Capítulo 11




Buenos días Dory  saludé a mi amada nana al llegar a la cocina.

Me saludó con la ternura que la caracterizaba y luego avisó que el desayuno pronto estaría listo; hablamos un rato luego de que le pregunté cómo estaba y me sorprendió cuando ella me hizo la misma pregunta y añadió que me veía más feliz y que notaba cierto brillo en mis ojos que antes no veía.

— Debe ser por las lágrimas que derramé cuando me pinché con el lápiz de ojos — jugué con ella y negó con una sonrisa señalando que ya era una vieja y que la experiencia que le había dado la vida la hacía reconocer entre un pinchazo con un lápiz de ojos y otra cosa. — Suposiciones tuyas — alegué un poco nerviosa — Me siento bien, nada más.

— No Annabelle en tus ojos veo algo diferente y por mucho que lo quieras ocultar sabes que de mí no puedes — aseguró y con mucha razón. Ella era la única que muchas veces lograba descifrarme — ¿Se debe a alguien especial? — preguntó y casi escupí el jugo que tenía en mi boca. Me había sentado frente a ella en la isla y me había servido un poco de jugo mientras esperaba a que el desayuno estuviese listo.

— ¡No! — exclamé en cuanto logré tragar aquel líquido que, en lugar de agridulce, me supo amargo al oírla — Solo me está yendo muy bien en los negocios, no hay nadie y mucho menos lo que tú te estas imaginado en esa exagerada cabeza que tienes — aseguré y sonrió con mucha ironía.

— Annabelle Bennett, serías más feliz si admitieras las cosas más a menudo — expresó confundiéndome un poco —. Te encarcelaste tú misma en tus recuerdos pasados, en tus miedos y en tus decepciones y te dejaste marcar por algo que ya no puedes cambiar en lugar de seguir adelante, disfrutar tu vida, tu juventud y el amor que con insistencia ha llegado a tocar a tu ventana — soltó y después de decir eso último comencé a comprender la razón de decirme todo aquello.

Pero se estaba equivocando.

— Sé hacia dónde vas Dory y ya sabes lo que pienso al respecto — le recordé.

Como sabia que era siguió aconsejándome e intentado hacer que entendiera que los malos capítulos de mi vida no significaban que el final de mi historia sería también malo y eso era algo que ya sabía. Estaba consiente que yo también podía tener un final feliz y eso no tenía por qué incluir necesariamente a un hombre pues creía que para ser feliz podía serlo de otras maneras y así como estaba lo era.

— No tengas miedo Annabelle — pidió rindiéndose y tomando mis manos con amor — y cuando llegue el indicado aprecia su esfuerzo porque si nunca le das una oportunidad, jamás sabrás lo que es capaz de hacer para hacerte feliz — solo fui capaz de negar al oírla y no le respondí nada.

Sus palabras me hicieron pensar muchas cosas y aunque ella me pidiera que no tuviese miedo era algo que no podía evitar. Mi dolor nadie lo había vivido y por eso eran capaces de hablar de esa manera. Antes fui una mujer que que cuando amó lo hizo intensamente, de una forma única, con respeto y siempre viendo por la felicidad del otro, pero... ¿Qué gané? Solo un corazón destrozado del que me llevó mucho tiempo reconstruir y era por eso por lo que no podía dejar de sentir miedo.

Comprendí de una manera muy dolorosa que la única persona capaz de amarme intensamente era yo misma y por esa razón decidí tener amor propio y no dejar que nadie más me dañara. Dorothea habló de un brillo especial en mis ojos, pero era porque que ella por dentro deseaba verme al lado de alguien y se imaginaba cosas que no pasarían.

No había tal brillo en mis ojos y tampoco lo habría.

____****____

Luego de que Darcy me pidiera perdón por haberse burlado de mí, planeamos retomar nuestras rutinas en el gimnasio además de nuestro pasatiempo favorito: disparar.

Íbamos regularmente a Santa Mónica Pier para practicar. Desde muy jóvenes tomamos la decisión de aprender a utilizar diferentes tipos de arma, comenzó como una curiosidad, pero terminó siendo una de nuestras pasiones. Ambas teníamos una excelente puntería, aunque muchas veces era yo la que ganaba las apuestas que hacíamos. A parte de eso vivíamos metiéndonos en diferentes cursos de defensa personal, pero sabía que Darcy lo hacía por los instructores ya que siempre terminaba acosándolos prácticamente y a mí haciéndome pasar vergüenzas, pero como siempre, la acompañaba en sus locuras. Al final yo era la que aprendía más rápido ya que mi concentración no estaba en los instructores por su físico.

Luego de ir y practicar nuestra puntería con las armas nos dirigimos hacia el gimnasio para ponernos en buena forma. Me sentía muy bien con mi cuerpo, pero nunca estaba demás hacer un poco de ejercicio para mantener la buena salud.

— ¿Una lucha? — propuso mi loca amiga ya que el gimnasio contaba con un área para poder practicar o aprender eso.

— ¿Qué gano yo si logro vencerte? — pregunté haciendo que ella sonriera con picardía.

— Hago lo que quieras — dijo segura —, pero si yo gano te inscribirás conmigo en clases de baile.

— ¿De baile? — inquirí solo para asegurarme pues creí que iba a proponerme alguna de sus típicas locuras.

— Sí, de baile erótico — agregó y abrí mis ojos incrédula. Era tonto que me sorprendiera, conociendo a Darcy tenía que haberme esperado una locura como esa; en ese momento lo único que me quedaba era ganar en la dichosa lucha y joder sus planes.

Eso era lo que yo pensaba hacer.

(****)

— ¡Bien chicas! Ahora es turno de ustedes, recuerden que tienen que sacar toda su sensualidad. Esa que solo poseemos las mujeres — indicó la instructora luego de la demostración que había hecho y las recomendaciones que nos había dado.

Música sensual sonaba de fondo y Darcy sonrió; la muy maldita se propuso vencerme y lo logró. Todo con tal de arrastrarme a esa locura.

Y yo que la cría débil.

Después de un día de amigas haciendo lo que tanto nos gustaba y bueno, luego también de las dichosas clases de baile erótico, pasamos por algo de comer y planeamos una salida esa noche con los chicos; a pesar de las pocas energías que tenía pensé que unos tragos y un poco de baile no me caería mal.

Esa noche decidí vestirme un poco más casual y acorde a la noche que habíamos planeado con los chicos; me sentí más relajada luego de una ducha con agua tibia y mucho más liviana después de un día de mucho ejercicio, aunque no había bajado ni una libra, pero la mente era poderosa y hasta más curvas y menos grasas me veía.

Rato más tarde nos encontrábamos en uno de los privados del club al cual decidimos ir. Tom había pasado por Darcy y Theo por mí, algo que me hizo sentir extraña después de tanto tiempo. Me encantaba ver a Theo vestido con tanta informalidad, aunque siempre me encantaba como quiera que se vistiera o no vistiera, pero de aquella manera lucía mas jovial y relajado, casi como un chico en su pleno apogeo de chico malo.

— ¡Salud! Chicos — brindó Darcy levantando su copa; levanté mi mojito y respondí a su brindis, así como lo hicieron también Theo y Tom con sus tragos.

— Te ves jodidamente caliente vestida así — alabó Theo en mi oído luego de aquello —. Esa ropa hace que tu hermoso culo y esas nenas resalten — añadió señalando con su vista mis pechos y logró que me pusiera demasiado nerviosa por su forma de hablarme.

— Eres un pervertido — respondí sonriendo e intentando no verme tan inocente.

— Contigo sí — confesó todo normal como si decirme tal cosa era lo más común del mundo — y no te imaginas todo lo que deseo hacerte — lamió sus labios cuando dijo eso y luego me guiñó un ojo.

Definitivamente me volvía loca cuando ese adonis que tenía a mi lado se ponía en plan conquistador y creía que ni él se daba cuenta de cómo me ponía cuando actúa de esa manera y no siempre como el serio ejecutivo y magnate de los negocios. Me sonrió de manera seductora para luego seguir conversando con Tom y Darcy y por un momento no pude dejar de observarlo; su masculinidad y su porte elegante era algo que muchas veces me embelesaba. Su forma de hablar, el tono de su voz tan varonil, sus gestos y la seguridad en él que muchas veces utilizaba para ocultar su pasado era algo que lo hacía un hombre poderoso y sí, también era arrogante por momentos, pero era parte de su personalidad, aunque también era un hombre con respeto hacia los demás y eso me gustaba mucho.

Me avergoncé cuando fui pillada observándolo como una idiota por Darcy, ella me sonrió de burlonamente alzando una de sus depiladas cejas negras y yo solo me limité a poner los ojos en blanco sabiendo que no me la quitaría de encima con sus estúpidas bromas.

— ¡Hey chicos! — saludó Ryan sorprendiéndonos a todos; Tom y Darcy lo saludaron alegres, sentí a Theo tensarse a mi lado y lo saludó displicente, yo lo saludé un poco sorprendida al verlo precisamente ahí.

— Hola Ryan, no esperaba encontrarte aquí — dije sin ser pesada.

— Vine con unos amigos; ya sabes que me encanta bailar y en este club saben poner buena música y de todos los géneros — respondió animado —. Los vi acá y cuando te vi a ti, no pude evitar pensar en que hoy es una noche de suerte al encontrarme contigo, la pareja perfecta — alzó una ceja, me miró y luego vio a Theo — en la pista de baile — continuó — y en el amor — tuvo que agregar e hizo que rodara los ojos; Theo rio satírico y con desdén al oírlo.

— Lástima para ti que ella ya tiene a su pareja perfecta — alegó mi acompañante hablando tranquilo, pero dispuesto a dejarle algunas cosas claras — en la pista de baile — aclaró de inmediato así como lo había hecho Ryan antes y aunque pensé que no era necesario aclararlo lo ignoré y noté que comenzaba a fastidiarse por la presencia de nuestro socio.

Luego de ese pequeño altercado Darcy intervino haciéndonos hablar de cosas triviales y así bajar un poco el mal humor; le agradecí con la mirada. Ryan nos acompañó en nuestro privado sentándose a mi lado y pude ver las ganas que Darcy tenía de reírse al verme en medio de ellos y las de Theo de matar a Ryan por hacer eso. Cualquiera en mi lugar se sentiría afortunada de estar entre dos dioses griegos, pero no yo. Yo sentía la tensión de Theo y me dio la impresión de que Ryan estaba disfrutando mucho esa situación.

— ¡Oh por Dios! ¿¡Theodore Lee!? ¿¡Eres tú!? — chilló una pelirroja acercándose a nosotros, vi a Theo sorprenderse y hasta extrañado de aquella situación, pero al reconocerla sonrió con alegría.

— ¡Rachel Duncan! — exclamó él para luego abrazarla con efusividad y demasiada emoción. Me removí un poco incomoda en mi lugar sintiendo la necesidad de beber algo mucho más fuerte que un mojito.

— ¡Por Dios! Cariño que bueno verte — exclamó la chica de una manera muy cariñosa.

— ¿Estás bien? — susurró Ryan en mi oído sacándome de la concentración que tenía puesta en Theo y la tal Rachel.

— Claro — dije de inmediato — ¿Por qué lo preguntas?

— Bueno, porque prácticamente estas estrangulando mi pierna, pequeño monstruo — informó divertido haciendo que me diera cuenta de lo que inconscientemente hacía; lo solté de inmediato y sentí mis mejillas arder de la vergüenza.

Le pedí disculpas y le di todas razones por las que pude haber hecho tal cosa y él solo sonrió y negó alegando que no tenía por qué darle tantas explicaciones por algo que comprendía a la perfección y debido a que no deseaba joder más mi noche no quise pedirle explicaciones por lo que había dicho.

— ¡Oye Theo! ¿No nos presentarás a tu amiga? — preguntó Ryan con burla y picardía, todos miramos a Theo y a su amiga, quienes estaban metidos en una conversación al parecer muy importante.

— Claro, lo siento — respondió él dándose cuenta de su falta de educación —. Ella es Rachel Duncan, una vieja amiga. Rachel, él es Tom, mi mejor amigo y su novia Darcy; él es Ryan y ella Annabelle mis socios en la empresa familiar por la cual regresé acá — dijo señalándonos a cada uno y creo que estaba en mi etapa estúpida ya que me desagradó la manera en la que se refirió a mí cuando claro estaba que había dicho la verdad.

— Es un gusto conocerlos chicos — saludó con amabilidad la pelirroja ganándose una de mis sonrisas forzadas.

Equivocadamente creí que Theo no tenía más amigos en la ciudad y mucho menos amigas, pero de nuevo todo era sorpresas con él; la chica se nos unió sentándose a mi lado y al de Theo en el sofá de media luna color negro y no era que me molestara, pero sentí algo que no sabía descifrar con la presencia de Rachel y más al invadir mi lugar junto a Theo.

Quien te entendía mujer. Sí lo sabías mas no lo aceptabas.

Tonto subconsciente.

Theo y los chicos se habían ido por más tragos dejándonos a Darcy, Rachel y yo en una plática muy animada. Darcy como siempre no paraba de hablar y yo me limitaba a sonreír con educación.

— ¿De dónde conoces a Theo? — preguntó Darcy a Rachel.

— De la universidad, tuvimos una amistad, ya sabes... con beneficios — respondió haciendo que me atragantara con el último sorbo de mi bebida. Por alguna razón mi bilis subió al darme cuenta de que no había sido la única con esos beneficios —, pero lo dejamos luego de su accidente — añadió sorprendiéndonos a las dos.

— ¿Accidente? — me atreví a preguntar con mucha intriga.

— Sí, fue muy triste; sucedió luego de que él recogiera a su mejor amiga de la casa del novio de ella después de una pelea — explicó ganándose toda mi atención y olvidando de momento mi estúpida molestia — Marian, era su nombre. Nicholas, su novio, siempre creyó que Theo y ella estaban enamorados y muchas de sus peleas fueron por eso.

«Ese día peleaban por lo mismo, Marian se cansó de sus estúpidas acusaciones sin fundamento y le gritó en la cara que lamentaba no haberse enamorado de Theo para que así él la acusara con razón y no por suposiciones estúpidas. Salió de la casa de Nicholas y le llamó a Theo para que fuera por ella; cuando ya iban de camino hacia la casa de Marian, Theo no podía detenerse porque lo frenos no respondían, perdió el control y se estrellaron contra otro auto. El impacto fue del lado del que iba Marian. Ella murió en el momento y Theo quedó inconsciente, pero afortunadamente vivo.

Nicholas culpó a Theo y no solo por el accidente sino también porque según él, le robó el amor de Marian. Juró vengarse de él haciéndolo pagar por el resto de su vida el que le haya arrebatado al amor de su vida. Luego de eso desapareció. Por un tiempo Theo se sintió culpable, pero logró superarlo. Se fue a Londres con su madre y ahí rehízo su vida».

Finalizó así dejándome helada y sin saber cómo reaccionar ante lo que había dicho. Me sorprendió la fortaleza de Theo por esas pérdidas; yo en su lugar no lo habría resistido y logré comprender el porqué de su posesividad, las ansias de control y su necesidad de proteger a quienes le importaban.

Seguimos hablando un rato más hasta que los chicos regresaron.

— ¿Qué acaso fueron a traer las bebidas a donde las fabrican? — preguntó Darcy con mucha ironía ya que se tardaron mucho, pero lo agradecí en su momento porque así pude conocer una parte de la vida de Theo.

— No nena, pero había muchas personas esperando — explicó un paciente Tom.

— Tal y como a ti te gusta — exclamó Ryan al entregarme mi bebida y sentarse a mi lado de nuevo. Theo tomó el lugar de siempre al lado de Rachel ya sin renegar por el arrebato de Ryan y le entregó la bebida que había conseguido para ella.

¡Fantástico! Dejó de renegar en cuanto apareció su ex amiga con derecho.

— Theo ya que estas aquí de nuevo deberíamos retomar nuestra amistad — le propuso Rachel con voz seductora intentado que solo él la escuchara, pero estando yo tan cerca era lógico que escucharía todo a la perfección y no me agradó aquel descaro; ya no era por lo que pasaba entre Theodore y yo sino por su desvergüenza —. Te he extrañado mucho ¿Sabes? — continuó y la vi acariciar su mejilla, el muy idiota se lo permitió olvidándose por completo de la promesa que le había hecho a su esposa y sonrió con cinismo sin importarle que todos lo estuviésemos viendo — La pasábamos muy bien ¿Recuerdas?

— Tú no cambias ¿Eh? — le respondió él al fin, tomando la mano con la cual ella le acariciaba la mejilla. Odié su falta de respeto ya que, aunque no éramos una pareja, quedamos en habría fidelidad y respeto en nuestra relación con beneficios y si él hacía eso deduje que era porque lo había olvidado y ya no le importaba. Me puse de pie para alejarme de todos porque sentí que si seguía ahí terminaría haciendo algo de lo que luego iba a arrepentirme y no deseaba caer tan bajo, no por él. Alguien que claramente solo era mi socio y la pasión de un momento — ¿Bel, a dónde vas? — preguntó el idiota al ver que me puse de pie.

— Creo que necesito algo más fuerte — dije con una sonrisa sarcástica mostrándole el vaso de mi bebida ya vacío pues lo bebí de un solo sorbo minutos antes —. Además, estar aquí me está aburriendo — solté y vi su sorpresa al oírme decir aquello.

— Si te aburres entonces acepta ser de nuevo mi pareja perfecta, como en los viejos tiempos — propuso de inmediato Ryan, lo vi sonreír al ver su oportunidad y negué en ese momento con diversión; de verdad era persistente cuando quería. Theo me miró con advertencia, como intentando con ello impedir algo y eso solo me hizo pensar en su actitud anterior y si él se quería divertir con Rachel ¿Por qué yo no podía divertirme con Ryan?

— Andando entonces — acepté señalando la pista con mi cabeza, vi la sonrisa de Ryan y de inmediato de puso de pie —. Fue un gusto conocerte — dije hacia Rachel sin sentir en realidad esas palabras.

— ¡Annabelle! — habló Theo con admonición y lo ignoré deliberadamente.

— El gusto fue mío respondió la pelirroja luego de unos segundos y me marché de ahí hacia la pista junto a Ryan no sin antes sonreírle con desdén al idiota de Theo.

Así eran las cosas conmigo, me la hacían, me la pagaban.

La misma vida me había hecho actuar de esa manera.

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