5
Levantarme temprano no es mi fuerte, pero encima hacerlo un día de fin de semana todavía menos. Aún así, hoy mi cerebro ha decidido despertarse a las ocho de la mañana. Esto pasa un año cada cuatro. Como las olimpiadas, los años bisiestos, las veces que tu ex vuelve a tu vida... Bueno, me habéis entendido. Así que, he decidido aprovecharlo. He desayunado, me he puesto un mallas piratas negras y una camiseta de tirantes del mismo color y he salido a correr. Y después he vuelto a casa a coger mis cascos porque se me habían olvidado. Pero bueno, la memoria finita es la marca de la casa. Qué se le va a hacer.
Decido dejar atrás mi barrio y adentrarme de nuevo en las proximidades del Raimon. Entre estas calles he encontrado la tranquilidad necesaria para acabar el día sin tener que tomarme dos trankimacines. Cosa que agradezco profundamente.
Esquivo a unos niños que juegan en la calle a la pelota con éxito y doblo la esquina. Esta vez, no logro ser tan rápida como para no chocarme con la persona de enfrente. Un deja vu me marea por un momento. ¿Cuántas casualidades tendrían que darse para volver a chocarme con Axel? Pues menos de las que pensaba, porque vuelve a ser él el que me agarra el brazo para que no me caiga.
Sus ojos se achican tanto que solo puedo ver una línea negra intimidante.
—Me espías —afirma de forma contundente.
—Vamos, no me jodas... —susurro alejándome de él—. Y no, claro que no te espío. Pensé que te lo había dejado claro.
—¿Y qué haces aquí si no?
Me miro las pintas que llevo. Las zapatillas de correr, la ropa de hacer deporte y una coleta medio deshecha. ¿Acaso no es obvio? ¿O es que mis mejillas sonrojadas por el sofoco no son suficientes?
—Yo lo llamo correr, en tu pueblo no sé cómo será.
—Yo también lo llamo correr —murmura serio.
Mi cara debe de ser un poema ahora mismo.
—¿Me estás vacilando? —pregunto sintiéndome tonta.
—Puede ser. —Axel sonríe ladinamente.
—Vaya, no sabía que pudieras gastar bromas —admiro con los brazos en jarra—. Pensé que eras una piedra o algo así.
—Las piedras también tenemos sentimientos —asegura examinándome con la mirada—. ¿Dónde te has dejado la capa y las gafas?
Pongo los ojos en blanco al entender la referencia. ¿Qué tiene que ver Jude ahora?
—Espero que en la otra punta del mundo. Si quieres te paso su número y le preguntas. —Muevo el móvil delante de sus ojos.
—¿Cómo le tienes de contacto? —pregunta ignorándome y quitándome el móvil—. Jude y un corazón.
Busca sacarme de quicio y lo está consiguiendo. Axel Blaze es un guapo insoportable. Y de esos he conocido muchos. Por desgracia. Consigo arrebatárselo y lo guardo en un lugar seguro. En la cinturilla de mi pantalón.
—Creo que intentar mantener una conversación contigo es imposible. —Me pongo los cascos y le rebaso—. Si me disculpas. Voy a seguir corriendo.
¡Ah! Pero antes de que pueda huir de Axel y su manía persecutoria conmigo, vuelve a tirar de mí hacia atrás.
—No te disculpo. ¿Por qué saliste de la Royal? —pregunta con curiosidad.
Vaya, ahora el señorito tiene curiosidad. Y por lo visto, esta vez me cree.
—No es asunto tuyo, Blaze —digo intentando continuar mi camino.
—Hace unos días parecías muy interesada en contármelo. —Axel me sigue de cerca y yo hago que le ignoro—. ¿Podrías parar un momento?
—Tengo prisa.
—Los dos sabemos que no es verdad. —Axel vuelve a ponerse en mi camino y yo le miro ofuscada. Se me queda mirando muy de cerca—. ¿Te han dicho alguna vez que no das nada de miedo cuando te enfadas?
¡Esto es el colmo! ¡Se está riendo de mí y yo le estoy dejando!
—Eres... Eres... —Muevo las manos de manera nerviosa—. ¡Insoportable!
—Gracias, me lo tomaré como un cumplido —responde con una sonrisa.
Parece que disfruta haciéndome sufrir.
—¿Qué quieres realmente? —pregunto cruzándome de brazos—. No creo que me estés entreteniendo por puro placer. ¿Estás evitando algo?
Axel se tensa y su sonrisa socarrona se borra de golpe. Vaya, así que hay una razón. Ahora la que sonríe soy yo. Las tornas se han dado la vuelta. ¡Bien! Es mi momento.
—Dime Axel, ¿qué es lo que te perturba? —Me acerco a él y el chico se tensa. Me paso la lengua por el labio. No está mal ponerle nervioso de vez en cuando—. ¿Qué pasa? ¿Tienes un secreto tan terrible que no quieres que nadie descubra?
Axel se mete las manos en los bolsillos y se crea una máscara de indiferencia. Una que no le funciona, porque empiezo a calarlo. Cuando saca esa actitud de tío pasota, es para protegerse.
—Sé que saliste con Jude —suelta de repente.
Se me suben los colores. ¿Cómo se ha enterado? Ni siquiera los jugadores de la Royal lo sabían. Lo llevamos en secreto por dos razones. La confraternización entre jugadores estaba prohibida, y porque no estábamos dispuestos a aguantar las bromitas en los entrenamientos. Fue una decisión unánime y muy acertada. Nadie se metió entre nosotros ni preguntó. Era nuestro bonito y divertido secreto. Quedábamos en su casa con la excusa de preparar los partidos. Y lo hacíamos, entre caricias y besos, claro. Pero no nos vayamos del tema, porque ahora tengo un Axel dispuesto a hacer de apisonadora con tal de salir de esta.
—Y yo sé por qué abandonaste el Kirkwood —digo de la misma manera.
Axel me fulmina con la mirada y yo imito su gesto. No voy a dejar que gane esta batalla.
—No quiero saber cómo descubriste eso. —Axel se pasa la mano por el pelo con nerviosismo.
—Touché.
Axel se queda callado por un momento, con la mirada perdida en algún punto interesante del suelo. Parece pensativo. Enarco una ceja cuando vuelve a mirarme a los ojos. Me recorre un escalofrío cuando veo la duda en su mirada. Parece un Axel distinto, un Axel vulnerable. Por alguna razón, no me gustaba verle así. Y no pienso analizar por qué.
—Te vienes conmigo —asegura cogiéndome del brazo y tirando de mí para que ande.
—Contigo no voy a ningún lado —replico intentando soltarme.
—Ajá —dice pasando de mi.
Forcejeo con él, pero me es imposible, tiene mucha más fuerza que yo. Suspiro y me dejo llevar. Adiós a mi mañana de hacer deporte.
***
Axel abre la puerta de la habitación de su hermana y se hace un lado.
—Pasa.
Yo le obedezco y observo a la pequeña niña que está tumbada en la cama del hospital. parece que estuviera durmiendo, como si en cualquier momento fuera a despertarse con una sonrisa. Aprieto los labios y me siento en la silla más apartada a la cama, dejando a Axel un poco de intimidad.
—Hola Julia —saluda con cariño Axel.
El chico le deja un beso en la frente y yo tengo que apartar la mirada de ellos. Me siento como una intrusa en esa habitación. Axel le empieza a contar su día y alguna que otra anécdota. Habla con ella con suavidad, como si realmente no quisiera molestarla.
Esta visita obligada me está enseñando a un Axel que nunca había visto. Uno delicado, con sonrisas escondidas, y con una ternura que no esperaría ver en él. El Axel arrogante y sobrado se ha quedado fuera de esta habitación. Se ha desnudado sentimentalmente frente a su hermana y ha dejado salir a un chico tembloroso y lleno de miedos e inseguridades que siempre intenta eclipsar. Por un instante, siento compasión por él.
Axel se calla y yo decido que es momento de que me diga que estoy haciendo aquí. Me levanto de la silla y me acerco a él. Parece que se siente aliviado, como si se hubiera quitado un peso de encima. Pongo una mano en su hombro y el chico se estremece. Yo lo hago con él.
—Hacía una semana que no me atrevía a visitarla —susurra apoyando los codos en las rodillas—. Siento haberte arrastrado hasta aquí.
—No te preocupes... ¿Puedo preguntar por qué necesitabas que viniera? —Me pongo de cuclillas para ponerme a su altura.
Axel suspira y mueve la cabeza hacia los lados. Está estresado, la situación no le gusta. Ya somos dos. A mí tampoco. No sé consolar a nadie. Tengo la capacidad en el culo.
—Cuando tuvo el accidente, le prometí que no volvería a jugar al fútbol —dice escuetamente.
Yo tengo que terminar de atar cabos.
—Pero incumpliste la promesa al salir a jugar con el Raimon —finalizo mirándole de reojo—. Te sientes culpable.
—Yo no quería pero... —Axel aprieta los puños—. Ese chico...
—Mark. —Sonrío al decir su nombre—. Es capaz de hacer correr hasta a las tortugas.
—Sí —admite arrugando la nariz—. Me dejé llevar y traicioné a Julia.
—No creo que ella se sienta así —digo dándole un vistazo a la niña—. Estoy segura de que está muy triste porque hayas dejado de jugar al fútbol.
—¿Y tú qué sabes? —pregunta con rabia—. Está así por culpa de que yo jugara al fútbol.
Yo alzo una ceja sin preocuparme de si le ofende o no.
—Está así porque estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Porque pasara yendo a animarte a un partido, no significa que fuera tu culpa. Tienes que dejar de sentirte así.
—No sabes una mierda —murmura enfadado.
Vaya, he tocado una fibra sensible. Me encojo de hombros y me levanto.
—Puede que no sepa nada, pero has sido tú quien me ha traído aquí. No sé que buscas Axel, pero no voy a ser yo quien te eche la culpa de lo que le pasó a tu hermana. —Su mirada no se pierde detalle de mis movimientos—. Nadie lo va a hacer en realidad. Ni siquiera ella.
Axel no dice nada, y yo comprendo que es hora de irme de allí y dejarle con sus demonios internos. Axel necesita pensar y quitarse ese sentimiento de culpa que tanto le asfixia. Y yo ahora mismo no soy la persona idónea para ayudarle.
—Adiós —susurro volviendo a ponerme los cascos.
—¡Espera!
Me doy la vuelta para mirarle. Axel sigue dándole la espalda, como si le avergonzara la situación.
—¿Incumplir una promesa está mal? —pregunta con la voz ronca.
Yo sonrío. Axel intenta aparentar ser fuerte, pero nadie lo es realmente. Solo queremos ocultar nuestra debilidad para que no puedan utilizarla en nuestra contra. Por eso, aprecio que Axel se haya abierto así conmigo. Pedir ayuda, aunque sea de esta forma tan especial, es de valientes.
—Si te hace bien a ti, entonces no es malo.
Y salgo de la habitación para correr, o por lo menos intentarlo, de vuelta a casa.
----------------------------------------------------------
Buenas de nuevo!! Bienvenidos a mi canal un día más. Nada olvidaos de eso, me apetecía mucho decirlo. Ya tenéis nuevo capítulo. Seguimos cambiando cosillas y dándole coherencia a la historia. No me puede creer que todavía haya tanta gente por aquí. ¡Que alegría! Me encantaría poder hablar y saber de vosotros. Han pasado muuuuchos años desde entonces jajaja. Dentro de poco tendréis el siguiente. Besos!!!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top