CAPÍTULO 4
Tres años atrás Theo sí engañó a su esposa con Madison, la mejor amiga de Rebecca — su esposa —, pero según lo que había explicado, no fue porque así lo haya querido él si no porque la zorra de la amiga se aprovechó de una pelea que tuvo él con Rebecca. Esa noche Madison llegó a casa de Theo a buscar a su amiga, sin embargo, Rebecca no se encontraba en casa y él le terminó contando lo que estaba sucediendo entre ellos en un arranque de desesperación y con la esperanza que Madison pudiese ayudarle con su esposa; le había ofrecido un trago y Madison aprovechándose de la confianza, sirvió los tragos ella y fue así como se emborracharon hasta perder el conocimiento. Luego de eso Theo se despertó en su cama con los gritos de Rebecca dándose cuenta de que estaba completamente desnudo y a su lado se encontraba Madison en las mismas condiciones. Theo no pudo explicar nada ya que no recordaba lo sucedido.
Rebecca lo acusó de infiel con mucha razón y esa noche se fue de la casa; al día siguiente después de que Theo la buscara por todas partes recibió una llamada de Aaron Jones el hermano de Rebecca diciéndole que lamentablemente habían encontrado el auto en el que se conducía su hermana, en un barranco completamente calcinado y aunque nunca se confirmó el hallazgo del cuerpo, no volvió a saber de ella por más que la buscó por cielo mar y tierra y había pagado a los mejores detectives para ayudarle, pero todo fue en vano y después de tres años, seguían sin encontrar nada.
Theo sufrió la pérdida de su esposa y de haberle fallado inconscientemente como lo hizo; desde ese día tampoco volvió a ver a Madison y aún seguía sufriendo las consecuencias de sus actos y el haber perdido al amor de su vida.
— Ese día juré al recuerdo de Rebecca no volver a tocar a ninguna mujer. Por lo menos no tocar de ninguna manera a alguna mujer que llamara mi atención — terminó de confesar con la voz entrecortada —. Juré no traicionarla en lo que me restaba de vida, porque pagué muy caro mi error — continuó y vi el terrible dolor en su mirada. Comprendí mucho su forma de ser porque aún se sentía culpable de haberle fallado al amor de su vida y sentó un poco de celos al saber cómo él respetaba el recuerdo de su esposa cuando a mí no me respetaron nunca.
— Jamás pensé decir esto, pues va contra mis leyes feministas — murmuré —, pero no fue tu culpa Theo, ya que tu ni siquiera te acuerdas de lo que sucedió — y no solo lo dije porque él se sintiera menos culpable, sino porque en verdad él no sabía ni lo que hizo — además fue un accidente.
— Claro que lo fue y también fue por mi culpa. Porque fui débil y por lo mismo la perdí para siempre — respondió con lágrimas en los ojos — ya perdí las esperanzas de volver a verla y me duele fallarle — se quejó y no lo comprendí, pues hasta donde yo había visto, respetaba demasiado el recuerdo de la afortunada mujer.
— No le fallas — aseguré.
— ¡Lo hago! — dijo alterado y me sobresalté — Porque desde que te conocí a ti, te deseo — ¡Wow! Esa confesión logró dejarme idiota — ¡Por eso no te toco a ti! — gritó y aun no podía salir de mi estupefacción — Puedo tocar a otras mujeres con educación porque ninguna me atrae, pero tu... Annabelle me vuelves loco ¡Te deseo! — continuó, acercándose a mí y yo me seguía sintiendo anonadada, muda y sin poder reaccionar — Y me mata sentir que le fallo al recuerdo de Rebecca cuando juré no hacerlo.
Negué y me serví otro trago de whisky para bebérmelo de un sorbo y poder tragarme con él todo lo que Theo había soltado; me parecía increíble y me costaba procesar todo luego de cómo se había comportado conmigo.
— Yo también te deseo — acepté cuando logré pronunciar palabra y noté que estaba llorando, su confesión y su dolor me había pegado más fuerte de lo que creía.
— No me hagas esto — suplicó y vi su intento por tocarme, pero no lo hizo —. Porque solo con desearte siento que ya le he fallado a Becca y lo peor es que no logró sentir culpa por desearte Bel, solo por fallar a mi promesa — aclaró — y verte ahora cerca de Ryan y ver la manera en que te tocó me volvió loco de celos y fue por eso que me descontrolé y te toqué — otra confesión que hizo despertar sentimientos que creí que no sentía por él — verte sufrir por ese hombre me ha descontrolado, saber que lo amaste y que ahora ya no crees en el amor me vuelve loco — finalizó.
Traté de acercarme a él y tocarlo de una buena vez, pero retrocedió y me decepcioné mucho, pues todos los deseos que sentí por ese hombre y que había logrado controlar después de su actitud habían despertado de nuevo y su confesión terminó despertando algo más que no quería aceptar de nuevo.
— Enséñame a creer de nuevo — pedí tratando de tocarlo otra vez y me sorprendí al escucharme decir esas palabras sin pensarlo, porque en realidad no deseaba creer en esas tonterías, pero no sabía lo que me impulsó a decirlo.
— No lo hagas por favor — susurró —. Si te toco ya no voy a poder detenerme.
No me gustaban esas palabras, pues me imponía retos que siempre iba a querer ganar.
— Ella ya no está Theo, puedes darte otra oportunidad — inquirí.
— No lo entiendes — respondió alejándose y pasando una mano por su cabello, estaba muy frustrado.
— Está bien — concedí porque, aunque lo deseara, no iba a rogarle un polvo, yo no estaba para eso. Tomé mis cosas y empecé a caminar a la salida; cuando estuve a punto de llegar a la puerta él habló.
— ¡Mierda! ¡Espera Annabelle! No te vayas — pidió. Di la vuelta, caminé hacia él y dejé caer mis cosas al suelo.
— Desde que te conocí te he deseado Theodore; a pesar de tu actitud prepotente me toqué pensando en ti justo el mismo día en que te conocí — confesé sin pena alguna.
— Yo también — aceptó — por eso evité el contacto contigo.
— Quiero besarte — declaré y vi la sorpresa en su rostro — ahora— advertí segura.
— No sé si pueda — respondió con miedo.
— Solo déjame hacerlo — le pedí casi en un susurro.
Cerré la distancia que había entre nosotros y lentamente uní mis labios a los de él, automáticamente llevó sus brazos atrás de su cabeza entrelazando las manos como protección a lo que tanto temía — supuse —, lo besé con lentitud disfrutando de sus labios y cuando comenzó a corresponderme tomé una de sus manos y la acerqué a mi rostro para que me sintiera sin parar de besarnos. Sentir por fin su tacto y sus labios era lo mejor que me había pasado en ese día. Theo bajó su otra mano y la colocó al otro lado de mi rostro acariciándome y sintiéndome por primera vez y yo a él; sus manos estaban frías, pero su caricia era suave, se sentía como cuando salías al aire frío después de estar en un calor sofocante. Disfrutaba de esa sensación tan placentera y gemí al sentirlo y disfrutarlo acunando mi rostro de una manera fascinante y solo nos separamos solo por falta de aire.
— Te sientes maravillosa — halagó medio sonriendo — eres lo mejor que mis manos y mis labios han sentido — mi corazón se aceleró aún más de lo que ya estaba al escucharlo.
— Me alegro mucho de oír eso — respondí sonriendo como una tonta — ahora atrévete a sentirme más y disfruta de tocar todo mi cuerpo — susurré retándolo sin descaro.
Él tomó la iniciativa entonces y luego de mirarme a los ojos por unos segundos comenzó a bajar sus manos de mi cara a mi cuello; su contacto me estremecía de una buena manera y hacía que una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo terminando en mi entrepierna, su mirada era de fascinación al sentirme. Bajó a mis brazos y los acarició con las puntas de sus dedos poniendo mi piel chinita.
Era una sensación magnifica. Se detuvo en mis manos y luego las tomó entrelazando nuestros dedos.
— Me vuelves loco — susurró.
— No te detengas — pedí.
Volvió a tomar mi rostro con sus manos para luego besarme, esa vez con más pasión, deseo y lujuria; sus labios se sentían suaves y con sabor a whisky, una mezcla que me enloquecía. Mordió mi labio inferior logrando que abriera mi boca e introdujo su lengua para jugar con la mía y terminó de enloquecerme, sus manos bajaron a mi cintura y sus besos a mi cuello haciendo que perdiera la capacidad de pensar y concentrarme solo en sentir; sentó mi entrepierna humedecerse solo con sus besos, algo que me sorprendió mucho, luego sentí su erección y supe que también se moría de ganas por introducirse en mí.
Éramos dos adultos sabiendo lo que queríamos así que comencé a desabotonar su camisa ya que el saco y la corbata habían desaparecido desde que salimos de la oficina estaba hecha una loca deseando que su camisa desapareciera de inmediato.
— ¿Estás segura de esto? — pregunta al dejar de besarme y darse cuenta de lo que hacía.
— Completamente — aseguré.
Continuó con sus besos y a la vez que me encaminó hacia su habitación, al llegar a ella comenzó a desvestirme y yo a él; me dejó solo en bragas y di gracias al haber escogido uno de mis mejores conjuntos de ropa interior. Me tumbó de espaldas sobre la suave cama y luego se colocó sobre mí, sus manos tomaron mis pechos masajeándolos con demasiada experiencia para luego introducir uno a su boca; su lengua jugó con mi pezón y mi excitación creció. Dio la misma atención a mi otro pecho jugando con sus manos en mi cuerpo; apretó mi trasero y luego acarició mis piernas. Subió hacia mis caderas y luego acarició mi muslo interno, su boca regresó a la mía, besándome con necesidad y posesión; metió su mano dentro de mis bragas y luego sus dedos abrieron los labios de mi sexo para luego jugar con mi clítoris y como ya lo sabía antes, me encontraba empapada por el deseo.
— ¡Joder! gimió al sentirme.
Haciendo que también gimiera por el placer que me daba; continuó acariciando mi botón en círculos y esos constantes movimientos me enloquecieron y llevaron al borde del orgasmo. Arqueé mi espalda y clavé mis uñas en sus hombros; se detuvo de repente y eso me frustró un poco mas no dije nada, terminó de quitar mis bragas a la vez que se quitaba su pantalón junto a su bóxer sorprendiéndome con su erección y lo grande que era. Admiré su cuerpo perfectamente marcado por sus músculos; se notaba que pasaba horas en el gimnasio y lo que más me encantó fue su cinturón de adonis.
Mordí mi labio y él sonrió.
— Admirando la vista — señaló sonriendo de lado todo arrogante y eso me enloqueció.
— Engreído — bufé.
— ¿Tomas anticonceptivos? — el cambio de tema me sorprendió.
— No — respondí — No los necesito — agregué dándole a entender que no vivía acostándome con diferentes hombres cada noche — ¿Tienes condones? — pregunté entonces.
— Sí y no es que los necesite — respondió devolviéndomela y rodé los ojos. Sonrió y luego sacó un condón de la gaveta de su mesita de noche.
Dejó el sobrecito negro al lado mío y siguió con su trabajo anterior, volvió a besarme y se colocó en medio de mis piernas haciéndome sentir su erección y llevándome de nuevo al borde de la locura; su boca viajó a mis pechos y su mano a mi sexo, esa vez introdujo uno de sus dedos, luego dos y sentí que pronto me haría explotar al follarme con sus dedos.
— Tómame ya — supliqué y él sonrió complacido al escucharme en aquel estado.
Cogió el sobrecito y lo rompió con sus dientes, sacó el condón y antes de colocárselo tomó su falo con la mano desocupada y lo masajeó de arriba abajo. Ver eso me hizo alucinar y él lo supo; al fin se colocó el condón y abrió más mis piernas, colocó su pene en la entrada de mi sexo comenzando a introducirlo poco a poco; a pesar de lo estrecha que era en comparación con su gran tamaño le fue muy fácil hacerlo con lo húmeda que me encontraba. Gemí y curvé mi espalda al sentirlo; bombeó suavemente hasta que se introdujo por completo y colocó sus manos en mis muslos para mantenerme abierta y de esa manera lo sentí aún más. Sus embestidas eran suaves y me enloquecían en demasía, gemí y grité al sentir que de nuevo llegaba al cielo en un mar de placer; tomé mis pechos yo misma y los masajeé haciendo que él mordiera su labio por la excitación que le provocaba verme. Puso una de sus manos en mi vientre y la presionó un poco haciendo que lo sintiera más grande de lo que era y la fricción por dentro se volvió más intensa y... ¡Por todos los dioses! Ese hombre sabía cómo dar placer; su otra mano la llevó a mis pechos continuando mi trabajo y luego introdujo dos de sus dedos en mi boca, acción que me pareció muy erótica; lamí sus dedos como si se tratase de otra cosa y esa sensación me hizo confirmar que estaba a punto de llegar más allá del cielo si es que aún se podía. Sacó los dedos de mi boca y luego los llevó a mi clítoris, lo masajeó sin dejar un solo segundo de embestirme y sentí esa bola de placer acumularse en mi vientre justo debajo de donde su mano presionaba; comencé a moverme al encuentro de sus embestidas y Theo notó que estaba a punto de llegar a mi clímax, se colocó totalmente sobre mí y automáticamente enrollé mis piernas en su cintura. Me besó de nuevo y luego a mi cuello.
— Eres exquisita Bel — susurró.
En respuesta gemí y clavé mis uñas en su espalda, él también gimió y no supe si era de placer o dolor, pero no me importó; aceleró más sus embestidas, tomó mis manos con una de las suyas y las colocó sobre mi cabeza atrapándomelas, con la otra me acarició y la llevó hasta mi trasero. Los dos transpirábamos mucho y eso hacía que la fricción de nuestros cuerpos fuese más placentera; su pecho contra el mío se acariciaba entre sí y mis pezones se endurecieron con tan magnifica delicia, cada vez me sentía llegar más y más a mi liberación.
Una, dos, tres, cuatro embestidas más y grité su nombre convulsionándome del placer y a la vez él también lo hizo.
¡Carajo! Estaba viendo lucecitas de colores.
Acompasó sus movimientos para luego detenerse, nuestra respiración era acelerada al igual que los latidos de nuestros corazones; Theo me besó una vez más y luego salió lentamente de mí, retiró y desechó el condón para luego acostarse a mi lado atrayéndome hacia él.
Se sentía demasiado delicioso.
____****____
Desperté con unas suaves caricias en mi espalda, poco a poco abrí los ojos y recordé donde y con quien estaba; me puse un poco nerviosa y sabía que era ridículo, pero saber todo lo que pasó para llegar a ese momento me incomodó un poco. Fueron muchas confesiones para un día, muchas sorpresas y decisiones tomadas y la verdad me sentía con dudas de que pasaría desde ese momento en adelante.
— Hola hermosa durmiente — susurró Theo y besó mi frente, un gesto que sentí lleno de ternura y que la verdad me gustó mucho.
— Hola — respondí — ¿Cuánto tiempo dormimos?
— Dormiste — señaló con una hermosa sonrisa — fue nada más media hora.
— ¡Oh! Pensé que tú también habías dormido — murmuré.
— No, me pareció más placentero verte dormir — declaró y me desconcerté pues me estaba mostrando un lado que no conocía y que me daba miedo.
No deseaba que confundiera las cosas.
— ¿Quién eres tú? Y ¿Qué hiciste con el idiota de mi socio? — pregunté en un tono divertido, lo vi sonreír y me sostuve en uno de mis brazos para quedar cara a cara con él.
— Este es el que siempre he querido ser contigo desde que entraste en aquel restaurante con una terrible resaca — confesó acomodando un mechón de mi cabello tras mi oreja y me reí un tanto sorprendida porque haya notado mi estado ese día.
— Eres un tonto, pensé que no lo habías notado — dije aun riéndome.
— Eso era imposible no notarlo — respondió divertido, luego me dio un beso fugaz en la boca.
Estaba consciente que a lo mejor no era el momento, pero desde que nos confesamos parte de nuestras vidas tuve esa duda y sabía que hasta que no se lo preguntara no estaría tranquila, así que me arriesgué a cuestionarlo de nuevo rogando no dañar ese momento.
— Theo, sé que a lo mejor este no es el momento, pero hay algo que necesito preguntarte —dije y él asintió motivándome a seguir —. Me dijiste que habías estado casado... pero si tu esposa no fue declarada muerta por lo que entendí ¿Cuál es tu estado civil hoy? — solté al fin y noté que se tensó un poco.
— Aún estoy casado — aceptó nervioso y en ese momento fui yo quien se tensó y él lo notó sabiendo mi pasado con Ryan y el motivo de mi incomodidad —, pero Bel, es solo cuestión de papeleo — agregó para tratar de tranquilizarme, algo que no funcionó — Sé que has pasado por malas experiencias y no quiero ser una más, tampoco quiero mentirte — dijo acariciando mi rostro — he agotado hasta el último recurso por encontrar a Rebecca, aunque es algo que sé que no va a suceder por más que me duela. Sé que tengo que dejarla ir y solo porque su cuerpo no apareció mi estado civil sigue siendo de casado; ya conoces mi historia y juro que no miento — finalizó y sentí la sinceridad de sus palabras y la vi en sus ojos.
— ¿Qué pasará de ahora en adelante entre tú y yo? — cuestioné de nuevo.
— ¿Qué quieres tú que pase? — preguntó y no supe qué responder, porque de lo único que estaba segura era de que no deseaba más complicaciones en mi vida — Sé que no quieres creer en el amor — dijo al ver mi silencio —. Sé que has sido dañada y que nos conocemos desde hace unos meses nada más, sin embargo... no soy el tipo de hombre que toma a una mujer por noche — agregó — y tal vez te cueste creerlo, pero yo mantuve mi promesa al recuerdo de Becca desde hace tres años por que la amé con mi vida y tú eres la única con la que me atreví a romperla — esa fue otra confesión que me sorprendió mucho y hasta me sentí como la chica mala de la historia y él el puritano —. Tú eres la primera mujer que me ha importado desde hace tres años y no quiero algo pasajero — esas palabras me atemorizaron mucho y mis ojos se abrieron demás al oírlas. Yo no quería nada serio estaba segura: no quería volver a ilusionarme y a amar para luego ser lastimada.
— ¡Oye! Espera — dije alejándome un poco de él — tú conoces parte de mi historia y créeme que ya he sufrido lo suficiente como para volver a caer; no soy de las que va por ahí acostándose con el primero que se le pone enfrente — señalé para que no se hiciera una idea errónea —, pero tampoco soy de las que busca algo serio.
— ¿Tienes miedo a amar? — preguntó y de nuevo no pude responder. No sabía si era miedo o precaución o tal vez, estaba demasiado segura de que el amor no era para mí; Theo tomó mi silencio como respuesta y continuó Sé que tienes miedo Bel y lo comprendo porque yo también lo tengo, así que te propongo algo — dijo volviéndose a ganar toda mi atención — no te pido algo serio ni que me ames, es muy pronto para que los dos sintamos eso mutuamente, pues tú has sido dañada y no quieres creer más en el amor y yo aún amo a Rebecca o por lo menos eso creo, pero si algo es seguro es de que entre nosotros hay mucha atracción — asentí dándole la razón —. Disfrutemos de eso y veamos qué sucede; tu eres la primera que me interesa y la única, sigamos adelante con esto, solo te pido que yo sea el único en tu vida, así como te juro que tú serás la única en la mía — propuso y la verdad era que me sorprendió demasiado.
— ¿Cómo voy a estar segura de que seré la única? — pregunté alzando una ceja.
— Así como yo voy a estar seguro de que seré el único en la tuya — respondió con simpleza —. Con confianza Bel — aclaró —, confiaré en ti, así como te pido que tu confíes en mí; además tú sabes lo que a mí me costó llegar a esto contigo — agregó y con eso se anotó un buen punto.
No me había propuesto nada que no pudiera aceptar y él comprendía mi punto de vista y mi decisión, así como yo las suyas; así que pensé que no tenía nada que perder y más con el muro que había creado alrededor de mi corazón para que nadie lo dañara. Mientras lo siguiera protegiendo como hasta ese momento no iba a sufrir de nuevo y me gustaba eso de disfrutar el momento y mejor si era con fidelidad y confianza.
— ¿Aun amas a Rebecca? — pregunté solo para confirmar, Theo se sorprendió por mi reacción tan tardía a lo que me dijo, pero al final respondió.
— Ella fue mi primer amor — lo vi recordar con melancolía —, después de ella no me di la oportunidad de estar con otra mujer y aunque las circunstancias en las que me encontró con Madison digan todo lo contrario, hay algo que me parece muy extraño — dijo pensativo —. Le fui fiel durante toda nuestra relación, eso te lo aseguro y si pasó algo con Madison no fue porque quise; no puedo recordar nada de lo sucedido después de esos tragos — noté su impotencia y me puse en su lugar. Lo que vivió fue traumático, no lo conocía mucho, sin embargo, con lo poco que me había mostrado podía asegurar que fue un buen marido — pero sé que nunca tuve motivos para fallarle porque la amaba con mi vida, se podría decir que si aún la amo — finalizó y aunque eso último me incomodó, comprendía muy bien su situación.
— Sé que te has aferrado mucho a la esperanza de ella aún viva — hablé intentando animarlo un poco —, también sé que mereces seguir adelante y más si ella jamás volverá — agregué con un poco de cuidado eso último —. Te mereces ser feliz y si ella te amaba como tú a ella sé que opinaría lo mismo.
— Gracias — respondió con un poco de tristeza . Me aferré mucho a la esperanza de que volvería aun cuando su familia me pidió que siguiera adelante sin ella porque era imposible que regresara a mí y ahora comprendo por qué lo decían... Ella en verdad jamás volverá — musitó con voz quebrada, me abalancé sobre él y lo abracé dándole todo mi apoyo. Era muy difícil tener frente a mí a un hombre tan fuerte y que se quebrara de esa manera.
— Yo no creo en el amor — susurré en su oído — pero sé que tu viviste uno muy hermoso... sigue adelante y se feliz — le animé.
Inténtalo conmigo — pidió y me separé de él en seguida de oírlo — sigue adelante conmigo — el tono que usaba para pedirme tal cosa me conmovió. No podía volver a amar, pero como lo había pensado antes, quizás podía intentar disfrutar de ese momento.
— Yo no te prometo amor Theo — le aseguré para que todo quedara claro entre ambos — aunque sí puedo intentar el disfrutar de este momento contigo — añadí mirándolo a los ojos y lo vi sonreír — prometo que serás el único y confiaré en ti.
— No te arrepentirás, la confianza y fidelidad será para ambos, aunque no haya más que una relación de... ¿amigos? — puntualizó no sabiendo cómo referirse a lo que me había propuesto.
— Con derechos agregué. Él sonrió, luego me besó con ternura sin dejar de lado la pasión.
________________________________________
Propiedad de Jassy.
Obra registrada bajo derechos de autor.
Instagram: wattpad_jm
Twitter: @JassyBook
Grupo de Facebook: Jassy's Books (Lector@s)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top