1000 grullas de papel (1ª parte)

Thomas: 22 años / Dylan: 32 años / Stiles: 8 años.

Sabe que está distraído cuando Stiles le tira de la camisa para llamar su atención, él no tiene el talento de Dylan para pronunciar un nombre como Mieczysław. Lo intentó, prometido, pasó como una hora tratando que, entre beso y beso, Dylan le ayudara porque después de una semana de prácticas el chiquillo se había convertido en uno de sus favoritos y quería sorprenderlo y que le mirara con la misma admiración que dedica a Dylan quien se dirige a él siempre llamándolo, incluso cuando no es necesario, pero fracasó miserablemente. Volviendo al tema... ah, sí, Stiles tirando de su camisa.

- ¿Qué pasa? - pregunta, apartando los ojos de los músculos de Dylan que se contraen cada vez que el moreno les enseña a los niños el ejercicio de gimnasia que deben hacer.

Sí, educación física, Thomas nunca la había disfrutado tanto. Stiles y Scott no se dan cuenta de la suerte que tienen de ser también espectadores como él. Aunque bueno, Scott es asmático así que suerte lo que se dice suerte... y Stiles se está quedando con él porque ha hecho un berrinche para hacerle compañía por su asma, por tanto... oh, da igual. Que los tres tienen suerte y no la valoran lo suficiente, punto.

- ¿Por qué miras así al profe? - pregunta, devolviendo su atención al cubo de rubik, uno de los muchos intentos de sus padres por controlar su hiperactividad.

- ¿Así cómo? - se tensa.

- Bueno - los ojos color whisky, que a Thomas tanto le recuerdan a los pardos de Dylan, se deslizan hacia la otra parte del patio, donde los mayores tienen también la misma clase.

- ¿Stiles?

Scott ríe.

- Lo miras como Stiles mira a Derek - responde por el otro, ganándose un golpe de su mejor amigo y un grito.

- ¡Tú miras igual a Allison! - acusa el otro de vuelta.

- ¿El perro de Dylan se llama como un alumno de 6º de primaria? - arquea las cejas, por algún motivo, eso es lo que más curioso le parece de toda la conversación.

Ambos niños ríen.

- El profe jura que su perro estaba primero - Stiles se encoge de hombros.

Thomas está seguro de que Derek, el canino, tiene 3 años. Muy seguro al respecto.

Aunque cuando se quedan a solas en el baño de hombres se olvida de preguntar porque Dylan lo pone sin delicadeza contra el lavamanos para besarlo. Gime. En parte por el placer de los labios ajenos sobre los propios y en parte porque se está clavando el mueble en la cintura. El otro susurra una disculpa, Thomas cree que va a alejarse y pone los brazos alrededor de su cuello, pero Dylan lo único que hace es deslizar las manos por su espalda, llegar hasta los muslos después de apretar su culo con lujuria y cogerlo para sentarlo encima del lavamanos. Esta vez, el jadeo de Thomas es puro placer. Dylan abre sus piernas y se coloca en medio, frotando sus erecciones con fuerza.

- ¿Y esto por qué? - susurra como puede, Dylan con la nariz enterrada en su cuello sin parar de tocarlo.

Hace casi dos semanas que están juntos, tanto sentimental como profesionalmente hablando, y es la primera vez que Dylan parece tener confianza en sí mismo para ser tan apasionado. A Thomas se le antoja tierno porque todavía no ha querido dar ese paso físico con él, a veces parece que le diera miedo.

- Lo siento, es que... - se muerde el labio, apretándose aún más contra Thomas.- Necesito recuperar todos estos años, me causa ansiedad haberlos perdido - confiesa.

El rubio suspira un poco, pasa los dedos por medio del pelo castaño. Si Dylan pudiera ronronear, lo haría.

- No hay prisa, Dyl, ¿qué son 7 años comparados al resto de mi vida?

- ¿Qué? - se separa para poder mirarlo a los ojos.

- Te la doy toda, Dylan, si la quieres - sonríe un poquito, inseguro de repente.

Por toda respuesta, Dylan vuelve a asaltar su boca. Cuando ambas lenguas comienzan a jugar, aprieta el agarre en las caderas de Thomas mientras piensa en qué momento decirle que nunca tuvo intención de dejarlo ir si volvían a encontrarse. Menos después de verlo con Scott y Stiles hoy. Una visión tan familiar que aún le causa taquicardias de ternura.

- Para, Dyl - lo separa por lo hombros, el mayor lo mira confuso.- Si sigues así me voy a correr, aún queda media jornada y sería asqueroso ir por ahí con eso seco en mis pantalones.

- Oh, pero puedo hacerlo sin que derrames una gota - susurra lascivo, lamiéndose el labio con las manos en la cremallera del pantalón de Thomas.

- ¿Qué? - su voz suena aguda y no, no puede culparle por ello porque casi se atraganta con su propia saliva.

Los dedos de Dylan quitan el botón con facilidad y bajan la cremallera, acaricia el miembro de Thomas por encima de la ropa interior antes de liberarlo y metérselo en la boca.

El gemido que escapa de la garganta de Thomas cuando Dylan lo abarca entero seguro que se escucha fuera, pero no le importa porque la lengua de Dylan y la calidez de su boca consiguen que se corra en tiempo récord y cumple su promesa de no dejar que se desperdiciara nada.

Normal que se le olvide preguntar por el perro, si le queda algo de cordura se la lleva Dylan cuando le besa y puede sentir su propio sabor en la boca contraria.

- ¿Has estado con alguien estos años? - pregunta, le ha dado vueltas el resto de la mañana y ahora que han llegado al apartamento de Dylan pueden hablar del tema.

- ¿Por qué lo dices? - pregunta, acariciando a Derek entre las orejas.

Thomas enrojece y el mayor adivina por dónde van los tiros.

- Bueno, tú... la... lo que hicimos en el baño, eh... ¿se te da bien?

Le permite tartamudear un poco más antes de apiadarse de él.

- Tantos años dan para mucho porno - confiesa rascándose la mejilla.- Además, juraría que eran más tus ganas que mi maestría con la lengua.

Thomas se sonroja aún más.

- Touché.

Dylan ríe cuando lo ve tirarse sobre la cama ya con el pantalón de pijama puesto, más que preparado para dormir. Derek sube y ocupa el lugar de Dylan en lo que él se prepara.

- ¡Dylan O'Brien!

El aludido aparece asustado por la puerta del baño con sólo la ropa interior, el pelo alborotado y el cepillo de dientes en la boca. Balbucea algo que suena a pregunta, teniendo cuidado para no escupir.

- ¿Te asusté? Perdón - se sienta en la cama.- ¿Por qué tiene el mismo nombre que el amor platónico de Stiles? Y no me digas que... - pero se interrumpe porque Dylan sonríe de forma perversa, como si fuera una broma privada con su perro, es gracioso porque tiene la boca llena de pasta de dientes blanca.

- Te presentaré a Derek Hale mañana - decide, volviendo al baño.- Aunque, permíteme aclarar, no es para nada un amor platónico.

A Thomas le queda claro que si los demás niños no han notado que el amor de Stiles es correspondido es porque son eso, niños. Para los adultos, sin embargo, es imposible pasar por alto que Derek Hale le presta demasiada atención a la verborrea de Stiles cuando ni siquiera Scott aguanta tanto. Como está pasando en ese momento, están en la media hora de recreo, Stiles empieza contándole que salió a dar una vuelta por el bosque con Scott para a mitad de la historia explicarle el ciclo reproductivo del musgo y terminar tratando de convencerlo que de vaya esa tarde a su casa a comer lasaña, que él se la prepara. Thomas está a punto de preguntar si lo de cocinar es en serio cuando Dylan habla.

- La madre de Stiles murió a principio de curso y el sheriff no lo lleva muy bien así que... Claudia le enseñó algunas cosas que suele poner en práctica a veces.

El corazón de Thomas da un vuelco por la pena.

- Se convirtió en un cúmulo de tristeza, ansiedad e ira - guarda las manos en los bolsillos.- Ni siquiera Scott pudo manejarlo - suspira.- Un día, Jackson llevó la paciencia de Stiles al límite así que empezaron a pelear. Por cosas de la vida, Derek y sus amigos los encontraron y los separaron. No sé qué pasó exactamente, pero desde entonces son así. Los demás suelen pensar que es Stiles quien busca a Derek, pero es Derek quien lo espera todos los días a la salida y, si tarda demasiado, se deja caer por la clase. Eso por poner un ejemplo.

- Les tienes mucho cariño.

- Me recuerdan a nosotros - admite.- Además, no puedes negar que sus cejas son iguales que las de mi perro.

- Por el amor de dios, Dylan - se pasa una mano por la cara, tratando de esconder la sonrisa.

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