850 grullas de papel.
Se ven obligados a separarse cuando una estampida de niños de 8 años comienza a entrar en la clase. Thomas se aparta de la entrada y se seca la cara, disimulando como puede la cantidad de emociones que dan vueltas en su pecho porque le esperan 6h. de prácticas y tiene que estar centrado. Para cuando Dylan consigue que todos estén sentados en sus respectivos lugares y callados, el rubio ya se ha recompuesto y dado por perdida la manada de elefantes que siente en su interior. Sus ojos se conectan de nuevo, con una pequeña sonrisa y gesto de mano Dylan le pide que se acerque y se coloque a su lado. No sabe si es por lo descolocado que está, pero los casi 30 alumnos consiguen intimidarle cuando se dan cuenta de su existencia y lo miran fijamente.
- ¡Profe! ¿Quién es ese?
- Buenos días a ti también, Isaac - se cruza de brazos, esperando que todos se callen.- Bien, este es Thomas y nos va a acompañar durante todo el mes porque está estudiando para ser profesor y... dime, Jackson - casi suena resignado.
- ¿Eso quiere decir que también tenemos que hacerle caso?
- ¿Nos puede castigar?
- Por supuesto que sí, Mieczysław - se acaricia el puente de la nariz, se gira hacia Thomas con una pequeña sonrisa.- Disculpa, el programa de FCT es nuevo así que eres de los primeros. No están acostumbrados a tener más figura de autoridad que yo y el resto de profesores que son demasiado mayores como para que los niños se sientan sorprendidos al respecto.
Thomas parpadea, incrédulo, saltando el hecho de que entre líneas puede leer perfectamente que le está recordando que es más joven.
- ¿Me estás diciendo que he tenido la puntería suficiente como para que acabéis de empezar en este programa y yo haya terminado aquí? - tiene que controlar su tono de voz porque ha sonado demasiado agudo.
- ¿Si? - responde dubitativo.- Mieczysław, deja de mandar notas a Scott que te estoy viendo.
- ¡Pero si no me está mirando! ¡Y llámeme Stiles!
- Tenemos esta discusión desde septiembre, puedo pronunciar tu nombre así que ¿cuál es el problema? - gira parcialmente, el niño pálido y lleno de lunares se sonroja un poco.- Lo siento, ¿es un problema? - le pregunta, girándose para apuntar la fecha en la pizarra y al encargado de la clase.- Lydia, hoy te toca.
- Ya lo sé.
Thomas se fija en la niña que mira distraída a través de la ventana y peina su cabello con los dedos.
- Que no te engañe su actitud distraída, estoy seguro de que es superdotada, pero se esfuerza en disimularlo - sonríe sin poder evitar el orgullo.- Allison, te he dicho varias veces que no tragas a clase las flechas de tu padre - una niña de pelo oscuro esconde en la mochila lo que tiene en las manos.- Voy a tener que hablar con Chris de nuevo... - suspira.- ¿Y bien?
El rubio tiene que hacer un esfuerzo titánico por recordar de qué estaban hablando.
- No, claro que no es un problema - niega con la cabeza, Dylan asiente conforme.- Es solo que... - se muerde el labio, no sabe cómo continuar.
- ¡Stilinski!
Thomas ve a Dylan poner los ojos en blanco y girarse sobre sus talones, seguro de lo que va a encontrarse: Mieczysław y Jackson han comenzado a discutir sobre qué compañía de superhéroes es mejor.
- ¡Profe! ¿Usted qué opina? - los dos se giran hacia ellos.
- Bueno, Marvel tiene a IronMan - responde con cuidado.
- Sí, pero DC tiene a WonderWoman - contraindica Thomas antes de poder evitarlo y darse cuenta de que no debería hablar así como así, que a fin de cuentas es un alumno en prácticas.
Siente como se sonroja con fuerza una vez que ha recuperado la atención de toda la clase, aunque lo que más hace arder su interior es la sonrisa de sabelotodo que Dylan tiene en la boca y que promete, sin palabras, una larga charla al respecto.
- Hablamos después de clase, ¿vale? Si seguimos así ellos se harán con nosotros - señala con la cabeza a los niños que han vuelto a armar alboroto.- A la salida tengo que terminar unos informes, ¿me esperas? Y almorzamos juntos, si quieres - la sonrisa vacila un momento y la incertidumbre llena su expresión.
Thomas está casi al borde del colapso emocional. Si alguien le hubiera dicho que se reencontraría con esta versión de Dylan después del adulto que conoció hace 7 años, habría dicho que ojalá porque un Dylan sin tanta tristeza y rabia encima debía ser impresionante, pero también que no lo creía porque hay anclas imposibles de soltar.
Dylan le roza la mano con disimulo cuando va a coger el diario de clase, Thomas da un brinco por el contacto inesperado, pero murmura un tartamudeo que el otro interpreta como una afirmación. Cuando el mayor se alza para empezar a pasar la lista de asistencia, ha recuperado la sonrisa y todas las dudas han desaparecido de su gesto.
Thomas no está seguro de poder sobrevivir a este Dylan tan seguro de sí mismo.
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