3
Hay algo que siempre se me ha dado mal, y es la orientación. Todos los días, el cochero de mi tío me llevaba al instituto. Y claro, yo no me quejaba. ¿Quién va a rechazar algo así?
Cuando decidí cambiarme, mi tío se enfadó tanto, que me dijo que si quería estudiar en una institución del tres al cuarto, debería de de buscarme la vida a partir de ese entonces. Y eso es lo que he hecho.
He intentado aprenderme el camino, he dejado alguna que otra marca en las esquinas y, aún así, sigo perdiéndome. Frunzo el ceño y pongo morritos. Juraría que esa esquina... Sí, tiene una pegatina. ¡Es por ahí! Estoy segura al cien por cien. Bueno al noventa por cierto. ¿A lo mejor es un ochenta? ¡Da igual! He salido con tiempo de sobra, y nada ni nadie va a impedir que llegue a tiempo.
Doblo la esquina con felicidad y me doy de bruces con un pecho. Un pecho grande y musculoso que me ha dejado la nariz aplastada. Pierdo el equilibrio, y estoy apunto de caer de culo cuando un brazo me sostiene.
—¡Dios mío! ¿De qué estás he... cho? —pregunto antes de que se me traben las palabras.
Axel Blaze me mira levantando una ceja y ladea la cabeza, estudiando. ¡Joder! Es alto. Y guapo, pero eso ya lo tenía comprobado. Su pelo tan rubio que parece blanco está completamente peinado, sin un mechón fuera de lugar. No puedo decir lo mismo de la cabellera de leona que se me ha quedado después del choque.
El chico frunce los labios y me suelta cuando ve que no voy a caerme redonda al suelo. Yo me aparto de él con precaución. Hay algo que sé de Axel, y es que tiene muy mala leche. Sobre todo, con gente que no le cae bien, y estoy segura de que Axel no me tiene en muy alta estima. Como el resto de jugadores del nacional, claro.
—Disculpa, no te había visto —digo intentando ser amigable.
Le muestro una sonrisa avergonzada, pero él sigue como si fuera de piedra. Su mirada recorre mi cuerpo, como si buscara algo. Cuando ha terminado con su examen exhaustivo me rebasa.
—Vale —responde escuetamente.
Axel gira a la derecha y yo le fusilo la espalda con la mirada. ¿Vale? ¿Simplemente vale? ¿Dónde está el: "Perdona yo tampoco te he visto"? Porque la que ha recibido una rinoplastia gratis he sido yo. Me doy la vuelta y decido seguir mi camino con un cabreo del quince. No voy a entrar en su juego. He cambiado, soy una nueva Crístal que no quiere problemas con nada ni nadie. Pero...
Me paro en mitad de la calle. Si Axel está yendo hacia otro lado... Entonces es que sigo perdida. Bufo y gimoteo mientras corro hasta alcanzar al chico. Cuando lo localizo, intento pasar lo más desapercibida posible. Me quedo unos diez pasos más atrás y camino casi sin hacer ruido con tal de que no me descubra. No solo me va a odiar por ser quien soy, si no que ahora se va a pensar que soy una acosadora.
Vuelve a doblar la esquina y yo le sigo unos segundos después. Esta vez, consigo parar a tiempo antes de chocarme con un Axel más que cabreado.
—¿Se puede saber por qué me estás siguiendo? —pregunta cruzándose los brazos—. ¿Qué pretendes?
A mi se me come la lengua el gato y miro nerviosa a los lados. ¿Cómo de estúpida quedaría si le dijera sobre mi problema de orientación? Doy un paso atrás de forma instintiva cuando sopla y se pasa una mano por el pelo.
—¿Te ha mandado la Royal Academy para espiarme? —pregunta dando un paso hacia a mi—. Pensé que utilizaban a sus suplentes para el trabajo sucio.
—Yo no... Si que mandan los suplentes pero... —¿Por qué estoy tan nerviosa?
—Mira, estoy cansado de vuestros juegos. No pienso unirme a vuestro equipo, dejadme en paz —dice dándome la espalda—. Y deja de seguirme, acosadora.
Lo que suponía, parezco una loca.
—No, yo... ¿La Royal Academy te ha estado siguiendo? —pregunto incrédula.
No sabía que habían intentado reclutarle.
—¿Acaso no sabes lo que hace tu equipo? —pregunta con desdén ignorándome.
Maldito guaperas idiota.
—Ya no soy de la Royal —contesto frunciendo el ceño. ¿Acaso no se ha enterado?
—Y yo juego al tenis.
Genial, le gusta la ironía. Es borde, serio, de pocas palabras y encima me tiene un odio acérrimo. Esto solo mejora por momentos. Seguro que si le pido que me guíe al instituto me lleva al otro lado de la ciudad y me deja allí abandonada.
—¡Es la verdad! —me quejo cruzándome de brazos.
Axel se para en seco y esta vez lo que estoy apunto de comerme es su espalda. ¿Es que este tío tiene complejo de pared o que? Se gira para encararme y yo trago saliva cuando se cierne sobre mi. Intimida y mucho, sobre todo sus ojos oscuros impenetrables que parece que pueden ver a través de mi.
—¿Entonces por qué me sigues? —pregunta alzando una ceja.
—Porque... Porque... —Al ver que no me va a dejar en paz hasta que le diga la verdad, inflo los mofletes sonrojados—. Me he perdido.
Parece que a Axel le pilla por sorpresa mi respuesta.
—¿Qué te has perdido?
—No conozco esta zona de la ciudad. Me he dejado marcas para saber por dónde tengo que ir. —Le señalo una de las pegatinas de emojis que he puesto en la pared—. Ya sabes, como Hansel y Gretel.
—¿Cómo Hansel y Gretel? —pregunta con una sonrisa ladina.
Estoy segura de que así es como sonríe el diablo. Intento mantener mi dignidad lo más intacta posible.
—Sí. ¿Pasa algo? Tu tienes problemas de ira y yo de orientación.
El ceño de Axel vuelve a fruncirse, pero parece divertido. ¡Se está riendo de mi el muy idiota!
—¿De qué te ríes? —pregunto ofuscada.
—No pensé que la gran Crístal Selius fuera así —dice negando con la cabeza.
—¿Así como?
—Como una cría de cinco años que no sabe ni llegar a su casa ella sola. —Axel observa mi reacción con atención.
¡Pero será hijo de la gran puta!
—¡Y tu eres un...!
—¡Crístal! —exclama Mark a mi espalda.
Pego un brinco del susto. Salvada de la ira y desagradable compañía de Axel por el loco del fútbol. Punto para Mark Evans.
—Oh, hola Axel. No sabía que vivíais por aquí. —La sonrisa de Mark me tranquiliza. Parece que con él estaré segura—. Bueno, da igual. ¿Sabes que Crístal se ha unido a nuestro equipo?
¿Matar a tu nuevo capitán es delito o está permitido por ley? Axel sube las cejas y me fulmina con la mirada. Yo no me amilano, o por lo menos intento no mostrarlo.
—Pues deberías de tener cuidado con ella. —Me tenso y Axel sonríe con malicia—. No sabe ni ir al instituto ella sola.
Yo lo único que puedo hacer es mirar al suelo. Vine al Raimon reconstruirme, pero Axel está pidiendo a gritos que le meta una paliza. Con el balón a ser posible. Me rehúso. No quiero que nadie sepa que vengo de la Royal, y parece ser que Mark no sabe quién soy. No creo que sea fan de otros equipos. A él solo le importa jugar. Así que no puedo tentar a la suerte con Axel, y dejar mi identidad al descubierto. Porque siempre que la gente sabe que estaba en la Royal, me acaba dejando de lado.
—¿No sabes ir al instituto? —pregunta Mark confuso. Yo niego con la cabeza—. ¡Pues haberme llamado! Te acompañaré todos los días hasta que recuerdes el camino.
Yo intento ocultar la sonrisa que nace en mis labios. Mark está cubierto de luz. Parece que es la clase de persona que da el todo por el todo en todos los aspectos de su vida. Sobre todo con sus amigos. Lo vi en el partido, y lo veo ahora. Mark tiene alma de líder, y tú solo quieres caminar a su lado para ver a donde es capaz de llegar.
—Gracias capitán —agradezco de cerrazón.
Mark me dedica una de sus sonrisas brillantes. Aprende, Blaze.
—¿Nos vamos? —pregunta Mark—. ¿Te vienes con nosotros Axel?
—Tengo cosas que hacer —responde escuetamente.
Yo pongo los ojos en blanco, pero a Mark parece no importarle. Su sonrisa no flaquea, y se que a Axel le perturba que siempre sonría.
—¡Bueno, pues nos vemos en clase! —Mark que despide con alegría y empieza a hablar por los codos sobre el equipo de fútbol.
Yo me dispongo a seguirle, hasta que Axel me coge del brazo haciendo que me detenga. Una corriente eléctrica hace que se me erice el vello.
—¿Qué pretendes? —pregunta rabioso—. ¿Quieres otro tanto en tu lista de equipos hundidos?
—No. Solo me han pedido un favor y voy a cumplirlo. Mark y sus compañeros estarán seguros.
O eso creo.
—Te pararé los pies, Selius —susurra en mi oído.
A mi me recorre un escalofrío.
—Eso será si tienes los cojones suficientes para volver a jugar al fútbol —le contesto en el mismo tono.
Me zafo de su agarre con fuerza y le dejo plantado mientras corro para alcanzar a Mark.
***
Un día de cada mes, no puedo pisar mi casa. Y no es porque no quiera descansar en mi cama después de un día cuidándome de no encontrarme con Axel por el instituto. No es nada de eso.
Cuando mis padres y mi tía murieron, mi tío cayó en depresión. Se quedó viudo de la noche a la mañana y con una cría de seis años a su cargo. Él intentó por todos los medios sobreponerse a la situación y cuidar de mí como una hija, pero se dio cuenta de que no tenía instinto paternal y, aunque me quería, decidió que necesitaba una madre.
No tardó mucho en encontrar, según él, a la mujer perfecta. Y lo fue durante las primeras semanas, hasta que mi tío comenzó a viajar de nuevo por trabajo y mostró su verdadera cara. Nunca me puso una mano encima, pero se le daba de lujo hacerme sentir miserable. Luego, entré en la Royal Academy bajo las órdenes del comandante, y encontré la forma de no cruzarme con ella. Entrenar, entrenar y entrenar. Cuando volvía a las diez de la noche, ella ya estaba medio borracha en el sofá del salón durmiendo la mona. Así que entraba sin hacer ruido, cogía la cena y me metía en mi habitación para no salir hasta el día siguiente.
El caso, es que una vez al mes no me queda otra que escapar de mi casa. Porque el ruido es insoportable, y porque parece que la "delicadeza" de mi tiastra se dispara con la gran ingesta de alcohol en sus autoproclamadas "Noches de poker". Sus amigas vienen con una botella cada una, con la intención de beberlas todas mientras intentan atinar con las cartas.
Me siento a la orilla del río y disfruto del frescor de la noche. Este ha sido mi lugar favorito para esperar a que esas alcohólicas acaben con la cara aplastada contra la mesa. Si todavía hubiera seguido en la Royal y mi relación con Jude no se hubiera deteriorado de esa manera, ahora mismo estaría en su casa, disfrutando de una buena cena y de una buena compañía.
Sonrío cuando un recuerdo llega a mi mente. Jude Sharp consiguió que estás noches horribles se convirtieran en mis favoritas del mes. Pero... Mi sonrisa se borra y trago saliva. Todo eso ya es parte del pasado y todavía me duele al recordarlo. Esta es una historia para otro día.
Cojo una piedra y la hago rebotar sobre el agua. La verdad es que estas noches son tranquilas y muy solitarias pero, después de todos estos meses de tanto bullicio, de tantas noticias falsas y de tantas persecuciones, es como un soplo de aire fresco. La Royal Academy siempre ha tapado sus trapos sucios, pero parecía que conmigo lo estaban disfrutando. Me dejaron con el culo al aire delante de todos, y así fue como pagué por mi salida del club. No había día en el que alguien no me persiguiera para saber la razón por la que desaparecí del equipo de fútbol. Eso se acabó cuando dejé de salir por mi barrio y empecé a acostumbrarme a esta zona. Parece que en los barrios más humildes, hay mayor educación.
El ruido de una moto capta mi atención. Miro al repartidor que acaba de llegar y mis ojos brillan de anticipación. Nunca falla. Siempre aparece a pesar de que la fecha no sea la misma todos los meses.
—¿Crístal Selius? —pregunta el hombre.
Asiento buscando alguna pista de lo que toca esta vez. Veo el logo de un restaurante de noodles que está aquí al lado. ¡Bien! Se me hace la boca agua cuando veo mi menú favorito en la bolsa.
—Ya está pagado. Muchas gracias por su pedido —dice el hombre haciendo una venia y yo se la devuelvo.
Sin más preámbulo saco la comida y abro el taper lleno de fideos picantes que están deseando acabar en mi estómago. ¿O es al revés? ¡Bah! ¡Qué más da!
—¡Que aproveche! —exclamo para mi misma.
No tardo en terminar todo. ¡Dios! Que rico estaba. Y qué hambre tenía. Cuando estoy ansiosa por algo, me da por comer por eso hoy me ha tocado el menú grande.
Sonrío con melancolía y miro la nota en blanco que venía con el pedido.
—¿Algún día vendrás a cenar conmigo, Jude? —susurro mirando al cielo.
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Ya tenéis un nuevo capítulo! Como veis no son excesivamente largos, pero creo que así es mejor. Al final vais a tener más actualizaciones seguidas. Como veis las cosas van cambiando, pero espero que sigáis viendo los retazos de la antigua historia. Tened un buen día!! Besooos.
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