Capítulo 6




Jimin la apretó entre sus brazos al tenerla tan cerca, la extrañaba. La quería mucho y por eso había mentido tanto para que ella lo aceptara tal y como era: un chico que no tenía familia, no estudiaba y simplemente se dedicaba a las carreras de autos. Prácticamente lo contrario de lo que pensaba Rosé, pues le había contado que escapó de su casa para independizarse de sus padres millonarios, estudiaba para convertirse en abogado y lo de las carreras era uno de sus pasatiempos que pronto terminaría.

—Puedes soltarme —pidió con frialdad. La pelirroja se sentía incómoda.

Se alejó de ella, extrañado y la miró incomprendido. No entendía la seriedad en su rostro y el rechazo al abrazo.

—Siento no haberte llamado antes, pero estaba muy ocupado.

Jimin también iba a mentir de haber sufrido una herida de bala en su vientre.

—¿Qué te paso? El último día que hablamos escuché un disparo, pensé que te había pasado algo grave.

—No fue así.

—Bueno, en realidad recibí un disparo, pero ya estoy bien.

—¡¿Estás bien?!—continuó fría, pero su voz estaba un poco alterada por la preocupación—. ¿Por qué no me contactaste antes?

No respondió. Rosé ladeó la cabeza y entrecerró los ojos, ella sabía la respuesta.

—Anoche me llegó esta foto —la sacó del bolsillo de sus jeans y se la dio—. Me doy cuenta de porque no me avisaste antes, estabas muy ocupado con esta chica.

—Rosé no es lo que piensas —intentó defenderse.

—Jimin, la foto lo dice todo, no tiene explicación. Creo que lo mejor va ser que terminemos, no quiero continuar siendo la novia de alguien que me engaña,  no tolero las mentiras y lo sabes.

Claro que si lo sabía, mejor que nadie, por eso le continuaba mintiendo.

Ella se alejó de su lado y cuando estuvo alejada de Jimin, él mismo le gritó.

—Entonces...¿así terminamos?

Ella no se volteó para verlo, porque estaba hecha un mar de lágrimas. Subió corriendo los escalones que daban a su habitación y cuando entró en ella, vio a su compañera.

—¿Qué te pasa? —le preguntó preocupada.

Rosé no respondió, pero tomó todos los recuerdos que tenía de él (fotos y regalos) y los lanzó al suelo, no los dejó atrás hasta que consiguió romperlos con toda la rabia que podía.

—¡Oye basta! ¡Te vas hacer daño! —le pidió Minnie.



...



Ordenaba los libros en la estantería como acostumbraba todas las tardes debido al castigo. Minnie todavía no llegaba, en fin nunca lo hacía . Rosé era la única que asistía incansablemente.

La pelirroja apoyó su frente sobre el estante, quería contener su tristeza, necesitaba dejar de tenerla, no valía la pena seguir triste por alguien como Jimin.

—¿Ahora qué pasa?

Jungkook estaba del otro lado del estante, la miraba por un hueco entre dos libros. Ella lo saludó.

—Vaya, no te ves bien.

—He terminado con mi novio.

—¡Oh! Lo siento —fingió pena por ella, por dentro estaba lleno de felicidad— ¿Qué ha pasado?

—Me engañó con una chica.

—¿Sabes con quién?

—No lo se, ni me importa. No me interesa nada que tenga que ver con él. Es un idiota.

—¡Oye! —llamó su atención—. ¿Sabes que te levantará el ánimo?

—No creo que haya nada así.

—Salir conmigo, podemos beber cerveza y soju por ahí.

Rosé lo pensó por un momento, concordó en que debía ir porque no podía frenarse su vida por una relación donde hubo traición.

—Vale, me convenciste.



...



Se metieron en una cafetería callejera, donde los pedidos se le hacían a una señora que estaba dentro de una camioneta blanca. Alrededor de ella habían varias mesas y sillas. Ellos se sentaron en el lugar más cercano a la camioneta.

Llevaban varias horas sentados, habían pedido dos Hot dogs y varias botellas de cerveza. Rosé aún no tocaba el pan, no sentía ganas.

—Deberías comerte eso, beber con el estómago vacío no es bueno —aconsejó el demonio. Ni él mismo sabía porque se metía en eso, pero algo en él lo obligaba hacerlo.

—No tengo hambre —se empinó de la botella—. Me pregunto si ese idiota estará comiendo con esa chica en este momento —bufó y dejó la botella sobre la mesa sin soltarla—. Si es así ojalá que se atragante.

—Eso es estupendo, pero deberías relajarte —comentó fingiendo. Se estaba alimentando del odio de la pelirroja—. ¿Cómo dices que estaban en la foto?

—¡La estaba besando! —soltó con ira—. Era tan asqueroso de ver.

—Sientes envidia —aseguró Jungkook, esta vez era él quien bebía.

—No ¡Ay! ¿Por qué tuve que fijarme en alguien como él? Hay tanta gente en el mundo —bebió más del líquido en su botella.

—Ya no deberías seguir pensando en eso.

—¿Qué más puedo hacer? La herida está en mi pecho todavía, lo quería, lo quiero —rectificó—. Me odio tanto por seguirlo queriendo.

—Te me pareces a alguien —anunció y dirigió su vista al cielo estrellado de esa noche.

—¿A quién?

—Olvídalo. Te vas aburrir si te lo cuento.

—Ahora no me vas a dejar con la intriga ¡Cuéntame!

En realidad no le importaba, pero necesitaba despejar con otro tema que no tuviese que ver con Jimin.

—Hace unos días leí una historia en la cual la protagonista llamó mucho mi atención. Sufría por estar encerrada en una torre y un día su amado la rescato...

—¿Estás hablando de Rapuncel? — interrumpió, alejando la botella de sus labios.

—No. Esta es una historia mágica en donde la doncella vive en una torre por haber cometido traición en su mundo.

—¿Qué clase de traición?

—Ella era un demonio y se enamoró de un hechicero, el cual era aliado de un ángel —contó.

—Suena interesante —dejó la botella sobre la mesa—. No se porque siento que he leído algo de eso antes.

—¿Donde lo leíste ? ¿En el libro del otro día? —preguntó desesperado.

—No —se detuvo a ver los ojos del chico frente a ella. Los notaba diferentes a como los veía de costumbre—. No recuerdo bien. Si supiera un poco más creo que podría decirte.

—Te contaré, pero te lo pido encarecidamente —su forma de hablar se había vuelto triste—. Recuerda. Necesito que me digas si es lo mismo que leíste en el libro.

—Trataré de hacerlo —sonrió y fue la primera vez que lo había hecho en toda la noche.

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