Capítulo IV: Un segundo primer beso
Aunque me encontraba realmente cansada al terminar la jornada laboral del viernes, le había visto a Levent tan entusiasmado con nuestra acordada salida durante toda la semana que no tuve corazón para cancelarla. Con ello en el transcurso de la noche, terminé en el asiento de copiloto de su nuevo trooper, viendo la última entrega de "Rápidos y Furiosos" en el autocinema.
-¿Te gustó la sorpresa?- en algún momento me preguntó en voz bajita para no distraerme mucho de la trama ni él tampoco, mientras no dejaba de comer palomitas de maíz. Conmigo aparte de aventurero, capitán o un profesor, se permitía ser él mismo con naturalidad, ser bromista o payaso a veces y me agradaba. Asentí sonriendo a su pregunta pues era la primera vez que iba a un cine de ese tipo y sí me había sorprendido, pero no le revelé que la otra causa de mi alegría era porque estar así juntos en ese modelo de vehículo que me recordaba tanto al que él tuviera en Turquía, me resultaba como un dejavú, una experiencia que ya había vivido.
Mi mente rememoró entonces la noche previa a darme cuenta de sus sentimientos por mí, cuando al encontrarme abatida, nerviosa y sobre todo avergonzada de mis actos en uno de los pasillos del edificio en el que vivíamos, luego de ofrecerme a Emir con la intención de hacerle sentir mal por sus bajos deseos y éste me rechazara; me cobijó bajo su abrigo, llevándome lejos de allí por algunas horas para que pudiera tranquilizarme.
Fue la primera vez que pasé toda la noche despierta platicando con alguien, la primera vez que los dos conversamos abiertamente sobre nuestros recuerdos y en que también me compartió sus problemas cuando agradecida por todo lo que a menudo hiciera por mí, le consultara. "Obstáculos en nuestros caminos que tratamos de ahogar", como comentó después mientras comíamos sándwiches de pollo y bebíamos chocolate caliente en uno de los miradores de la ciudad, donde permanecimos hasta el amanecer. Comida que comprara en una tienda de gasolinera... Y tal como en aquella ocasión, me sentí segura como con nadie, a su lado.
Por ello me acerqué a él en esos momentos para arrimar mi cabeza en su hombro, buscando hacerle saber que recordaría siempre todo lo que hiciera por mí y que lo quería, sin embargo no imaginé que mi inocente gesto de confianza y cariño desencadenaría en su interior tal ternura que se atrevería a besar primero mi frente, y al conseguir atrapar mi atención, continuaría con mis labios... Al principio permanecí estática ante su beso pues no me lo esperaba, pero al final encontré algo tan acogedor en su calidez, en su apasionamiento tan diferente al de Emir, tan efusivo después de haber ansiado tanto que aquello llegara a suceder, que me dejé llevar y despacio le respondí. Su madurez pareció envolverme entonces al igual que sus recios brazos, atrayéndome hacia sí y fue como abrir a totalidad una ventana a un mundo nuevo, del que previamente solo a veces me había permitido a mí misma obtener un atisbo... y me gustó. Perdida en Levent pude desconectarme de los fantasmas de los problemas que todavía habitaban en mi mente, sintiéndolo sólo a él. Me dediqué así a disfrutar de ese rato sublime sin pensar en lo que sucedería después, por lo que se me dificultó procesar palabra en cuanto nos separamos y me vi reflejada de nuevo en sus ojos que parecían brillar esta vez con mayor intensidad que de costumbre al hablarme
-Feriha necesito que te decidas sobre tus sentimientos, porque si no me detienes ahora no voy a dejarte ir- me confesó con el ansia delatándole en la voz, mientras no dejaba de acariciarme las mejillas y de acomodarme mi lacio cabello con dulzura, yo me atreví a tocar una de sus manos y se la retuve entre las mías antes de responderle con la misma naturalidad con que me conducía con mi ya ex esposo en los lejanos primeros tiempos de nuestro romance.
-No nos compliquemos con eso en estos momentos, lo único importante es que estamos bien aquí y ahora-
Y con ello la película nos dejó de interesar y de inmediato impetuoso me volvió a besar, hambriento de mis labios que cubrió con los suyos presurosos para luego encargarse de repartirme besos por toda la cara y el cuello, haciéndome erizar la piel e incitándome a sucumbir en la tentación del concubinato, de dejarme caer en el misterio de su abismo, en las ganas de conocer cómo resultaría ser amada por él y volver a disfrutar de las mieles del placer que me había vetado desde que me separara de Emir.
Él al sentirme estremecer me abrazó fuerte y así permaneció un rato, con la cabeza pegada a mi hombro, dejándome ver de tal manera cuánto me adoraba, como si yo le resultase lo más valioso que tuviera en el mundo. Le rodeé en retribución también con mis brazos y le escuché a tal punto musitar de manera emocionada
-...Gracias-
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