Epílogo


EPÍLOGO

-¿De verdad lo consideras necesario?- Levent me preguntó después de que terminara de comunicarme con Cansú a larga distancia (con quien hiciera las pases luego de que ella me pidiera perdón argumentando que todo lo que hiciera fuera debido a su enfermedad) y concretara mi deseo de invertir parte de mi dinero en el negocio de su hotel.

-Ya lo decidí, es una forma en la que ayudaré a mi familia, con el tiempo el dinero que de allí se produzca lo delegaré a la cuenta de ahorros de mi padre o a una cuenta corriente a nombre de mi tía Hatice y así no me acepten de nuevo, sé que mi contribución les servirá- le expliqué

-De acuerdo, invertiré contigo- resolvió entonces él mientras se llevaba las manos a los bolsillos como si se tratase de un asunto cualquiera

-... ¿En serio?- tuve que corroborar –No tienes que hacerlo por mí-

-¡Eh!, también lo hago por mí. Nunca he estado inmerso en la industria hotelera, me interesa- manifestó él y aunque no le creí del todo, le sonreí –Volveremos de tal manera a Estambul- en adición profirió, no como una pregunta sino como una afirmación que le ponía pensativo. Lo miré entonces a los ojos y me topé de frente con su temor a perderme, por lo que sintiendo inmensa ternura no pude más que agradecerle en silencio por tanto; por todas las aventuras y alegrías, por los muchos lugares del mundo que recorrí de su mano, por enseñarme a navegar, a nadar, a bucear o a bailar tango, y sobre todo por estar siempre junto a mí sin juzgarme en mis errores o en mis defectos, siempre apoyándome y aconsejándome. Le reiteré sin palabras, de corazón a corazón, lo que le dijera hacía ya mucho tiempo, que yo también estaría allí para él pasara lo que pasara.

-Debo hacer esto también para comprobar que puedo hacerme cargo de mis propios negocios, no por nada me gradué en Administración de Empresas logrando superar tantos obstáculos en el camino- le hice ver sosteniendo su mano, respaldando mi proyecto en el orgullo inmenso que sentía de haber obtenido mi título hacía poco para que cambiara su serio semblante, pues intuía que la sola mención de volver a Turquía lo relacionaba también con que volveríamos inevitablemente a encontrarnos con Emir. Él apretó en respuesta mi mano.

-Está bien, sólo espero que Sarrafoglú no intente reconquistarte- admitió al final sin poder evitar mostrarse celoso, por mi parte no puedo negar que sentí un cosquilleo en el estómago con dicha mención aún pasados ya tres años, puesto que el tema de mi ex esposo era algo que por lo general teníamos vetado hablar.

Caminé entonces hacia la ventana de la sala desde donde podíamos disfrutar de una hermosa vista de la ciudad y me refugié, abrazándome a mí misma y contemplando la majestuosidad de los edificios a la luz del atardecer, de la avalancha de recuerdos que para bien o para mal amenazaba con tragarme. Habían pasado más de tres años y sabía que ya era tiempo de regresar a enfrentar mi destino.

-No te preocupes, algo me dice que mi estadía allá no será por mucho tiempo- proferí

FIN

A todos quienes se hayan tomado un tiempito para leer esta historia, de todo corazón mil gracias. Nos leemos en una próxima aventura.

Atte.

Belén N.

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