por mucho tiempo, supongo que estabas cansado. Ahora te enseñaré el lugar –me explica el pequeño ángel cuando llevamos frente a una puerta blanca. Pero si el cielo no existe, los ángeles tampoco.

–Si este no es... el cielo. E-Entonces estoy en el infierno, ¿verdad? –supongo haciendo que el niño suelte una risa. Él niega mientras toma el picaporte de la puerta.

–Los humanos nunca cambian. –Luego de comentar eso, abre la misma haciendo que una fuerte luz me obligue a cerrar los ojos, ya que estaba acostumbrado a la oscuridad del lugar–. Esas son historias que los humanos inventaron desde el principio de su creación para encontrarle sentido a su vida. Si eres bueno vas al cielo, si eres malo al infierno. La verdad es que ninguno de esos "lugares" existe.

Cuando mis ojos se ajustan a la luz me encuentro en un gran... ¿Café? Comienzo a pensar que todo esto es una broma de mal justo. Hay personas a mi alrededor y éstas hablan normalmente mientras toman café y comen facturas.

–¿Qué es este lugar? –le pregunto al niño. Aquí hay personas de todas las edades, adultos adolescentes, ancianos y niños.

–Este lugar es "La Parada de Descanso" y donde te encontrabas se llama "La Habitación del Sueño". Es donde las almas humanas duermen luego de venir muy cansados de la Tierra. Tú lo hiciste por tres años, realmente necesitabas descansar –me explica mientras caminamos por el café. No, esto si que es descabellado.

–Dices que estuve dormido por tres años. Si claro. –Rodo los ojos para luego detenerme, el niño copia mi acción y me mira curioso–. Cómo es que pude estar dormido tanto tiempo si recuerdo, como si hubiera sigo ayer, que yo manejaba hacia la empresa de mi padre. Incluso llevo la misma rop-

Quedo sin palabras al ver que ahora tengo unos pantalones blancos y una camiseta del mismo color, no tengo zapatos y la herida de mi vientre desapareció.

–¿Todavía sigues creyendo que esto es una broma? –me pregunta el pequeño como si hubiera... leído mi mente. No puedo creer esto pero lo estoy viendo con mis propios ojos, es imposible.

–Y-Yo... yo estoy muy confundido. –confieso soltando un suspiro. Entonces siento como él vuelve a tomar mi mano.

–Para eso estoy aquí. Te explicaré todo, es mi trabajo como ángel guía. –Yo asiento, resignado, y escucho todo lo que el niño me dice. Según él, cuando mueres no vas al cielo o al infierno porque éstos no existen, en cambio terminas en una habitación del sueño en donde las almas humanas recuperan su energía. Cuando ya están listas despiertan para continuar con su viaje, que consiste en reencarnar para volver a vivir experiencias y que el alma crezca espiritualmente. El pequeño ángel dijo que el mundo es el paraíso y que ellos nos regresan a él una y otra vez, ya que una sola vida no basta para terminar de explorar ese paraíso.

–Ahora que estás listo volverás a la Tierra. –El ángel tiene ahora una libreta en su mano en donde hay miles de cosas escritas en varios idiomas–. Vaya, tu alma ha sido creada recientemente y aún no ha reencarnado. Esta será la primera vez –comenta para luego sonreírme.

–¿Eso es malo?

–Para nada, significa que primero debemos asignarte a un ángel guardián –habla para luego dejar la libreta y tomar mi mano nuevamente. Ahora atravesamos de nuevo ese café lleno de personas, almas, para terminar frente a un pasillo el cual tiene muchas puertas a lo largo.

–¿Aquí están demás los ángeles? –pregunto curioso. El pequeño asiente y llama a una puerta en específico, la misma tiene unos números gravados en oro en la madera. El 598.

–¿Qué quieres? –Un chico bastante bajo y de cabello negro sale de ese cuarto. Mira al niño con los brazos cruzados y luego me mira a mí.

–Zabdiel, tu protegido ya está listo. Te deseo suerte. –El niño toma su mano y la une junto con la mía.

–¿Qué? ¡No! –Él intenta negarse pero una especie de luz aparece envolviendo su mano. Cuando ésta desaparece ese otro ángel gruñe y me suelta bruscamente para mirar su mano.

–¿Qué...? –No entiendo muy bien lo que está pasando y el niño quién me lo explicaba todo ha desaparecido.

–Supongo que esto iba a pasar en algún momento, vamos. –El chico de cabello negro me guía de regreso al enorme y extraño café–. Me llamo Zabdiel pero me dirás amo, en cada vida harás todo lo que yo te diga. De eso depende tu supervivencia. ¿De acuerdo?

–Entiendo, pero eso de llamarte amo no me gusta. Eres muy enano, ¿No podrían darme otro ángel? –digo mirando a un lado. Las personas de mi alrededor también soy almas y están acompañadas con otros ángeles. Ellos si imponen respeto y parecen ser muy poderosos.

Mi supuesto ángel frunce el ceño y se para de puntitas para decirme las cosas en la cara.

–Primero que nada la estatura no tiene nada que ver con el poder de un ángel y segundo... –Él coloca su mano frente a mi cara, en la palma hay una pequeña marca negra–. Nosotros ya estamos enlazados, significa que no puedes cambiarme ni yo tampoco puedo elegir a otro protegido –me explica haciendo que suspire canisado.

–De acuerdo. –Me rindo haciendo que él deje de pararse de puntitas y se dé media vuelta.

–Estando todo aclarado ahora sólo te queda reencarnar –comenta señalando una escalera, la misma parece no tener fin y se pierde entre las nubes–. Ve, yo te estaré esperando del otro lado. –Me empuja por la espalda y yo subo los primeros escalones. Dudo por un momento pero luego doy pasos más seguros, después de todo voy a volver a ser un humano. Es lo que más quiero.

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