Capítulo 34 (Penúltimo)
Un mes había pasado desde aquel loco y hermoso día, mismo en el que me convertí en la señora Lee; mis padres como predije pegaron el grito en el cielo, mi padre no estuvo de acuerdo y mi madre se indignó mucho por no haber estado presente. No obstante, después de unos días ese enojo pasó y aunque mi padre todavía estaba reticente, ya toleraba más el hecho de que su pequeña era toda una mujer casada.
Era asombroso que Theo tuviese cada detalle preparado y la luna de miel fue espectacular en Venecia y aunque fue solo una semana, se convirtió en la mejor de mi vida.
Darcy salió de viaje con Tom para conocer a la familia de él y regresaba pronto; el trabajo iba de maravilla y con mi esposo hacíamos una combinación perfecta en el trabajo. Al regresar de nuestro viaje de luna de miel, Theo se encargó de hacerles saber a todos que ya era su esposa y a pesar de que en un principio me molestó, también me hizo sentir muy especial la manera en la que decía con orgullo que ya era su mujer. Cada día a su lado era especial y el sexo insaciable, mi manera de ver cada espacio en nuestro hogar había cambiado de forma radical al recordar todo lo que habíamos hecho en cada rincón; seguíamos visitando y encerrándonos de viernes a domingo en nuestro apartamento del sexo y admitía que mi gusto por el sexo normal había cambiando mucho desde que Theo siguió enseñándome sus peculiares gustos por lo salvaje, y desde hacía un tiempo prefería practicarlo con dureza y eso era algo que a mi marido le encantaba.
— Hermosa, en serio quiero quedarme contigo y acompañarte al médico — dejé mi diario en el cual me disponía a escribir debajo de la almohada y me concentré en mi guapo hombre.
— No es necesario cariño, alguien tiene que trabajar — respondí juguetona.
— Eres más importante tú y en serio me preocupa ese malestar estomacal que tienes — vi la preocupación en su rostro —. Nena... ¿Será que estás embarazada? — la sonrisa que tenía en mi rostro se desvaneció de golpe y sentí que mi respiración se cortó a la vez que mi corazón se estrujó de dolor al ver la ilusión en su rostro.
— No....no creo que sea eso — logré responder escondiendo mi decepción.
— Yo sí creo, digo... tú no te cuidas de ninguna manera y yo tampoco. Nuestras sesiones de sexo son muy largas y placenteras y la verdad me imagino a una pequeña nena con tus hermosos ojos o a un hombrecito que me ayude a cuidar a su hermosa madre — las lágrimas picoteaban mis ojos con cada palabra que salía de su boca —. Te imaginas lo alegre que fuera nuestro hogar con las paredes decoradas por nuestro hijo y el desorden de juguetes regados por todos lados.
— ¡Ya, Theo! — dije sin poder contener mis lágrimas y noté la sorpresa en él — No sigas por favor.
— Bel... ¿No quieres tener hijos? — cuestionó con dolor al ver mi reacción. Sí quería un hijo tuyo amor, era lo que más deseaba, lo añoraba con todas mis fuerzas, pero... nunca podría dártelo. Quería poder decirle todo eso, sin embargo, me sentía una cobarde al no tener el valor de hacerlo.
— Claro que quiero, pero sé que no estoy embarazada. He estado muy mal de mi estómago toda esta semana, mas no es por eso; algo me cayó mal y no quiero que te ilusiones en vano — pedí, sintiéndome como una vil mentirosa.
— Bien, después de que te mejores quiero que vayamos a visitar a tu ginecóloga para ponerte en control y así buscar a nuestro primer heredero — su voz fue decidida, segura y emocionada. Lo que tanto temí estaba sucediendo y no era justo para él. La hora de enfrentarme a la verdad había llegado.
— Theo, tengo algo que decirte — antes de que pudiese continuar su móvil sonó y con gesto de mano me pidió que esperara.
— Diga. Claro Emily... ¿Estás segura? — frunció el entrecejo por lo que su secretaria decía — Está bien, salgo de inmediato para allí... Sí, hazlos pasar. Gracias, nos vemos luego — cortó la llamada y lo vi extraño.
— ¿Todo bien?
— ¿Eh? Sí hermosa, es una visita inesperada así que debo irme — se acercó a mí y se apoyó en una de sus rodillas sobre la cama y me besó. Nuestra charla había quedado en el olvido por el momento, pero sabía que esa noche tendría que enfrentarme a mi más grande miedo —. Josh se encargará de llevarte al médico, avísame cómo sale todo por favor — pidió y asentí —; no olvides cuanto te amo, te voy a echar de menos.
— Yo también te amo, nos vemos más tarde — dije y lo vi irse.
Tomé una ducha con agua caliente para relajarme un poco tras haber vomitado todo lo que desayuné, maldije por haber comido mariscos sabiendo lo que me provocaban, pero no lo pude evitar ante la forma en la que Theo decidió alimentarme esa noche — como negarme a un suculento bocado de tan criminal alimento para mí, servido sobre sus duros y bronceados abdominales —. Fue imposible no ceder y a pesar de la horrenda semana que había pasado a causa de eso, creía que lo volvería a hacer.
Me vestí con ropa cómoda y ya que había hecho la cita con el doctor, me dispuse a ir hacia el consultorio.
— Señora, el coche está listo.
— Gracias Josh, vamos — pedí y me encaminé con él hasta el estacionamiento.
En el camino tuve la oportunidad de pensar en lo sucedido esa mañana con Theo, la ilusión en su rostro al imaginarse a un hijo fue muy dolorosa y aunque me propusiera a hacer todo por hacerlo feliz, sabía que nunca lo lograría pues ese día descubrí que lo que más deseaba, jamás podría dárselo. Deseaba que Darcy se encontrara en el país para poder refugiarme en ella y contarle lo que pasaba, desde que me casé casi no habíamos podido estar juntas y la necesitaba demasiado en ese instante.
Theo se encargó de reemplazar mi coche por uno nuevo para que pudiera moverme libre a donde yo quería, a pesar de eso casi no lo manejaba porque la libertad se había acabado para mí desde que las amenazas llegaron. Era vigilada las veinticuatro horas del día por guardaespaldas de papá y otros muchos de Theo, sin embargo, el único que se mantenía siempre cerca era Josh; él estaba al pendiente de mí en todo momento y me hacía sentir muy cómoda.
Llegamos a mi cita médica y fui conducida por varios laboratorios para hacerme todo tipo de exámenes y el doctor se encargó de darme algunos medicamentos suaves para calmar mi malestar hasta que las respuestas de mis exámenes fueran entregadas. En el momento de recibir las medicinas mi malestar se calmó y di gracias por eso. Tendría que regresar al día siguiente por las respuestas así que decidí irme hacia AnBe y trabajar un poco después de sentirme mejor; al salir de ahí decidí ir a Be&Le y darle una sorpresa a mi esposo.
Al entrar al edificio noté mucha gente y me pareció un poco extraño, en el camino me encontré con Ryan quien con insistencia me invitó a ir por un café, pero me negué; lo sentía nervioso y al cuestionarle la razón solo respondió con excusas tontas. Con la promesa de aceptarle pronto ese café, me despedí de él y continué mi camino.
Mi sorpresa fue grande cuando me encontré a Aaron Jones fuera del despacho de Theo.
— ¿Aaron? — lo llamé viéndolo de espaldas a mí, alrededor de cinco hombres más estaban posicionados en el área cerca del despacho y a ninguno reconocí como empleado de mi padre o Theo.
— ¡Annabelle! — respondió y lo vi palidecer un poco — ¿Qué... qué haces aquí? — fruncí el entrecejo ante su pregunta.
— Es mi empresa — señalé sonando más brusca de lo que pretendía — ¿Tú qué haces aquí?
— Señora Lee — Adam llegó interrumpiendo a Aaron —. Creí que no vendría hoy.
— Ella no es la señora Lee — inquirió Aaron con tranquilidad y me incomodó un poco.
— Señor Jones, por favor — advirtió Adam y eso solo me inquietó más.
— ¿Theo está en el despacho? — pregunté a Adam y asintió un poco reticente, sin esperar más me encaminé hacia allí decidida a averiguar lo que sucedía.
Un repentino golpeteo de mi corazón demasiado acelerado me advirtió que algo malo sucedía, de pronto recordé lo poco que había avanzado las investigaciones con Rachel y Nicholas, eso me preocupó demasiado y sentí una vez más el mismo miedo que el día en el que creí haber perdido a mi mejor amiga.
Abrí la puerta del despacho sin tocar antes y si Josh no hubiese caminado detrás mí creo que no habría logrado tomarme de la cintura y evitar que me fuese de culo contra el suelo; ahogué la impresión que sentía en esos momentos al ver frente a mí a Theo, fundido en un abrazo amoroso con una chica rubia unos diez centímetros más alta que yo. Ella me daba la espalda por lo cual no pude reconocerla, escuché leves sollozos y descubrí que ambos lloraban. Mis manos se tornaron heladas y sudaban con exageración, todo mi cuerpo se volvió frío por fuera, pero en mi interior sentía un fuego abrazador. Fui capaz de escuchar mi corazón retumbar en mis oídos por lo rápido que latía y mi respiración se cortó.
— ¡Señora! ¿Está bien? — escuché a Josh preguntar, mas no respondí. No podía hacerlo.
Theo se dio cuenta de mi presencia y palideció cuando me vio de pie en el umbral de la puerta y tomada por Josh de la cintura, sus ojos estaban rojos por las lágrimas y eso de cierta manera me preocupó mucho.
¿Qué había sucedido para que se encontrara así? No lo sabía.
Solo sabía que no lograba decir nada, se limitó a observarme con dolor y eso también llegó a dolerme; la incertidumbre me embargó y maldije por dentro al no poder reaccionar. La mujer frente a Theo se dio cuenta de lo que sucedía y la escuché murmurarle algo que no entendí, me tensé cuando la vi llevar sus manos a las mejillas de él y acunarlas con demasiada confianza y afecto. La mujer al ver que él no reaccionaba se dio la vuelta para quedar frente a mí.
Su maquillaje perfecto, su carísima vestimenta, su cabello muy bien arreglado, sus ojos sorprendidos al verme y confundidos al no entender lo que pasaba, me observaron. Sonrió amable y se irguió frente a mí.
— ¿Quién es ella cariño? — cuestionó con voz melosa viendo a Theo, pero él no reaccionó. Ella no sabía quién era yo, pero jodidamente yo sí sabía quién era ella.
Vi mi mundo despedazarse en cuestión de segundos y el malestar que había desaparecido con el medicamento que me dio el doctor, regresó a mí y con más fuerza; mi estómago se revolvió y sentí la necesidad de vomitar, aunque de milagro me contuve.
— Soy Annabelle Le... Bennett — me corregí de inmediato con dolor en mi alma y vi que Theo se dio cuenta de ello.
— ¡Oh! Eres la socia de Theo — sonreí para evitar llorar cuando me reconoció de esa manera —: Mucho gusto Annabelle, yo soy...
— Sé quién eres — la corté de inmediato, mi labio inferior tembló al contenerme con demasía —. Perdón por interrumpir — dije dándome la vuelta y saliendo de ahí de inmediato.
En el camino pasé golpeando un costado de Aaron y no me tomé la molestia para pedir una disculpa, mi cabeza se encontraba demasiado confundida con lo que sucedía; Josh me siguió de inmediato limitándose solo a eso — a seguirme —. Bajamos en el ascensor y cuando habíamos llegado al coche me metí en el interior y me derrumbé como jamás creí hacerlo. Josh se quedó fuera dándome mi espacio y se lo agradecí, mi pecho dolía ante los sollozos que querían salir desesperados y no podían porque mis lágrimas se lo impedían. Sufrí mucho más que la primera vez y todavía más que la segunda. Maldije a mi puta vida que se había encargado desde hacía mucho a golpearme de esa manera siempre que me veía sonreír o ser feliz. El coche se abrió con brusquedad, vi a Theo introducirse y sin decir nada me abrazó y se aferró a mí. Maldije al sentirme tan bien entre sus brazos porque sabía que después eso solo me dañaría más, sin embargo, no lo aparté; devolví el gesto y lloré con más fuerza entre su cuello.
— Lo siento Bel, lo siento mucho — susurró con su voz entrecortada —. Te juro por mi vida que no quería dañarte, yo no planeé esto.
Aquellas palabras solo sirvieron para que las heridas de mi corazón sangraran de nuevo.
— ¿Por qué la vida es así de cruel conmigo? — pregunté cansada de luchar y no pudo responder.
— También lo ha sido conmigo — aseguró con dolor en su voz.
Su respuesta no me ayudaba en nada y temí lo peor.
— ¿Qué harás? — pregunté zafándome de su abrazo y lo miré a los ojos, estaban llenos de confusión y dolor.
— Tengo que hablar con ella y explicarle lo que pasa. Llegó junto a Aaron de pronto y no tuvimos tiempo de hablar, la impresión ha sido mucha, la sorpresa también. Pero la felicidad aún más — una punzada de dolor y celos me atravesó al ver la ilusión con la que dijo lo último —. Déjame arreglar esto y ve a casa por favor, te prometo llegar pronto.
— ¿Quieres deshacerte de mí? — cuestioné con amargura, aunque no lo dejé responder — Bien Theodore, ve con tu esposa — hice mucho énfasis en lo último de manera adrede — arregla todo con ella...Rebecca te espera.
— Bel, por favor.
— ¡Vete Theodore! — grité destrozada — ¡Josh, sácame de aquí ahora! — exigí a punto de derrumbarme otra vez y evité mirar al tipo a mi lado. Solo quería que se bajara del coche y se marchara hacia donde lo esperaba su esposa.
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Vi una y otra vez el reloj en mi muñeca y caminé de lado a lado en mi habitación, por momentos me sentaba en la cama, otras me tumbaba viendo al techo y otras tomaba mi cabello y lo presionaba en señal de ansiedad y frustración. Cinco horas atrás llegué al pent house, la noche había llegado y ni siquiera pude comer algo al estar a la espera de Theo; prometió llegar pronto y por primera vez no cumplió su promesa y me dolía demasiado, aunque más lo hacía el hecho de seguir teniendo esperanza en algo que a lo mejor ya había acabado. Saqué el diario que dejé debajo de mi almohada esa mañana y decidí escribir algo muy diferente a lo que pensé escribir antes, todo con tal de esperar con menos ansias.
¿Mi Amor Verdadero?
Hace mucho tiempo creí que esto no pasaría de nuevo...
Una hora pasó desde que comencé a escribir y maldije al ver que no ayudó con mi espera; minutos antes marqué al móvil de Theo y saltó de una vez al buzón, mis ganas de llorar una vez más eran insoportables y corrí para el baño a vomitar ese horrible nudo que sentía en mi estómago. Miles de pensamientos pasaron por mi mente y ninguno era bueno, todos incluían a Theo y Rebecca en una cama de hotel aprovechando todo el tiempo perdido y eso no me ayudaba en nada con mi ansiedad.
Escuché mi móvil sonar y salí corriendo del baño hasta donde lo dejé — después de haberme cepillado los dientes — pensando que era Theo, pero me desilusioné cuando vi que era él. Fue un mensaje de texto y el número era desconocido, sin embargo, lo abrí, jadeé y caí sentada en la cama por la impresión; mis lágrimas comenzaron a salir sin cesar al ver la fotografía de Theo besando con pasión a Rebecca en la entrada de nuestro apartamento del sexo. Estrellé el aparato contra la pared en un arranque de ira y decepción, sin pensarlo tanto tomé mi bolsa y metí en ella el diario y un pequeño revolver que ese maldito guardaba en la mesita de noche. Al bajar me percaté de que Josh no estuviese cerca y me fui casi corriendo hacia el estacionamiento.
Puse en marcha el coche y traté de respirar profundo para controlarme; todo mi cuerpo temblaba por la ira y mi mente había sido nublada por la bruma de la traición y el dolor que me embargaba. Me salté muchos semáforos en rojo y rogué porque la policía no me detuviera, en cuestión de tiempo récord llegué al apartamento, cogí mi bolso junto a las llaves y me adentré casi corriendo.
— ¡Señora Lee! ¡¿Qué hace aquí?! — Adam estaba de pie frente a la puerta del apartamento.
— Bennett — le corregí con brusquedad —, Vengo a aclarar muchas cosas, me cansé de ser sumisa y esperar, así que apártate — espeté.
— No puedo señora — ira fue lo único que sentí y más con esa actitud.
— Sea lo que sea con lo que me encuentre ahí adentro, créeme Adam que ya estoy preparada. Así que por favor hazte a un lado — exigí y de manera contrariada él se apartó.
Las manos me temblaban cuando intenté abrir la puerta, pero logré hacerlo y con eso también dejé que mi corazón volviera a separar sus miles de pedazos y casi escuché caer cada uno de ellos y ser pisoteados. Rebecca estaba casi desnuda y con sus brazos se aferraba a la camisa de Theo para quitársela mientras besaba su cuello y él la tomaba de la cintura.
— Es por esto por lo que no respondías mis llamadas — a pesar de todo intenté darme una palmadita en mi espalda al lograr hablar sin derrumbarme.
— ¡Annabelle! — fue lo único que logró decir al verme frente él y casi presenciar su acto de amor.
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