Capitulo 1
Crecí en Rondón. Lejos de casi toda la civilización. En un pequeño pueblo remoto sin nombre alguno y si alguna vez lo tuvo entonces a nadie le importaba recordarlo.
Aquel pueblo todos éramos pobres. Y vivíamos con miedo de ser asaltados por bandidos de Oldergard ya que a pesar de ser pobres nuestra tierra era un lugar rico en alimentos.
En aquel entonces cuando tenía solamente siete años los bandidos habían llegado y nos habían robado todo lo que teníamos, casi tres años de cosecha tirados a la basura y no solo eso sino que empezaron a matar y violar a las mujeres y niños del pueblo.
Incluído mi madre.
Mi padre murió intentando salvarla y yo estaba escondido en un sucio ropero viendo como mi madre intentaba safarse de aquellos monstruos en el cuerpo humano. A mí lado estaba la espada de mi padre que usaba para defendernos.
A pesar de mi miedo y temor. Se me había presentado dos opciones.
° Intentar salvar a mi madre y evitar que la violen.
° Quedarse quieto y llorar en silenció mientras mi madre es abusada y asesinada en el proceso.
Tenía pocas opciones; y sin embargo mis padres no habían criado a un cobarde.
Cuando tome la espada de mi padre hice un pequeño ruido alertando a los bandidos quienes iban hacia a mi y mi madre imploraba que no fueran hacia allí.
Cuando abrieron el ropero ya era demasiado tarde debido que la espada de mi padre había perforado la cabeza de uno de ellos y el corazón de otro.
Sentía la adrenalina correr en mi cuerpo y en menos de un segundo arremeti contra el último bastardo, pero lastimosamente el cabrón había jugado sucio y termino por arrancarme un ojo. Lo último que había visto antes de poder perder la conciencia fue ver a mi madre gritar del miedo y también el grito del hombre y un ruido sordo.
° T/N aprendió Adrenalina.
Cuando había cumplido los quince años finalmente decidí irme de mi pueblo tiempo después y me enliste en las fuerzas de los caballeros de Rondón.
Seymor fue uno de los primeros capitanes que me encontré una vez que me aliste al ejército. Sirve al principe heredero al trono de Rondón, Ludwig Buckman, en mi opinión creo que es un buen sujeto al igual que el principe.
Cuando me daban el sueldo se lo enviaba a mamá, para que ella pudiera subsistir, más de una vez le dije que venga conmigo pero jamás quiso. No le gustaba para nada el reino y sin embargo apoyaba mi decisión de ser caballero.
Me hice caballero porque quería que mi madre esté protegida por mi y no quería volver a ser débil ante nadie más.
Sin embargo. Cuando cumpli los 17 años, paso una tragedia. El capitán de mi pelotón y algunos de mis compañeros se habían ido, antes de aquello yo les había hablado acerca de mi madre y lo hermosa que es, incluso mas hermosa que la diosa del amor. Y ese fue mi error.
Llegaron con sangre en sus manos y riéndose malvadamente. Tenía miedo de eso, y fui a mi hogar para ver qué era lo que pasó por un mal presentimiento en mi cabeza y al llegar lo único que ví fue el cuerpo desnudo de mi madre. Desmembrado, su intimidad y boca inchada y los pechos morados. Y sus extremidades rotas.
Había perdido todo y a mi familia. No sé me cabía en la cabeza porque sucedió esto, sabía quienes eran y sabía la razón por la que lo hicieron. Poco a poco un sentimiento que jamás había experimentado comenzó a apoderarse de mi, uno que yo no creía capas de entender.
Otra vez se me habían presentado dos caminos por decidir.
° Tomar y alzar mi espada en venganza por el asesinato de madre.
° Dejar esto pasar y llorar.
Odiaba a veces ser buena persona pero esto se acabó. Ya me cansé y si eso significa desertar del reino lo haré y aún si no tengo nada más que hacer.
El reino quedaba una hora del pueblo y viceversa. Enterré a mi madre junto con padre en el patio de nuestro hogar y rece una oración y que nuestro señor Alll-Mer pudiera tenerla en su regazo.
Tome mi espada y con la mirada ensombrecida tire la vela de mi antigua habitación. Mientras mi hogar se incendiaba lo hacían también mis recuerdos del pasado, aquellas flamas destruian mis lágrimas que caian de mis frios ojos avellana.
Cuando llegue al reino no informe a los vigías de mi salida y de mi entrada, cuando menos ellos fueron a detenerme mi espada rebanó sus cuellos y tome una ballesta, sus ahijabas y varios virotes de ballesta.
Cuando entre en el bar del lugar. Todos gritaron, debido que mi cuerpo estaba manchado de sangre de aquellos guardias. Y antes de que mi antiguo capita y mi escuadrón dijera o hiciera algo; acabe con ellos.
Ya no tenía nada que hacer en este lugar.
° T/N aprendió Venganza.
Fui encarcelado.
Obviamente por mis acciones. Me despojaron de mi título de caballero, de mi arma, de todo. Mi vida estaba arruinada por mi acción y sin embargo no me importaba. Hice lo correcto.
Soy un plebeyo. Nadie creería las palabras de alguien como yo.
Encerrado en las mazmorras, mataba a las ratas y cucarachas que pasaban y me servía de sus cadáveres mugrientos como alimento. Fue así por casi medio año hasta que los sacerdotes del templo vinieron a por mi.
Me hablaron sobre mi destino. De que yo tenía que ser quien traiga al señor elegido que unificara los reinos a base de paz y sin guerra. Le'garde; lo llamaban. Al principio me mostré reacio ante esto y sin embargo entendí que esto era una chance para irme y tal vez enmendar mis errores.
Que no me arrepienta de lo que hice no significa que niegue que lo que yo he hecho estaba bien. Aquellos miserables tenían familias y aquellas familias me odian a muerte por arrebatarles a sus esposos, hermanos, cuñados, hijos, nietos o yernos.
Cuando acepte su oferta. Me llevaron al templo del dios ascendido Alll-Mer; casi una hora entera.
Reze a mi dios y le pedí misericordia por haber matado y le pedí perdón por tal blasfemia. Empecé a cagar por todo el templo esperando que me abrieran las puertas.
Cuando finalmente abrieron me dieron mis armas y armadura. Mi espada estaba maldecida, eso lo sabía debido al amuleto que había adquirido hace algunos años por un comprador. Dicho amuleto me ayudaba a saber cuáles objetos estaban malditos y cuáles no. Es como una voz en mi cabeza diciéndome las cosas.
Lo único particular que tenía es que era un ojo brillante y la iris mirando en un punto vacío.
Después de un tiempo pude irme del reino e ir aquel lugar abandonado por la mano de Dios. Las Mazmorras del Miedo y Hambre, eran como las llamaban debido que iban ahí los más buscados y los criminales más peligrosos de todo el país.
Nadie sabía que contenia adentro en su interior aquella mazmorra ni siquiera el reino de Rondon a pesar de que sea de su pertenencia y manden ahí a los criminales.
Me lleve varias cosas a mi viaje. Pociones de curación, un mapa y una pluma para dibujar el trayecto. Mi espada y un escudo junto a mi armadura, y no falta la comida. Los sacerdotes de mi templo no me dijeron ni me dieron con exactitud que puede haber ahí adentro solo dijeron que ya nada era igual.
Tenía que rescatar a Le'garde cueste lo que cueste.
Y así fue. Entonces conseguí llegar a los páramos desérticos de la población en dónde se encontraba aquella mazmorra que desde afuera parecía una fortaleza gigante. Una densa niebla se ejercía detrás de mi.
- Ya no se puede ver nada en las afueras. -exclame intentando ver qué era lo que estaba ahí afuera pero nada.
Comencé a caminar hasta ver un carruaje y un caballo muerto, los cuervos que estaban deborando sus entrañas salieron volando. Al acercarme al pobre equino pude ver bien su estado, ya llevaba varias semanas muerto. Probablemente alguien lo mató para no asegurar el escape. Pensé.
Fui a dónde varios barriles y cajas, en su interior era un desastre pero había un poco de comida en sus interiores. Podrída, con moho y otras que o tenían gusanos o seguía en perfecto estado. Me lo lleve todo, podría darme mucha hambre en el camino.
Varios ladridos fuertes llamaron mi atención. Desenvaine mi espada mientras escuchaba como perros venían en mi dirección a máxima velocidad. Eran dos perros de pelaje grueso. Salvajes debido a su actitud agresiva contra mi.
Ellos dos cargaron en contra mi. Rápidamente al primer perro le di un puñetazo en la nariz que le empezó a doler y a retorcerse en el suelo, el otro perro logro morderme la mano e intento arrancarmela, sin embargo mi espada rebanó su cuello y su cabeza cayó en el suelo, rodando.
El otro perro logro levantarse y con furia comenzó a darme varias patadas que casi ni las sentía en mi armadura pero que rasgaban la tela que aguantaba la cota de maya. Perforen su cabeza con la espada y así termino muriendo.
Limpie la sangre de mi espada y la envaine. Entre a la mazmorra e hice una mueca del asco por el olor fétido del lugar.
Continúe caminando hacia la izquierda en el pasillo, y en ella había una puerta y antes de poder entrar escuché un leve sollozo que provenía del lugar.
- ¿Alguien está dentro?. -fue lo que me pregunté.
Cuando abrí la puerta, en aquella habitación se hayaba una jaula para encarcelar y en su interior estaba una niña pequeña llorando. Me acerque a ella pero lamentablemente retrocedió del miedo que empezó a sentir hacia a mi.
Al arrodillarme, la vi bien, vestía harapos y estaba sucia. Por suerte no estaba con ningún moretón en el cuerpo, por lo menos que sea visible.
- Pequeña, ¿Estás bien?. -pregunte de manera amable. Sin embargo ella no me contestó ya sea por miedo o por no conocerme.
Me levanté y busque en toda la habitación alguna llave pero fue en vano debido que no había nada que se asemejara a una llave. Por lo cual salí de aquella habitación para ir y buscar.
Fui todo recto para buscar la llave pero grande fue mi sorpresa cuando fui asediando por un guardian deforme.
- ¡¿Que mierda?! -exclame del asco al ver aquella criatura quien no solo estaba deformada, lo era igual su pene deformado con un cuerno en el lugar del glande.
Aquella bestia arremetió contra mi en un rugido atroz y farfullos, por suerte pude escapar de su golpe y en acto seguido fui directo contra el logrando cortar su pierna, me aleje de un salto y choque contra las paredes del pasillo.
Aquella cosa que antes fue un hombre gruñó de dolor y fue hacia a mi arrastrando su pierna cortada, en vez de usar su arma empezó a usar su puño. Empezó a lanzar golpes bastantes rápidos para su altura y yo los esquivaba por los pelos pero destruia como si nada el muro detrás de mi.
Caí al suelo y rode en el mismo cuando lanzo su arma contra mi, gracias a dios se quedó clavado en el suelo lo que me permitió ir arriba del intento de hombre para posteriormente degollar su cuello y acto seguido su cabeza cayó al suelo.
A pesar de estar sin cabeza, parece que su cuerpo todavía era conciente y me agarró con su brazo y me lanzó contra el suelo, vomité un poco de sangre y di un grito cuando senti como mi brazo se dislocaba por la caída.
Comencé a levantarme y retroceder cuando aquel monstruo ya sin cabeza cayó muerto al suelo. Respire de manera fuerte y mordí mi labio para agarrar mi brazo dislocado y acomodarlo en su sitio, no fue nada lindo escuchar el sonido del hueso otra vez estando en su lugar.
Ya estando todo. Fui a buscar en el cuerpo la llave y por suerte lo tenía encima. Suspiré de alivio y la tome.
Cuando regrese a la habitación donde se encontraba la niña, abrí el candado que impedía sacarla. Cuando estiré mi mano para sacarla ella estaba reacia en hacerlo pero después de unos momentos ella aceptó y logré sacarla.
Tenía polvo, saque de una de mis bolsas un paño limpio y comencé a limpiar su rostro.
- Veo que estás bien. -le sonreí alegre y ella estaba nerviosa.- Tranquila, no te haré nada. ¿Tienes algún nombre?.
Ella nego ante esto.
- Veo. -dije- Me llamo T/N. Un gusto. Soy un caballero por lo que puedes ver. ¿Sabes si más gente han venido aquí?.
Ella volvió a negar ante esto. No supe si se refería a que no lo sabe o que simplemente no hay gente aquí.
- Ven conmigo. Pequeña. Debo buscar a un hombre. -le dije. Ella parecía sonreír feliz ya que tomo mi mano.
Decidimos avanzar a pesar de todo.
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