Cuarto One-shot


El Baile de las Rosas.

Las diferentes luces con colores distintos yaestaban posicionadas en sus sitios dentro del salón, las bebidas ya estaban servidas y preparadas, la comida ya estaba hecha y ubicada en las distintas mesas, la decoración ya estaba puesta. Lo único que faltaba eran los invitados que, aproximadamente, llegarían en dos o tres horas.

Luna Couffine tachó, en su lista los último elementos y suspiró. Miró el gran salón perfectamente decorado y bien organizado. Sonrió satisfecha admirando el buen trabajo que había hecho ella misma.

Escuchó las puerta del gran salón abrirse y por allí se asomo una cabellera de color rubia muy conocida para ella.

Era Adrianne Agreste, que además de ser amiga de Luna también era una super modelo, y, no siendo solo eso, también era la chica más hermosa de la escuela, eso último decidido por los estudiantes de la escuela.

—¡Luna! — gritó Adrianne con felicidad.

La azabache con tintes turquesas le sonrió y ondeó su mano levemente.

—Adrianne.. — nombró.

La rubia caminó hasta su amiga mientras observaba el salón.

—El salón te quedó magnífico — dijo cuando llegó a un lado de Luna.

La azabache se sonrojo y sonrió levemente.

—Gracias Adrianne.

Adrianne se quedó admirando el salón hasta que miró a su amiga, percatándose que aún seguía en el salón sin irse a cambiar.

—¿Por qué aún sigues aquí? —preguntó —. Tienes que irte a cambiar para el baile.

Luna negó levemente.

—Yo no asistiré al baile— dijo sonriendo suavemente.

—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó sorprendida la rubia— Tienes que venir, te divertirás.

—No quiero pasar vergüenza— respondió— como los anteriores años. —agregó triste— Sabes que a mi nadie me entregará una rosa.

Al final de cada año en la escuela Françoise Dupong se celebraba una fiesta, más comunmente conocido como el baile de la rosas

Los caballeros son quienes deben entregar una rosa a la chica o chico que querían invitar a bailar.

Todos los alumnos de los distintos cursos estaban invitados a asistir al baile, desde lo de primer año, hasta los de último.

Luna era una chica dulce y amable, muy linda y carismática, pero nunca le entregaban una rosa para invitarla a bailar.

—Tal vez en ésta ocasión sea diferente—dijo Adrianna para animarla—, seguro habrá algún chico que te invite a bailar. A mi siempre lo hacen.

Luna forzosamente sonrió. Adrianne no se lo dijo de mala manera, pero a Luna no le gustaba que le restrieguen en la cara que a las demás si las invitan a bailar y a ella no.

—A tí si lo hacen porque eres la más hermosa de toda la escuela. —Luna apartó la mirada y suspiró— Pero a mi que; solamente soy "la chica punk" no lo hará nadie.

"Chica punk" era el sobre nombre que le había puesto una de las personas mas ricas y arrogante de la escuela. Y esa persona era Colín Bourgeois, el chico mas "deseado" por todas las chicas, con algunas excepciones.

Colín siempre, en cada oportunidad que tenía, molestaba a Luna burlándose o haciéndole alguna broma.

Adrianne miró a su amiga con tristeza, le resultaba muy raro que nadie nunca la haya querido invitar a bailar, Luna era muy amable con todos, siempre alegraba aquellos días oscuros y siempre estaba para quien necesitaba ayuda.

Adrianne suspiró y miró a su amiga.

—Por lo menos ven para la coronación — dijo la rubia.

Ambas amigas empezaron a caminar hacia la salida del salón.

—¿Para verte ganar otra corona?—preguntó con sarcasmo la azabache.

Adrianne rió.

—No—contestó.

Luego de salir del salón se dirigieron hacia la salida de la escuela.

Ambas hablaban, la rubia quería convencer a su amiga que asista, pero al no tener una respuesta positiva estaba perdiendo la paciencia.

—¿Por qué tanto esfuerzo en querer que yo venga al baile?—preguntó Luna ya cansada de las insistencias.

Adrianne suspiró.

—No te lo quería decir, pero Mario me contó que te entregará una rosa y te invitará a bailar.—respondió alegré Adrianne y luego se tapó la boca.— se me escapó.

Ambas ya habían llegado a la salida de la escuela.

Luna se sorprendió de escuchar aquello, Mario era su antiguo amor y se le había declarado, pero él la había rechazado diciendo que estaba enamorado de Adrianne.

Luna observó a su amiga.

No se lo creía, luego de aquel rechazo ella se sintió desbastada, eso fue hasta que cierto rubio adinerado de ojos azules, quien era su pesadilla en la escuela y dolor de cabeza, había llegado y la hizo cambiar de humor e hizo que el dolor del rechazó no fuera tan doloroso.

También su humor de tristeza había cambiando cuando vió entrar a Mario con un ojo morado, esa vez Colín no dejaba de burlarse del azabache .

—¿Estas segura?—preguntó Luna.—

Adrianne la miró muy sonriente y asintió.

—Estaremos de par las dos

—¿Cómo que estaremos de par las dos?—preguntó sin entender.—

—¿Qué no lo sabias?

—¿Saber qué?

—Tú no eras la única sin pareja, Colín jamas ha entregado una rosa a alguna chica. Y en éste baile él me la va a entregar a mi. Así tu estas con Mario y yo con Colín, azabache con azabache y rubio con rubio.

—¿Colín nunca le entregó una rosa a alguien? —preguntó Luna ignorando los último de azabache con azabache y rubio con rubio.

Adrianne negó.

—Siempre decía que ninguna chica era digno de bailar a su altura. Pero él siempre ha estado enamorado de mí y me ha dicho que me dará la rosa, que yo si soy digna. — comentó con felicidad.

—¿En serio?

La limusina de Adrianne había estacionado en frente de ellas, la rubia asintió a la pregunta de Luna y se dirigió a su limuna, antes de subirse miró nuevamente a su amiga.

—La verdad no me lo dijo, pero yo sé que será así. — bromeó divertida.

Adrianna se despidió de Luna y se subió al vehículo.

La azabache se quedó parada en donde estaba y por al una razón sintió tristeza y un vacío en su pecho, luego de pensarlo llegó a la conclusión de que se estaba por enfermar.

(...)

Luna llegó a su hogar, donde la recibió su hermano mayor, Julian.

—Hola pequeña— saludó el azabache.

—Hola— saludó Luna y se dirigió hacia la cocina.

—¿Qué harás?— preguntó su hermano.

—Creo que me estoy sintiendo mal, me duele el pecho, me haré un té —dijo mientras ponía a calentar la pava con agua.

Julian asintió sin importancia. Ambos hermanos se quedaron en silencio. Luna esperó hasta que el agua se calentara para hacer si té.

Mientras colocaba el agua en la taza, ya con el té, su hermano recordó algo.

—Oh, casi lo olvido, ésta mañana, mientras estabas decorando el salón para el baile, llegó un paquete y como buen hermano lo dejé en tu cuarto.

Luna terminó de servirse su té y miró a su hermano.

—¿Un paquete para mí? ¿En serio?

—Si, no creo que ese vestido me quedé a mi o a papá—dijo Jualian y salió de la cocina.

Luna agarró la taza de té y se dirigió a su habitación.

Al entrar se encontró con una gran caja semi abierta y rodó los ojos.

—Julian..—murmuró con molestia.

Se acercó a la caja, dejó la taza a un lado y observó el interior del objeto de cartón.

Se sorprendió de lo que vió, con delicadeza sacó de la caja aquel vestido negro gigante que parecía un vestido de princesa, en la parte del corset habían incrustadas diamantes que casi la dejan ciega por el reflejo de la luz.

—No puedes ser— exclamó sorprendida.

Lo admiró con asombro y se fijó de nuevo en la caja que no solamente había un vestido sino unos zapatos negros con tacones.

Luna ya estaba más que deslumbrada con lo que había, dió otra mirada a la caja notando que había otra más pequeña adentro, en vuelta en un lazo blanco.

Con cuidado tomó la pequeña cajita y la abrió levemente, luego de ver el interior se sorprendió y la volvió a cerrar.

—¿Por qué...?

Luna volvió a abrir la cajita, pero esta vez por completo, admiro con asombro el collar con diamantes.

Negó con la cabeza dejó aún lado las cosas, no podía creer las cosas que se encontró en aquella caja, eran muy bonitas y se notaban que eran realmente costosas.

—¡Julian! —gritó y corrió a la habitación de su hermano.— ¿Qué son esas cosas?

Julian se quitó los audífonos y se encojio de hombros.

—No lo sé, yo estaba durmiendo tranquilamente cuando desperté por los molestos ruidos de la puerta, salí a ver quien estaba y encontré ese paquete afuera. —respondió sin interés— Por cierto —Julian abrió un cajón y de ahí saco una invitación. — Esto estaba en la caja.

Luna agarró la invitación y empezó a leerla.

Hay atajos para llegar a la felicidad y creo que éste baile es uno de ellos.

Siempre te he visto desde lo lejos,
odiando y maldiciendo a cada chico que se acercaba a tu lado, siempre me encontraba observando cada uno de tus gestos y movimientos.

Te estoy mintiendo si te digo que no tengo nervios, pues la verdad es que sí, tengo tantos nervios y miedo a que me rechaces o cometa algún error que pueda cambiar algo.

Soy un excelente bailarín, practique con los mejores maestros, así que no tendrás inconveniente para bailar conmigo.

Desde lo profundo de mi ser, cada vez que te veo, algo nombrado amor crece dentro de mi.
Hay veces que detesto ese sentimiento y lo niego, pero al verte, esa negación se derrumba.

Quisiera que esta noche, tomes mi flor y bailes junto a mi hasta que nuestros pies no sientan el suelo

Atentamente: El Rey

Luna terminó de leer la carta y en sus labios se formó una sonrisa.

Aquello estaba escrito con una hermosa letra elegante, y desde donde estaba, se podía sentir el aroma de un perfume varonil.

—Si vas a ir al baile mejor apresuraté, queda menos dos horas.— avisó su hermano.

Luna suspiró.

—No iré. — dijo ella.

Su hermano se enconjio de hombros.

—¿Por qué no estas diciendo que vaya? —preguntó Luna.—

—Porque se nota que el chico que mandó esa carta está muy perdidamente enamorado de ti y no quiero que tú te enamores de él porque sé que no es el indicado para tí.

—¿Quién dijo que yo me iba a enamorar de él?

Julian miró a su hermana y se colocó los audífonos.

—Tu sonrisa de boba te delata.

Luna rodó los ojos y salió de la habitación de su hermano.

Se dirigió a su cuarto donde encontró aquél vestido, zapatos y collar.

Quisiera que esta noche, tomes mi flor y bailes junto a mi hasta que nuestros pies no sientan el suelo

Atentamente: El Rey

—¿Quién pone "El Rey", luego de escribir una carta?.

Luna observó fijamente el vestido.

—Seguro es una broma, no creo que alguien se digne a mirarme.

Se acercó a la prenda de ropa y la recogió.

—Tampoco creo que alguien se digne a gastar tanto dinero solo por un vestido para utilizarlo en una broma.

Luna se acercó, con el vestido, hacia un espejo y trató de imaginarse como le quedaría.

—Debo ser una tonta por aceptar esto.

(...)

Luna terminó de arreglarse en tiempo récord, se había puesto el vestido y los zapatos. El collar no se lo había colocado por temor a perderlo o romperlo.

Luna salió de su habitación, recogió su vestido para que no toque el suelo y comenzó a caminar.

—¿Por qué te arreglaste?—preguntó Julian al verla.

—Iré al baile— respondió avergonzada.

Julian se recostó en la pared y la miró desinteresado.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión?

—No quería que el vestido se arruine. Quiero ser amable y usar lo que me dieron.

Julian rodó los ojos.

—Lo que tú digas.

Luna salió de su casa, miró su vestido y sonrió con alegría.
Empezó su camino sintiendo los nervios recorrer su cuerpo.

Julián la veía mientras se iba, aún no iba a salir hacia el baile, tenía que esperar a su novio Rossi.

—Espero que ese idiota la cuide— exclamó viendo como la figura de su hermana desaparecía.

(...)

Al llegar a la escuela y entrar al salón, Luna fue el centro de la atención, algunos la miraban como si fuera una presa, otras miraban con envidia y odio, una de entre todas las miradas, que se encontraba escondida, la miraba con felicidad y cariño, pero al mismo tiempo nerviosismo y amor.

—¡Luna! — gritó Adrianne y caminó con rapidez hacia ella— Que gusto que vinieras — exclamó.

Luna le sonrió de manera gentil y admiró el vestido color blanco de su amiga.

Adrianne se percató de aquel vestido y se sorprendió.

—Ese vestido.— dijo asombrada— ¿De donde sacaste ese vestido? —preguntó.

—Creo que alguien me lo regaló. — respondió tímida.

—¿Sabes de quién es ese vestido?— preguntó sin dejar de ver aquella prenda.

Luna negó.

—Este vestido solo pasa una vez en la vida, la confección y las costuras son de dos empresas distintas y muy famosas. Éste vestido fue hecho a mano por Gucci y Chanel, es muy raro que ellos confecciones un vestido juntos, éste vestido no salio miles de dolares, salió, hasta creo, millones.

Luna miró su vestido y se sorprendió.

—No sabia eso.

—Hay una persona que lo podría conseguir, además de mi padre y es...

Adrianne iba a seguir hablando cuando la directora del instituto habló por el micrófono.

—Les pido a todas las chicas que por favor se dirigían a un lado del salón para que los varones les entreguen sus rosas.

Todas las invitadas empezaron a moverse hacia el lado derecho del salón.

Adrianne agarró a Luna y empezó a arrastrarla hacia las demás.

—Estoy emocionada.—dijo la rubia.

Luna miró a su alrededor, se encontraba incómoda, aún seguía en su cabeza que alguien le estaba haciendo una broma.

La azabache se dirigió hacia los mas al fondo que pudo y se mantuvo viendo como chicos le entregaban la rosa a otras chicas.

Una lágrima se deslizó por su rostro, ella sabia que era una broma, pero muy en el fondo quería que alguien la invitara.

Luna limpió su mejilla y miró a su alrededor, tan solo quedaba ella y, por muy raro que sonara, también Adrianne.

La rubia se encontraba molesta y ofendida, por primera vez no la habían invitado.

Las puertas del gran salón fueron abiertas de par en par.
Todos giraron su rostro para ver a los recién llegados. Eran Mario Dupain-Cheng, con un muy lindo y ordenado traje blanco y cobarta negra.

Al lado del azabache se encontraba Colín Bourgeois, sonriendo de manera coqueta, mientras ocultaba sus nervios. Él vestía un costoso traje de color negro.

Varias chicas suspiraron cuando lo vieron.

Mario dirigió su mirada hacia Luna y sonrió, golpeo levemente a su compañero y admiró como este se sonrojaba.

Ambos chicos levantaron sus manos, Mario sostenía una rosa Blanca y Colín, en cambio, tenia una rosa negra.

Adrianne sonrió de alegría al ver a su mejor amigo de la infancia.

—Llegó por mí— murmuró la rubia.

Luna que logró escucharla miró hacia Colín y su corazón empezó a latir. Se ruborizó al verlo tan elegante. Él también la miró y le sonrió con cariño.

Tal vez, solo tal vez él me haya dado el obsequio y la carta— pensó Luna.—

Bajó la mirada y negó, se sintió tonta de solo pensar en esas cosas.

Obviamente él jamas me regalaría esas cosas a mi, él siempre ha estado enamorado de Adrianne.— vivió a pensar.

Una rosa de color negra apareció en su campo de visión, levantó la mirada y vió una sonrisa nerviosa por parte del chico mas deseado.

—¿Quieres bailar?—preguntó de manera torpe.

Luna parpadeo varias veces.

—¿Me lo estas pidiendo a mi?—preguntó ella.—

Colín suspiró y posicionó la rosa entre los cabellos sueltos de Luna.

— A veces olvido lo distraída que puedes ser.— el rubio agarró de las manos a la azabache y la dirigió hacia el centro de la pista.

Colín le hizo señas a Nina y ella asintió al mismo tiempo que empezaba a sonar Love story de Indila.

Colín agarró con una mano la mano de Luna y la otra la posiciono en la cintura.

Ambos se miraron a los ojos y segundos después empezaron a bailar mientras eran observados por todos alrededor.

Luna miraba al rubio y viceversa, ninguno emitía palabra alguna. Colín se aferraba a la cintura de ella pensando que aún estaba soñando.

—¿Estas nervioso?— preguntó Luna.

—¿Nervioso?— preguntó él. — Yo jamas me pongo nervioso.

—En la Carta que me enviaste parecía ser estarlo.

— ¿Carta? ¿Qué carta?

—¿No lo sabes? ¿Entonces tú no me mandaste ese paquete? —preguntó Luna desilusionada.

Colín negó.

—Yo no te envíe ningún paquete que contenía ese vestido y esos zapatos que estás usando y un collar con diamantes que no traes puesto.

Luna lo miró y rio.

—Aunque la Carta no te la iba a enviar, ese fue el idiota del panadero que seguro la puso ahí a propósito.

—Me gustó, fue un lindo gesto, tienes linda letra.

—Mi letra no es lo único lindo que tengo— bromeó Colín.

Luna volvió a reír y Colín sonrió, la miró a los ojos, esos ojos escarlata que lo habían cautivado por años y años.

Él Suspiró frustrado.

—Luna, escucha. Desde hace mucho tiempo estoy enamorado de ti.

Ambos dejaron de bailar y Colín se aferró más a ella.

—Sé que aún sigues sintiendo algo por el estúpido panadero de cuarta, pero quiero decirte, y que te quede bien claro. Yo voy a hacer hasta los imposible por enamorarte.

El aire entre ellos se volvió incomodo. Luna empezó a guiar a Colín para que sigan bailando juntos.

Ambos se quedaron en un silencio incómodo.

Colin se arrepintió de inmediato por lo que había dicho.

El corazón de Luna comenzó a latir con velocidad.

—¿El dinero para comprarme el vestido, el collar y los zapatos se lo quitaste a tu mami?— preguntó Luna con burla tratando de calmar el ambiente.

Colín sonrió y la miró.

—¿Me creés capas de pedirle dinero a mi madre para comprarte algo a tí?—preguntó ofendido.

Luna lo miró sonriendo y con una ceja levantada.

—Me ofendes, te compré esas cosas con mi propio dinero que gane trabajando.

—¿Tú, trabajando?.

—Sí, cobrar cada vez que alguien se quiera sacar una foto es un trabajo digno.

Luna rió.

—Eso suena ridículo, altamente ridículo.

—Esa es mi frase.

Ambos seguían bailando al mismo tiempo que reían.

(...)

—Luna—llamó Colín. —

Ambos ya se había aburrido de la fiesta y se encontraban caminando en las nocturnas, pero alumbradas, calles de París.

La azabache giró y miró al rubio.

—Sobre lo que dije de estar enamorado, no estaba mintiendo. Soy todo un galán y sé que podré enamorarte, solo dame tiempo.

Luna sonrió y acarició la mejilla de él, acercó su boca al oído de Colín y le susurro algo que creía jamas haber escuchado. Pronto Luna beso la mejilla de Colín y entrelazo su mano con la de él.

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Una rubia de ojos esmeraldas se encontraba encerrada en el baño, llorando.

—¿Por qué? —preguntó mirando al espejo—¿Por qué ella?. Siempre había estado enamorado de mí, nosotros íbamos a ser la pareja perfecta. Él es mi mejor amigo y se fue con ella, ¿qué sucedió con el juntos por siempre?.

Adrianne ya no parecía la dulce y hermosa chica que había deslumbrado en el baile, ahora se encontraba desaliñada, despeinada, mal arreglada, parecía otra persona.

—Te detesto Luna Couffaine, ¿por qué se enamoró de ti?. ¿¡Por qué!?. Me las vas a pagar, él aún sigue enamorado de mi, Colín es mio...




























Aquí unas ideas de como eran las cosas que Colin le regalo a Luna.

Vestido

Zapatos.



Collar

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