Capítulo 12








Otro día más de lluvia.

Rosé iba saltando por la calle, trataba de evitar meterse en un charco, pero para su desgracia , no pudo evitarlo y terminó metiéndose en uno.

Mordió su labio inferior y continuó su camino a la florería donde trabajaba los fines de semana.

Su jefa, la señora Lee la recibió con una toalla en las manos y el rostro lleno de preocupación.

—¿Por qué siempre haces esto? —preguntó la mujer mientras la envolvía en la toalla—. Puedes coger un resfriado ¡Mira! —señaló exaltada los zapatos de la pelirroja —Mira tus zapatos.

—Me metí en un charco sin querer —respondió.

La mujer suspiró y la dejó envuelta en la toalla para servirle un poco de té.

—Tampoco es que lloviese tan fuere —aclaró a modo de defensa.

—Pero no me gusta que te mojes, la lluvia no es buena —dijo enfadada.

—Siendo jardinera es bastante raro que digas eso.

—Una cosa son las plantas y otras son las personas —aclaró y le entregó la taza de té—. Te traeré ropa de mi hija para que te cambies, solo espera un momento.

La señora Lee era una anciana sobre protectora, soltera y ama de casa. Vivía en su florería con la compañía de su perro Doggi.

Rosé abrazó la taza de té y se la llevo a los labios, le aliviaba sentir algo caliente en sus manos y boca.

«Mmmm......podrías sentir algo aún más caliente»

Gritó exaltada.

—¿Quién está ahí? —preguntó, algo le molestaba en el oído.

«Algo como......mmmmmm.....mmmmmmm»

La voz se tornaba como una caricia que le recorría el oído, el cuello y toda la cara. Le aliviaba e incluso la calentó.

«Así me gusta»

Rosé no tenía idea de que era eso, pero sentía un enorme placer , comodidad y quería seguir sintiéndolo, pero...

—¿Qué estás haciendo? –La voz de la señora Lee la sacó del trance.

—¿Yo? —dejó la taza sobre la mesa a su izquierda—. Nada. Solo te esperaba ¿Qué podría hacer?

—Mmm

Ese Mmmm la volvía loca, sentía esa cosquillas nuevamente en su rostro y como la recorría , juraba haber puesto sus ojos en blanco por un segundo y luego sentía un profundo asco por sentirse así.

—¡Rosé!

No se dio cuenta en que momento su jefa había llegado a una distancia corta de ella e incluso tenía su mano en su propia cara.

—Rosé tienes una babosa en la cara —anunció.

Conque eso era....

Rosé chilló del susto y corrió hacia al baño donde se miró al espejo y pudo ver las huellas de baba de la babosa.

—¡Qué asco!

Abrió la pila de agua y se limpió el rostro. Cuando volvió a verse en el espejo, tenía una enorme babosa detrás. Quería gritar , pero no podía , a ese monstruo le había salido una mano y se la había metido toda en la boca hasta llegar a sus intestinos y llenarlos de baba.

De un momento a otro, Rosé parpadeó y se dio cuenta que estaba soñando despierta todo desde el inicio.

No había ido a trabajar y no se había mojado por la lluvia. Además era mitad de semana todavía.

—Rosé ¿hasta cuando estarás en el baño? —rogaba Minnie del otro lado—. Me urge ir. No se quien me mandó a comerme cinco tazones de tokboki.

—Solo un momento —Rosé estaba sentada en el váter y al levantarse y ver una gota de sangre en el suelo. Se dio cuenta que un amiguito no tan peculiar había venido a visitarla—. Minnie, necesito un favor —su compañera bufó en respuesta—.¿Me alcanzas las toallas femeninas?






...





—Buenas tardes —un niño muy educado se había sentado al lado de Rosé. Ella lo miró extrañada.

—¿Qué hace un niño como tú en una escuela para mayores?

—Siempre fue mi sueño ser como los niños grandes —se hundió en la silla—. Tener un auto, una novia , una casa, un trabajo y un bebé como yo ¿Crees que pueda?

Rosé ríe ante la inocencia de él.

—Claro que sí, pequeño , pero ahora no es el momento ¿Donde está tu mamá?

El niño tuerce los labios.

—No me trates como un bebé —grita y eso provoca que Rosé no pare de escucharlo aunque él se detenga, aturdida —. Soy un adulto porque sí. No necesito que me lo digas.

Rosé estaba ida, tenía las orejas rojas y la boca muy abierta hasta que alguien le metió un caramelo en ella, Minnie.

—Deberías cerrar el pico —la atmósfera había vuelto a la normalidad y el niño también—. Podría entrarte una cucaracha —ríe—. No sabía que tenías la boca tan grande.

—¿No había un niño aquí?

—No —negó— Solo vi tu enorme bocota y me asusté.

—No me da gracia.

—Eres rara.




...



—Estas son las consecuencias de abrir  el libro Mil Suspiros —anunciaba SuNoo, el lápiz o pincel como deseen llamarlo—. Las almas encerradas ahí quieren que las liberes al igual que harás con la princesa sin rostro.

Rosé se sentó sobre el balcón de su habitación.

—No sabía que sufriría tanto por esto —afirmó , viendo sus medias verdes con nostalgia, eras las que Jimin le había regalado.

—Es normal , no lo notarás con el tiempo.

—Ese niño daba miedo y la babosa también —rugió.

—Lo de la babosa fue asqueroso.

—¿Qué clase de persona se transformó en una babosa gigante?

—Cada una de las páginas del libro cuenta la historia de todas esas personas, deberías leerlas.

—Debería leerlas... —dijo dudosa.

—Pero no todos pueden salir del libro por el protocolo del reino mágico.

Bufó la pelirroja.

—¿Tengo que elegir? —preguntó horrorizada—. No, los sacó a todos o a ninguno.

—Lo siento, pero solo cinco contando a la reina pueden salir del libro.

—Esto me vuelve loca. Siento que no debería ser así.

—No puedes cambiar algo que ya está así . Debes acomodarte a las circunstancias.

—No puedo. No toleraré que esas personas  sigan encerradas en un universo completamente sobrenatural cuando son inocentes.

SuNoo le dio la espalda y mordisqueó su labio inferior.

—¿Quién te contó que todas son personas inocentes? —se giró nuevamente hacia ella—. Te cuento que el niño que viste , mató a toda su familia por tratarlo como un bebé. El hombre babosa era un violador que hizo sufrir a muchas niñas inocentes —soltó todo sin respirar como si lo tuviese desde hace mucho atorado en la garganta —. Solo dime ¿Son ellos personas inocentes? —Rosé estaba en silencio y SuNoo se respondió por si solo—. Exacto, son monstruos y no merecen ser liberados.

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