Cap.2
Paseo por los pasillos del instituto mientras busco el despacho del presidente de la junta escolar. A comparación con la cárcel que siemore había resultado ser la Royal Academy, esto resulta como caminar en el cielo. Alli, todas las ventanas de los pasillos daban a una especie de campos subterráneos que privaba de toda luz del día a sus alumnos. Nunca había apreciado cosas como ésta hasta ahora. Paro en frente de la puerta que buscaba y llamo suavemente.
— Adelante - dice una voz al otro lado de la puerta.
La abro y entro. La sala es amplia, tanto como una habitación principal de una gran casona. Al fondo, un escritorio de madera descansa delante de la ventana. Las paredes están llenas de libros bien ordenados por colores, lo que me dice que el señor Raimon es muy meticuloso.
— Cuanto tiempo sin verte, Crístal - dice Nelly Raimon.
Yo la sonrío, siempre hemos sido muy buenas amigas, aunque desde que entramos en el instituto perdimos el contacto.
— Lo mismo digo Nelly. ¿Por que me has echo llamar?
— Voy a ir directa al grano, ¿por que te has cambiado de instituto? ¿Una gran seguidora de Ray Dark como tú? ¿que se venga al Raimon? ¿Que ha pasado? - dice acercándose preocupada.
La miro con detenimiento. Esta como siempre, muy arreglada. Me lo pienso dos veces antes de abrir la boca, pero algo en sus ojos me hace cambiar de opinión.
— He descubierto muchas cosas. No pude soportar estar a sus ordenes sabiendo lo que hacía - aprieto los puños - eso no es fútbol. Quiero ayudaros a llegar a lo mas alto, quiero que ganéis a la Royal Academy. Quiero enfrentarme a Ray Dark y no se hacerlo de otra forma que no sea por medio del fútbol.
Asiente. Y me dice que me siente en uno de los cómodos sillones de la sala.
— Bueno, ¿que tal estos dos últimos años?
***
Mierda, mi primer dia de clase y ya llego tarde. En mi vida había pasado algo como esto. Ha sido culpa de Nelly. Cuando llego a la puerta de clase el profesor me esta esperando.
— Buenos días señorita Crístal Selius, mi nombre es Cristopher Trend y voy a ser su tutor - dice amablemente.
— Un placer.
Entramos en la clase, y sin saber porque, me pongo nerviosa, cosa que nunca me ha pasado.
— Buenos días clase, esta es Crístal Selius, y va a ser vuestra nueva compañera.
— Encantada - digo con naturalidad.
— Sientate al lado de Axel Blaze, también es nuevo, seguro que os ayudáis mutuamente - dice señalándome el hueco libre.
Axel y yo nos miramos. Me conoce, y estoy segura de que no estoy en la lista de las personas a las que mas quiere ver en estos momentos. Me siento en mi asiento, bajo la atenta mirada de todos. Aun así les ignoro y saco los libros de matemáticas, la clase que mas odio de todas.
***
— ¡Crístal! - grita Axel Blaze mientras corre hacia mi.
Levanto la cabeza de mi móvil y me lo guardo en el bolsillo. ¿Cómo puede correr sin que se le mueva un solo pelo?
— ¿Que? - digo intentando sonar lo menos borde posible.
— Te ha enviado él ¿verdad? - frunce el ceño.
— No me ha enviado nadie, en realidad he venido por mi propio pie - digo algo ofendida.
¿Pero quien se ha creído? Que haya seguido las órdenes de ese hombre no significa que no tenga un cerebro con el que decidir que hacer con mi vida.
— No me lo creo - se cruza de brazos.
Pongo los ojos en blanco. Y me doy la vuelta. Le miro de reojo y él frunce el ceño.
— Eres un testarudo, me tengo que ir que no llego al entrenamiento - digo dejándole con la palabra en la boca.
Se que no le ha sorprendido para nada que vaya a la caseta del club de fútbol. Muevo la cabeza para acalrarme las ideas y esquivo a los estudiantes que salen del instituto. Malditos con suerte. Me paro delante de la puerta, ¿y este cuchitril? Me encojo de hombros y llamo a la puerta
— Hola, quería unirme al club - digo con una falsa sonrisa tímida mientras asomo un poco la cabeza.
Miro a todos uno por uno. Pero me paro en Mark, el capitán, que parece que le va a dar algo. Algo en mi interior me dice que corra lo más lejos que pueda, pero me abstengo.
— ¿Estas bien chico? - digo ya preocupada al ver que no esta respirando.
Y entonces empieza a gritar.
— ¿En serio te quieres unir? Dios esto es un sueño - dice mirando al cielo y finjiendo que llora.
Todo el equipo incluida yo, le miramos raro. Este chico no está bien de la cabeza, y no hace falta un diagnóstico como para notarlo.
— Pero Mark, tendremos que hacerle una prueba - dice un chico al que no conozco de nada.
— Es verdad Nathan... Vale pues la haremos ahora mismo - dice señalándome.
Me encojo de hombros y les sigo al campo de fútbol.
— Vale, la prueba va a consistir en pasar a dos defensas y después marcar gol. Nathan, Jack, poneros por favor - dice el que dentro de nada va a ser mi capitán.
Estos asienten, y cundo ya están todos preparados Mark me indica que comience.
Empiezo a dar patadas al balón, un poco mal, quiero jugar con ellos.
— Esta es peor que nosotros - se oye decir a alguien.
— Y que lo digas.
Me río en mi interior, estos no saben quien soy yo. Cuando estoy apunto de llegar a Jack, empiezo a controlar bien el balón. Le sobre paso con un regate rápido y después esquivo saltando la segada de Nathan. Me paro en frente de la portería. ¿En serio quiere que tire?
— ¡Venga! - grita Mark dándome animos.
Le sonrio, este chico siempre esta contento. Levanto el balón al aire, y cierro los ojos,e concentro en oír slo el sonido del balón cqllendo. Cuando llega al punto quiero abro los ojos de golpe y chuto el balón con fuerza. Mark no puede pararlo, normal, no tiene la experiencia suficiente. El balón termina de girar en la red y cae al lado del capitán. Se mira las manos atónito.
— ¿Lo...lo habéis visto chicos? Dios, ese tiro a sido espectacular - dice emocionado - chicos reunión.
Se ponen todos en corro y empiezan a cuchichear. Terminan y me comunican la noticia.
— Estas dentro.
***
Pongo los ojos en blanco.
— ¿Vas a estar espiandome todos los días, Jude?
— Si, así que no rechistes.
— No, si lo hago.
Entonces una bombilla que perecía estar rota desde hace mucho tiempo se enciende en mi preciosa cabeza.
— Así es eso ¿eh?
— ¿De que hablas?
— De que me echas de menos - digo abriendo la puerta de casa.
— Vaya creída que estas echa
— Oh, me ofende Sharp - digo llevándome la mano a la cabeza - pero aun así admitelo.
Se que esto le pone de los nervios, me encanta hacerle de rabiar. De pronto el encuentro delante la mi, acorralandome contra la pared. Mi respiración se acelera.
Maldito Jude.
— En realidad, eres tu la que me echas de menos a mi.
— Mentira - mi respiración se acelera.
— Así que mentira eh.
No se que ha pasado, pero sin quererlo, le estoy siguiendo uno de los besos mas ardientes que hemos tenido Jude y yo.
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