Capítulo 7







Jungkook junto sus manos y las colocó sobre la mesa. Rosé observaba con mucha atención cada uno de sus movimientos mientras continuaba dando pequeños buches a la botella de cerveza.

—Hace mucho tiempo en un planeta muy diferente al nuestro, totalmente confidencial y mágico, vivían los hechiceros.

—¿Los aliados de los ángeles?

—Si —suspiró—. Esos mismos. Tenían costumbres muy diferentes a las nuestras. Los ángeles tenían el pelo rubio y no llevaban ropa como nosotros.

—¿Andaban desnudos? —comenzó a reírse, se tocó la barriga de tanto hacerlo—. Ya me imagino porque la chica esta encerrada.

—¿Recordaste algo? —preguntó curioso—. Del contenido del libro quiero decir.

—No, nada.

—Bueno, continuo —dijo—. Había otro planeta donde convivían los demonios. La raza mala, los ángeles que nacían con un color diferente al negro y al blanco en la piel.

—Me estás queriendo decir que habían personas color verde, rojo, amarillo, azul —continuó diciendo más colores y dejó escapar un pequeño grito al ver como el pelinegro asentía con la cabeza.

—Esas personas eran desterradas del planeta mágico por ser de un color diferente al normal —aseguró Jungkook.

—Es como ser racista —comentó Rosé horrorizada—. Es muy feo que te llamen demonio por ser diferente.

—Allá no lo veían así. La princesa del planeta de los demonios era las más especial de todos.

—Me imagino que era bonita a pesar de su color azul en la piel y su larga cabellera.

Jungkook levantó una ceja con el comentario de Rosé. No había revelado detalles de la princesa, pero ella sabía describirla como si la hubiese visto, aunque no del todo porque no había dicho lo más importante.

—Era especial porque no tenía rostro —afirmó—. Nació sin la mayoría de los sentidos, solo el tacto y el oído.

—Si que era especial —soltó asombrada, dejó la botella en la mesa y comenzó a traquear sus dedos. Se estaba impacientando, quería saber más de esa historia que le contaba el pelinegro— ¿Cómo podía relacionarse?

—Al ser diferente tenía otras capacidades. Al poder escuchar podía hablar por el lenguaje de señas con otras personas. Se alimentaba por el mismo oído y de su cabeza colgaba una antena, eso era como un par de ojos para ella.

—Es increíble. Es como un alienígena —contestó asombrada.

—Nacer así te llevaba a convertirte en un tesoro en alguno de esos dos planetas. Al tener la piel azul le correspondía a ella el planeta de los demonios y se le otorgó el título de princesa.

—¿Quién se enamoró de ella? Me dijiste algo de eso.

—Un hechicero con deseos de superarse. Él quería servir al ángel de mayor nivel, pero le fue imposible porque se terminó enamorando de ella. En una ocasión lo mandaron a investigar sobre esa chica demonio. Eso lo llevó a conocerla a fondo, compartir con ella lo que nunca imagino y se enamoró. No le importo que no tuviese rostro, él la veía tan hermosa así como estaba.

—Es tan romántico —Rosé llevó su mano a su barbilla—. Me recuerda a —Se pegó en la cabeza— ¡No lo recuerdes! —habló en alta voz para ella misma y le pidió a Jungkook que continuara.

—Pero la felicidad entre ellos duró poco. Ella fue obligada a casarse con un príncipe que había nacido con los sentidos que le faltaban a ella y no tenía los que ella tenía.

—Eran como el uno para el otro —comentó Rosé.

—Exacto, pero no exacto —levantó uno de sus dedos y lo movió a los lados a modo de negación—. No había amor. La boda transcurrió perfectamente, no pudieron hacer nada para detenerlo hasta un día. El hechicero y la princesa decidieron escapar a escondidas, pero los terminaron descubriendo.

»Ese día llovía a montones en el planeta de los demonios. Los cuerpos desnudos de esos dos seres iban corriendo en medio de los charcos enormes de agua turbia. Uno de ellos, la chica, resbaló y se empapó completa de aquella agua.

Lastimosamente para ella, no era un charco cualquiera. Unas raíces salientes de este fueron extendiéndose por su pierna hasta llegar a sus caderas. No se dio cuenta hasta que estas se ajustaron mucho a su cuerpo y con mucha fuerza jalaron de ella hacia abajo.

Él trataba de sacarla, pero no podía, las raíces eran más fuertes y se apoderaban de toda su magia impidiéndole usarla.

Desgraciadamente la tuvo que dejar ir. La vio hundirse en aquel charco. Se sentía solo, dolido, triste, desesperado. Incluso metió su mano en el charco para que se lo llevaran a él también, pero no ocurrió lo mismo, ni siquiera podía hundir su mano, el suelo estaba plano.

En parte se lo esperaba porque era un planeta donde existía la maldad y la magia negra no pasaba desapercibida, pero nunca se imaginó perder a su amada de esa forma.

Unos demonios lo tomaron como su prisionero y lo encerraron en uno de los calabozos. Él pedía a gritos todos los días que le dijeran si su amada seguía con vida, pero nunca le respondían.

Estuvo varios días ahí, sin comer ni beber agua, en espera de el resultado de la corte de los hechiceros, los ángeles y los demonios que por una vez en la vida se habían unido para tomar una decisión.

—Se le condena al destierro —dictó el Ángel supremo. El ser que una vez admiró y ahora odiaba—. Se le quita el título de hechicero y con la ayuda de la magia se le transformará en un demonio.

Así fue. Dicho ser ahora demonio fue trasladado a La Tierra y nunca más supo de aquellos planetas , pero antes de irse se le reveló que la princesa estaba con vida y esperaba un bebé.

—Lo más dudoso de todo es que la historia te deja con la duda de si el hijo es del hechicero o del demonio con quien la princesa estaba casada —dijo pensativo.

Rosé tenía los ojos rojos, se le habían escapado varías lágrimas. Se arrascó los ojos fingiendo que se le había metido una basurita.

—¿Lloraste? —preguntó Jungkook sorprendido.

—No —bufó—. Si lloré —contestó arrepentida—. Me dan sentimiento estas cosas ¿La historia tiene segundo libro?

—Por el momento no.

Contesto a secas y se levantó del asiento. Metió una mano en el bolsillo de su chaqueta para sacar unas monedas para pagarle a la dependiente del lugar. Luego se volteó y le tomó la mano a Rosé.

—¿Ya nos vamos? —preguntó entre risas. Ya estaba algo borracha.

—¡Oiga! ¡Oiga! —gritó la dependiente—. Esto no es suficiente. Falta dinero, estafador.

—¿Tienes dinero? —preguntó el chico a Rosé y ella no supo contestar, estaba mareada—. Carajo —maldijo y le insistió para que caminara rápido, pero no avanzaban mucho. La dueña del lugar cada vez estaba más cerca.

Sin otro remedio Jungkook la levantó del suelo y la cargó sobre sus hombros y comenzó a correr.

Cansado, dejó caer el cuerpo dormido de la pelirroja en la entrada de su dormitorio. Tocó la puerta , por suerte estaba entreabierta y cuando la empujó se encontró a dos personas discutiendo. Uno era Jimin y la otra se imaginó que fuese su compañera de habitación, Minnie.

—¡Es tu culpa! —le gritó Jimin a Minnie—. Si no me hubieses besado no hubiese terminado con Rosé. Ahora estaríamos juntos y felices.

Minnie soltó una carcajada y apoyó su espalda en la pared.

—No te engañes, tú querías ese beso —siguió afirmando Minnie. Ninguno de los dos vio al demonio porque estaban de espaldas.

Jungkook al notar el color de la situación sintió ganas de despertar a Rosé y obligarla a que escuchara todo, pero algo le decía que no debía y simplemente la volvió a cargar sobre sus hombros y se la llevó al departamento donde vivía con MinHo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top