Prólogo


Septiembre 8 de 1999


Los fuertes vientos alborotaban los cabellos de Samantha, quien reposaba despreocupada de la vida con su muñeca.

Inocente y feliz fue a ver a su madre, que recolectaba algunas lechugas para la cena.

- Samantha ¿Donde has dejado tu muñeca? - preguntó su madre mientras se levantaba - Anda... Ve a buscarla porque no te compraré otra.

Como una pequeña liebre, Samantha corrió hasta el lugar donde había jugado; buscaba entre los alrededores de aquel inmenso bosque a su querida Lizzy, hasta que por fin la encontró.

- Oye tu! No te muevas! - Un hombre corpulento apuntaba con su arma la diminuta cabeza de Samantha. - Donde están tus padres! - Asustada y preocupada por su única muñeca, no respondió. - Acaso no me has escu...

- Oye calmate! Crees que te va a responder si le gritas de esa manera! - Samantha quedó viendo al segundo hombre que se acercaba a ella, pero pronto este se detuvo a recoger el pequeño cuerpecillo inerte que permanecía sentado a tan solo unos pasos de la niña. - ¿Es tuya? - la voz de aquel hombre era calmada, Samantha se sintió segura, a lo que respondió con un débil Sí.

Con su pequeña y adorada Lizzy en sus manos, Samantha se dispuso a seguir su camino.

- Gracias - susurró antes girar de vuelta hacia su hogar.

- Espera pequeña! - dijo el calmado hombre. Samantha alcanzó a ver la figura de su padre y madre acercándose al bosque - ¿Donde están tus padres? - Con su delgado dedo índice señalo el lugar donde se encontraban estos.

- Te encargarás de ellos mientras llamo a los otros, espero que lo hagas bien o te las arreglarás conmigo. - le dijo el hombre calmado a su compañero, quien asintió a regañadientes.
Samantha, sin entender nada de lo que ambos hombres habían hablado, fue llevada por el hombre corpulento hacia donde se encontraban sus padres.

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- ¡SAMANTHA! - gritaba su madre, angustiada de que su pequeña no apareciera.

- Tal vez se distrajo con algo - la consolaba su marido, mientras buscaba alguna señal de su hija.

- ¡MAMÁ! - su niña había aparecido, pero de la forma que ellos nunca imaginaron.

- ¡SAMANTHA! - El señor Escobar corrió hacia su única hija.

- ¡NO SE MUEVA! - Gritó el hombre corpulento que mantenía su arma en la cabeza de la niña.

Con el miedo y la ansiedad corriendo sobre su cuerpo, obedeció las palabras de aquel malvado ser humano.

- ¿¡Que es lo que quiere!?— dijo, mostrando todo su odio hacia éste.

- ¡Vamos, no te hagas el estúpido... Sabes muy bien porque estamos aquí! - Samantha permanecía inmóvil en su sitio, apretando con sus delgadas manos la flácida muñeca de trapo.

- ¡Hemos cumplido con todo lo que nos pidieron, así que no tiene ningún derecho en irrumpir en mi propiedad! - dijo su padre, orando a los cielos para que salvaran a su hija.

— ¡Mira anciano, no quiero que esto termine mal, así que dame el maldito dinero YA! — otros tres hombres se acercaba, apuntando con sus armas a la pareja.

— Por favor... Solucionemos esto con calma, hablaré con el comandante... — El uniformado se empezó a encolerizar

— ¡Se me está acabando la paciencia! ¡Si no me das el dinero ahora, les dispararé a los tres! - Con su tosca mano empujó a la niña, quien cayó al suelo raspando su delicada piel — Y no tendré ningún remordimiento en hacerlo.

El llanto de Samantha llegó hasta el oído de sus padres, desesperados por encontrar una solución que no existía.

— ¡Pero si no tenemos nada! Les entregamos todo lo que teníamos...

El sonido de dos balas disparase fue lo último que escucharon.

El señor y la señora Escobar cayeron al suelo por el impulso de aquel cañón que atravesó sus cabezas. Pequeñas gotas de lluvia hacían su presencia, mientras golpeaban los temblorosos brazos de Samantha, quien trataba de asimilar la desgarradora muerte de sus padres.

- ¡QUE HA PASADO! - gritó el hombre que hace unos minutos había recogido la muñeca. Al ver la figura de las dos personas sin vida, cogió del cuello al culpable del asesinato. - ¡ACASO TE DIJE QUE LOS MATARAS HIJO DE PUTA!

- Ellos n.. No me hicieron... Caso... - decía, apenas con el poco aire que le quedaba.

- ¡PERO ACASO NO ENTIENDES LO QUE HAS HECHO! - cada vez apretaba aun más el cuello de su compañero - ¿!Que haremos con la niña que acabas de dejar huérfana!? - dijo, bajando un poco la voz para que la pequeña no lo escuchara.
Samantha aun con aquella devastadora imagen de hace unos segundos, oró al cielo, por el alma de sus padres que ya no habitaba en este mundo, lo unico que le quedaba de ellos eran sus recuerdos, sus palabras de amor, su cariño...

Con el corazón destruido se acercó a sus difuntos padres y empezó a limpiarles la sangre que cubría sus rostros.

- Nunca... Nunca debí dejar mi muñeca... Si no lo hubiera hecho... Esto no habría sucedido... - Sus lágrimas no paraban de caer y su llanto se hacia cada vez mas sonoro. Los hombres parados a unos pocos pasos de ella escondían su nostalgia al ver aquella trágica escena.

- Haré... que esos hombres paguen por lo que les hicieron... Se los prometo... - y con un beso en la frente a cada uno, se despidió para siempre de ellos.

Holaaa mis bellísim@s Lector@s ♥♥♥
Los he extrañado un montón ^•^ :*

Pues... Este es el prólogo de la nueva historia que estará en curso :3 que les parece?? Les llama la atención?? :O
Espero tratar de actualizar las dos obras lo mas rápido posible... Prometo no dejar a ninguna abandonada... Así que voy a actualizarlas en orden ( primero la una, después la otra)
Espero y deseo muchísimo que les guste... He estado pensado esta obra desde hace mucho tiempo.. Solo que necesitaba inspiración jajaja  ._.  No me odien por favor :'(

Me encantaría que me dijeran que les parece, así podré seguirla o cambiar cosas que ustedes crean que estén mal :3 ♥

Finalmente me despido de ustedes mis hermosuras y espero que les vaya bien en el resto de su día o noche ^•^  y muchísimas gracias por leer!! c:
Los y Las quiero un montón ♥♥♥

ChicaSolitaria1118

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