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        ¿Hay algo peor que asistir a clases que no te interesan lo más mínimo? Sí, que esas clases la impartan profesores tan incompetentes como mi profesora de Historia. "La macaco" así es como la llaman sus alumnos. Y no solo porque tenga cara de mono, si no porque cuando alza la voz, chilla como uno. Eso en la Royal Academy nunca había pasado. Los profesores eran personas con vocación que amaban su trabajo, el cual consistía en llevarte al máximo nivel y después destrozarte la autoestima cuando fallaras una mínima pregunta. Ahora que lo pienso, no es que haya sido una buena comparación.

        Dejo caer la cabeza en la mesa y suspiro. Tendría que hacer el esfuerzo de abrir siquiera el libro, pero me es imposible sin poner mala cara en el intento. Observo de reojo al resto de la clase. Mark está en sus mundos de Yupi, dibujando garabatos en su libreta. Garabatos que no entiendo ni pienso analizar porque me da miedo el pensar que pueden llegar a ser. Silvia está jugando con el boli entre sus manos mientras Desvío mi mirada de forma muy sutil a Axel, y le encuentro observándome. Un escalofrío recorre mi cuerpo y vuelvo mi vista a mi libro. No ha dejado de mirarme desde que hemos empezado las clases a las ocho de la mañana, y ya son las once.

        No sé si es que quiere mandarme un mensaje telepático o solo está intentando acuchillarme con la mirada, pero llevo tensa más de tres horas. Parece un lobo apunto de atacar y yo solo un simple corderito al que probablemente no le de tiempo si a pedir socorro.

        ¿Pediríamos socorro con ese chico encima nuestro?

       Frunzo el ceño. ¿Quién ha dicho eso y por qué sólo ha sonado en mi cabeza? ¿Axel ha conseguido colarse en mi cabeza con voz de mujer? Trago saliva y me obligo a desviar mi atención de mi recién estrenada locura. Tengo más cosas en las que pensar, como averiguar cómo librarse del incesante escrutinio de Axel Blaze.

        Me giro de nuevo hacia él. Axel frunce el ceño y yo le saco la lengua. Su ceño se frunce más, y yo me giro orgullosa de mi misma. Un ataque certero, rápido y para nada agresivo. He mejorado mucho, ya no ataco verbalmente a otra persona hasta hacer que quieran enterrar su cabeza en el suelo como una avestruz. Eso es de...

        Pego un salto en mi asiento cuando me encuentro la cara de la profesora a centímetros de la mía. Me aparto por instinto y tengo que hacer lo imposible por mantener el equilibrio y no caerme como si fuera una cucaracha, con las patas para arriba.

        —¿Tiene algún problema, señorita Selius? —pregunta con su voz de pito.

        Yo intento poner cara de póker, pero creo que el susto se refleja todavía en mis ojos.

        —No, yo no...

        —Veo que no le interesa nada la clase —asegura incorporándose.

        —No es que no me interese... —La que no me interesas eres tú.

        —No hace falta que me ponga una excusa barata —Pone sus brazos detrás de su espalda y se cuadra—. Que venga de un instituto de élite como la...

       —¡Profesora! —interrumpe Axel levantándose del asiento—. Mark se encuentra mal.

        Todos nos giramos a mirar a Mark que levanta la cabeza sorprendido.

        —¿Me encuentro mal? —pregunta el chico. Axel sube las cejas y Mark asiente con fervor—. Sí, me encuentro muy mal profesora.

        Mark se pone la mano en la cabeza y se abanica con la mano. A mi me da un tick en el ojo.

        —¿Podemos acompañarle a enfermería? Deberíamos de asegurarnos de que no tiene ningún virus que pueda contagiar a los demás —asegura Axel con seriedad.

        Axel Blaze es un genio. No solo en el campo, sino también fuera de él. Es bien sabido por todos que "La macaco" es una hipocondríaca de primera. Lo vimos cuando un día un alumno tosió más de tres veces y ella abrió las ventanas de par en par y se puso la mascarilla.

        —¿Puede ser grave? —pregunta la mujer alejándose lo máximo posible de él.

        —Muy grave —aseguro intentando sonar lo más convincente posible—. Deberíamos de poner la clase en cuarentena. Ya sabe, por si acaso.

        Axel me dice con la mirada: "Te estás pasando". Y yo creo que es la jugada perfecta. Como suponía, la profesora se dirige corriendo a su bolso y se pone una mascarilla.

        —¡Abrid las ventanas chicos y salid de clase! No te preocupes Mark, te pondrás bien. Acompáñale a enfermería Axel y asegúrate de que la enfermera te diga que tiene. Así sabemos contra qué luchamos.

        Yo sonrío de oreja a oreja. Me he librado de media hora más de balbuceo constante. Todo el mundo sale de la clase resoplando, sabiendo perfectamente que nada de eso es necesario, pero ninguno parece estar dispuesto a seguir escuchándola ni un minuto más.

        Axel pasa a mi lado mientras Mark le pide explicaciones de por qué tiene que ser él el que esté malo y que si es porque quiere unirse al equipo. No tiene sentido, pero para Mark todo está conectado con el fútbol. Axel se para y me coge el brazo.

        —De nada, reina, acabo de salvarte de una buena.

        —¿Pretendes que te dé las gracias? —pregunto con un susurro—. Y no me llames así.

        —No, solo te devuelvo el favor. Estamos en paz —asegura levantando una ceja.

        —Vaya, me acabarás cayendo bien después de todo. —Sonrío falsamente y miro como su mano sigue presionando mi brazo—. ¿Te has quedado pegado a mi?

        —Puede ser. —Su sonrisa traviesa me provoca un escalofrío.

        Axel me libera de su agarre y yo le fulmino con la mirada. Me encantaría poder entender sus señales contradictorias, pero creo que esa es la esencia de Axel Blaze. Junto con su arrogancia, claro.

        —Entonces Axel, ¿te vas a unir al club de fútbol? —pregunta de nuevo Mark.

        —Mira que eres pesadito —susurra Axel.

        Silvia se acerca a mí.

        —¿Tú sabes de qué va todo esto? —pregunta mirando a Mark con confusión.

        —Nop.

        —Será otra de sus locuras del fútbol —suspira Silvia—. ¿Quieres que vayamos a por un batido a la cafetería?

        —Estamos tardando —digo tirando de ella hacia la puerta.

***

        La biblioteca del Raimon es muy acogedora. Tiene mucha luz, estanterías llenas de libros y cinco ordenadores con conexión a internet para poder buscar información. Justo lo que necesito ahora mismo. Mis recreos ya no son tan solitarios como antes, pero Mark sigue estando en enfermería, Silvia está estudiando unas mesas más allá y Celia está haciendo una entrevista al capitán de béisbol. Los demás, están en el club, probablemente comiendo patatas fritas, leyendo revistas o jugando algún videojuego.

        Yo he aprovechado para coger uno de los ordenadores y buscar algo que me lleva intrigando desde que hablé con Nelly en el despacho de su padre. ¿Qué incidente hubo hace cuarenta años? ¿Y por qué le preocupa tanto a Nelly?

        Empiezo a buscar. Incidente en el Raimon hace 40 años. Las primeras noticias no son relevantes. Que si premios ganados por el instituto, que si alguna reforma para mejorar las instalaciones, entrevistas al director de ese entonces... Pero nada más trágico que el cierre repentino del instituto después de que hubiera una pequeña fuga de gas que les obligó a desalojar el centro.

        Lo intento con otra búsqueda. Accidente en el club de fútbol del Raimon. Nada, ni una sola cosa, solo se menciona el nombre del equipo. El Inazuma Eleven. Esta vez, busco lo siguiente: Accidente Inazuma Eleven. Bajo la página y en la última entrada se encuentra lo que estaba buscando. ¡Bingo! Abro el artículo y comienzo a leer.

"La tragedia del Inazuma Eleven"

        El Inazuma Eleven, el equipo que todos esperábamos que ganara el campeonato nacional, tiene un accidente antes del partido que decidiría quién era el mejor equipo del país. Pero antes del accidente, una llamada llegó por parte del equipo, diciendo que abandonan el torneo antes de jugar el partido, ¿extraño, verdad? Después de eso, la Royal Academy se declaró como vencedora nacional de fútbol.

        Extraño, muy extraño. Intento buscar quienes eran los jugadores de ese momento, pero no consigo encontrar ningún listado con sus nombres. Solo una foto. La amplío lo máximo que puedo y observo sus caras. No sería capaz de identificarles después de tantos años. Pero uno de ellos llama mi atención. Es su sonrisa la que provoca un escalofrío desagradable en mi columna. ¿Puede ser él? ¿Puede ser que Ray Dark formara parte del Inazuma Eleven?

*****

        Axel mira con interés la práctica del club de fútbol. Parece que han conseguido mejorar un poco desde el partido contra la Royal Academy. Sobre todo Mark, que parece más que entusiasmado con los avances de sus compañeros. Axel mueve los labios de un lado a otro. Al capitán del Raimon no se le acaban las ganas de jugar, ni de insistirle. Y debería de estar harto de él, pero Mark Evans está consiguiendo que su pasión por el fútbol resucite. Es contagioso, como si fuera un virus, el mismo que le ha obligado a fingir esa mañana para que no descubrieran a Crístal y su relación con la Royal Academy.

        Todavía no sabe por qué ha ayudado a la chica. Debería de haber dejado que la descubrieran y que todo cayera por su propio peso. Sigue pensando que tiene un objetivo y que el equipo de fútbol solo es un escalón más para llegar a él. Si de algo está seguro, es de que los jugadores de la Royal Academy no tienen escrúpulos. Él lo ha visto con sus propios ojos y Crístal siempre ha sido uno de los pilares del equipo junto con Jude. Sabe cómo se las gasta y sabe que es peligrosa. No solo juega al fútbol de manera excepcional, si no que es una analista nata, encuentra tus debilidades con solo una mirada. Como había hecho con él en el hospital.

        Recuerda la primera vez que escuchó el mote que le pusieron. La Reina del Campo. Un seudónimo que le iba al pelo, sobre todo después de deslumbrarle con su forma de jugar. En cada pase, en cada regate, en cada jugada, se podía intuir una altivez digna de una reina. Ella mandaba en el campo, y los jugadores sabían que había que amoldarse a su juego. Jude era el único que la mantenía a raya. El nombre de Crístal Selius se fue perdiendo y solo quedó el de Reina. Y Axel pudo ver como ese apodo se iba apoderando de ella y creando una sombra de la chica que vio en el primer partido, con solo ocho años, en el que se enfrentaron. Una chica dulce, segura y risueña, la cual se divertía jugando y que su única preocupación es hacerse amiga de todos, tanto de compañeros como de rivales.

        Ahora todo eso ha cambiado, y a Axel le gustaría descubrir el por qué.

        —Estás sonriendo, supongo que estarás pensando en mí —dice una voz a sus espaldas.

        Axel pega un bote y pone los ojos en blanco. Hablando del rey de Roma...

        —Te lo tienes muy creído Selius. —Axel la mira de reojo cuando la chica se apoya en la barandilla—. ¿No deberías estar entrenando?

        —Quedan diez minutos para empezar, pero ellos ya están aquí. —Crístal niega con la cabeza, anonadada—. No sé de dónde sacan las ganas, yo termino muerta después de los entrenamientos.

        —Pensé que los entrenamientos de la Royal eran los más duros de los nacionales.

        —Y los son, pero yo estoy muy desentrenada —asegura estirándose como una gata—. ¿Qué haces aquí? ¿Estás planteando unirte?

        Axel mira ofuscado a otro lado. Quiere decir que no, pero mentiría. Sí que ha estado pensando en unirse al Raimon, sobre todo después de la visita al hospital que hizo con Crístal. Le removió algo por dentro, y le hizo dar una vuelta a todo lo que tenía preconcebido. Por eso había estado observando al equipo de fútbol durante esos días, para encontrar una respuesta.

        Mark para el tiro con seguridad y felicita a Kevin. Crístal sonríe con sinceridad, y Axel la observa mejor. Sus ojos brillan con entusiasmo, y arruga la nariz con ternura. Mark levanta la empatía de la chica, realmente le aprecia.

        —Nunca pensé que encontraría a alguien como él —dice la chica apoyando la barbilla en sus manos.

        —¿Eh? —pregunta Axel que se ha quedado embobado mirándola.

        —Hablo de Mark. ¿Me estás escuchando? —pregunta la chica mirándole con curiosidad.

        Axel se ruboriza y desvía la mirada. Claro que la está escuchando. Ha observado cómo se movían sus labios carnosos sin perderse ni un solo detalle. Eso significa escuchar, ¿verdad?

        —Sí, ¿qué pasa con él?

        Crístal pone los ojos en blanco está claro que no le está escuchando.

        —Digo, que nunca he visto a alguien como él. Su pasión por el fútbol consigue contagiar a los demás. Yo pensé que nunca volvería a divertirme dando patadas a un balón, y aquí estoy, esperando que el siguiente partido tarde en llegar.

        Axel asiente imperceptiblemente. No puede estar más de acuerdo. Ha habido momentos en el que le ha envidiado por poder disfrutar así del deporte que él abandonó. Incluso se ha imaginado lo que sería tenerle de capitán. No cree que se fuera a aburrir en absoluto con él.

        —¿Por qué no quieres que llegue? —pregunta Axel volviendo su mirada hacia ella.

        —Porque después de ese partido dejaré el equipo, y volveré a mi vida normal. —Cristal se relame los labios con nerviosismo—. Y, para ese entonces, espero que ya formes parte del Raimon.

        —¿Vas a dejar el equipo? —pregunta anonadado Axel.

        Se esperaba de todo menos eso.

        —Ya te lo dije la segunda vez que nos vimos —susurra la chica poniendo morritos. Axel se encoge de hombros, estaba demasiado atento a la cara de la chica como para escucharla. A lo mejor debería dejar de mirarla tanto y escuchar más—. En fin... Me uní al equipo para hacerle un favor a Nelly Raimon. Cuando ganemos el próximo partido y el equipo se inscriba en el TFF, me iré. Es lo mejor para todos, estarán más seguros.

        Axel frunce el ceño. ¿Más seguros? ¿Es que pasa algo más que él no sabe? Quiere preguntarle, saber todo lo que esconde Crístal Selius detrás de esa sonrisa de añoranza, pero una alarma le hace callar. La chica saca el móvil y la apaga.

        —Bueno, tengo que irme. —Crístal le mira y sonríe de nuevo. A Axel se le remueve algo por dentro. Está empezando a gustarle de más que le dedique sus sonrisas—. No eres tan odioso como quieres hacerme ver. —Axel sube las cejas molesto y Crístal se ríe—. ¡Oh vamos! No me mires así. Los dos sabemos que tengo razón. No sé cuanto falta para el siguiente partido, pero me apetece jugar contigo, así que date prisa, ¿si? ¡Ah! Y gracias por lo de esta mañana.

        Axel la observa alejarse, y de repente, sonríe. Una sonrisa verdadera que no se veía en él desde el accidente de su hermana. Vaya, Crístal Selius quiere jugar con él, y Axel acaba de descubrir, que él también tiene ganas de jugar con ella.  

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He tardado, lo sé, pero siendo en mi vida de adulta funcional (o un intento por lo menos) el trabajo me quita tiempo, así que he estado un poco desaparecida. ¡Pero aquí estoy! Espero que os guste le capítulo. 

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