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El equipo de fútbol del instituto Raimon solo entrena por las tardes. Nada que ver con la Royal Academy, que hacía entrenamientos tres veces al día. Y la verdad, no me quejo. Me deja tiempo para poder disfrutar de... De mi misma. No tengo otra cosa que hacer nada más que estudiar. Todavía no tengo amigos, parece ser que aquí socializas mediante los clubes y que las clases están solo para ayudarse mutuamente con las tareas y demás.
Desde que llegué, me ayudaron a entender el funcionamiento del Raimon, me comentaron las reglas, y me unieron a distintos grupos de estudios para realizar los trabajos de clase. Aún así, ese ha sido todo el trato que he tenido con mis compañeros.
Me habían propuesto algún que otro club para unirme, pero yo no me veía ni comentando libros ni jugando al badminton. A mi me gusta el fútbol y nada más. Cuando llevas años y años dedicándote a un deporte en cuerpo y alma, ya no existe nada más para ti. Solo piensas en cuándo llegará la hora para poder irte a entrenar.
Ahora, estoy en un club, aunque sea por poco tiempo. Mi club. Que raro suena decir eso.
—Pues es aquí —dice Mark señalando la destartalada caseta que tenemos delante—. Es un poco vieja.
Tampoco hace falta que me lo diga para darme cuenta de que si el viento sopla un poco más fuerte, se la llevaría volando.
—¿Es seguro? —pregunto levantando una ceja y juzgando la estructura.
Yo no soy arquitecta ni nada por el estilo, pero a lo mejor esto es hasta ilegal.
—Todavía no se nos ha caído encima —ríe Mark poniendo los brazos en jarras.
—No se si eso me tranquiliza —murmuro al ver la despreocupación del chico.
Mark tiene que hacer fuerza para poder desplazar la puerta corredera. Yo miro al cielo, este puede ser mi último día si esa caseta así lo decide.
—¡Vamos Crístal! Quiero presentarte al equipo. —Mark tira de mi mano, y me hace entrar en la caseta de la muerte.
Cierro los ojos esperando que una viga se me caiga encima, y cuando parece que no va a pasar nada abro un ojo. Tengo a un montón de chicos mirándome como si no pudieran creer lo que ven.
—Es una chica —recalca uno de ellos.
¿Llamando a Harvard? Se os ha escapado un genio.
—¿Y eso qué más da? —interviene otro—. Si sabe jugar seguro que nos da mil vueltas.
—No pensé que fueras de esos, Todd —dice otro con el pelo... ¿Tiene el pelo rosa?
—¡No! Es solo que pensaba que el torneo era sólo masculino. Discúlpame —dice el chico avergonzado.
—No te preocupes —musito con una media sonrisa.
No le voy a decir que gracias a los tejemanejes de Ray Dark, las mujeres fueron admitidas en el FF.
—¿Habéis terminado? —pregunta Mark. Cuando nadie vuelve a decir nada, el chico pone una mano en mi hombro—. Esta es Crístal y desde hoy formará parte de nuestro equipo.
—Encantada de conoceros —digo haciendo una venia.
—¿En qué posición juegas? —pregunta el chico de la coleta.
¿Cómo se llamaba? ¿Atlas? ¿Natlas? ¡Nathan! Eso, eso. La verdad es que soy un poco mala para los nombres.
—Solía jugar de delantera, pero no me importa dónde me pongáis. No tengo problemas.
—¿En qué equipo jugabas? —pregunta el pelirrosa intrigado—. Juraría que no te he visto por los campeonatos locales.
—Me mudé hace poco. Solía jugar en la asociación vecinal de mi antiguo barrio —respondo con una sonrisa.
Estando en la Royal Academy, aprendí que la mentira es el mejor recurso que puedes tener a mano. Ray Dark solía decir que el mundo estaba construido sobre mentiras, así que, por qué no seguir usándolas. Es de las únicas cosas en las que seguimos concordando.
—Nosotros no tenemos problemas con las formaciones, todavía estamos aprendiendo a usarlas. —Mark se ríe y yo frunzo el ceño mientras abro la boca.
Aquí aplicaría la frase: un sueño y ni un duro. Y aún así, Mark está más que convencido de que en apenas unos días, conseguirían dar con la clave no solo para mantener al equipo a flote si no para ganar su próximo partido y, ya que estamos, el FF.
La puerta se abre, y me giro a recibir a las recién llegadas. La sangre no tarda en desaparecer de mi cara. Reconozco a la chica de gafas que lleva una libreta en la mano. Le he visto muchas veces en fotos, y casi podría escribir un libro sobre su vida. Es Celia Hills, la hermana biológica de Jude.
—¡Ah Silvia, que bien que estás ya aquí! Quería presentarte a la nueva integrante del equipo. Silvia esta es Crístal y Crístal esta es Silvia. Silvia es la gerente de equipo.
—Encantada de conocerte, Crístal —La chica me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa de forma tensa—. Yo también quería presentaros a alguien. Esta es Celia Hills y será también gerente del equipo.
—Me llamo Celia Hills y me encargaré de recabar información para los próximos partidos. ¡Espero que nos llevemos bien!
Celia me mira con curiosidad, y yo parece que me vaya a romper si me atrevo a mover un solo músculo. ¿Me reconocerá? ¿Sabrá quién soy? Jude y ella llevan años sin tener contacto, aún así, no sé qué clase de información maneja Celia sobre Jude y sus conocidos. Porque el chico lo sabe todo sobre su hermana. A qué clases está apuntada, que comida le gusta más y cuál prefiere evitar, sus amistades más cercanas... Y claro, yo esto me lo sé de carrerilla, porque he sido de las pocas que se ha preocupado realmente por la relación que tenían esos dos. Y, lo que también sé, es que a Celia Hills le gusta el periodismo, y eso implica investigar. Sobre todo, de algo que le despierta curiosidad.
—¿Nos conocemos? —pregunta Celia.
—Creo que no nos hemos visto en la vida —respondo encogiéndome de hombros.
La pelicorta se queda mirándome y yo lo hago a su vez. ¿Celia será tan curiosa como cree su hermano? ¿Tanto como para destapar las mentiras que acabo de soltar por mi boca?
—Tierra llamando a Crístal. —Mark pasa una mano por mis ojos y yo pego un respingo—. Vamos a empezar el entrenamiento.
—¿No es demasiado pronto para ir al campo? Son solo las cuatro.
—Es que nosotros no podemos entrenar en el campo —explica Mark tirando de mí fuera de la caseta.
—¿Pero no sois el equipo de fútbol?
—¡Claro! Pero como somos un equipo tan pequeño los demás deportes nos quitan el terreno.
—Y entonces... ¿A dónde vamos?
—¡Al campo de la ribera! ¿Dónde si no?
*****
Axel chasca la lengua al ver a Crístal Selius vestir la camiseta del Raimon. Parece que no han encontrado una de su talla, porque le queda grande y se tiene que estar recolocando el hombro cada dos por tres. Aún así, la chica no ha parado de moverse de un lado a otro desde que Axel llegó hace ya diez minutos. Su juego es una pasada, y aunque intenta rebajarse al nivel del resto de jugadores, es imposible no darse cuenta de que los fallos que está teniendo son a propósito.
Uno de los jugadores de primero vuelve a fallar un pase y Crístal se apiada de él. Corre a su lugar y le pasa de nuevo el balón.
—Mira, si colocas el pie de esta manera —explica la chica haciéndole la demostración—. Te será mucho más fácil poder dirigir el balón a donde tú quieras.
No hace falta más que unas cuantas correcciones más para que el chico bajito comience a hacer pases bastante sólidos. Los demás no tardan en pedirle más consejos, y ella parece más que feliz por ver que está ayudando. Axel frunce el ceño y la analiza con la mirada.
La incorporación al Raimon de Crístal Selius es todo un misterio. Se dejó de saber de ella después del partido contra el Kirkwood, su antiguo instituto, y los rumores empezaron a correr como la pólvora. Claro está, a Axel en esos momentos le importaba una mierda lo que le pasara a la delantera de la Royal Academy, hasta que la vió en su primer día de clases perdida por los pasillos del instituto Raimon. Ahí, las alarmas se le dispararon.
Llevaba más de dos semanas recibiendo propuestas de la Royal Academy, algunas incluso intimidantes, para que se uniera a su club de fútbol. Axel las había rechazado por activa y por pasiva, y que Cristal Selius apareciera en el mismo instituto que él un mes después, dejaba las cosas más que claras para él.
Crístal estaba allí para convencerle de que se uniera a la Royal Academy. Por eso la ha estado vigilando durante todo este mes. La ha seguido por los pasillos, por los recreos e incluso ha ido a vigilarla a la biblioteca. Se ha vuelto paranoico pensando que la chica tenía la intención de hacerle algo a él o a su hermana. En cambio, Crístal solo ha hecho la vida normal de cualquier estudiante, incluso la ha visto más de una vez huir de él. Crístal estaba más asustada de Axel que Axel de Crístal.
Él de ayer fue el primer encontronazo, y después de verla jugar con el Raimon, incluso Axel se está replanteando si lo que dijo la chica no es cierto. Que abandonó la Royal Academy y que su intención era pasar lo más desapercibida posible. Todavía sigue sin creérselo del todo, pero después de haber estudiado todos sus movimientos, Crístal no parece la chica que cuentan los rumores. No parece agresiva, ni altiva, ni mucho menos alguien sin escrúpulos. Él mismo ha visto cómo ha ido a socorrer a algún que otro jugador que ha acabado comiéndose la arena. Si todo lo que cuentan de ella fuera verdad, se hubiera reído de la caída y hubiera seguido a lo suyo.
De lo único que está seguro de que la gente no se equivoca en absoluto, es que es una persona desafiante. Ayer se lo dejó claro después de que la chica le siguiera para encontrar el camino al instituto. Estaba perdida y realmente avergonzada y a él le pareció adorable como sus mofletes se tiñeron de rojo más de una vez. Aunque eso nunca piensa admitirlo en alto. Pero su adorabilidad se acabó cuando le desafió a pararle los pies volviendo a jugar al fútbol.
A Axel casi le faltó tiempo para aceptar su reto, porque si hay algo que al chico rubio le emocione más que el fútbol son los desafíos. Sobre todo, si se lo ha puesto una chica sumamente atractiva que juega al fútbol como los dioses y que sabe donde meter el dedito en la llaga.
Su atención vuelve a centrarse en Crístal cuando la chica falla un pase a propósito y sale corriendo a por el balón pidiendo perdón a los demás. Axel la sigue con la mirada y cambia al otro lado del puente para encontrarse con Jude Sharp apoyado en una de las columnas.
«Así que estaba en lo cierto, Crístal sigue trabajando para la Royal» piensa Axel apretando los puños.
Crístal levanta la pelota con el pie y observa a Jude.
—¿Te han dicho alguna vez que hay que usar ropa de tu talla? —pregunta Jude alzando una ceja.
—Tan gracioso como siempre. —Crístal suspira—. Hazme un favor y desaparece.
—Es la primera vez en seis meses que nos vemos las caras, ¿no me das un abrazo?
—A lo mejor lo que te doy es un balonazo, quién sabe —dice la chica lanzando la pelota al aire y aplastándola con el pie en el suelo—. ¿Qué haces aquí?
—Comprobar que me hiciste caso cuando te dije que te alejaras de nuestro camino. Ya veo que no es así.
—¿Desde cuándo sigo órdenes, Jude? —Crístal se echa el pelo hacia atrás y le desafía con la mirada—. ¿Has venido a cumplir con tu amenaza?
Jude aprieta los dientes.
—Nadie sabe que estoy aquí —murmura el chico con rabia.
—¿Y tengo que creérmelo? —pregunta Crístal incrédula—. Es mejor que te vayas antes de que alguien te vea.
—¿De verdad piensas que te haría algo? ¿Qué visión tienes de mi? —Jude parece más que cabreado, decepcionado.
—Una no muy buena. Decidiste dejarme de lado, para contentar a Ray Dark y eso no voy a perdonártelo nunca.
Jude le coge del brazo cuando ve que Crístal piensa irse dejándole con la palabra en la boca. Axel no se pierde ni un solo detalle de su conversación. Los chicos no parecen tan amigos como de costumbre.
—¡Tú fuiste la que decidiste dejar la Royal sin explicación alguna!
—¡Sí! Deje la Royal Academy, pero no a tí Jude. Intenté ir a verte, y no te dignaste a salir ninguna de las veces que estuve esperando a que aparecieras en la puerta de tu casa. No te hagas el dolido, cuando la que lo perdí todo fui yo. —Crístal se zafa de su agarre con fuerza, consternada. Le ha costado mucho soltar esas palabras. Más de lo que una vez se llegó a imaginar.
Todavía le duele todo aquello, y puede verse reflejado en su mirada.
—¿Viniste a mi casa? —pregunta Jude sorprendido—. A mi nunca me... ¡Escúchame por favor! —exclama cuando ve que la chica pretende alejarse.
—Déjalo Jude, ya no tiene caso. Decidiste acabar con nuestra relación desde el primer momento en el te negaste a escuchar mis explicaciones. Ahora no voy a escuchar las tuyas. —Crístal se niega a mirarle y Axel tiene que cerrarse la boca para que no le llegue la mandíbula al suelo. ¿Era verdad el rumor que corría sobre que Jude Sharp y Crístal Selius estaban en una relación?—. Solo te diré una cosa, Sharp. Deja en paz al instituto Raimon, y a Axel Blaze. Creo que ya tiene demasiado con lo de su hermana. O si no...
—O si no, ¿qué? —pregunta susurrando Jude.
—O si no haré realidad la amenaza del otro día. Me encargaré de destruir a la Royal Academy hasta que no quede nada, ni sus cimientos. Y entonces, no tendré miramientos, ni por tí ni por mí, Jude.
Jude no responde y Crístal parece que se cansa de esperar algo que no llegará. Como un lo siento o simplemente una muestra de arrepentimiento. Nada de eso llega
—¿Cómo lo harás, Crístal? ¿Cómo acabarás con nosotros?
Crístal pega un respingo al escuchar la gélida voz de Jude. Está claro, han llegado a un punto de no retorno.
—Mediante el fútbol, está claro. —Crístal sonríe como una maldita diablesa y Axel, que sigue espiando la escena, tiene que hacer de tripas corazón para no quedarse embelesado en ella—. Os quitaré eso qué más queréis, el trofeo del FF.
Crístal por fin parece ser capaz de alejarse, porque vuelve con su equipo como si nada hubiera pasado. Jude gruñe y le mete un puñetazo al cemento. Maldita sea Crístal Selius y su capacidad de hacer que pierda los papeles. El chico echa una última mirada a la morena antes de salir de allí con un cabreo del quince. Parece que no le gusta que le den la vuelta a la tortilla.
Axel vuelve a mirar a Crístal una última vez antes de irse. Sonríe y mete las manos en los bolsillos. Vaya, parece que la cosa se está poniendo interesante.
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Estoy de vuelta! Estamos pasando unos días muy ajetreados en el trabajo y me ha quitado mucho tiempo de las tardes, pero aquí estoy. No tardaré mucho en publicar los siguientes capítulos. Si no mientras tanto podéis leerme por mi otra cuenta mooartss que actualizo los lunes y los jueves. Espero que os guste! Besooos.
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