4. FUE UN ACCIDENTE


La luz de un nuevo día inundaba la habitación con su luz, la tormenta había cesado y todo se encontraba en calma. Abrí mis ojos muy lentamente, lo primero que pude avistar al despertar fue como me encontraba muy cerca del can llegando casi a abrazarlo. Se encontraba en un profundo sueño por lo cual estaba roncando levemente y se podían observar sus afilados colmillos. Dada la situación en la que estaba, mi cuerpo reacciono y pegue un vote que me mando fuera de la cama cayendo contra el suelo y generando un gran estruendo. Me frote la cabeza con mi mano, me dolía a causa del golpe que acababa de recibir. Me incorpore como pude y me fije en que el perro estaba sentado en la cama, parece que el estruendo que hice al caerme lo despertó.

-Buenos...días.... –sonreí levemente intentando no parecer nervioso.

- ¿Siempre despiertas tirándote de la cama? – con su pata frotaba sus ojos, aún estaba adormilado.

-lo siento, procurare no hacer ruido – baje mis orejas y puse carita de disculpa intentando parecen lo más dulce posible.

-no pasa nada, debería prepararme para salir a por comida, que estamos con pocas provisiones – dijo levantándose de la cama, aún tenía el brazo vendado, y por los gestos que hacía, aún estaba dolorido. Puso su brazo en cabestrillo para forzarlo lo menos posible.

-Preparare el desayuno, quieres comer a.... – me calle en el último momento, ya que temía cual pudiera ser su respuesta.

-con algo de fruta me basta – dijo estirándose.

-va-vale – Salí del cuarto para darle intimidad al perro y comenzar a cocinar.

Os juro que no pude crees lo que vi al salir del cuarto, Estaba todo manchado y desordenado, fruta tirada y aplastada por todos lados, la cocina parecía la escena de un crimen. En medio de todo este desastre se encontraba Jon, parece que había preparado algo con la comida.

-¡¡¡JON!!! Que has hecho, lo has dejado todo perdido – le grite al crio, lleve una de mis manos a mi cara y suspire muy fuerte- dios mío.... Tendré que limpiar todo este desastre.... – miré a todos lados y vi que Jon había gastado toda la comida cocinando algo.

- has gastado la comida que teníamos.... – suspire de nuevo, a Jon parecía no importarle, estaba absorto en lo que preparaba. Al terminar agarro el bol de madera donde preparo la "comida" y fue dirección al cuarto. Le seguí para poder entender más de lo que ocurría.

Llego hasta donde se encontraba el perro y le entrego el bol. – Toma ángel, debes desayunar bien para estar fuerte – el perro agarro el bol y se puso a comer viendo los ojitos de felicidad del pequeño gato blanco. Jon se encontraba ronroneando mientras el perro comía ese desayuno que había preparado para él. Pasado un rato Jon decidió irse a jugar a otro lado para no molestar al can, así que abandono el cuarto y fue a la sala a jugar con sus juguetes. Como Jon había gastado las pocas provisiones que teníamos, decidí pedirle al can que me diera un poco, yo también iba a necesitar fuerzas, si quería aguantar a Jon.

- Anda, dame un poco, que el niño ha gastado toda la comida en eso – me acerque a él, pero me detuvo para que no me acercara más.

- No, no comas –

- Venga, que yo también necesito energías... aunque sea un poco – me puse con voz entre indignado y triste.

-No es.... Por eso.... Podrías... preguntarle a Jon.... ¿Qué uso en esto? –dijo mientras se agarraba su estómago con fuerza, parecía le estaba afectando algo ya que el bol se le callo de las manos y rodo por el cuarto, manchando el suelo.

-Voy ahora mismo- me acerque a donde se encontraba Jon, estaba jugando con un muñeco que nos encontramos en esta casa al explorarla, recuerdo lo mucho que le encantaba, decía que le recordaba al ángel, y en parte tiene razón, era como una rata amarilla regordeta.

-Jon, que le pusiste a la comida –

-Pues, manzana, pera, frutas del bosque.... AH y unas cosas que encontré fuera de la casa, eran muy bonitas, y pensé sería bueno ponerlas- al decir una cosa que encontró fuera, me enfade con el bastante.

-¡JON, Te dije mil veces que no debías salir de casa! – suspire de nuevo, este niño va a matarme algún día. Me acerque a la cocina para examinar los restos de lo que jon utilizo para cocinar y no pude creer lo que vi, se trataba de una seta, pero por su color y su forma era de una de las familias de setas venenosas. Puedo identificar bastantes plantas, frutas y hongos, ya que mi abuela me enseño bastantes cosas, ella quería pudiera sobrevivir cuando no estuviera. Muchas gracias abuela, hiciste un muy buen trabajo, tus enseñanzas me ayudaron más de una vez.

Fui directo a donde el can, se encontraba en muy mal estado, se agarraba su estómago con fuerza y se retorcía de un lado a otro azotado por el dolor.

-Eran unas setas venenosas – le dije con un tono de voz lo más suave y calmado que pude, no quería se alarmara demasiado.

-No me jodas.... ¡Enserio! Acaso.... Voy a morir aquí... -estaba sujetándose con mucha fuerza su estómago, sudaba a causa del veneno y se veía con un aspecto horrible. El intento de no alterarlo fallo completamente por lo que pude contemplar.

- Tranquilo perro... - me acerqué a él y me puse a su lado.

Estaba muy vulnerable, muy débil, se veía tan sumiso y perdido en su dolor. En mi mente se vislumbró la idea de acabar con el ahora que se encontraba debilitado, sería muy sencillo, solo debía agarrar su cuello, y entre el veneno y las heridas que tenía, seguramente no sería capaz de resistirse. Después de eso Jon y yo seriamos libres para ir a donde queramos, podríamos abandonar esta casa, o podríamos vivir sin miedo a ser devorados. Todos esos pensamientos se apoderaban cada vez mas de mi mente. Mis brazos temblaban, tenía miedo de hacer algo así a otro animal, pero la idea se veía más atractiva con cada segundo que pasaba.

-Acenix... - el brazo del can agarro el mío muy suavemente, pude ver alguna lagrima brotar de sus ojos- no... quiero morir...- se encontraba muy asustado, temblaba muchísimo y lo pude notar en su cuerpo y en el modo que agarraba mi mano. Ese momento fue como un jarro de agua fría, me despejo la mente de un soplido y recapacite en lo que estaba planeando hacer. Como pude si quiera plantearme el asesinar a otro animal, aunque fuera un perro. Jon se hubiera entristecido muchísimo al enterarse de que este can había muerto, y que hubiera sido por culpa mía lo hubiera dañado seriamente. Tome aire muy lentamente para calmar todas mis emociones, había tenido una temporada horrible y todo lo ocurrido recientemente me había alterado demasiado. Una vez estaba calmado acaricié la cabeza del perro para calmarlo, pude contemplar de nuevo esos ojos marrones, aunque esta vez, no parecían de un depredador, sino de un joven asustado.

-Tranquilo, no morirás, por suerte estas setas que recogió Jon no son mortales para los Semi-Humanos, pero pasaras unos dolores de estómago muy horribles. – me puse de rodillas sobre el suelo y puse su cabeza sobre mis piernas intentando este lo más cómodo posible. Se encontraba respirando muy agitadamente, y se notaba lo mucho que estaba sufriendo, no podía hacer mucho por el únicamente acariciarlo y procurar mi pelaje lo reconfortara. Finalmente se durmió o quizás cayo inconsciente del dolor, pero en ambos casos, por lo menos descansaría.

Le dejé en la cama como pude, la verdad es que se sentía muy pesado, aunque no lo parecía y eso mezclado a la poca fuerza que tengo, me hacia las cosas difíciles para moverlo. Conseguí ponerlo en la cama y lo mantuve caliente tapándolo con pieles que hacían de mantas. Salí del cuarto para darle tranquilidad al perro, pero antes de hacerlo me encontré con Jon, que se encontraba en la puerta con ojos lagrimosos.

-¿Qué ha pasado Acenix? – suspire durante un segundo, la verdad, no quería ser yo el que le hablara de esto, pero debía hacerlo para que no volviera a cometer este error. Recordé la forma en la cual mi abuela me daba las lecciones, y traté de imitarlo para que fuera algo educativo para él. Agarre al pequeño Jon y lo acurruqué en mi pelaje, Me senté en el sofá del salón con el pequeño aun en mi pelaje.

-mira, pequeño Jon, primero, no deberías salir de casa sin avisarme antes, fuera hay muchos peligros que podrían acerté daño y si eso ocurriera, ¿cómo crees que me sentiría? – el pequeño bajo mucho las orejas en señal de culpa, se quedó callado sin saber que decir- te quiero muchísimo pequeño y no sabría qué hacer si te pasara algo – frote mi nariz en su cabeza, y acto seguido le di una lamida de gato como gesto de cariño- lo entiendes verdad? –moviendo su cabeza asintió – bien, y ahora, tema número 2, nunca jamás te metas a la boca cosas que no sabes que son solo porque sean bonitas. Esas setas que pillaste no eran para comer- Las orejas se pusieron de punta al escuchar eso y se puso muy nervioso mirándome – tranquilo, se encuentra perfectamente pero necesita descansar, oye... ¿porque te preocupas tanto por él? – se quedó en silencio, como si estuviera pensando en algo, parecía no quería decir nada sobre ese tema, así que simplemente continúe con la explicación, igual en el futuro se atreva a contarme más sobre el tema- y por último, pero no menos importante, cuando vayas a cocinar avísame antes – esta ultima la dije riéndome lo cual hizo el pequeño se animara un poco – montaste un buen desastre, deberías tener más cuidado con eso, la próxima te enseñare a cocinar. – acaricie su cabecita y en respuesta se acurruco en mi pecho y ronroneo levemente.

Jon y yo estuvimos jugando en el salón procurando no molestar al perro, ya que se encontraba durmiendo en el cuarto. Me encontraba bastante cansado por todo lo sucedido y el momento de estrés con el veneno, así que me acurruque en el sofá y decidí dormir un rato, avise a Jon que no saliera de casa y seguramente obedecería por lo ocurrido anteriormente. Cuando desperté ya era de noche y Jon no se encontraba jugando en el salón, ¿a dónde fue el pequeño terremoto...?, lo busqué por toda la casa y no lo pude encontrar, el único lugar que quedaba por revisar era el cuarto donde se encontraba el perro. abrí la puerta con mucho cuidado, si el perro estaba dormido, no quería despertarlo. Me asomé por el hueco de la puerta y pude observar como Jon se encontraba en ese cuarto. Estaba abrazando al can llorando desconsoladamente. El perro acariciaba su espalda y estaba hablando con él.

-Jon.... No llores por favor, verte llorar hace que mi corazón duela muchísimo más, que cualquier otra cosa en el mundo - Jon miro al can y este seco sus lágrimas con su mano – todos cometemos errores, por suerte no ha sido nada grave –sonrió levemente intentando no mostrar sus colmillos. Esta fue la primera vez, que vi al perro actuando tan dulce y cariñosamente, me hacía dudar sobre él, no sabía en qué pensaba.

- Te quiero mucho ángel... – abrazo muy fuerte al can. Este se sorprendió mucho por la reacción del pequeño, y se le notaba que no sabía cómo reaccionar.

- Yo igual pequeño – lo abrazo de vuelta, decidí no seguir mirando la escena y me retiré de allí.

Fui a la cocina y prepare un poco de té usando algunas hojas que había por casa, menos mal que por lo menos puedo preparar té. Hace años que no pruebo el dulce sabor de la leche y los pocos que pudieran tenerla, casi nunca la comparten. La última vez que la probé fue hace muchos años, cuando aún vivía con mi abuela. extraño mucho el sabor de ese néctar de dioses. Preparé en una tetera de barro él te, y me senté en una silla del comedor para tomarlo tranquilamente. Mientras tomaba mi té, el can hizo acto de presencia, apareciendo por la puerta de la cocina.

-b-buenas – me dijo aún bastante débil – veo que aun... sigues aquí –

- hombre, no tengo a muchos sitios, donde ir –dije mientras daba otro sorbo al te – quieres un poco de té? –le ofrecí un vaso con te –

- ¿Viste lo ocurrido verdad? Pude notar tu olor – lo miré con cara de cansado, este día estaba siendo bastante de locos.

-sí, la casa no es muy grande la verdad –

Se le veía un poco nervioso y avergonzado, parece que le avergüenza el saber que vi todo aquello. Disimulando el estupor que tenía comenzó a quitarse las vendas de su brazo para comprobar el estado en el cual se encontraba. Al terminar de retirarse las vendas empezó a mover su brazo en círculos, comprobando si fuera capaz de usarlo o no. Su aspecto dejaba bastante que desear, aun no se recuperó completamente del veneno y se notaba claramente. Agarro su bolsa de cuero, y parecía dispuesto a salir de la casa. No podía permitirle salir en ese aspecto.

- ¿A dónde crees que vas? Estas muy débil aún – le dije con un tono bastante serio, fue la primera vez que me atreví a ponerme de ese modo con él.

-a traer comida, necesitaras alimento y soy el único capaz de traerlo. –dijo poniéndose su bolsa y yéndose a la puerta- debo hacerlo yo – Fue lo último que dijo antes de salir de la casa.

Me quede allí, pensando en todo lo que había ocurrido, y no sé muy bien que sentir hacia este can. Me serví otra taza de té y mi mente quedo perdida en las ondulaciones del té en aquella taza. Esta última conversación que tuvo con el perro, le hacía sentir, como si de verdad pudiera hablar con él, y confiar un poco en su buena fe.


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Aquí llego el nuevo capitulo de esta semana, lamento la tardanza pero el trabajo no me ha dado tregua.

Espero disfrutéis muchísimo esta parte y preparaos que las próximas empieza a ponerse seria la cosa.


Recordad, compartirlo con vuestros amig@s y dejad en comentarios que opinais sobre la historia, me ayuda mucho para saber si hago bien las cosas.

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