No importa de qué manera lo vea ahora, apagar el móvil no fue para nada una buena idea porque entre los miles de mensajes de voz cortesía de Britt encontró dos del hospital que terminaron de poner sus nervios a prueba. Mientras se vestía a toda prisa los recordó, pero no era la voz de la enfermera lo que se repetía una y otra vez en su mente como si fuera un disco viejo y rayado... no, lo que no paraba de resonar era su voz alterada y desesperada.

No puede ser. No, no, no. Solo he bajado la guardia un puto día.

Una vez que llegó al hospital se dirigió tan ciego hasta la habitación de su madre que tropezó con una persona y ni siquiera se detuvo a ayudarla. No importaba nadie más que Lisa. Nunca debió importar nadie más.

El aire dejó de llegar a sus pulmones.

La habitación estaba vacía.

Su mente quedó en blanco.

¿Por qué? ¿Por qué había cometido tal imprudencia? ¿Por qué había dejado el móvil apagado? Él debía estar con ella cuando sucediera, se lo debía absolutamente todo y aquello era lo único que podía hacer para agradecérselo.

Espera... ¿qué es eso? Parece que alguien me está llamando...

- ¡Dylan! ¡Dylan!

Cuando se dio cuenta la enfermera de ojos marrones estaba delante de él, ocultando el vacío de la habitación y él pudo concentrarse de nuevo en el mundo.

Sofía... así que te llamas Sofía, me pregunto cuánto tiempo tardaré en olvidarlo...

- ¡Dylan! - lo llamó una última vez, asustada.

¡Plaf!

El ardor de su mejilla consiguió despejar por fin su mente.

- ¡Ah! ¡Dios, Sofía! - se alejó de ella y se llevó la mano a la zona dolorida con un quejido sin darse cuenta de lo sorprendida que estaba la enfermera.- ¿Pero qué te pasa? - masculló, casi indignado.

- ¿Por qué has venido aquí? ¿No has pasado por recepción? Dejé instrucciones muy precisas para que te dieran el recado - puso los brazos en jarra, muy molesta.

Un momento.

- ¿Recado?

Notó cómo la mujer ahogó un suspiro.

- Tu madre está bien, bueno, todo lo bien que puede estar en realidad - se pasó la mano por el alborotado cabello.- Pero está en la UCI, la hemos tenido que operar de gravedad.

- No quiero los detalles - de repente, todo su cuerpo se sentía muy pesado.- Solo cómo está.

- Evolucionando favorablemente después de la operación, pero confusa y ausente por la anestesia. No creo que hoy puedas verla, intentaré que te dejen pasar la próxima semana, ¿vale?

¿Y ya está? ¿Eso era todo? ¿Por esas palabras había estado a punto de darle un infarto? Sin embargo, no dijo nada. Con un breve asentimiento y la cabeza gacha se dirigió de nuevo hacia la salida del hospital.

Estaba considerando muy seriamente la posibilidad de tirarse de un puente.

- ¡Sabía que eras tú! - a pesar de lo mucho que conocía aquella voz, consiguió sobresaltarlo.

Muy bien, ya no lo consideraba. ¿Dónde se encontraba el puente más cercano?

- ¿Qué haces aquí, Britt? Pensaba que tenías alergia a los hospitales.

Se dio cuenta con sorpresa de que Britt se encogió por la acusación, en apariencia herida por sus palabras. El sentimiento muerto por tanto tiempo se revolvió en su estómago mientras sentía subir la ansiedad por la garganta.

- Yo...

Huye, Dylan, huye o no encontrarás el camino abierto cuando quieras dar marcha atrás.

- Lo siento mucho.

Tarde.

Miró a la rubia, tenía los ojos empañados en lágrimas.

Muy, muy tarde.

- Siento mucho lo que pasó aquella vez, siento haber sido tan inmadura, Dylan - alargó el brazo para tocarlo y el chico no pudo moverse para esquivarla.- De verdad, lo siento, te fallé - las lágrimas empezaron a llorar por sus mejillas.

La ansiedad aumentaba.

La alarma se disparó en su cerebro.

- Da igual - consiguió decir, con voz ronca, abrumado.- No pasa nada.

- ¡No me mientas! - hizo un mohín, Dylan tragó saliva.- Por favor, por favor... dame otra oportunidad.

La alarma se apagó.

Dejó de sentir ansiedad.

- Déjame compensarte por mi error - terminó de cortar la distancia que la separa de él y se acurrucó como pudo en su pecho, entre los brazos masculinos.

De repente no escuchaba nada.

De repente no sentía nada.