Capítulo 35 (Final)




Vi la sonrisa en el rostro de Rebecca, la maldita ya sabía lo que había sucedido entre Theo y yo, se notaba que disfrutaba de mi estado; traté de contenerme, de no mostrar cuanto me dolía lo que estaba pasando y para lograrlo recordé cada vez que había sido herida, cada momento que me volvió fría y el día en el que me juré a mis misma no volver a ser vulnerable y dejarme dañar por ningún hombre. Traté de levantar esas barreras en mi corazón que el mismo hombre semidesnudo frente a mí se encargó de derribar y a duras penas lo logré.

— Esto no es lo que piensas — articuló el muy imbécil, nervioso y con miedo, como si lo que acababa de ver fue producto de mi imaginación.

— Ya cariño — la voz de esa estúpida nos interrumpió —. Esto sí es lo que piensas — aseguró y la asesiné con mi mirada.

Un leve mareo me atacó en estos momentos haciendo que diera un paso atrás y tomara mi cabeza, Theo hizo el intento de acercarse y con un gesto de mano lo detuve. Cuando me recompuse lo vi arreglarse la camisa como si eso fuese a borrar lo que había visto y me reí de ello.

— Solo dime algo — hablé con frialdad fingida — ¿Qué harías tú si estuvieras en mi lugar? — me miró con vergüenza sabiendo a lo que me refiero, pero no respondió. Se quedó en silencio y observándome por lo que me pareció una eternidad — ¡Habla maldita sea! ¿Qué harías si me encontrarás casi follando con otro? — lo reté con la mirada para que repitiera lo que me había asegurado de que haría cuando tenía sus ataques de celo.

— Mataría a cualquiera que se atreviera a poner las manos sobre ti, porque eres mía y al que se atreva a intentar tocar lo mío se muere — lo dijo exactamente igual a como lo recordaba, haciendo que mi corazón doliera más.

— Entonces estás de acuerdo en que yo reaccione igual — inquirí sacando el arma de mi bolso y apuntando a Rebecca, vi miedo en los ojos de ella y aunque sonara horrible, me sentí bien al saber que ya no era tan valiente y sobre todo al ver la sorpresa de Theo y también el miedo por lo que estaba presenciando.

— Señora Annabelle, no cometa una locura — pidió Adam quien hasta en ese momento me di cuenta de que se había adentrado al apartamento. Intentó acercarse a mí, pero Theo lo detuvo con un gesto de mano.

— ¡Por Dios, Annabelle! Acepta que no te ama a ti, yo siempre he sido su único amor — se atrevió a decirme Rebecca sacando un poco de fuerzas, la seguridad de sus palabras me llenaron de odio y no hacía ellos, si no hacía mi por haber sido tan estúpida —. Tu sólo ocupaste un lugar que no te correspondía — agregó con veneno en sus palabras.

— ¡Cállate, Becca! — exigió Theo

— ¡Pero Theo! — chilló ella al escucharlo.

— ¡Que te calles maldita sea! — gritó, Rebecca como esposa sumisa hizo lo que le pedía y agachó su mirada, al ver eso comprendí el por qué Theo siempre deseó que me sometiera a él. En algún momento algunas personas me compararon con ella y Theo me aseguró que no era así, al presenciar eso afirmé que en efecto no nos parecíamos, tal vez coincidíamos en algunos rasgos físicos, pero no en la actitud y forma de ser — Annabelle escúchame — pidió él sacándome de mis pensamientos.

— Cállate tú — musité con una tranquilidad que para nada sentía.

—No Annabelle, tienes que...

— ¡Que te calles maldita sea! — grité furiosa, Theo hizo lo que le pedí y Rebecca abrió demás sus ojos — Felicidades Theodore Lee, confié en ti y me fallaste — reclamé perdiendo un poco el control que intentaba tener —. Te di el poder de destruirme y lo utilizaste muy bien — una lágrima se escapó de mi ojo y no pude hacer nada para detenerla, juré que jamás volvería a llorar y sufrir por amor y había fracasado —. Recuerda bien este día — sugerí cuando quité el seguro del arma y apunté en dirección de Rebecca.

— ¡No lo hagas por favor! — suplicó él. Rebecca lloraba por el miedo de morir y esa vez de verdad — No te manches las manos de esta manera — sonreí de lado de manera malvada y disparé justo donde deseaba hacerlo.

Llevaba años luchando y superándome a mí misma, cayéndome y levantándome cada vez con más fuerzas, sumergiéndome en el abismo, pero emergiendo con una sonrisa en rostro al saber que una vez más me sobreponía de los golpes que la vida me daba. Lo de Theo me golpeó con mucha más fuerza que mis fracasos anterior, y en ese instante comprendí que no debía daba darle oportunidad al amor porque siempre me volvía débil e idiota, aunque no tanto para caer tan bajo.

Theo no dejó de verme sorprendido, asustado y dolido ante lo que había hecho. Solo me limité a sonreírle de lado tratando de esconder el dolor que me quemaba por dentro y que me consumía poco a poco.

— Espero que hoy sí seas feliz — hablé con displicencia —. Quédate con el amor de tu vida — guardé el arma en mi bolso y lo miré por última vez.

Mi tiro fue preciso y directo hacía la copia de nuestra fotografía que se encontraba en la mesita al lado del sofá — la de nuestro viaje a París donde me juró su amor —. Rebecca todavía permanecía en shock sin saber qué hacer y blanca como el papel, tuve el deseo de matarla a ella y a Theo por verme la cara de estúpida, pero no me mancharía las manos jamás por una infidelidad.

— No Annabelle, tú y yo tenemos que hablar, hay mucho que tengo que explicarte — espetó Theo acercándose a mí y tomando mi rostro entre sus manos, eso era el colmo. Lo miré directo a sus ojos y vi dolor, vergüenza, confusión y amor en ellos, aunque lo último temía que es hacia Rebecca y no para mí —. Yo te amo, hermosa — susurró cerca de mi rostro y me reí ante tal estupidez —, pero Becca ha venido a poner todo de cabeza — ahí estaba el famoso pero, lo que con seguridad sabía que iba a decir. Sentí asco por lo que pronunció, aun así seguí observándolo sin llorar y sin demostrarle lo que de verdad sentí —. Mírame como lo hacías antes — suplicó intentado besarme y de inmediato giré mi rostro impidiéndoselo —. Necesito ver a través de tus ojos el amor que sientes por mí — musitó y bufé con ironía.

— Eso jamás volverá a suceder Theo — le aseguré con convicción.

— Hermosa... por favor, podemos solucionar esto. Solo dame tiempo para arreglarlo.

— Claro que sí Theodore, tómate el tiempo que quieras para irte a la mierda junto con ella, el amor de tu vida, tu persona correcta en la vida — mascullé soltándome de su agarre.

— No Bel. No digas eso, tú eres mi persona correcta logré sentir la sinceridad de sus palabras, mas no estaba dispuesta a caer en su juego.

— ¿Lo soy? — no lo dejé responder, solo estaba demostrándole que lo nuestro ya no podía ser porque por mucho que jurara amarme, no estaba sobre la mujer que todavía era su esposa — Déjaselo claro entonces y sal ahora mismo de aquí conmigo, dile que soy la mujer a la que amas y ahora ella es solo tu pasado... uno que superaste en mis brazos — Rebecca sollozó al escucharme, se tomó el pecho y se sentó en el sofá intentado respirar bien.

La miré sufrir de verdad y Theo al percatarse de eso llegó a ella para consolarla.

— Cálmate cariño, puedo explicarte esto y confío en que lo que vas a entender — miré con atención aquella escena y confirmé que estaba ahí solo porque me encantaba pasarme de idiota a veces. — ¿Qué está pasando Theo? No quiero perderte de nuevo, no me dejes sola... no te vayas — rogó ella llorándole como una niña. Theo volvió a verme desesperado, sintiéndose entre la espada y la pared.

Decidí hacerle las cosas fáciles y ayudarle en su decisión.

— Soy tu persona correcta en el momento equivocado — respondí con ironía y un inmenso dolor en mi corazón.

No esperé a que dijera nada y salí de aquel que tantos recuerdos me dio antes de que me viesen llorar y romperme en pedazos. Corrí hacia el estacionamiento y me subí al coche, salí de la calzada a toda marcha y decidí estacionarme en orilla de la carretera cuando me había alejado lo suficiente. Lloré y golpeé el volante con mis manos abiertas, grité y sollocé como jamás lo hice antes. Todo lo que sufrí, todo lo que luché para llegar hasta donde estaba y para qué.

¿De qué servía haber roto las reglas que impuse en mi vida? ¿De qué sirvió sobrepasar mis límites si la vida una vez más se encargó de quitarme todo lo que había hecho y lo que me hacía feliz? Recordé cada palabra dicha por Theo, todo lo que hizo por conquistarme y pensé que sí fue sincero y me amó, pero llegó ella y jodió todo.

Cuando supuestamente murió jodió la vida del hombre que la amaba y cuando regresó jodió la mía por completo pero... ¿Por qué tardó tanto en volver? No lo sabía.

Recordé aquella nota que Theo recibió en casa de Darcy y me sorprendí al comenzar a encajar todo, negué en repetidas veces con mi cabeza, no podía ser lo que estaba pensando.

Solté un grito cuando escuché unos toques insistentes en la ventana de mi coche, giré mi cabeza para ver de qué se trataba y me encontré con un hombre casi de la edad de Theo, las ventanas estaban manchadas con algunas gotas de la lluvia que comenzaban a caer y eso me impidió ver con claridad, con temor abrí y limpié mis ojos.

— ¡Hola! Pasaba por aquí y te vi estacionada, creí que necesitabas ayuda — me sonrió amable y me sorprendí cuando me pareció conocido — ¿Estás bien?

— Eh... sí lo estoy, gracias — le hablé tímida.

— No parece que lo estés ¿Puedo ayudarte en algo? — el insistente sonido de mi móvil hizo que quitara mi atención de él y vi que era Ryan el que llamaba, mas no respondí.

— No te preocupes, solo ha sido un mal día para mí — aseguré e intenté descifrar por qué me parecía tan conocido. Cuando se irguió un poco logré verlo bien y entonces supe en donde lo había visto — ¿Tu eres el chico del centro comercial en Londres?

— Sí, ese soy yo — aseguró con una sonrisa deslumbrante —. Me llamo Nicholas — la sonrisa que había intentado ofrecerle se desvaneció de inmediato al escuchar su nombre y un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Intuía que me había metido en serios problemas — ¿Sucede algo Annabelle Bennett? — esa vez su sonrisa fue fría y malvada. Al escuchar cómo dijo mi nombre sin habérselo dicho antes me confirmó que él no estaba ahí por casualidad.

Como pude logré poner el coche en marcha y salí a toda velocidad.

Me fue difícil maniobrar el coche cuando la lluvia se hizo más intensa y la carretera se encontraba lisa, vi a Nicholas seguirme en un automóvil negro y maldije por haberme detenido en la carretera a llorar por un idiota que se sentía confundido con el regreso de su viejo amor. Sin embargo, era el idiota que amaba y confundida por lo que estaba pasando no pensé ni en lo que hacía, solo tomé el móvil y marqué el número de Theo.

— ¡Annabelle! Nena, te he llamado miles de veces — respondió de inmediato con voz afligida.

— ¡Nicholas me encontró, Theo! — avisé con aflicción.

— ¡Maldición! ¿Bel dónde estás? — preguntó preocupado y cuando iba a responderle perdí el control del coche.

Nicholas había impactado la parte de atrás haciendo que me descontrolara, grité asustada cuando me vi casi en el aire, el cinturón impedía que me saliera del coche mientras este giraba y solo rogué por salir de esa situación viva, aunque para ser sincera lo dudaba mucho. Todo giraba a mi alrededor, los vidrios se destruyeron por completo y pequeñas partes impactaron en mi cuerpo, la bolsa de aire del volante se activó y mi vista se empañó con la sangre que salía de alguna parte de mi cabeza.

Cuando por fin dejé de dar vueltas y el coche se detuvo, jadeé por el dolor intenso que atravesaba cada parte de mi cuerpo y como pude logré arrastrarme fuera. A pesar todo mi esfuerzo no llegué muy lejos y quedé ahí tendida sobre el asfalto, vi a Nicholas salir del suyo y caminó hasta quedar en cuclillas frente a mí.

— Le devolví a Theo su primer amor — confesó con burla —, pero nunca se imaginó que al recuperarlo perdería a su amor verdadero.

Siguió hablando, mas ya no fui capaz de escuchar nada; mi cuerpo comenzó a sentirse liviano y el dolor al fin desaparecía. Vi las gotas de agua caer, pero ya no las sentía; comencé a sentirme bien, aunque triste por no poder ver a la única persona que deseaba ver en esos momentos.

— Tú también fuiste mi noche perfecta — logré articular antes de que la oscuridad me embargara y la paz me consumiera.

____****____

— Annabelle Bennett, la hija del magnate Richard Bennett y esposa del multimillonario Theodore Lee, ha sido encontrada muerta luego de un aparatoso accidente en una de las carreteras de Beverly Hills.

Aparentemente ella se encontraba...

Theodore estrelló el mando de la televisión contra la pared después de escuchar las noticias que se filtraron en todos los noticieros; lloró y maldijo con dolor ante su pérdida, una que para él y todos los seres queridos de Annabelle era irreparable. Tras la llamada recibida por parte de Annabelle que le congeló la sangre, hizo que todos sus hombres se movieran para encontrar a su amada, pero cuando lograron rastrearla a través del dispositivo incorporado en su coche todo había sido demasiado tarde.

El automóvil estaba destruido en su totalidad y solo pudieron sacar de él, el móvil de ella ya inservible, su bolso y un móvil más que no reconoció en el momento hasta que lo activó y descubrió lo que contenía. El hijo de puta de Nicholas grabó desde su coche el momento en el que provocó el accidente de Annabelle y su corazón terminó de romperse cuando vio el instante en el que su Hermosa cerraba los ojos y pronunció las palabras que en otra ocasión hubiesen sido las más gloriosas para él, pero no ese día.

Esa noche solo le provocaron el dolor más profundo que jamás sintió, incluso más fuerte que cuando creyó haber perdido a Rebecca.

Lo que más le dolía era que Annabelle había salido del apartamento con una imagen equivocada de él; sí, había besado a Rebecca. Pero ese beso solo lo hizo sentir un miserable y entendió que, aunque su esposa regresó de la muerte, el amor que sentía por ella murió en el momento que una hermosa rubia contestona apareció en su vida.

Lo que Annabelle vio solo fue el vano intento de Rebecca por reconquistarlo y hacerle ver que él todavía sentía algo por ella, pero estaba equivocada ya que su corazón pertenecía a Annabelle y eso nada ni nadie lo cambiaría. Sin embargo, sentía una deuda con la mujer que amó en el pasado y por lo mismo no fue capaz de abandonarla cuando Bel se lo pidió y rogó para que ella lo comprendiera, pero le dio una idea equivocada y se arrepentía por no haber corrido tras de la única mujer que amaba.

El cuerpo de Annabelle fue secuestrado por Nicholas, el vídeo en el móvil se lo mostraba junto con la risa burlona de ese mal nacido y sus palabras llenas de un odio profundo.

Pagué para que dañaran los frenos de tu coche hace años porque quería deshacerme de ti, pero no contaba con que mi hermosa Marian viajaría contigo. Te juré hacerte pagar por meterte entre mi novia y yo y me di cuenta de que con Rebecca tenía a la mujer equivocada, ella no fue tu debilidad. En cambio esta hermosa rubia sí... lástima que no tendrás ni su cuerpo ni su tumba para llorarle — y ahí finalizaba ese tortuoso vídeo.

En efecto, Nicholas había tenido secuestrada durante años a la mujer equivocada, pero cuando el maldito descubrió su error no dudó en repararlo y entonces sí le había arrebatado a su verdadero y único amor. Del bolso que había recibido y que pertenecía a Annabelle, sacó aquel cuaderno de pasta de cuero en color marrón que un día quiso leer y ella se lo prohibió, a la vez que le aconsejó que hiciera todo lo posible para que jamás le diera motivos para que escribiera sobre él. Con manos temblorosas lo abrió y comenzó a leer página por página, comenzando con la que iniciaba con el título de «Primer Amor» y finalizando con una que terminó de desgarrar su corazón ya hecho pedazos... «Mi Amor Verdadero».

Su grito de dolor se escuchó por todo el pent house después de finalizar con tan amarga lectura y eso solo provocó que la nana de su Annabelle — quien se encontraba en el salón del lugar junto a también los padres de su amada — cayera al suelo con un dolor atravesando su pecho, sufriendo por creer haber perdido a su amada hija.

Desde ese momento Theodore Lee se consideraba muerto junto al amor de su vida... su noche perfecta.

FIN...


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Pronto subiré la segunda parte de este libro, por esa razón no tendrá epílogo.

Gracias a quienes lo han leído, esta fue mi  primer historia. Escrita en el 2015 y subida aquí en el mismo año. Muchos de los capítulos de este borrador irán mejorados en el libro físico ya que la pienso publicar, pero los cambios que haré no interferirán en la trama.

Nos leemos pronto.



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