CAPÍTULO 5
Jueves 10 de octubre...
— Dime Nina — dije a través de intercomunicador de mi despacho.
— Señorita Bennett, el señor Lee desea verla en su despacho y me pidió que le preguntara si puede ir en este momento — me informó ella con voz amable.
— Claro, en un momento estoy ahí — respondí.
Habían pasado casi tres días desde que estuve con Theo y nos entregamos mutuamente a la pasión y atracción que existía entre nosotros; no nos habíamos visto desde ese día en su pent house y no por falta de ganas si no por falta de tiempo. Entre nuestros negocios personales y los negocios de Be&Le habíamos pasado muy ocupados; algo que en realidad agradecía ya que no sabía cómo me sentiría al estar frente a él de nuevo.
Mi corazón se aceleró por la petición de verme cosa que no me agradó mucho, pues deseaba mantener nuestra relación en la amistad nada más y que me sintiera así no ayudaba mucho.
No supe de Ryan después de nuestra fallida reunión de trabajo, pero sabía que tarde o temprano tendría que enfrentarme a él y así poder superar el pasado. Al llegar a casa después de haber pasado el día con Theo y tener sexo durante horas, me comuniqué con Darcy porque necesitaba verla y hablarle de lo que me había sucedido con Ryan; omití lo que pasó con Theo porque sentía que aún no era el momento de que lo supiera.
«— Cariño, sabes que hay tormentas que duran más que otras y a veces dejan de ser eso solo para convertirse en huracanes o incluso tornados — dijo Darcy tres noches atrás cuando estábamos en mi habitación metiéndose una enorme cucharada de helado de chocolate a la boca —. Por tu experiencia pasada también sé que a veces sientes que la calma nunca te llega y tal vez sea así; porque soy tu amiga te lo digo claro y sabes que jamás te mentiré — aclaró señalándome con su dedo índice — y pues sí, tal vez tu vida siempre será así, una tormenta eterna que rara vez descansará o un tornado que en lugar de calmarse se hará más fuerte — alcé una ceja por sus palabras y la enorme inspiración que había estado cargando durante días —. A lo que quiero llegar Annabelle es a que tienes que aprender a bailar bajo esa tormenta; te hiciste más fuerte con tus desgracias y a veces de lo malo viene lo bueno solo es cuestión de tiempo.
— No es fácil — murmuré — lloré y sufrí mucho por amor y que Ryan esté de regreso en mi vida me aterroriza — acepté —, pensé que él sí sería mi amor verdadero, pero me equivoqué — dije con tristeza y me tumbé en mi cama.
— ¿Aún lo amas? — cuestionó y me sorprendí; no había pensado en eso, no obstante, en el momento que ella hizo tal pregunta recordé cuando estuve frente a él y la rabia que me provocó, el odio y también el miedo porque volviese para dañarme, mas no sentí tristeza ni amor.
— No — respondí segura — sentí de todo al verlo menos amor.
— ¿Ves? Lo has superado — exclamó emocionada —. Amiga cuando tu media naranja llegue, comprenderás porque fuiste la manzana prohibida de muchos — me reí mucho por sus locas y a veces muy acertadas metáforas y amé que me hiciera olvidar de mis malos momentos.
— Ya no espero el amor — le recordé aun riéndome —. Tú sabes que decidí no creer más en él y he sido feliz así.
— Annabelle, hasta yo creo en el amor — aseguró — y con eso ya te digo mucho — señaló con un tono descarado a la vez que guiñaba un ojo — solo espera el indicado y disfruta de los equivocados».
Sonreí al recordar la charla que tuve con mi loca mejor amiga. Me ayudó mucho a pesar de algunas incoherencias que agregó, pero hablar con ella siempre me había ayudado mucho.
Dejé lo que estaba haciendo y me preparé para ir al despacho de Theo y averiguar por qué pidió verme; antes de salir mi móvil vibró y me extrañé al ver que era un mensaje de texto de mi hermana.
Kelly: Te invito a un café hoy ¿Qué dices?
—: ¿A qué se debe tu invitación?
Kelly: Quiero ver a mi hermana y ponernos al día ¿Aceptas?
Eran mensajes, aun así, la sentía extraña.
—: ¿Um? Está bien, a las cuatro de la tarde en Panini Café ¿Te parece?
Kelly: Perfecto, ahí te espero... Besos.
No lo iba a negar, me sorprendió mucho que Kelly se comunicara conmigo, pero tenía razón; hacía mucho que no nos veíamos y a pesar de que en el pasado viviéramos solo peleando, nuestra relación mejoró mucho con los años y también extrañaba verla.
Acomodé mi vestido gris oscuro con pequeñas arrugas al frente como detalles y de mangas hasta los codos, peiné mi cabello con los dedos y me dirigí al despacho de Theo.
— Hola Emily — saludé a la asistente personal de Theo cuando llegué y me respondió educada como siempre —. Tu jefe solicitó verme ¿Le podrías avisar que ya estoy aquí? – pedí amablemente a la mujer de mediana edad y cabello poco canoso, pero que daba la ilusión de ser lindos mechones plateadas en su cabellera castaña clara.
— Pase señorita, no hay necesidad de anunciarla. El señor Lee ya la está esperando – respondió y sonreí.
Caminé hacia la puerta del despacho sintiéndome un poco nerviosa.
Toqué dos veces y luego de escuchar un pase me adentré; Él estaba sentado en su silla atendiendo una llamada, se veía increíble, aunque ¿Cuándo, no, se vía increíble? Esa vez me sorprendió verlo vestido de manera casual; llevaba unos jeans azules, camisa blanca sin corbata y una chaqueta color acero con finas rayas verticales blancas; atuendo que le favorecía como los otros. Me indicó que tomara asiento en la silla frete a su escritorio y a él, lo saludé con la mano y me hizo una señal con la suya para que esperara un momento.
No fue mucho lo que esperé ya que minutos después colgó.
— Hola hermosa — saludó poniéndose de pie para luego caminar alrededor de su escritorio y llegar a mí —. Perdón por la espera — agregó; me tendió su mano para que la tomara y así ponerme de pie.
— Hola hermoso. No hay problema — dije imitándolo y sonrió con picardía. Me abrumó cuando envolvió su brazo alrededor de mi delgada cintura, aun así, sentí mi corazón acelerarse.
Pensé que nuestro encuentro sería un poco más seco, más de amigos, pero era obvio que me equivoqué.
Theo me devolvió la sonrisa y luego unió nuestros labios en un beso que no dudé en responder; siendo sincera, extrañé sus labios carnosos y suaves. Su aliento mentolado me embriagó, mi piel se erizó y mi mente se nubló; nos besamos de forma suave y poco a poco la intensidad aumentó, mordió mi labio inferior y cuando entreabrí mi boca aprovechó a introducir su lengua. La mía salió a su encuentro y comenzaron una hermosa danza, nuestras bocas y lenguas encajaban a la perfección y sabían moverse de manera sincronizada; no cabía duda de que ese hombre sabía besar, así como sabía follar. Envolví mis brazos en su cuello y mis manos jugaron con su sedoso cabello, las de él acariciaron mi cintura y luego mi espalda baja. Nuestro beso se volvió más apasionado, sus manos bajaron a mi trasero apretándolo como un adolescente arrogante intentando marcar su territorio y me acercó más a él hasta hacerme sentir su erección y me alegré al darme cuenta de que no solo yo respondía como una adolescente sin experiencia a sus besos. Su mano derecha bajó a mi muslo, lo acarició y luego lo subió a la altura de su cadera logrando con eso que nuestros sexos se rozaran; gemí en respuesta a su acción y soló ahí noté la intensidad de mi excitación. Lo deseaba y sabía que si no paraba en esos momentos ya no sería capaz de hacerlo luego.
Con mucha dificultad y poco autocontrol llevé mis manos a su hermoso rostro y lo acuné, mordí su labio inferior y luego me separé un poco de él. Era increíble haber soportado tanto tiempo sin aire, ese era un verdadero récord para mí; sentía mi corazón salirse de mi pecho y nuestras respiraciones estaban aceleradas y aun me debatía entre si era por la excitación o la falta de aire.
Theo pegó su frente a la mía aun con sus ojos cerrados.
— ¡Oh Dios! Eso fue intenso — murmuré, abrió sus bellos ojos y nos miramos fijamente; esos ojos verde-amarillos me hacían perderme en ellos.
— Te extrañé mucho Bel — confesó sonriendo de lado.
— Créeme que yo también — respondí sincera, lo abracé fuerte y me deleité con su delicioso aroma a cedro, jengibre, pimienta y menta. Y sí, había visto los ingredientes de su fragancia porque me encantaba como olía —. Hueles delicioso — murmuré enterrando mi rostro en su cuello.
— Tú también — murmuró — ¿Cómo va tu día?
— Con mucho trabajo, pero acabo de tener el mejor incentivo — respondí viéndolo a los ojos y sonriendo — ¿Y el tuyo?
— Mejor hoy que te tengo en mis brazos. He tenido mucho trabajo y casi no he dormido también he pensado mucho en ti últimamente y no sé si estoy saliendo del agujero o estoy volviendo a condenarme — su respuesta me confundió, especialmente lo último.
— No sé si tomar eso último como bueno o malo — inquirí separándome un poco de él.
— No lo tomes a mal Bel, ya sea saliendo del agujero o condenándome me gusta — aceptó sincero.
— Está bien hermoso — cedí haciéndolo sonreír.
— Hermosa tu Bel, me encanta como haces ver ese vestido — halagó
— Como me hace ver, este vestido — corregí y negó.
— No, tu eres hermosa, sobre todo sin ropa — contradijo haciéndome sonrojar — y por lo tanto haces lucir bien cualquier cosa que te pongas.
— Gracias — dije y le di un casto beso.
Aparte de que era un hermoso adonis, sabía besar, follar y tocar, ese hombre sabía cómo halagar a una mujer. No dejaba de abrumarme el giro que había dado nuestra relación y más después de él ser un hombre seco y frio; estaba conociendo a un hombre amable y hasta halagador y aun no descubría si tal cosa era buena o mala.
— Siéntate por favor — pidió segundos después; lo hice y él solo se recargó en el escritorio para quedar frente a mí, cruzó sus brazos y también sus tobillos logrando obtener una postura cómoda y que sus músculos se marcaran más.
La relación con Theo estaba siendo más de lo que pude haber imaginado que sería tener un amigo con derecho y estar a su lado me hacía sentir cosas que nunca había sentido: sabía que no era amor y me negaba a que lo fuera, sin embargo, su cambio conmigo me confundía; después de ser un jodido idiota pasaba a ser un hombre encantador y eso me aturdía, aunque en parte comprendía que lo hubiese sido después de todo lo que había pasado. En la cama era el mejor amante que tuve en mi jodida vida y aun me abrumaba todo lo que disfruté con él en una sola tarde; me encantaba físicamente como también me encantaba ese lado que estaba conociendo e intuía que llegaríamos a ser buenos amigos y mientras durara eso que teníamos estaba dispuesta a aprovecharlo al máximo.
Saber que aun amaba a su esposa era un alivio porque, aunque ella posiblemente estaba muerta — que era seguro que lo estaba — era algo que nos ayudaba a no confundir lo que estaba pasando. Theo me habló sobre sus negocios y todos sus planes a futuro con nuestra empresa; admiraba su forma de ver y planear el futuro en los negocios y ambos compartíamos la misma visión y nos acoplábamos muy bien como socios. Agradecía a mi padre su dedicación para enseñarme a manejar los negocios y aprender a trabajar en equipo y no me cabía duda el excelente líder que era Theo y sabía con certeza que se avecinaban grandes frutos y triunfos para Be&Le Magazine and Editorial Publishing.
En de dos semanas Theodore tendría que viajar a Londres para resolver algunos asuntos de sus negocios allá, lo que conllevaba a que yo tendría que hacerme cargo de todo como vicepresidenta; me comentó también sobre la gala que se llevaría a cabo durante el tiempo que él estaría de viaje y a la que por obligación tendría que asistir acompañada de mi socio, pues era parte de la buena imagen de nuestra empresa y en honor a Annabeth Bennett y Sonya Lee — nuestras abuelas — punto que me desconcertó demasiado.
— Bien, para ahí — pedí alzando mi mano para callarlo — ¿Cómo es eso que tengo que asistir por obligación con mi socio si tú no estarás? — pregunté temiendo y sospechando de su respuesta. Noté lo tenso que se puso y no me agradó.
— Eso es otra cosa que tengo que informarte — se animó a hablar —. Ayer me reuní con Ryan a petición de nuestros padres — soltó y no pude evitar alterarme y sentir la ira recorrer mi cuerpo.
— ¿¡Pero qué carajo Theo!? — exclamé furiosa poniéndome de pie.
— ¡Bel! No te dije nada por lo que sucedió la última vez, lo siento — se disculpó y lo vi avergonzado — Ryan es nuestro nuevo socio y por mucho que me moleste la idea, tendrás que ir acompañada de él — explicó. Abrí mi boca sin poder creer lo que me estaba diciendo.
— ¿¡Entonces qué demonios hago yo aquí!? — espeté muy indignada — Si no se me va a tomar en cuenta en las decisiones de esta empresa ¿¡Para qué me quieren aquí!? — zanjé, él intentó hablar, pero no lo dejé — Después de lo que sucedió aquel día acá y de confesarte lo que me pasó con él, me traicionas de esta manera — acusé y ahí fue él quien se indignó.
— Annabelle, yo no te traicioné — señaló poniéndose de pie e intentó acercarse a mí, retrocedí y no le permití más cercanía —. Entiéndeme hermosa, yo no podía hacer nada; fue decisión de nuestros padres y aunque alegué intentando que eso no sucediera, no lo conseguí. No cuando me pedían razones de peso para evitar la sociedad con un tipo que es el mejor en su categoría y no pude dárselas; no sin exponerte a ti y tu pasado, así que comprende mi punto — suplicó y en su explicación acepté que tenía razón. Aunque mi padre supiese parte de mi desastroso pasado, también había muchas cosas que ignoraba y que no deseaba que enterara.
— Esto tiene que ser una pésima broma — murmuré sentándome de nuevo y poniendo mi rostro entre mis manos. Me sentía muy frustrada.
— Ryan aún no sabe de esa gala, pero sé que pronto lo sabrá — informó con cuidado —. Sé que es mucho pedir y me es difícil hacerlo, pero... deberías hablar con él — no pude evitar mirarlo con enojo, aunque para mi maldita suerte tenía razón.
Ya era tiempo de enfrentarme a mi pasado.
— ¡Joder! No tienes idea de lo frustrante que es esto — bufé aun molesta — pero tienes razón — acepté decepcionada, Theo se puso en cuclillas frente a mí y besó mi frente, gesto que sorprendentemente me calmó.
— Dejemos este tema por hoy — susurró acariciando con su dedo pulgar mi mejilla, su toque me quemó de buena manera; cerré mis ojos y deseé más que un simple toque que a pesar de ser eso: un simple toque. Me hizo vibrar — Cena conmigo esta noche, en mi apartamento — pidió y estaba segura de que esa petición incluía más que una cena.
— Está bien — acepté encantada y me di cuenta de que toda mi ira y frustración había desaparecido.
Él me calmaba mucho.
____****____
Luego de un largo día de trabajo y de haber tenido un pésimo rato en la conversación con Theo sobre el idiota de mi ex, me fui a mi cita con Kelly; pasamos un buen rato hablando y poniéndonos al día con respecto a nuestras vidas y si bien era cierto que ella hablaba más que un cotorro, disfruté mucho nuestra conversación.
Kelly estaba locamente enamorada de Theo, pero eso fue algo que no me preocupó en lo absoluto debido a que de quién no estaba enamorada ella. Mi hermana era así de única, se enamoraba del primer hombre hermoso que se le cruzara por el frente y todo se le pasaba cuando otro hombre hermoso aparecía. Sí, así era ella y en eso creo que se parecía mucho con Darcy y esa también era la razón por la que no se llevaban muy bien.
— Enserio Ann, ese hombre me encanta — explicó con tremendo suspiro y me reí — ¡Es enserio! No te rías — exigió y puse mis ojos en blanco.
— Kelly, es que a ti ¿Quién no te encanta? — pregunté sarcástica – Te aseguro que luego aparecerá otro y dirás lo mismo — aseguré.
— No, él es diferente — di un sorbo a mi café y la miré fijamente a los ojos — y quiero que me ayudes a conquistarlo — pidió y eso hizo que casi escupiera el café encima de ella; su petición me tomó por sorpresa y me hizo sentir algo muy extraño en mi pecho mezclado con un poco de ira. Eso me asusta más — ¿Qué? — preguntó al ver mi expresión — ¡No me digas que a ti también te gusta! — exclamó y ahí sí que le escupí el café encima sin poder contenerme.
Todos se voltearon a vernos y aparte de mi vergüenza por lo que Kelly me había dicho, también me avergoncé de mi reacción. Fue inevitable, lo último que esperaba de ese encuentro era que ella me pidiese ayuda para conquistar a Theo y aún menos que me confrontara de esa manera; todo eso me dejó anonadada y sin respuesta alguna. Traté de limpiarla con la servilleta aun con la vergüenza y deseé que la tierra me tragara y escupiera en una playa paradisiaca.
—¡Por Dios Kelly! Yo... yo lo siento — balbuceé y sentí que mi cara no estaba roja, sino que blanca de la vergüenza.
— ¡Ya! Déjalo así — me tranquilizó ella tomando suavemente mi mano para que me detuviese — Ann, de verdad déjalo. No esperé esta reacción — insistió al ver que no me detenía —. En verdad te gusta Theo — afirmó y sentí que eso me enfureció un poco.
— ¡Estás loca! Digo... a quién no va a gustarle un hombre como él ¿no? — respondí tratando de hacerla entrar en razón — Me gusta — concedí —, pero no de la manera en que tú crees.
— Aja — bufó rodando los ojos y haciéndome saber que no me creía.
— Además yo no puedo ayudarte con eso — aclaré ignorando sus dudas — soy la menos indicada y además él es... ¿raro? Con las mujeres — Kelly abrió mucho sus ojos e intuí que había entendido mal lo que le dije.
— ¡No me digas que es gay por favor! — exclamó de nuevo con lo exagerada que era y fui yo la que rodó los ojos en ese momento ¿En serio? Cómo iba a ser gay un hombre que me había dado el mejor sexo de mi vida. Aunque ella no lo sabía y no iba a saberlo.
— Claro que no Kelly, no me refiero a raro en ese sentido — inquirí — Y de verdad yo no puedo ayudarte en eso.
Darle razones creíbles sobre por qué no podía ayudarle con Theo. no fue fácil. Aceptar lo que su confesión me hizo sentir tampoco lo era y no lo iba a aceptar jamás; sentí que se avecinaba una nueva tormenta a mi vida y solo esperaba que se atrasara mucho tiempo en llegar.
Me despedí de mi hermana con la promesa de volvernos a reunir, esa vez en una cena con nuestros padres, como una verdadera familia ya que hacía mucho que no lo hacíamos.
(****)
Al llegar a casa me comuniqué con Nina para que me diera el número de teléfono de Ryan, algo que hizo inmediatamente ya que, como nuevo socio de la compañía, su información ya estaba en la base de datos de la empresa; hubiese deseado atrasar ese suceso, pero sabía que era algo que tenía que hacer pronto para así poder superarlo.
Me decidí a marcar luego de tomar una respiración profunda. Ryan respondió al tercer tono.
— Hola — respondió con su voz ronca y me tranquilicé al no sentir nada al escucharlo.
— Hola Ryan, soy Annabelle — avisé solo por si acaso no me reconocía.
— ¡Annabelle! — exclamó sorprendido.
— Sí, la misma. Espero no interrumpir.
— Nunca lo harías, es solo que me sorprende que me llames — confesó un tanto emocionado —, pero no había perdido las esperanzas, nunca lo he hecho — añadió casi en un susurro.
— Como sea — dije de manera fría —. Te llamo porque necesito que nos veamos; como dijiste tu hace unos días, tenemos que hablar.
— Claro, claro — balbuceó y lo sentí un poco de nervioso —. Por mí, puede ser ya si lo deseas.
— Mejor mañana. Búscame en mi despacho de Be&Le a las diez de la mañana — hasta yo me sorprendía por la forma en que le hablaba, no obstante, creía que eso era lo mejor.
— Ahí estaré y Annabelle... Gracias — no entendí ni me importó su razón para agradecer.
— Adiós Ryan — colgué y no lo dejé responder.
Solté el aire retenido, orgullosa de haber dado el primer paso.
No estaba segura si mi actitud había sido la mejor, pero, aunque lo intenté, no podía ser diferente. No con él; mi vida dio un giro de ciento ochenta grados después de lo que sucedió con Ryan, había logrado mucho y superé muchos errores de mi vida como para permitir que lo sucedido con él volviera a sucumbirme en un pozo profundo y era eso lo que no me hacía arrepentirme de mi actitud y decisiones tomadas para protegerme.
Pronto todo se aclararía y aunque no esperaba iniciar una amistad con él, por lo menos pretendía llevar una buena relación como socios y compañeros de trabajo.
Vaya manera situaciones en las que me había metido por ayudar papá.
Si cuatro meses atrás alguien se hubiese acercado a mi diciéndome que todo eso iba a pasar en mi vida por aceptar la propuesta de papá, creo que me hubiera reído en su cara. Pero no hacía más que tratar de poner un poco de orden en mi vida y me tenía que concentrar en eso.
Quién hubiera dicho que me iba a reencontrar con parte de mi pasado e iniciaría una amistad con derecho con un hombre que en un principio fue todo un idiota y aparte, que mi hermana estuviese enamorada de ese hombre.
Podía ser una egoísta por eso y aunque sabía que entre Theo y yo no había amor, no me agradaba la idea de que mi hermana hubiese puesto sus ojos en él. Eso podía ser solo un juego de atracción y pasión entre Theo y yo, sin embargo, no iba a permitir que mi hermana se interpusiera o por lo menos, no, mientras yo estuviese con él; ya que si bien era cierto que no creía más en el amor y Theo aún tenía un pasado que lo perseguía al igual que el mío, no me agradaba compartir. Por mucha diversión o juego que fuera lo que había; yo no compartía, era así de simple.
(****)
Después de tomar una ducha refrescante y de discutir con Theo por teléfono ya que insistía en que enviaría a su chofer por mí, terminé aceptando. Me sorprendió mucho que tuviese un chofer pues nunca lo había visto con uno, aunque era algo que no tenía por qué sorprenderme siendo él quien era.
— Señorita Bennett — saludó un hombre como de cuarenta años, muy guapo, por cierto. Estaba vestido totalmente de negro y daba un aire de peligro, aunque por su manera de hablarme no me intimidó —. Soy Adam Freman, chofer del señor Lee – se presenta.
— Hola Adam — dije y le sonreí —. Te estaba esperando, es un gusto conocerte — agregué y él asintió.
— Lo mismo digo ¿Nos vamos? — cuestionó abriendo la puerta de una hermosa y lujosa camioneta negra.
— Claro y gracias — murmuré.
En el camino hacia el pent house de Theo pensé mucho sobre la noche que me esperaba; en el tono de su voz al invitarme a cenar pude sentir que iba lleno de muchas promesas para ese momento y sí, podía parecer una loca al pensar así, pero es lo que sentí.
Me hundí en el asiento trasero de la camioneta y sonreí.
¿Por qué? No sabía.
— Señorita hemos llegado — me informó Adam, lo cual me desconcertó, pues entre tanto pensar e imaginar cosas, no sentí el camino.
— Gracias de nuevo Adam — dije después de que él abriera mi puerta.
Me acompañó al ascensor y luego de digitar el número de piso de Theo me sonrió; fue una sonrisa amable y pude deducir que él no era de muchas palabras. Se concentraba únicamente en sus deberes y agradecí ya que sentía que los nervios me mataban.
Alisé un poco mi vestido rojo con las manos y luego coloqué sobre un solo lado mi cabello que esa noche decidí recoger en una coleta; cuando el ascensor avisó que habíamos llegado mis manos ya estaban sudando ¿Qué me pasaba?
Me reprendí a mí misma al actuar de una manera tan... adolescente.
La puerta por fin se abrió y tras caminar un poco detrás de Adam llegamos a un hermoso pasillo que servía como recibidor; la última vez que estuve ahí no pude fijarme en los detalles, pero esa noche los aprecié bien. El lugar estaba decorado de manera adecuada para él y no dejaba de sorprenderme los tonos oscuros que había en algunas paredes. Nos adentramos más y dejé de admirar los detalles para concentrarme en el dios que estaba frente a mi dándome la bienvenida.
— Hola hermosa — saludó con un tono seductor y una sonrisa ladeada. Vestía unos simples pantalones oscuros y camisa manga larga blanca, zapatillas a juego y comprobé de una vez por todas que ese hombre lucía seductor de cualquier manera.
— Hola Theo — susurré al reaccionar y el muy cabrón sonrió todo engreído al ver la reacción que tenía en mí.
— ¿Señor? — habló Adam y me apené al ver cómo me era tan fácil olvidar todo y a todos al estar frente a Theo — Si no me necesita para nada más, me retiro.
— Gracias Adam, puedes irte a descansar — respondió Theo —. Vamos al comedor que la cena se enfría — me invitó tomando mi mano.
Nos dirigimos hacia el hermoso y elegante comedor notando una mesa perfectamente arreglada para dos; Theo me comentó que la señora Coleman — quien le ayudaba con la comida y otras cosas — fue la encargada de todo y como todo un caballero sacó mi silla para que pudiese sentarme.
Entre risas y anécdotas de nuestras vidas, los nervios se habían ido y la cena se había terminado; los platos y cubiertos habían sido retirados quedándonos solo con las copas llenas de vino y la botella de este aun lado de la mesa. Tenía que reconocer que era fácil estar al lado de Theo cuando no estaba en modo idiota y logré comprender el por qué Kelly estaba tan entusiasmada con él; era un hombre maravilloso con el que se podía hablar de cualquier cosa, sabía escuchar y entablar una conversación tan amena que podía durar horas y horas y no aburría a sus invitados. Hasta ese momento nada había sido sexual y siendo sincera me decepcionaba un poco, pero no iba a negar lo mucho que estaba disfrutando de la noche.
— Gracias por esta noche — dije sinceramente sintiéndome un poco cansada —. Como siempre, ha sido un placer — me puse de pie y él también lo hizo quedando a centímetros de mí.
— La noche aún no ha terminado Bel — susurró cerca de mis labios; como una tonta virginal no pude evitar cerrar los ojos y entreabrir mis labios al sentir su aliento tan cálido y embriagador sobre estos — y el placer tampoco — añadió en un todo ronco y malditamente seductor alejándose un poco de mí, abrí los ojos y vi como sonreía.
— ¿A qué te refieres? — logré preguntar sin balbucear.
— Aún falta disfrutar el postre — aseguró y me decepcionó, más al haber mal interpretado todo.
— La verdad Theo, estoy demasiado repleta al haber comido tanto y no creo que pueda comer más — murmuré sin poder controlar la decepción.
— No importa Bel, el postre es para mí — aclaró y sonrió con picardía.
— Bien, pero no lo veo — dije mirando la mesa y corroborando que no había ningún postre.
— Yo si hermosa y estoy ansioso por devorarlo.
Aseguró mirándome como un cazador hambriento.
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