Capítulo 13
«— Ten Annabelle — dijo extendiéndome un papelito — Quítate esa venda de los ojos de una buena vez, ahí está escrita la contraseña de la red social de James; yo no hago esto, pero estoy harta de verte la cara de estúpida — sus palabras me dolieron porque la consideraba mi amiga y no solo una compañera.
Clarisse una de mis mejores amigas — junto con Darcy y Alicia —, la mejor de los hackers en la universidad, sabía cómo entrar a cualquier red, pero jamás invadía la privacidad de nadie.
— ¿Por qué haces esto y por qué me tratas así? — pregunté desconcertada.
— ¿Es en serio? Annabelle, tienes todas las pruebas a tu alcance y aun así te sigues dejando embaucar por ese idiota. Tu amor por él es demasiado ciego y no te das cuenta — espetó muy furiosa —, si hago esto es solo para quitarte esa maldita venda de los ojos, pero allá tú si lo haces. Eso sí, si lo llegas a hacer y ves todo lo que quiero que veas espero que comprendas por qué me había callado.
Dicho eso, salió del salón de clases y me dejó ahí confundida y avergonzada, sin saber qué hacer. Jamás me había agrado invadir la privacidad de nadie y mucho menos la de James; siempre había confiado en él y estúpidamente creía que le debía mi confianza.
— Por favor James, dime la verdad; estoy harta de que me hablen mal de ti y aparte tu has cambiado mucho conmigo — le pedí al chico frente a mí cuando estábamos en su departamento.
— Otra vez con lo mismo Annabelle — musitó con molestia — ¡Si he cambiado ha sido por tu culpa! Por haberte besado con ese idiota — volvió a reclamar haciéndome sentir culpable.
— Eso fue hace mucho tiempo James y te he pedido perdón de miles de maneras, además tú y yo estábamos pasando por un mal momento y nos habíamos dado un tiempo y solo fue un beso del cual me arrepiento día con día — le hablé con tristeza y verdadero arrepentimiento.
— No sé ni por qué te perdoné nena — susurró luego de acercarse a mí y acariciar mi mejilla —. Yo nunca te he sido infiel y tú me hiciste eso y encima ahora osas de acusarme y creer en las estupideces que te dicen — aseveró haciéndome sentir miserable. Ese era su poder sobre mí, se aprovechaba de mi amor por él y el arrepentimiento que cargaba día con día por haber besado a alguien más en un momento en el que ambos nos habíamos dado un descanso; obviamente yo era casi una niña y por lo mismo le salió fácil manipularme así.
— Está bien, perdóname — pedí aceptando que todo era mi culpa —, es solo que muero de celos al saberte con otra.
— Tú eres la única en mi vida; eres mi niña, mi nena. La chica con la que he estado ya cuatro años y a la que cada día amo más y a pesar de todo lo que me hiciste, yo no te fallo; entiende eso por favor — pidió y moví mi cabeza de forma afirmativa, dándole a saber que ya me tenía de nuevo.
James unió nuestros labios y me besó de aquella manera única con la que siempre me besaba, aquella que me estremecía hasta los huesos y me hacía volar. Amaba a ese hombre y creía que debía confiar en él, aunque mi mente me dijera otra cosa, porque era mi primer amor y deseaba que fuese el último.
— Hazlo Annabelle, desengáñate porque por mucho que lo ames él ha cambiado demasiado y no tiene por qué seguirte reclamando algo que fue hecho hace mucho. Tu no le fallaste ya que en ese momento no estabas con él, entiende eso — pidió Darcy luego de comentarle lo que sucedió con Clarisse y luego con James —. Además, él tuvo la culpa, fue un idiota que te humillaba y te trataba peor que trapeador, era lógico que tú te cansarías y le darías una lección.
— Aun así, me arrepiento — dije triste al recordar todo, porque ese error me cambió para mal la vida.
— Toma mi laptop y hazlo, por amor a ti amiga — pidió de nuevo no dándose por vencida conmigo y acepté.
Mi corazón se aceleró al tener en mis manos la oportunidad de saber de una vez por todas si todo lo que me decían de James era cierto, sabía que me sentiría culpable si todo era mentira y yo invadía su privacidad, pero también las dudas me estaban matando poco a poco.
Introduje el nombre de usuario y la contraseña de James en la red social y de inmediato desconecté el chat para que nadie de sus amigos lo vieran en línea y le escribieran, así las posibilidades de que él lo notara también eran pocas. Volví a ver a Darcy quien con una mirada me animó a continuar haciéndome sentir que eso era necesario para mi salud mental. Luego de entrar me fui a la bandeja de entrada y revisé los chats que había tenido, mi corazón estaba desbocado y sentía que se saldría de mi pecho; mis manos sudaban, estaban heladas y temblaban, pero aun así continué. El primer chat que llamó mi atención fue uno que tuvo con Nora, una mujer que hacía mucho tiempo se rumoró que se había enredado con James y por eso su matrimonio se había destruido, él lo negó rotundamente diciendo que no era capaz de destruir un hogar y por eso le creí; decidí abrirlo y comencé a leer, todo era como una plática entre conocidos hasta que unas palabras llamaron mi atención.
Nora: — Me sentí como una asaltacunas.
Retrocedí hasta llegar al principio de esa conversación, la tranquilidad que mi corazón había tenido por unos momentos se acabó y de nuevo comenzó a acelerarse.
Nora: — Yo jamás había hecho algo así.
James: — Tampoco yo, pero no me arrepiento.
Nora: — ¿Sabes? Fue por eso por lo que mi marido me dejó, nunca quise decirte nada para que no sintieras culpa, pero esa es la verdad y pensé que Annabelle te dejaría a ti, me sorprendió cuando no fue así.
James: — ¡En serio! Yo no quise ocasionarte problemas, siempre fui discreto y jamás dije nada y fue por eso por lo que logré convencer a Annabelle de que todo era una mentira.
Nora: — Eso ya no importa y que bueno que la lograste convencer, en todo caso yo tampoco me arrepiento. Me hiciste volver a vivir, sentirme mujer de nuevo y disfrutar mucho, aunque te confieso que me sentí como una asaltacunas.
Sentí que mi mundo se detuvo y no era capaz de seguir leyendo más, Darcy me abrazó al ver mi estado para así intentar reconfortarme, pero no lo logró.
— Es un maldito hijo de perra — espetó molesta — ya viste algo, déjalo así y no te tortures más amiga — aconsejó.
— No Dars, hoy por fin estoy viendo la realidad y seguiré descubriendo sus mentiras — dije segura, aunque con un gran dolor en mi corazón.
Seguí escudriñando en sus mensajes y descubrí más conversaciones con otras mujeres, una que siempre había sido mi enemiga, con la maldita zorra de mi prima, otra mujer casada, la estúpida niña rica con la que muchas veces me comparó; con todas ellas se había acostado, llegué hasta otra y me sorprendí al ver que era con Alicia, me negué a que mi propia amiga y compañera me hubiese hecho eso, pero de inmediato abrí la conversación.
Alicia: — Yo te amo James y me duele verte con la idiota de Annabelle.
James: — Lo sé preciosa, pero no puedo dejarla. Tu sabías que yo estaba con ella y no te importó que fuera tu amiga y te dejé claro que no la dejaría.
Alicia: — ¡Ya! Déjalo así, mejor hablemos de cosas más interesantes.
James: — Interesantes como... ¿Cuándo te hago el amor?
Alicia: — ¡Sí! Como cuando me haces sexo oral, no te imaginas cuanto me encanta.
James: — A mí también preciosa, no sabes cómo te disfruto.
Dejé de leer ya que Darcy me quitó su laptop y la apagó, la miré con mis ojos llenos de lágrimas. No podía hablar, no podía pensar; mi mundo se había derrumbado, por fin me había dado cuenta de quién era James en realidad y comprendí las palabras de Clarisse, ella sabía lo de Alicia y por eso había hecho eso; ni siquiera iba a juzgarla porque la conocía y estaba segura que antes de hacer lo que hizo conmigo, había hablado con Alicia para que dejara de verme la cara estúpida como lo había estado haciendo, no obstante, era obvio que ella no quiso dejar de hacerlo y por eso Clarisse actuó a su manera.
— ¡Ya no mientas más James! — le grité furiosa, estaba en su apartamento y le había encarado. Le tiré en la cara las pruebas, saqué todas las conversaciones en papel para así demostrarle que no podía mentir más.
— ¿Cómo las obtuviste? — preguntó con asombro.
— Eso no te importa, las obtuve y ya. Hoy puedo darme cuenta de la clase de imbécil que eres, se acabó James, todo se acabó.
— Perdóname Annabelle, te amo, sé que la cagué ¡Perdóname! — suplicó.
(****)
Un año después...
— Sabes que Annabelle, estoy harta de esta situación así que sí, me metí en la cama con tu novio, pero te aclaro que él no me interesa como pareja; solo fue diversión y si te lo confieso es porque no soporto más problemas y más el que James no tenga los suficientes pantalones para afrontar la situación — Daniela me confesó todo sin tapujos y aclaró mis sospechas.
Después de aquel día en que descubrí todo y lo afronté, me suplicó por una segunda oportunidad la cual negué, pero días después me convenció y cedí. Cambió mucho y fue un mejor hombre, me liberé de una culpa injusta y por un tiempo él fue el hombre que tanto anhelaba, hasta ese día en el cual descubrí una nueva infidelidad de su parte.
Había sido una estúpida de nuevo y me merecía tal cosa ya que fui yo la que se lo permití al haber creído de nuevo en alguien que desde un principio no fue honesto conmigo. La vida me estaba enseñando a ser más astuta de una manera que me despedazaba por completo.
— Y hoy James ¿Cuál es la excusa? — pregunté y vi como su rostro se descompuso de la vergüenza.
¡Mierda! Era increíble que aún tuviera.
— Mi amor, está bien lo acepto — dijo al fin y me reí satírica — te volví a fallar, pero te juro que todo fue porque te sentí distante, sentí que ya no me amabas — lo absurdo de sus palabras me provocó un profundo asco.
— Vete a la mierda James, me das asco — bufé con voz fría —. Te di una oportunidad y la volviste a cagar.
— Perdóname nena, te juro que no volverá a suceder; yo te amo a ti y pueden pasar muchas mujeres por mi vida, pero tú eres a la única que amo — sus excusas y cinismo me hicieron reír y a pesar del dolor que me invadió no lloré.
Ya no lo haría más por él.
— Claro que no volverá a pasar — le aseguré — porque en este instante te saco de mi vida para siempre. Te di una segunda oportunidad y no lo valoraste, ya me humillaste demasiado James.
— Pero nena yo sé que tú me amas y el amor lo perdona todo — señaló intentando abrazarme, cosa que impedí segura.
— ¡Eres un maldito descarado!
— No Annabelle, te amo y no quiero perderte te juro que no volveré a fallarte.
— ¡VETE! — grité con furia.
— Pero ne...
— ¡Que te vayas! ¡Maldita sea! Vete de mi vida James, no quiero volver a saber de ti.
— No me daré por vencido tan fácil, te amo, tú eres mi niña y no estoy dispuesto a perderte».
Cerré de golpe aquel diario en el que había escrito parte de mi vida y limpié las lágrimas que rodaban por mis mejillas al revivir aquel momento de mi vida que me marcó mas no me enseñó en su totalidad lo cruel que podía ser el amor. Desde hacía mucho que no lloraba, que ni siquiera veía aquel diario, pero de vez en cuando me gustaba volver al pasado para comprobar y asegurarme que debía seguir siendo como era; leer mis errores me ayudaba a mantenerme firme en mi decisión y la promesa que me hice de no dejar que nadie volviese a lastimarme, porque estar donde estaba en aquel momento, no había sido para nada fácil.
Volví a abrir el diario y comencé a leer y a recordar uno más de mis errores.
Ryan.
«— Princesa, esta semana me voy de viaje, pero regreso en dos semanas — me informó Ryan, hice un puchero al saber que de nuevo estaría sin él.
— Pero cariño ¿Por qué te vas tanto? — pregunté con tristeza.
— Son cuestiones de mi trabajo, compréndeme; te prometo que al regresar te lo recompenso — aseguró con picardía y sonriendo de manera sensual.
— Aunque me lo recompenses no me gusta estar sin ti — inquirí y no logré ocultar mi tristeza, Ryan se acercó y me abrazó, su rico olor me invadió y me aferré a él aún más.
— No me gusta que me mires con tristeza — confesó besando mi frente — prefiero esa mirada llena de felicidad.
— Tú me haces feliz, tu presencia lo hace — le recordé mirándolo a los ojos.
— Y tú me haces feliz a mí, princesa — vi la sinceridad en sus ojos ante sus palabras.
Me había abstenido a las relaciones después de lo de James, sin embargo, Ryan me demostró ser diferente y cuando me di cuenta, ya se había robado mi reconstruido corazón y lo había hecho solo suyo.
(****)
Dos semanas después...
— ¡Ryan! Regresaste al fin — exclamé feliz cuando lo vi entrar al departamento, pero mi felicidad se fue al verlo triste y preocupado — ¡Cariño! ¿Qué pasa? Te veo triste — intentó sonreírme, pero solo logró hacer una mueca.
— Ven princesa — pidió tomándome de las manos y llevándome a mí recamara —. Tengo que hablar contigo — agregó al llegar a ella.
— Ryan me asustas — confesé con miedo — habla de una vez — exigí sin ser pesada o demandante.
— Quiero ser completamente sincero contigo Ann, ya no me puedo seguir callando — vi el dolor en su mirada y eso logró atravesar mi alma —. Me enamoré perdidamente de ti princesa, te amo y no puedo callar más — sus palabras me dejaron en shock, pero también me llenaron de una felicidad inmensa.
— ¡Oh mi amor! Me asustaste — dije abalanzándome a sus brazos —. No te imaginas lo feliz que me haces, yo también estoy enamorada de ti y te amo Ryan — solté eufórica y completamente feliz.
Inmediatamente lo besé de manera hambrienta y posesiva; lo extrañaba, extrañé sus besos, sus caricias, extrañé todo de él. No tardó en responderme y me besó de la misma manera; su forma de poseer mis labios era única, me estremecía y me enloquecía. Su pasión me hizo desear más y como si hubiese leido mi mente, comenzó a acariciarme y a desnudarme; sentí su necesidad de poseerme en cuerpo y alma y era seguro que él también sintió la mía. Quería que me hiciera el amor y me llevara al cielo como solo él sabía hacerlo.
— Te amo volví a decirle después de que habíamos hecho el amor. Me sentía feliz, no solo por su confesión sino también por la forma en la que me hizo suyo, siendo especialmente tierno y extremadamente delicado.
— Te amo con demasiada locura, te amo tanto que da miedo, te amo tanto que duele — contestó siendo una hermosa declaración de su parte, pero de nuevo volví a ver el dolor atravesando su mirada y me di cuenta de que aquellas palabras no eran acordes a su estado ánimo.
— ¿Qué te pasa amor? — pregunté otra vez con preocupación y el suspiró con pesadez — Dímelo porque me asustas Ryan, estas muy raro y ya comenzaste a preocuparme de nuevo — me acunó el rostro con sus manos y me besó; pude sentir todo su amor por mí en ese beso.
— Tengo algo más que decirte, pero antes quiero que no tengas dudas de mi amor por ti, eres mi todo Annabelle Bennett, te amo como un loco — repitió con demasiada insistencia, como si decirlo mucho lo haría más verídico y vi una lágrima rodar por su mejilla.
— Habla ya Ryan, me asustas — supliqué, luego de unos minutos de silencio y un largo suspiro al fin habló.
Y yo deseé que jamás lo hubiese hecho.
— Soy casado — confesó y mi primera reacción fue reírme.
— Estás bromeando ¿Cierto? — me miró con impotencia y no respondió, solo cerró sus ojos para contener las lágrimas — Ryan... estás bromeando ¿Cierto? — titubeé al preguntar una vez más, al borde de las lágrimas y con la voz quebrada.
— No princesa — susurró con tristeza y sabía que mi rostro había cambiado de colores al escuchar semejante verdad de aquella hermosa boca que creía mía, únicamente mía y de nadie más —. Quisiera que fuera broma, pero no, estoy casado — confirmó provocando que mi corazón se volviese a destrozar. Aun después de aquello lo miré incrédula, aunque al ver la sinceridad en sus ojos me desmoroné por completo.
Entrelacé todo entonces, sus viajes tan repentinos, sus llamadas escasas o sus mensajes sin responder cada vez que estaba lejos; recordé las llamadas supuestas de trabajo que ignoraba cuando estaba conmigo y al saber la razón, me llené de celos, de ira, de dolor y frialdad al darme cuenta de que, aun sabiendo mi pasado y mis miedos a las relaciones, él también se hubiera atrevido a dañarme.
— ¡Fuera de mi cama! — exigí enfurecida — ¡Fuera de mi casa! ¡Fuera de mi vida! — grité llorando.
— ¡No Annabelle! Cálmate princesa por favor, yo te amo, no quiero perderte — suplicó y de ser el príncipe de mi vida, pasó a ser el villano.
— ¿¡Por qué eres tan cruel Ryan!? — reclamé en un mar de lágrimas — Vienes y me dices que amas y luego que estas casado ¿¡Por qué Ryan!?
— Te amo Annabelle y ya no podía seguir callando.
— Tú sabes por lo que he pasado y aun así te atreviste a dañarme de esta manera, eso no es amor — no logré contener mis sollozos y el hipo que me atacó por el dolor de mi corazón que iba en aumento y callé para solo llorar.
— Pídeme lo que quieras para demostrarte cuan arrepentido estoy por haberte ocultado eso, pídeme que dejé a mi esposa y yo lo hago mi amor porque te amo a ti, solo a ti — dijo con seguridad al verme en aquel estado, sin embargo, a mí ya no me importaba. Ya había roto mi corazón y no existía vuelta atrás después de eso.
— Vete Ryan — exigí señalando la puerta de mi habitación — ¡Vete de mi casa, vete de mi vida y no vuelvas más! — zanjé llorando como una magdalena por ese dolor que dejaba mi pecho y no pude evitar sentirme patética al haber tropezado dos veces con la misma piedra — ¡VETE!
— No cariño, yo te...»
— ¡Carajo! — grité como loca haciendo sonar el plaf del diario cuando lo cerré con más odio que antes. Era una masoquista idiota al torturarme así, pero lo necesitaba para no perder mi objetivo, para no equivocarme de nuevo.
Tomé mi cabeza entre mis manos y me hice presión; no soportaba la idea de volver a caer en lo mismo, de regresar a la tortura y volver a sentir el dolor que tanto había luchado por superar. Seguía odiando a James, odiaba a Ryan por haberme dañado de esa manera y odiaba a Theo porque fue su culpa que el miedo regresara a mí. Me sentía impotente y patética porque por primera vez creía que no había servido de nada el haberme convertido en una mujer fría y sin sentimientos hacia los hombres; me odiaba a mí misma por ser tan débil.
Tan idiota.
____****____
— ¿En serio no irás a trabajar? — preguntó Darcy por segunda vez mientras estábamos tomándonos un café en mi apartamento.
— No, no me siento bien; no dormí nada por todo lo que sucedió.
— ¿Ya no seguiste escribiendo en el diario que te di? — preguntó aun sabiendo la respuesta.
Fue ella la que me aconsejó el escribir en aquel diario después de que sucedió lo de Ryan y de que hubiese caído en una gran depresión; ella me obsequió dicho objeto para que escribiera todo aquello que me había dañado y pretendía que lo dejara ahí plasmado y no más en mi mente. En su momento me ayudó mucho y por un tiempo fui libre de aquellos recuerdos, pero con el tiempo dejé de escribir mis dolores y comencé a leerlos para que según yo, tal cosa me ayudara a no caer de nuevo en aquellos errores, no obstante, con la llegada de Theo, mi amistad con él y todo lo que estaba pasando, deduje que tal terapia estaba perdiendo su efecto.
— Ya no creí que fuera necesario — respondí encogiéndome de hombros.
— Pues ya comienza a serlo amiga, te aconsejo que lo vuelvas a hacer.
— Lo pensaré — prometí.
¿Qué es lo que tanto te molesta Annabelle? Si en verdad viste lo que viste en los ojos de Theo ¿Por qué no solo lo afrentas y ya?
— No Darcy, tú sabes mi vida y lo que he sufrido así que no te atrevas a decir eso, además él ya tiene a Rachel — inquirí con enojo.
— ¡Maldita sea mujer! Si tanto miedo te da sentir demás por él... ¿Por qué te enoja que tenga a Rachel? Respóndeme porque no te entiendo — pidió con fastidio y me arrepentí de haberle platicado sobre los recuerdos que no me dejaron dormir y lo que sucedió con Theo.
— N-no sé Darcy — acepté sincera.
— Yo sí sé. Estás enamorada de él — soltó sin tapujos, comencé a reírme a carcajadas por lo que había dicho y noté que le molestó mi actitud —. Ya Annabelle, deja las niñerías y respóndeme, pero con sinceridad — zanjó ¿Estás enamorada de Theo?
Mi risa cesó entonces y tragué con dificultad.
¿Lo estaba?
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