Salto de tres años.


-¡Es cierto! -Hina sonrió. -Después de aquí podríamos ir al cine, o al Karaoke.

-Prefiero volver a casa -contestó el menor de los Tachibana. No estaba para nada de humor, ese día había recibido una paliza. Y eso lo hacia sentir muy mal, pues de nada había servido el consejo de Takimichi, el no era fuerte y sentía que simplemente no podía luchar.

-¡Oye, pasaremos una tarde espectacular! -agregó Mikey con una sonrisa genuina, pero súper aterradora.

Naoto lo miró mientras el hablaba y solo negó con la cabeza, de verdad el no quería otra cosa mas que cenar e ir a casa.

Como era de esperarse cenaron prácticamente en silencio, luego simplemente volvieron a casa. Hina algo decepcionada caminaba en silencio de lado su novio, solo podía observar como su pequeño hermano caminaba en línea recta dejándolos un poco atrás.

-El no es así -comentó en tono muy bajo y apretando el brazo de Mikey.

-Se ve demasiado desanimado -apenas y acababan de llegar al pequeño parque cerca de casa de los Tachiban. Los ojos de Manjiro viajaron hasta Naoto y entonces algo de verdad extraño e inesperado ocurrió.

Tres tipos de mayor estatura lo abordó, Naoto apenas y se defendió, Hina de inmediato corrió en su ayuda y en consecuencia uno de los chicos la empujó.

-¿Eres estúpida? -gritó uno de ellos. -No te metas en asuntos de hombres -Era obvio que esos no eran los típicos niños de primaria, a leguas se notaba que eran mayores.

-¡No toques a mi hermana! -sin pensarlo y súper enojado Naoto empujó al sujeto que se atrevió a tocar su hermana.

Los 3 sujetos comenzaron a pegarle, inclusive lo tiraron al suelo, Hina intentó ayudarlo, pero de un solo empujón de nuevo la alejaron. Al ver esto con extrema determinación el niño se puso de pie y de nuevo se colocó frente a ellos, pues por nada en el mundo dejaría que tocaran a su hermana. -¡Ya se los dije, no voy a permitir por nada del mundo, que se metan con mi hermana! -gritó con fuerza.

-¿No aprendes? ¡Supongo que quieres un poco mas! -el tipo tomo a Naoto del cuello de la camisa. Estaban a punto de golpearlo de nuevo, cuando inesperadamente un pie se estampó justo en la cara de uno de ellos...

-¡La gente como ustedes me da asco! -la voz de Félix hizo sonreír al rubio.

-¡El invencible Mikey! -Gritó el sujeto tocándose la cara, muy adolorido.

-¡Mikey!

-Las personas que protegen a Hina, son mis amigos. No te preocupes, desde ahora yo me encargo.

Mas tarde Mikey le curaba el labio a Naoto, mientas Hina le curaba la rodilla.

-Esta si te va a dejar cicatriz -dijo la chica al terminar de limpiarle la herida. -Iré por un poco de hielo para tu cabeza. -soltando gentilmente la pierna del niño. Para adentrarse a la cocina.

-¿Estas mejor? -Pregunto el rubio.

-Los rumores sobre ti. Realmente eres muy fuerte, acabaste con esos tipos sin esforzarte nada.

-Tu eres mas muy fuerte Naoto -Mikey coloco la mano sobre la cabeza del niño.

-No te burles, de no ser por ti me hubieran dado una paliza.

-Es cierto, pero eso no te resta fortaleza. No hay existe un hombre mas fuerte que el que defiende a los mas ama. Sabias que no pondrías con ellos y aún así defendiste a tu hermana. Esa es verdadera fuerza.

Una sonrisa escapó de los labios de Naoto. Nunca se había sentido tan satisfecho con algo hasta ese momento, con eso reforzaba que debía convertirse en un hombre que pudiera defender a su hermana en el futuro, tal y como se lo había prometido a Takemichi.

(...)


Los días siguieron pasando, y gracias a Naoto los encuentros de la pareja eran mucho mas frecuentes. Al niño de verdad le agradaba Mikey y al igual que su hermana le parecía que su padre lo juzgaba mal.

Así pasaron tres años, y en tan solo 3 años Valhalla ya se había convertido en un grupo visible y peligroso que estaba tomando demasiada fuerza de entre las demás pandillas...

El dinero y los negocios sucios habían llegado y al igual que la sangre, la muerte y la perdida también les estaba haciendo compañía.

Sin embargo este loco crecimiento había atrasado la promesa de Mikey de dejar Valhalla. A pesar de todo la relación entre Hinata y Manjiro continuó y contra todo pronostico siguió fortaleciéndose con cada día, con cada beso y cada apasionado encuentro. Pero no solo su relación era lo único que se fortaleció, también lo hizo el ferviente deseo del padre de Hina de separarlos, aprovechando cada ocasión para que su hija de ahora 18 años se diera cuenta de lo peligroso que era el mundo de su novio y eso complicacaba demasiado difícil la relación.

Hinata salió de la ducha con el ceño fruncido, convencida de haber oído algún ruido extraño. Sin molestarse en ponerse nada mas que una bata de baño, entreabrió la puerta y asomó la cabeza por ella, intentando vislumbrar algo. Sin embargo, la oscuridad era profunda como la boca del lobo y apenas se llegaba a distinguir la silueta de los muebles de la sala de su casa.

Era tarde, sus padres no estaban y Naoto dormía en su habitación tranquilamente.

Sacudió la cabeza mojándose los hombros al hacerlo, confundida. Un ladrón sería la cereza del pastel para coronar el terrible día del cual había sido victima. Pues desde la mañana había comenzado a discutir con su padre por lo mismo de siempre, la abrumaba una extraña sensación de soledad, a la que se sumaba la de culpabilidad de tener que mentir cada vez que quería ver a Mikey. (Tal vez la solución a todo era simplemente terminar con esa relación)

«¡No, eso jamás!» Todo estaba muy normal. «Me estoy volviendo loca» pensó para después dirigirse a la cocina por un vaso de agua.

5 minutos después ya en su cuarto, cogió una toalla y se la puso en el cabello, enfadada consigo misma por haber tenido esos pensamientos de terminar con Mikey. Escucho de nuevo los ruidos así que se dispuso a investigar la casa, seguro de que había alguien más en ella.

Apagó la luz del baño pero no se molestó en encender la del pasillo, a fin de cuentas conocía a la perfección su casa y podía llegar hasta donde quisiera que hubiera alguien sin necesidad de delatarse.

No obstante, no tardó en descubrir quién era la persona que había entrado en su casa tratando de no hacer ruido, sin éxito. Hinata no conocía a demasiadas personas con la astucia de escabullirse a una casa ajena y, sin duda, solo una persona se atrevería a entrar en su casa de aquella formas.

Sonrió mas tranquila y fue directamente hasta su habitación, convencida de que lo encontraría allí. Se apoyó en el marco de la puerta y no tardó en escuchar su respiración acompañada. -¡Vaya, vaya! Que irrespetuoso -Hina apretó el interruptor y la luz inundó la habitación, mostrando a Mikey sentado sobre la cama con un espantoso abrigo negro de piel. El rubio giró la cabeza para mirarla y a ella por un segundo se olvidó de respirar
-Manjiro Sano...

Habían pasado dos semanas desde la última vez que se vieron. Y además, hacía mucho más tiempo desde la última vez que habían estado juntos a solas. Mikey estaba cada vez mas ocupado con toda su gente y Hina con la escuela y las nuevas responsabilidades.

La chica lo miró, alzando una ceja, mientras el se incorporaba y avanzaba hasta élla. -¿Qué haces aquí? -le preguntó directamente. Nerviosa se mordió el labio y desvió la mirada. -Nos podemos meter en problemas, si mi novio se entera. Es parte de una pandilla te puede matar, el sabe pelear.

-Pues escuche que tu novio es un imbécil.

Con una sonrisa Hina analizó detenidamente los gestos del muchacho antes de responderle. Esa no era la primera vez que el entraba a su casa así, pero tal locura era bastante peligrosa -Vete si, esto es una locur...

-Hinata -la detuvo él, con más brusquedad de la que hubiera querido -no me importa. Ya estoy cansado de toda esta estupidez, somos adultos.

Ella lo miró, algo ofendida, pero no tardó en sonreírle de nuevo. -Tu siempre te portas como un niño.

El rubio dejó escapar una risa escéptica.

-No me hagas reír. No creo que un niño te pueda hacer el amor como lo hago yo. Se que te lo hago mejor que tu estúpido novio -Ella le sostuvo la mirada. -Hinata -la llamó Mikey tomando su rostro entre las manos y obligándola a mirarlo. -hagamos el amor de una buena vez.

La chica le apartó la mano con el brazo, con brusquedad. Se había sonrojado de manera terrible. El rubio permaneció en silencio, no había sido su intención enfadarla, a pesar de los buenos recuerdos que eso le traía...

Hina le sostuvo la mirada y fue en ese momento cuando Mikey se percató de que la chica estaba sudando. Siempre la ponía nerviosa.

-Cuantas veces te he dicho que no digas esas clases de cosas.

El rubio sintió toda la sangre golpeándole las sienes al comprenderlo y su sonrisa se ensanchó. Se más acercó hacia ella y la rodeó con los brazos, obligándola a dejar caer la cabeza en su hombro. -Se que debajo de esa estúpida bata estas desnuda -le susurró en el oído, con la voz ronca.

Ella alzó una ceja divertida, sin poder dejar de mirar las gotitas de agua que caían de su pelo mojado. Caía por los hombros y bajaba hasta su pecho. -Hagámoslo rápido -sonrió ella.

Mikey la sostuvo por la cintura y le dio media vuelta, hasta que sus labios quedaron muy cerca, pero sin llegar a tocarse. Las manos del chico fueron rápidamente hasta el cuello de la bata y después bajaron con lentitud, llevándose la tela a su paso, hasta que Hinata estuvo completamente desnuda frente a él.

Permanecieron unos segundos mirandose, luchando por estabilizar el cuerpo. Había estado con ella desde hacía casi cuatro años ya, sin duda todos aquello años que habían pasado desde la última vez que habían juntos habían sentado de maravilla a su chica.

-Hagamoslo ya-repitió él. Le apartó el pelo de la cara, acercándose más a ella. Sin embargo, en vez de ir hacia los labios carnosos de la muchacha, terminó de apartarle el pelo y hundió la cabeza en su cuello. Lo mordió, con fuerza, mientras con un brazo le rodeaba la cintura, apretándola contra él. Hina dejó escapar un leve gemido al sentir la lengua del muchacho en el cuello.

El soltó un gruñido y llevó la mano hasta sus muslos, juntando más sus caderas. La castaña respiró hondo al sentir la erección del chico. No pudo evitar sonreír, mientras se mordía el labio inferior. Mikey se separó momentáneamente De ella y clavó la mirada en sus ojos cafés. Le dedicó una sonrisa de medio lado al ver ese brillo de lujuria que hacía tanto que no veía. Su mano voló hasta su frente y en un parpadeo se deshizo de su ropa, viendo la mirada que le estaba dirigiendo, volvió a rodearle la cintura y acercarla hasta él, esta vez sin nada que se interpusiera entre ellos. La besó antes de que ella pudiera saber que lo iba a hacer. Su lengua comenzó a explorar su boca con ansia y Hina no tardó en reaccionar para corresponderle, rodeándole el cuello con los brazos.

El invencible Mikey continuó rodeándola con un brazo mientras llevaba el otro entre los dos y su mano jugueteaba en su vientre antes de subir hasta su pecho y apretarlo con una mano. Hinata gimió, pero él no le permitió romper el contacto. Los dedos del muchacho apretaron su pezón aguantado mientras sus lenguas continuaban enredándose. Finalmente, ella le mordió el labio, y se separó de él, respirando con dificultad. Mikey abrió los ojos justo un tiempo para ver cómo ella lo empujaba. No lo hizo con la fuerza suficiente para tirarlo, pero él se dejó caer sobre la cama igualmente, aunque no sin antes agarrarla con más fuerza, obligándola a quedar sobre él.

-No dejas marcas -pillada por sorpresa, cayó en la cama a cuatro patas, mientras su pelo cosquilleaba en el pecho de Mikey que empezó a reír al ver su cara de desconcierto.

Hina lo obligó a callar poniendo de nuevo sus labios sobre los de él. Las manos de Mikey volaron de nuevo hasta su trasero, apretándolo, para después subir por su espalda, obligándola a juntarse más a él. El chico se impulsó hasta conseguir quedar sobre ella en la cama. Ella le rodeó el cuello con los brazos y le sostuvo la mirada llena de deseo que le lanzaba. El no tardó en sentir las piernas de Hina enredándose en su cadera. Sin poder aguantarlo más, Mikey entró en su interior, haciéndola arquear la espalda y gritar. Sonrió son superioridad, agarrándola por la cintura y obligándola a girar de nuevo. Hina quedó de nuevo sobre él, que sin dejar de mirarla llevó de nuevo las manos a sus pechos. Hinata se incorporó y comenzó a moverse, con los ojos cerrados, dejándose llevar por las sensaciones que le provocaba tenerlo en su interior, no tardó en aumentar el ritmo, incapaz de aguantar las caricias llenas de sensualidad del invencible Mikey.

El comenzó a respirar con dificultad, siguiendo el ritmo que ella le marcaba. Se aferró a su cintura, sin dejar de mirar el movimiento hipnótico que hacían sus pechos al subir y bajar. Echó la cabeza para atrás, dejándose arrastrar por los gemidos cada vez más altos de la chica. Apretó sus muslos con fuerza, profundizando el movimiento.

-¡Mikey!... gimió ella.

Él gruñó y volvió a mirarla, el sudor le pegaba el pelo a la frente y Mikey llevó las manos hasta sus pechos, acariciando con los pulgares sus pezones. Hina gritó, extasiada, y el pudo sentir el estallido de su interior, a la vez que sintió cómo se derramaba en ella.

La muchacha se dejó caer sobre su pecho, recobrando el aliento, mientras las manos de su novio seguían explorándola y haciéndola temblar.

Tras un rato en silencio, Hina abrió los ojos y buscó los de él, que seguía con una sonrisa de medio lado en el rostro.

-Hina, ven a vivir conmigo.

Ella se mordió el labio inferior y negó con la cabeza, separándose de él y poniéndose a su lado en la cama. -Mikey.

Mikey se incorporó y no pudo evitar mirar la cara de inseguridad que ella tenía, estaba apunto de decirle todo. Que al fin después de mucho dejaría Valhalla y todo lo que el mundo de las pandillas. Estaba a punto de cambiar sus vidas para siempre, por eso no contesto el celular. Y entonces la maldita puerta se abrió, dejando ver al padre de la chica.

CONTINUARÁ...


Hola hasta aquí el capitulo.
Espero les guste.

En breve subiré el próximo capitulo.

Bueno

Sin mas me despido. Gracias por leer y perdón las faltas de ortografía. Si les gustó no olviden votar o comentar, su opinión es muy importante❤❤

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